Convocatoria pública abierta del monográfico «Los museos en la innovación y la formación histórico-educativa del profesorado» (Núm. 39, enero-junio de 2022)
Se abre a convocatoria pública para la presentación de artículos el monográfico previsto para el primer semestre de 2022 de la revista Educació i Història. Revista d’història de l’educació que edita la Societat d’Història de l’Educació, filial del Institut d’Estudis Catalans, que tratará sobre «Los museos en la innovación y la formación histórico-educativa del profesorado».
Aquellas personas interesadas en enviar algún artículo original e inédito para que se inicie el proceso de evaluación por pares académicos deben hacerlo antes del 1 de marzo de 2021 a la dirección de la revista, especificando que se envía para ser valorado para dicho número monográfico, a la dirección de correo electrónico: bernat.sureda@uib.es
Monográfico: «Los museos en la innovación y la formación histórico-educativa del profesorado»
Presentación: La renovación historiográfica que comenzó en la última década del siglo pasado ha supuesto, en lo que respecta a los estudios histórico-educativos, un desplazamiento de la atención exclusiva de los investigadores sobre fuentes documentales de carácter administrativo y/o político, o sobre discursos teóricos de la pedagogía contemporánea, hacia otra tipología de fuentes mucho más directas y palpables. Para la historia de la educación y, en particular, para la historia de la escuela, las fuentes materiales –objetos, muebles, libros, cuadernos, material didáctico, juegos y juguetes, etc.– cobran especial importancia al constituir un patrimonio cultural relacionado con la vida cotidiana educativa que se desarrolla y especifica en una pluralidad de contextos socio-económicos-políticos-territoriales en constante diálogo con el marco institucional y nacional.
Muchos de esos materiales han promovido la creación o reorganización de museos de historia destinados a ser lugares diseñados para recopilar fuentes, testigos de la verdad, capaces de contar una historia educativa entendida como un equivalente colectivo de una memoria común. Si el museo de la educación y/o la escuela actúa como catalizador de un discurso sobre la conciencia de identidad de una comunidad, de una nación, el museo debe convertirse en el «protagonista» de una innovación educativa y pedagógica del mundo de la enseñanza en su conjunto.
El monográfico pretende recopilar una serie de artículos cuyo «leitmotiv» (motivo) sea el museo como instrumento de innovación pedagógica y formación histórico-educativa del mundo de la enseñanza, de cada orden y grado, abierto a testimonios y experiencias de la práctica escolar actual. En todo momento, bajo la concepción de que este tipo de entidades museísticas pueden colaborar de forma notable en la formación de maestros, promoviendo el conocimiento histórico. Tras el abandono del plan de aprendizaje pasivo y mnemónico, los museos son capaces de moverse dentro del horizonte de las estructuras narrativas de significado y pueden ayudar a activar procesos autónomos de comprensión del pasado, fundando la historia y la conciencia cívica de una comunidad.
Plazo de presentación de originales: 1 de marzo de 2021.
El Museo Pedagógico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla (España), comparte su nueva exposición temporal: «Nosotras hacemos Ciencia«. Una exposición que corresponde a una investigación biográfica de mujeres científicas. Los contenidos y paneles de esta muestra expositiva se pueden conocer a través de la infografía adjunta.
Este proyecto de innovación de carácter divulgativo se podrá explorar entre el 3 y el 15 de noviembre de 2020.
Sinopnis: Este libro está organizado en cuatro partes: Instituciones escolares y escuelas de inmigrantes, Grupos escolares y educación primaria, Escuelas aisladas y prácticas docentes, y Escuelas normales y formación del profesorado. El esfuerzo por componer la historia de las instituciones de educación primaria en Rio Grande do Sul se debe al trabajo dedicado y comprometido de un grupo de treinta autores en veinte capítulos, que presentan el resultado de este proyecto y sus desarrollos.
Como pieza del mes, hemos seleccionado la lonchera o caja de almuerzo de hojalata marca ‘Aladdin’ de la colección de implementos escolares del Museo Pedagógico Colombiano. Objeto de producción industrial, empleado básicamente como un recipiente para llevar alimentos, el cual es muy representativo de la época escolar de generaciones enteras de estudiantes a nivel mundial; fabricado en 1979, por la compañía estadounidense ‘Aladdin Industries Incorporated’ con sede en la ciudad de Nashville, estado de Tennessee; la cual en sus inicios se dedicaba a la fabricación de lámparas de queroseno, estufas, recipientes térmicos (platos y frascos) para almacenar alimentos, loncheras, y hoy en día es una marca de productos de alimentación y bebidas .
Destacada por su línea de loncheras escolares que incluían personajes famosos de la televisión (aún recordados), por ejemplo, héroes vaqueros estadounidenses, Superman, Mickey Mouse, Los Supersónicos, entre otros; Aladdin Industries Incorporated, es el nombre de una compañía creada por el empresario y hombre de negocios Víctor Samuel Johnson Sr. (1882–1943) quién la fundó en 1908 y comenzó operaciones en la ciudad Chicago; distinguida como una de las marcas más reconocidas en la fabricación y comercialización de lámparas de manto de queroseno, las cuales comienzan a producirse en 1909 superando las expectativas por su funcionalidad y calidad (de las que existían anteriormente en el mercado), produciendo desde entonces y por los 40 años siguientes modelos mejorados de este producto conocido como la “lámpara de Aladino”, de hecho el nombre de la empresa derivó de la denominación de este invento, ya que se inspiraba en la lámpara mágica y el genio que concedía deseos del famoso cuento para niños.
La trayectoria y productos de la empresa se fue expandiendo progresivamente, y para 1917, comenzó a producir recipientes, platos y frascos para cocina que retenían y aislaban el calor y el frío de alimentos o líquidos, de hecho, esta serie de productos conocidos como Aladdin Thermalware, fueron la primera clase de lo que hoy conocemos como termos herméticos, los cuales se usan para guardar alimentos o bebidas calientes o frías; esta clase de productos se vendieron con éxito entre 1919 y 1943; incluso a partir de 1919 fabricó platos aislados y jarras térmicas para el Ejército durante la Primera Guerra Mundial. Cuando el fundador muere en 1943, fue su hijo Víctor S. Johnson, Jr., quién asumió la dirección de la compañía, y en 1949 para centralizar las operaciones, trasladan las oficinas y las instalaciones de fabricación a la sede en Nashville.
Antes de la muerte de Johnson, Sr., la empresa, comenzó a producir en la década de 1940 kits de loncheras escolares, y ya con la dirección de su hijo desde 1950, Aladdin fue la industria líder en la fabricación de productos de esta categoría y lo seguiría siendo hasta la década de 1980; la estrategia que les permitió el dominio desde los años 50 en la comercialización de estas loncheras metálicas para cargar el almuerzo, fue la obtención de licencias para el uso y reproducción de imágenes de diferentes personajes populares de la cultura norteamericana, los cuales aparecían en sus productos; por ejemplo, el primer personaje que apareció con licencia en una de sus loncheras fue la estrella de vaqueros de cine y televisión Hopalong Cassidy, que en su primer año superó las ventas de 50.000 unidades a 600.000 unidades; posteriormente otros personajes y cientos de nuevos diseños fueron incluidos para la fabricación de loncheras.
En 1965, la empresa, expandió su línea de productos, con la fabricación de envases de alimentos y bebidas en acero, por lo que, en 1968, introdujo el sistema de bandejas térmicas aisladas y compartimentadas con la que se podían mantener los alimentos a la temperatura deseada durante largos períodos de tiempo –es decir calientes los alimentos calientes y fríos los alimentos fríos–, producto que revolucionaría la distribución de alimentos en aerolíneas, hospitales y otras instituciones de alimentación masiva; el éxito de este sistema de bandejas conllevó a la creación de la división Aladdin Synergetics, que en 1972 permitió establecer oficinas en Inglaterra, Francia y Alemania, y por supuesto expandir el mercado de la compañía.
Entre 1980 y el año 2002 (cuando finalmente es adquirida por Pacific Market International, LLC. líder mundial en diseño, marketing y fabricación de alimentos y bebidas), Aladdin continuó creciendo y en la década de 1990, su operación permitió aumentar el número de empleados; y sus productos ganaron tal popularidad que se vendieron en cadenas de supermercados de todo Estados Unidos; por su parte, sus loncheras se hicieron tan famosas, que fueron llevadas por casi todos los escolares estadounidenses a partir de mediados del siglo XX.
El tipo de objeto reseñado se trata de recipientes de plástico, tela o metal con cierre hermético y que sirven para almacenar, conservar y llevar alimentos; las loncheras (fiambreras) han sido de uso común y de utilidad tanto para el hombre trabajador, como para los estudiantes de diferentes épocas. En el contexto escolar, las loncheras han tenido una connotación relacionada a la moda, a corrientes de la cultura popular e incluso como un elemento capaz de transmitir visualmente la identidad personal de cada estudiante.
Su origen, se remonta al siglo XIX, alrededor de 1880, no obstante, se consideraban un referente a la falta de estatus social, y la carencia de tiempo y dinero para la adquisición de una comida “decente” y a una temperatura ideal. Los primeros que comenzaron a usarlas fueron miles de trabajadores y obreros de fábricas, minas y factorías de las ciudades en las que se desarrolló el proceso de industrialización, el acelerado avance tecnológico y por supuesto los importantes cambios económicos y sociales que trajo consigo la Segunda Revolución Industrial; inclusive que estas primeras loncheras fueran metálicas, no es fortuito, ya que debían aguantar el nuevo ritmo de vida (propio de este importante período de la historia de la humanidad) y así mismo proteger los alimentos de los peligros del lugar de trabajo.
En el mismo tiempo descrito anteriormente, fueron los escolares hijos de estos obreros, quienes, con el objetivo de emular a sus padres utilizaban recipientes similares a las loncheras hechos con cajas vacías de galletas o tabaco; pero es hasta 1902, cuando aparece la primera creada para los niños, con forma de canasta de picnic, la cual estaba decorada con imágenes de infantes jugando. En 1935 el famoso ratón Mickey Mouse fue el primer personaje popular en aparecer en ellas; sin embargo, la lonchera tal como la concebimos hoy, realmente aparece en el mercado y como parte de la vida e identidad escolar desde la década de 1950, siendo como ya referimos la compañía Aladdin, la pionera en producirlas y a las cuales en 1962 se les estampó por primera vez formas en tercera dimensión sobre el metal; durante estos años se incluirían en los diseños todo tipo de personajes: dibujos animados, atletas, películas, series de TV, entre otros; luego a inicios de los años 70, la hojalata con la que se fabricaban debe ser reemplazada por motivos relacionados a las afectaciones que el plomo contenido en este tipo de material causaba en el organismo humano, por lo tanto, así inició el declive de la lonchera de metal y al mismo tiempo el auge de la lonchera de plástico, de menor costo de producción y sin efectos negativos sobre la salud. Ya a finales del siglo XX, se rediseñan y transforman, con nuevos materiales y formas, al punto que hubo un regreso ‘nostálgico’ a su origen reapareciendo la lonchera metálica; hoy en día, la tecnología ha cambiado la forma de producción de este tipo de objetos, al punto que dejaron de ser simples recipientes para transportar alimentos, convirtiéndose ahora en porta alimentos eléctricos capaces de calentarlos e incluso cocinarlos.
Sobre su importancia, en lo que se refiere a la cotidianidad escolar, se trata de un elemento que ha permitido la interacción entre estudiantes con gustos e intereses comunes, ya que habiendo distintos diseños, formas y personajes, era habitual observar grupos de estudiantes que tuvieran la misma lonchera, por consiguiente la identidad de los estudiantes ha estado vinculada (entre otro tipo de factores) al tipo de lonchera que llevaran, y este objeto básico en la indumentaria y usanza de millones de estudiantes, en muchos casos, reafirmó la personalidad de cada individuo escolar en sus diferentes etapas, siendo protagonista de la experiencia escolar; pero su función más importante, está directamente relacionada al cubrimiento de las necesidades nutricionales de los estudiantes, ya que el contenido balanceado de la lonchera escolar asegura un rendimiento óptimo en aulas y colegios, en consecuencia el aporte de éstas para la recuperación de energía física y mental, igualmente contribuyó a un proceso de aprendizaje y formación adecuado.
“Sin duda las loncheras seguirán siendo instrumento de niños y adultos para obtener una comida sana y una buena nutrición. Actualmente también forman parte de unos de los artículos más preciados por los coleccionistas o amantes de la memorabilia, ya que son una puerta al pasado” (Torreangel, 2010. Recuperado de: https://www.elpoderdelasideas.com/hora-del-recreo-historia-de-la-lonchera/).
Para conocer la Lonchera ‘Aladdin’ de personajes infantiles de la compañía de entrenimiento Disney, otros objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.
El ámbito del museo escolar es la escuela y su comunidad, particularidades que lo diferencian de otro tipo de museos; responde al complemento de los contenidos curriculares; su accionar involucra docentes, estudiantes y comunidad, pues está vinculado estrechamente con el patrimonio tangible e intangible de la comunidad y genera experiencias creativas de aprendizaje. Su colección se estructura con los objetos aportados por la comunidad educativa, la sede es un espacio de la escuela donde, docentes y alumnos diseñan exposiciones, llevan su registro y a partir de ellas, desarrollan actividades diversas que complementan los contenidos curriculares desarrollados.
Esto favorece el rescate de los valores tradicionales, el conocimiento de la historia local y el vínculo de los aprendizajes con la vida cotidiana. Lanz C. (1996), señala: “a través de la indagación, exploración, investigación de la realidad social y natural de un entorno comunitario los escolares se convierten en investigadores para producir holísticamente conocimientos científicos desde sus propias perspectivas”.
La propuesta de un Museo Escolar puede resultar muy innovadora, sin embargo, no ha tenido un desarrollo muy amplio y son muy pocas las experiencias exitosas debido a entre otras cosas, a que el mismo concepto de Museo en general y de museo escolar en particular son desconocidos. La programación desarrollada en los departamentos de educación de los museos no llega a todas las escuelas de su entorno y en muchas ocasiones se convierten casi exclusivamente, en el desarrollo de una visita guiada que sigue un guion repetitivo, el cual en ocasiones puede resultar aburrido para los estudiantes.
Por otra parte, no existe suficiente y accesible material bibliográfico acerca de los museos nacionales y regionales y mucho menos de material pedagógicamente atractivo sobre las exposiciones en desarrollo.
Estas experiencias en mucho podrían orientar el trabajo de docentes en la escuela, aunado al hecho que muy poco personal de los centros educativos conoce las funciones de un museo y menos sobre los procesos para la implementación de un museo escolar. A pesar de que un alto porcentaje de la población tiene acceso a Internet los Museos Nacionales son prácticamente desconocidos en las regiones de provincia y mucho más sus programas y colecciones.
No obstante, el museo se presenta como una novedosa herramienta de educación no formal que permite fortalecer las experiencias de la escuela formal; pues permite concretar vivencias del estudiante que favorece la integración del conocimiento teórico y experiencial con testimonios tangibles e intangibles de la cultura nacional y local.
Es por ello que los museos cuentan con el área de educación que formula y planifica muestras expositivas y desarrolla estrategias diferenciadas dirigidas al público escolar y extraescolar. en la actualidad el avance de las tecnologías de comunicación ha permitido que los museos desarrollen una infraestructura con dispositivos audiovisuales interactivos que atraen la atención de público de todas las edades y a nivel pedagógico, experiencias que van a permitir a los estudiantes fijar en su memoria por más tiempo objetos, personajes y hechos de su historia y de su cultura. Igualmente, en un Museo Escolar con los recursos propios de la escuela se pueden realizar muchas actividades que van a favorecer el aprendizaje significativo de sus estudiantes.
La escuela posee múltiples espacios para el encuentro de saberes y para la difusión de relatos, y es el Museo Escolar uno de estos tantos espacios donde bien pueden empezar a encontrarse esos elementos que nos permitan convivir con nuestra cultura, con nuestros principios, nuestros valores sin por ello desconectarnos con las tecnologías de información. Por el contrario, incorporar estas para que sean un recurso que nos permita difundir esos elementos que nos identifican dentro de un espacio pluricultural.
El Museo Escolar es entonces una iniciativa que debe partir desde la necesidad de desarrollar un diálogo en torno a los elementos culturales que se hallan en la comunidad y donde la escuela, no debe estar divorciada a estas realidades, sino que por el contrario debe afianzar dichos valores a través de todas las estrategias posibles.
A partir del diagnóstico que bien puede realizar el maestro en función de los elementos patrimoniales deberá establecer las oportunidades para rescatar dicho patrimonio, conservarlo, exhibirlo y desde el mismo generar diversas experiencias pedagógicas y culturales.
Entonces, ¿qué es un Museo Escolar?, un Museo Escolar es un espacio para el encuentro de la comunidad educativa con su patrimonio, con sus valores e identidad. Es un espacio donde el objeto recrea la historia para entablar diálogos con los estudiantes, los profesores y la comunidad en general.
También es una oportunidad para visibilizar la comunidad y la escuela a través de la conservación tomando en cuenta el tipo de colecciones y tipos de propuestas museográficas que se puedan desarrollar en el recinto educativo.
El ámbito del museo escolar es la escuela y su comunidad, particularidades estas que lo diferencian de otro tipo de museos; responde al complemento de los contenidos curriculares; su accionar involucra docentes, estudiantes y comunidad, pues está vinculado estrechamente con el patrimonio tangible e intangible de la comunidad y genera experiencias creativas de aprendizaje.
Su colección se estructura con los objetos aportados por la comunidad educativa, la sede es un espacio de la escuela donde, docentes y alumnos diseñan exposiciones, llevan su registro y a partir de ellas, desarrollan actividades diversas que complementan los contenidos curriculares desarrollados.
Esto favorece el rescate de los valores tradicionales, el conocimiento de la historia local y el vínculo de los aprendizajes con la vida cotidiana. Lanz C. (1996), señala: “a través de la indagación, exploración, investigación de la realidad social y natural de un entorno comunitario los escolares se convierten en investigadores para producir holísticamente conocimientos científicos desde sus propias perspectivas”.
La propuesta de un Museo Escolar puede resultar muy innovadora, sin embargo, no ha tenido un desarrollo muy amplio y son muy pocas las experiencias exitosas debido a entre otras cosas, a que el mismo concepto de Museo en general y de museo escolar en particular son desconocidos.
La programación desarrollada en los departamentos de educación de los museos no llega a todas las escuelas de su entorno y en muchas ocasiones se convierten casi exclusivamente, en el desarrollo de una visita guiada que sigue un guión repetitivo, el cual en ocasiones puede resultar aburrido para los estudiantes.
Por otra parte, no existe suficiente y accesible material bibliográfico acerca de los museos nacionales y regionales y mucho menos de material pedagógicamente atractivo sobre las exposiciones en desarrollo. Estas experiencias en mucho podrían orientar el trabajo de docentes en la escuela, aunado al hecho que muy poco personal de los centros educativos conoce las funciones de un museo y menos sobre los procesos para la implementación de un museo escolar.
A pesar de que un alto porcentaje de la población tiene acceso a Internet los Museos Nacionales son prácticamente desconocidos en las regiones de provincia y mucho más sus programas y colecciones.
No obstante, el museo se presenta como una novedosa herramienta de educación no formal que permite fortalecer las experiencias de la escuela formal; pues permite concretar vivencias del estudiante que favorece la integración del conocimiento teórico y experiencial con testimonios tangibles e intangibles de la cultura nacional y local. Es por ello que los museos cuentan con el área de educación que formula y planifica muestras expositivas y desarrolla estrategias diferenciadas dirigidas al público escolar y extraescolar.
En la actualidad, el avance de las tecnologías de comunicación ha permitido que los museos desarrollen una infraestructura con dispositivos audiovisuales interactivos que atraen la atención de público de todas las edades y a nivel pedagógico, experiencias que van a permitir a los estudiantes fijar en su memoria por más tiempo objetos, personajes y hechos de su historia y de su cultura. Igualmente, en un Museo Escolar con los recursos propios de la escuela se pueden realizar muchas actividades que van a favorecer el aprendizaje significativo de sus estudiantes.
Como pieza del mes, hemos seleccionado el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para Uso de la Juventud de Ambos Sexos de la colección de Manuales Escolares que pertenece al Fondo Documental del Museo Pedagógico Colombiano. Comúnmente conocido como “Urbanidad de Carreño” –esto por el apellido de su autor a quién reseñaremos posteriormente–, es un manual para la práctica de buenos modales que tuvo gran repercusión a nivel mundial especialmente en el mundo hispanohablante, el cual se inspiró en textos franceses e ingleses de carácter similar, y cuyo origen se remonta a mediados del siglo XIX, específicamente para 1853; sin embargo, la edición que exhibimos en el Museo fue publicada para 1868 en Nueva York por la editorial estadounidense D. Appleton & Company.
De acuerdo con su extenso título: “Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para Uso de la Juventud de Ambos Sexos; en el cual se encuentran las Principales Reglas de Civilidad y Etiqueta que deben Observarse en las Diversas Situaciones Sociales”, el objetivo principal de éste fue corregir o “blanquear” el comportamiento de la sociedad de su tiempo –especialmente de quienes no eran considerados cortesanos y cultos– a través de una reglas basadas en la moral cristiana para la formación de ciudadanos con entendimiento de sus deberes, y la capacidad de educarse para imitar o poner práctica un conjunto de conductas (consideradas dignas) fundamentadas en los buenos modales y costumbres para relacionarse con otras personas según diferentes situaciones, contextos y espacios, que abarcaban la vida como individuos y desde luego la vida colectiva en sociedad en paz, respeto, orden, felicidad y virtud; al respecto con el enfoque de este manual, quizás se podría reflexionar de forma crítica a nuestro tiempo sobre el siguiente supuesto: que la condición de pobreza no es motivo para no ser digno, para no ser honesto y para no ser un ciudadano decente, cívico y con modales.
Pero por este mismo motivo, se convirtió rápidamente en una lectura obligatoria para la gente de la época, quienes en general trataban de guiarse y adiestrarse por sus preceptos, al punto que no hubo hogar (por humilde que fuera) donde padres y madres no invocaran las enseñanzas de Carreño a la hora de educar y orientar la formación de sus hijos. Por ejemplo, en la estructura de sus capítulos y secciones, se trataban asuntos como los deberes morales de los hombres con Dios, con la sociedad, con sus padres, con la patria y consigo mismos; se explicaban las normas para el comportamiento a seguir dentro de la casa, en la calle, en la iglesia, en la escuela, en el trabajo; también se dedicaban apartados enteros en la descripción de normas para el comportamiento en la vida familiar, para la correcta higiene personal y el aseo en general, para el desarrollo de conversaciones, y para el comportamiento en la mesa, el modo de actuar en visitas, reuniones, honras fúnebres, bailes, festines, entre otros; e incluso abordaba temas sobre el traje, la correcta vestimenta y la presentación personal, entre otros contenidos, como eran la vida en comunidad, la hospitalidad, el fomento de algunos valores morales y lo que hoy llamaríamos tener ‘don de gente’.
Sobre el concepto de urbanidad, entendido como la expresión e imitación de las virtudes y del conjunto de normas para tener una buena actitud social, las cuales nos ayudarán para la vida en convivencia, éste nace en la Europa del siglo XVIII (a pesar de tener algunos precedentes más antiguos) y en el siguiente contexto histórico que probablemente tiene una perspectiva de exclusión y al parecer posterior ‘inclusión social’, ya que anteriormente lo que hoy conocemos como urbanidad era una manera de proceder que solo la practicaban (y a la que solo podían acceder) un grupo pequeño de personas, evidentemente las que pertenecían a la nobleza o grupos de la alta sociedad, por lo tanto copiar aquellos modales nobles, permitía a los considerados humildes o pobres, ser ‘aceptados’ en las altas esferas de la sociedad. Por lo tanto, así como en América Latina, tuvimos el Manual de Carreño, de forma paralela y con muchos contenidos en común, se publicó un poco antes en 1836 un libro sobre leyes de etiqueta y reglas de buena conducta en sociedad, en Norte América, conocido como: «The Laws of Etiquette or Short Rules and Reflections for Conduct in Society«.
En relación al autor de nuestra pieza del mes, fue escrita por el músico, pedagogo y diplomático venezolano, Manuel Antonio Carreño que nació en Caracas en 1812 y falleció exiliado en Francia en 1874; y quién a nivel pedagógico no solo se destacó –y pasaría a la historia– por escribir el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras (que hoy reconocemos con su apellido); ya que también fundó instituciones educativas en su país, y tradujo al castellano obras para la educación como catecismos y métodos para el estudio de la lengua latina. Como dato curioso, Carreño era sobrino del educador Simón Rodríguez que además de haber sido el insigne maestro del Libertador Simón Bolívar; fue una figura fundamental para el pensamiento ilustrado y pedagógico latinoamericano del siglo XIX, pues planteó el fin social de las escuelas y la educación, como fundamentos del saber e instrumentos a través de los cuales todos los pueblos y sus ciudadanos sin exclusión alguna, alcanzarían la modernización, el progreso, la formación para el trabajo y la adquisición de nuevos hábitos para la consolidación de las nacientes repúblicas americanas.
Respecto a los manuales escolares, son obras que tienen como objeto la enseñanza, por lo cual, constituyen una exposición ordenada y secuencial de una disciplina escolar. Las principales particularidades del manual escolar son:
“Intencionalidad por parte del autor, sistematicidad en la exposición de los contenidos, secuencialidad, adecuación para el trabajo pedagógico, estilo textual expositivo, combinación de texto e ilustraciones [en la mayoría de ellos], reglamento de los contenidos, de su extensión y del tratamiento de los mismos e intervención estatal administrativa y política” (Varela, 2010, p. 99).
Otra característica fundamental de los manuales escolares empleados desde el siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX es que, a diferencia de los libros de texto (producidos a partir de la segunda mitad de siglo XX), estos estaban dirigidos exclusivamente a los maestros ya que una de sus funciones era regular las prácticas de enseñanza y los saberes que circulaban en la Escuela.
Según el centro de investigación MANES y varios autores, los manuales escolares se clasifican, en cuatro principales grupos: Textos de primeras letras [cartillas de lectura, catones, silabarios y citolegias (métodos de lectura rápidos)]; Catecismos (religiosos y laicos); Manuales específicos para disciplinas escolares (matemáticas, historia natural, geografía, historia, entre otras); y como nuestra pieza del mes –en una categoría aparte, pues no estaban destinados únicamente a la Escuela sino, además, a la Familia–, tenemos los Manuales de urbanidad.
Resaltamos el legado de esta joya de la urbanidad hispanoamericana que coadyuvo a corregir muchas conductas y armonizó las relaciones entre sujetos y la vida de la sociedad latinoamericana de ese momento, y que ciertamente fue uno de los pilares documentales para la enseñanza del civismo y los buenos principios sin distinción de género; inclusive para muchos de nuestros abuelos su autor fue considerado ‘la biblia de los buenos modales’, y ¿Cómo no exaltar la memoria de Carreño y los contenidos de este Manual?, si el mismo fue capaz de moldear una sociedad diferente desde mediados del siglo XIX y buena parte del siglo XX, también fue un instrumento clave para la difusión masiva de las buenas costumbres y los comportamientos considerados ‘ideales’ que se transmitieron de generación en generación; y aunque todavía el Manual de Carreño, se sigue publicando, ya no es muy usual su consulta ya que los conceptos de ciudadanía y sociedad han cambiado –y continuarán transformándose– y algunas de sus posturas son descontextualizadas y hasta resultan algo radicales para la actual sociedad; aunque por supuesto, debemos resaltar que temas como los que trataba el manual no pierden vigencia, por lo tanto, muchas de sus normas siguen vigentes, por ejemplo: respetar a los padres, asearse antes de salir de casa, tener buenos modales en la mesa, caminar sobre la acera y saludar.
Para conocer y consultar el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para Uso de la Juventud de Ambos Sexos, otros textos, manuales de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos de la historia y la práctica pedagógica que exhibimos, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.
BBC News Mundo. 2020. Manuel Carreño, el Venezolano que le enseñó buenos modales a América Latina (y a España). Fecha de consulta: Agosto 14 de 2020. Desde: https://www.bbc.com/mundo/noticias-46039565
Como pieza del mes, hemos seleccionado el Estuche de Compás de acero cromado de la colección de implementos escolares del Museo Pedagógico Colombiano. Objeto de producción industrial, empleado en la enseñanza de la aritmética, pero especialmente de la geometría y el dibujo lineal, fabricado a mediados de la década de 1950 por la compañía ‘KIN’ que tenía sede en Checoslovaquia (1918–1992) hoy República Checa, la cual se dedicaba a la fabricación de instrumentos de precisión para el dibujo técnico arquitectónico y otros implementos, que hoy son comunes en las papelerías (clips metálicos, perforadoras de papel, grapadoras, grapas para cosedoras, chinches, herramientas para corte y talla, entre otros) .
También conocido como “compás geométrico”, su historia se remonta de forma paralela con el comienzo de la historia de la geometría clásica, definida como la rama de la matemática que estudia las propiedades de las figuras en el plano (dos dimensiones) y en el espacio (tres dimensiones); siendo la geometría euclidiana, la primera en ser considerada como formal, naciendo alrededor del 300 a. C. en la antigua Grecia, a partir de los de los estudios, axiomas y teoremas encontrados en la obra –compuesta por trece libros– los Elementos (geométricos) de Euclides escritos por el matemático y geómetra griego, a quién se le conoce como «el Padre de la Geometría«.
En un inicio, el compás era un instrumento que se asemejaba a una tijera con dos puntas curvas, una parte superior de forma romboide y en la punta más superior una parte con forma de esfera para obtener agarre, y además solo existía un tipo de compás. Pese a su antigüedad, el compás se fue transformando para necesidades especiales, al respecto en el siglo I a. C., el famoso arquitecto romano Marco Vitruvio Polión (considerado el “Padre de la Arquitectura Clásica Antigua”) en ‘De architectura’ (Los Diez Libros de Arquitectura) –el tratado más antiguo sobre arquitectura que se conserva y el único de la Antigüedad clásica–, apuntaba:
“Por medios arquitectónicos y gracias a los trazos del compás nos es posible descubrir los efectos del Sol en el Universo” (Vitruvio, 2008, p.117).
Otra muestra de su evolución es el Compás geométrico y militar, ideado en el siglo XVII por el astrónomo y matemático renacentista Galileo Galilei, su precisión aportó, inicialmente, una manera para calcular la trayectoria parabólica del cañón –transportable– medieval de artillería; y luego, con el tiempo, para resolver un sinfín de temas prácticos del diario vivir.
A lo largo de la historia han existido varios tipos de compás, algunos de los modelos han sido los siguientes:
Compás de trazo o mina: Posee dos patas regulables, una terminada en punta de hierro para mantenerlo fijo sobre la hoja de papel y la otra con punta de pinza para colocar la mina de grafito y hacer trazos.
Compás de cantero: Empleado en cantería, tenía los brazos con puntas curvas y permitía reproducir con precisión cualquier tipo de forma; fue imprescindible para la construcción de catedrales.
Compás bigotera (o de precisión): Se caracteriza por mantener fijo el radio de abertura, y se gradúa mediante un tornillo o eje roscado que permite ajustar los brazos del compás con precisión milimétrica. Es comúnmente utilizado para el dibujo técnico.
Bigotera loca: Es un antiguo compás especial para el trazado de circunferencias de radio muy pequeñas.
Compás áureo: Es un compás de tres puntas que permite dividir una recta en extrema y media razón.
Compás de puntas: Utilizado para medir líneas y puntos, y para trazar círculos y arcos; también se emplea para transportar medidas.
Compás plano: Es un aparato que integra los instrumentos geométricos que conocemos actualmente; el transportador, el compás, las escuadras y la regla.
Sobre sus funciones, en las Escuelas generalmente se utiliza para dibujar círculos perfectos y arcos de circunferencia; sin embargo, usos más avanzados, los podemos ver en las matemáticas, el dibujo técnico arquitectónico y la geometría descriptiva, por ejemplo, se puede utilizar para tomar medidas de segmentos y trasladarlos con exactitud, transportar ángulos y medidas entre dos puntos, dividir líneas, entre otras tareas; igualmente es utilizado como herramienta para medir distancias, en particular en mapas cartográficos. De hecho, de la acción de ‘compasar’ deriva su nombre, actividad que se describe como la medición de distancias por medio de un instrumento de dos piernas de distinta estructura, en este caso el Compás. Como podemos notar, su empleo es muy variado y abarca distintos campos desde las matemáticas, la geometría, la ingeniería, la astronomía, el dibujo, la navegación y otros.
Para entender la importancia de su uso e impacto en la historia de la humanidad, pensemos en el Hombre de la antigüedad, que cuando quiso representar el cosmos, en documentos, papiros, libros y tratados trazó un círculo con un compás, siguiendo su curva perfecta de 360°; de manera que todo lo que viniera de la naturaleza, de la creación divina, del universo, fue representado de esa forma desde entonces. Como ejemplo de estas representaciones donde el compás fue un importante instrumento de ayuda, presentamos algunas de las ilustraciones xilográficas realizadas por Paul Kreutzberger en el ‘Orbis sensualium pictus’ (El Mundo en Imágenes) –considerado el primer libro ilustrado para niños de la historia– famoso texto escrito por el “Padre de la Pedagogía” Juan Amós Comenio en el siglo XVII.
Por otra parte, desde lo simbólico, el compás se ha utilizado con frecuencia como un símbolo de divinidad, de perfección, de precisión y de las ciencias exactas; también los podemos identificar en Escudos de Armas de algunos países, e incluso organizaciones vinculadas a la masonería, entre otras lo han utilizado para sus logotipos e insignias.
Como se ha señalado en otras oportunidades, los inicios de la Escuela Pública estuvieron orientados por el desarrollo de los rudimentos de la triada “contar, leer y escribir” que gradualmente dieron paso a diferentes asignaturas que se establecerían en el siglo XIX, esto de acuerdo con los niveles de enseñanza de la época: elemental, medio y superior. En el caso de las matemáticas, además de la aritmética, aparecieron saberes como la geometría y en el nivel superior el algebra, y con la expansión de la Escuela, también se empezaron a utilizar diversos objetos para la enseñanza de estos saberes, por ejemplo, en el nivel elemental, se introdujo el ábaco como instrumento para la enseñanza intuitiva de las matemáticas; y cuando se institucionalizó la geometría y su aplicación en el dibujo lineal, es cuando el uso escolar del compás metálico –y otros elementos– tomó relevancia.
En particular el compás, fue un utensilio, que se usó con contenidos específicos para cada nivel de la enseñanza geométrica y también para el dibujo lineal dentro de las escuelas, al respecto Parra señala:
“En el nivel elemental se acentuaba el reconocimiento de figuras planas, algunos volúmenes y el dibujo de objetos de uso doméstico, paisajes, plantas, personas y animales. En el nivel medio se presentan proposiciones relacionadas con rectas paralelas y perpendiculares, ángulos, triángulos, cuadriláteros, circunferencia y elipse, que se empleaban en diferentes clases de dibujos y algunas construcciones geométricas. En el nivel superior se estudiaban varios tipos de sólidos, cálculo de volúmenes y dibujo en perspectiva” (Parra, 2017, p. 101).
De esta manera, el compás fue uno de los objetos que más se difundió, ya que su uso facilitó, el aprendizaje de distintos temas acorde con los niveles de complejidad y enseñanza que este campo del conocimiento requería.
Para tener en cuenta, muchos de los objetos de la enseñanza que hacen parte de las colecciones del Museo Pedagógico Colombiano como el juego de compás reseñado, provienen de donaciones particulares e institucionales procedentes de diferentes nacionalidades y épocas, para la muestra nuestro objeto del mes, el cual, a pesar de ser de manufactura checa (de mediados del siglo XX) como lo indica la inscripción en la parte posterior del estuche ‘Made in Czechoslovakia’, sus orígenes e historia se remontan al siglo III a. C. en la Edad Antigua, y no obstante con más de 2.000 años de antigüedad su uso no ha perdido vigencia en las escuelas, la geometría y en otros campos del conocimiento, además ¿Cuántas generaciones de estudiantes no tuvimos un estuche de compás entre nuestros útiles escolares?
Para conocer los Estuches de Compás, otros objetos de la historia y la práctica pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.
Parra, G. (2017). Matemáticas como saber escolar en Colombia (1845–1906): gobierno, razón y utilidad. Pedagogía y Saberes, (47), 95.106. Recuperado de: https://doi.org/10.17227/01212494.47pys95.106
Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar
Como pieza del mes, hemos seleccionado los Resaques de madera de la colección de mobiliario didáctico Montessori del Museo Pedagógico Colombiano. Objeto donado por la recordada profesora Nelly Mendoza Zárate en el año 2015, el cual fue utilizado entre 1970 y 1980 en la sección de básica primaria del Instituto Pedagógico Nacional. Herramienta que aún tiene vigencia, siendo muy representativo del trabajo realizado por la médica italiana con formación en biología y antropología María Tecla Artemisia Montessori (1870–1952) que, a partir de su trabajo de psicología experimental con niños, denominados en la época “anormales” y de los estudios médicos de esta población, fundamentó un método de enseñanza para todos los infantes, el cual se consolidó como método pedagógico.
A través de la experiencia educativa desarrollada en las ‘Casas dei Bambini’, María Montessori revolucionó los parámetros educativos existentes hasta esa época, situando a los Niños como los auténticos protagonistas de todo el proceso educativo. Los inicios del siglo XX marcaron para siempre a la sociedad, transformando de forma radical la educación infantil, y en esta ‘revolución’ tuvo mucha incidencia el trabajo de Montessori, porque creó una serie de materiales –aún vigentes en muchas escuelas– que favorecerían los procesos de autoaprendizaje; y también porque, les dio un vuelco total a las escuelas, sus actividades y su misión; poner la Escuela al alcance del Niño, significó que ésta se adaptara al mundo infantil. Desde ese momento la infancia se convirtió en el centro del sistema escolar.
Su método de enseñanza se fundamenta en tres principios:
“El ambiente adecuado, el maestro humilde y el material científico” (Montessori, 1950, p. 15).
En ese orden de conceptos, en la metodología ‘Montessoriana’, el Ambiente hace referencia a un espacio ‘pedagógicamente’ adecuado por el adulto para que el niño crezca y se descubra a sí mismo en medio de su mundo, por lo tanto, los maestros deben conocer y respetar las personalidades de cada niño y sus grados de desarrollo. Respecto al material didáctico, estos objetos, sensorialmente atractivos, pueden tener un poder de fascinación, reclamando la actividad del niño para que desarrolle habilidades mediante su manipulación; a partir de la experimentación con dichos objetos, resaltaba la experiencia de las ‘Casas dei Bambini’:
“Al mismo tiempo, hice fabricar un material científico exactamente igual al que yo usaba en una institución de niños con discapacidad mental, el cual por haber sido utilizado para ese objeto nadie pensó que pudiera llegar a ser un material escolar. No hay que imaginar que el “ambiente” de la primera Casa de los niños fuera amable y gracioso como el que presentan en la actualidad estos colegios” (Montessori, 1907, p.1).
El método de la pedagoga italiana, como también estudios posteriores y desarrollos de sus trabajos, describe una serie de diferentes materiales de enseñanza que corresponden a cinco principales áreas de aprendizaje:
Sensorial: trabaja percepciones sensoriales para el desarrollo de los sentidos del tacto, vista, oído, olfato, gusto y el sentido estereognóstico (definido como el sentido por el cual el niño descubre e identifica volúmenes y objetos por medio del tacto).
Matemáticas: busca desarrollar el reconocimiento de números y cantidades. En esta área los objetos tienen diferentes grados de dificultad a las que el niño accede progresivamente a medida que adquiere habilidades.
Lenguaje: desarrolla el lenguaje escrito y verbal mediante tres procesos principales: fonética de las letras, escritura y lectura.
Cultura: comprende las áreas de geografía, ciencia, arte, música, zoología, botánica, idiomas y educación cósmica (que además de impartir conocimiento, pretende guiar las experiencias que vivirán los niños, para que continúen con el proceso de autoconstrucción y llegue a formarse como seres humanos nuevos capaces de contribuir a la creación de un mundo mejor (contribuir a la sociedad). Busca darles, una visión del todo para que desde un enfoque holístico puedan descubrir el Universo como una gran red en la que todos los elementos están interconectados y donde todos los seres de la creación forman parte de este proceso).
Vida práctica: Se divide en cuatro unidades: cuidado de la persona, cuidado del ambiente (casa), desarrollo de las relaciones sociales y conocimiento, y el control del propio cuerpo.
Áreas que, aportan al desarrollo de diferentes habilidades como: la discriminación visual[1], motricidad, lectura, matemática y vida cotidiana (higiene y cuidad de sí mismos).
A diferencia de los ejemplares originales que fueron construidos en metal, la reproducción de Resaques Montessori, que exhibimos en el Museo están fabricados en madera; y, corresponden a los materiales del módulo de aprendizaje del lenguaje. Se trata entonces de unas plantillas con las que el niño se inicia en la preescritura y empieza a desarrollar el pensamiento lógico.
Nuestro ejemplar, se compone de una caja que tiene las siguientes dimensiones: 15 cm de alto, 45.5 cm de largo y 31 cm de ancho; la caja cuenta con cuatro compartimentos y cada uno de ellos, contiene seis marcos cuadrados donde encajan respectivamente los diferentes resaques de madera de color azul –que se pueden extraer fácilmente–, los cuales tienen las formas de las siguientes figuras geométricas: cuadrado, triángulo, círculo, rectángulo, óvalo, elipse, trapezoide, pentágono, triángulo curvilíneo, cuadrifolio (trébol de 4 hojas), entre otras.
Manipulando el pomo[2] de cada resaque, esta herramienta didáctica específicamente permite trabajar y practicar la posición de agarre de pinza de la mano que se realiza con los dedos pulgar–índice–corazón (esto para el aprendizaje de la forma correcta de sujetar los instrumentos para la escritura, es decir lápices, bolígrafos, entre otros) y fortalecer la musculatura (practicando la fluidez del movimiento de la mano y la presión correcta del lápiz sobre el papel), aspectos básicos para la escritura correcta. Además, la interacción con los resaques inicia al niño en el reconocimiento de las figuras geométricas y sus respectivos nombres.
Después de que el niño ha trabajado con esta herramienta, se busca que con la guía del maestro pueda nombrar las figuras geométricas que aparecen en las tarjetas de cartón que funcionan como complemento de los resaques.
Otras orientaciones para el uso de este material son que los niños pueden dibujar la forma tanto de la figura que se inserta como del marco de inserción sobre un papel y así, ayudar a mejorar la coordinación ojo–mano, y a estabilizar los trazos manteniendo la punta del lápiz en el borde de cada pieza.
Sobre el aspecto geométrico de esta herramienta, Montessori destacaba:
“Al levantar la pieza de hierro queda la figura dibujada en dos colores. De aquí nace por primera vez el concepto abstracto de la figura geométrica pues el niño ve que de dos placas tan distintas resulta un dibujo único, esto es, una línea que determina una figura.” (Montessori, 1950).
Resaltamos la importancia y vigencia (a pesar de tener más de un siglo de tradición y aplicación) del trabajo realizado por María Montessori como también de los diferentes materiales que se diseñaron y crearon a partir de sus postulados, no solo por revolucionar el enfoque de la Escuela, sino también por visibilizar y revalorar la importancia de la infancia y de su proceso de aprendizaje a nivel mundial. Así mismo recordamos que en 1933 con la construcción de la ‘casita Montessori’ –hoy “Casa de la Vida”–, y el año siguiente con la puesta en marcha del grado de Kindergarten (Jardín Infantil) su legado hizo parte activa de los fundamentos, prácticas, ambientes y espacios de la Universidad Pedagógica Nacional, otrora Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas.
Para conocer los Resaques de madera, la colección de materiales didácticos Montessori, otros objetos de la historia y la práctica pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.
Palabras clave: Resaques de Madera; María Montessori; Material Didáctico; Lenguaje; Figuras Geométricas; Infancia; Maestros; Educación; Museo Pedagógico Colombiano.
[1]La discriminación visual es la habilidad visual que ayuda al niño a reconocer las semejanzas y las diferencias de formas, colores y posición de objetos, personas y materiales impresos, y a advertir las coincidencias entre ellos. Esta habilidad le permite prestar atención a los detalles y apreciar las diferencias leves existentes entre objetos e imágenes que son similares. Fuente: https://webdelmaestro.com/discriminacion-visual-concepto-y-actividades/