Estimados/as visitantes el Museo Pedagógico Colombiano y la Facultad de Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, tienen el gusto de invitarlos a visitar la exposición temporal: «María Montessori: Infancia, ambiente, libertad, acción y vigencia. Conmemorando los 70 años de su fallecimiento desde el Museo Pedagógico Colombiano».
La exposición se desarrollará entre el 18 de octubre y el 9 de diciembre de 2022, en las instalaciones del Museo Pedagógico Colombiano, ubicado en el Centro Cultural Paulo Freire (UPN sede Calle 72 # 11-86).
Estimados/as colegas y visitantes, compartimos la información sobre la exposición: «Flora, o la educación de una niña en la sociedad tradicional», iniciativa del Centro de Investigación MANES de la UNED y el Centro Internacional de la Cultura Escolar (CEINCE) de Berlanga de Duero (Soria), para conmemorar el 50 aniversario de la fundación de la UNED y el 30 aniversario de la creación del Centro MANES.
La exposición indaga y promueve una representación de lo que ha sido la formación de la mujer en la sociedad tradicional, una imagen basada en la diferenciación y en la exclusión, categorías y valores que dominaron la educación de la mujer en el siglo XIX y la primera mitad del XX. Exhibe libros de texto y material escolar en los que se ha plasmado la formación de la mujer en el pasado, en la perspectiva de poder contrastar las experiencias del pasado con las expectativas de inclusión que postulan las nuevas relaciones de género.
La exposición se inaugurará el día 28 de septiembre a las 11:00 horas en la Biblioteca de la UNED (Paseo Senda del Rey, 5), seguida de una Mesa Redonda sobre el tema «Memoria escolar de mujeres en el franquismo”, en la que participarán mujeres que relatarán sus experiencias escolares en colegios de niñas en los años 60 y 70 del siglo pasado.
Estimados/as visitantes y lectores, compartimos el Vol. 26 de Sarmiento. Revista Galego-Portuguesa de Historia da Educación. Revista anual editada por las universidades de la Coruña, Vigo y Santiago de Compostela. Las obras que publica se centran en cualquier aspecto de la historia de la educación en Galicia y Portugal, pero también de otros ámbitos geográficos (España, El mundo portugués, Europa y otros), incluyendo enfoques (histórico, económico, sociológico, etc.) que ayuden a conocer y comprender mejor la educación.
Los trabajos que conforman el Vol. 26 se organizan en dos segmentos. Uno de ellos agrupa los artículos y el segundo se compone con el dossier Instituciones Educativas de Nivel Superior y Centros de Investigación.
Este mes el Museo Pedagógico Colombiano no hará el reconocimiento a un objeto o texto pedagógico. En su lugar, dará cuenta del compromiso social al que estamos abocados, siendo este la preservación de la memoria histórica y pedagógica de nuestro país. Y es que la memoria no siempre viene en forma de piezas que nos remiten al pasado, también hay cosas que suceden en el presente, y no las recordamos porque no las vemos, o no las queremos ver. Nos referimos en específico a la historia reciente de nuestras escuelas rurales en tiempos del conflicto armado.
Por esta razón, el Museo ha guardado sus piezas, y en su lugar ha cedido sus espacios a la situada exposición temporal Silencios, en asocio con el compromiso latente de La Fundación Puntos de Encuentros y la Universidad Pedagógica Nacional. Así, con la “generación de maestros y maestras comprometidos con la paz, la verdad y la vida», esta exposición temporal se encuentra abierta al público desde el pasado 16 de agosto hasta el próximo 16 de septiembre.
A la fecha, hemos desarrollado tres de las cuatro sesiones de nuestra programación académica. El día 24 de agosto, la primera sesión llevó por nombre Aprender con los pies, donde se sostuvo un diálogo con el maestro Juan Manuel Echavarría, autor de la obra. El 31 de agosto se desarrolló la segunda sesión que tuvo por nombre Etnografía fotográfica en Montes de María, un dialogo con el coautor de la obra Fernando Grisales; en la tercera sesión, realizada el 7 de septiembre contamos con la presencia de la poetisa y editora Camila Charry, que llevó por nombre La poesía como potencia en la obra Silencios. Por último, el día 14 de septiembre, se realizará la cuarta sesión que tiene por nombre Educación: en un silencio mustio, contaremos para ello con la investigadora y coordinadora del grupo “Derecho, Arte y Cultura” de la Universidad Externado de Colombia, Yolanda Sierra.
El fotógrafo colombiano, Juan Manuel Echavarría, inició su carrera como escritor y novelista con obras como La Gran Catarata y Moros en la Costa, en los años 1981 y 1991 respectivamente. Sin embargo, según él mismo nos ha relatado, fue el año de 1995 en el que descubrió la fotografía con la serie Retratos. Actualmente su obra Silencios, expuesta en el Museo Pedagógico Colombiano, tiene como propósito mostrar, como el “escudo de Perseo” (metáfora con la que el artista se refiere a su propia obra), lo que ha quedado de las escuelas rurales tras el conflicto armado en Colombia, más específicamente en los Montes de María, Bojayá, Chocó y Caquetá. Aunque es probable que estos tableros en ruinas, estos Silencios, sean solo una muestra de otras regiones que han atravesado esta difícil realidad.
El maestro Echavarría, comenta que alrededor del año 2010 fue invitado a Mampuján en los Montes de María, en conmemoración de los 10 años del desplazamiento del grupo paramilitar “Héroes de los Montes de María”. Allí, entre la vegetación espesa, encontró una escuela abandonada y sus dos tableros. Al costado de uno de estos, advirtió que las vocales aun conservaban los colores característicos de la decoración de las escuelas, aquel colorido atrayente a los ojos infantiles, a excepción de la “O”, cuya presencia era notable por su ausencia, porque falta, o porque solo la fotografía del maestro Echavarría rescató sus trazos en desvanecimiento.
En el otro tablero, nada parecía especial, excepto las muescas de la pintura, abandonando el muro. El maestro nos refirió que dudó en fotografiarlo, pero luego la fotografía misma le hizo su propia revelación: con ella pudo apreciar la frase “lo bonito es estar vivo”. Estos dos tableros le mostraron la ruta para el descubrimiento de la escuela en la dureza del conflicto y la guerra. Lo incitaron a buscar más escuelas en los Montes de María, y más adelante, en otros lugares del territorio colombiano. Así, con la colaboración de Fernando Grisalez, se han fotografiado más de 200 tableros que conforman la totalidad de la obra Silencios.
Según el Informe final de la Comisión de la Verdad, el conflicto armado interno en Colombia tiene sus comienzos alrededor de la década de 1960. En esta guerra interna, las ideas políticas han tomado las armas, y sin considerar a la sociedad civil, la han dejado justo en el centro del ocurrir violento. Las cifras de muertos son alarmantes, pues según el referido informe, nueve de cada diez víctimas han sido civiles. La guerra no es un mal menor, como bien lo relata la Comisión de la Verdad. Tanto el Informe, como el maestro Echavarría, retratan crudamente la realidad que miles de niños y jóvenes han vivido tras la guerra y la violencia. Esta es la respuesta al por qué de tantas escuelas abandonadas, pues, aun en contra del Derecho Humanitario Internacional, los campamentos del ejército se han instalado a escasos metros de las escuelas, y estas se convirtieron en blanco de los ataques dirigidos a la sociedad civil. La escuela, dejó de ser un lugar seguro para los niños, y se convirtió en objetivo militar.
El encuentro entre el Museo y Silencios, es una forma de recordarnos a todos los que estamos involucrados en la formación de maestros, que la pedagogía no es, ni debe ser ajena al conflicto armado. Que esta realidad, por dura que sea, no debe escapar a los ojos del pedagogo y el maestro. Que también el conflicto y la guerra necesitan ser mirados y analizados desde la pedagogía. O que la escuela, como institución formal que es estudiada desde la pedagogía, es altamente sensible a la guerra. Tal vez esto contribuya a que en el futuro de Colombia, ya no sea posible encontrar escuelas en silencio.
Estimados/as visitantes y lectores, compartimos el Vol. 10 Núm. 20 de la Revista Mexicana de Historia de la Educación. Los trabajos que conforman este número se organizan en dos segmentos. Uno de ellos agrupa los artículos y el segundo se compone con el dossier Instituciones Educativas de Nivel Superior y Centros de Investigación.
La Fundación Puntos de Encuentros y la Universidad Pedagógica Nacional, en el marco de su compromiso con la “Generación de maestros y maestras comprometidos con la paz, la verdad y la vida”, tienen el gusto de invitarlos a la exposición “Silencios”, serie Fotográfica del artista colombiano Juan Manuel Echavarría, con la colaboración de Fernando Grisalez.
La exposición se desarrollará entre el 17 de agosto y el 16 de septiembre de 2022, en las instalaciones del Museo Pedagógico Colombiano, ubicado en el Centro Cultural Paulo Freire (UPN sede Calle 72 # 11-86).
Esta exposición reúne vestigios de la guerra en Colombia. Ruinas de escuelas abandonadas como consecuencia del conflicto armado que, en medio de la vegetación, los animales y el olvido, revelan cómo la cotidianidad se detuvo. Y, contará con una programación académica.
En el marco de actividades por la conmemoración del Año Montessori UPN, hemos elegido como pieza del mes, el juego de Bastidores de Vestir de la colección de material didáctico Montessori del Museo Pedagógico Colombiano. Elemento donado al Museo en el año 2015, por la profesora Nelly Mendoza, y que de acuerdo a sus memorias como docente fue utilizado entre 1970 y 1980 en la sección de básica primaria del Instituto Pedagógico Nacional –IPN–. Materiales que llegaron a Colombia como parte de los elementos traídos por recomendación del equipo de la Segunda Misión Pedagógica Alemana desarrollada entre 1924 y 1926, cuyos objetivos fueron guiar las labores académicas del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas; dotarlo con los recursos humanos, equipándolo con las herramientas pedagógicas y demás mobiliarios necesarios para su funcionamiento; y, –entre otras cosas– transformar el rol de la mujer en la educación colombiana del siglo XX.
Gracias a las experiencias desarrolladas en las ‘Casas dei Bambini’ desde 1907, María Montessori revolucionó los parámetros pedagógicos de la época, situando al niño como el auténtico protagonista del proceso educativo. Allí inició la revolución en las prácticas de la educación infantil y la transformación de la concepción ‘social’ de la infancia, procesos en los que el trabajo de la pedagoga italiana, fue fundamental, puesto que, significo un vuelco total para las escuelas y sus actividades; de tal forma, la escuela se adaptaría al mundo infantil; convirtiendo al niño en el centro del sistema escolar.
Así, el método de enseñanza Montessori, se fundamentó en tres principios:
“El ambiente adecuado, el maestro humilde y el material científico” (Montessori, 1950, p. 15).
Sobre el último, el énfasis estaba en su poder de activación sensorial, para que de esta manera el niño al utilizarlo pudiera desarrollar diferentes destrezas, ejercitando su propia sensorialidad e inteligencia. En consecuencia, el objeto no solo debía ser atractivo, sino también una herramienta poderosa de exploración, trabajo, conquista y posibilidades, ya que, para saber exactamente como emplearlo, primero el niño debía proceder a manipularlo.
“Sólo el trabajo y la concentración que dan primero el conocimiento y luego el amor pueden llevarlo a una transformación que es la revelación del hombre espiritual”. (Montessori, La Mente del Niño, pág. 219, Garzanti)
Es importante señalar, ciertos aspectos del material didáctico ‘montessoriano’, el cual fue creado según la clasificación sistemática de las cualidades sensoriales de cada uno de estos objetos, para luego, a partir de ellos explorar las bases del conocimiento (escritura, lectura, matemáticas, etc.). En ese orden de ideas, todos los materiales se diseñaron como herramientas de progreso personal; por tanto, corresponden al proceso de desarrollo de cada niño, quien experimentará en base a su propia autonomía, libertad e identidad; además, recordemos que de acuerdo con el ‘Método Montessori’ el aprendizaje se obtiene a través de los sentidos, luego se transportaba hasta la mente y permanece allí.
Como dato curioso, la mayoría de objetos de la colección de material Montessori de nuestro Museo, hacen parte del área para el aprendizaje de las Matemáticas; sin embargo, como ya hemos establecido en otras publicaciones, su método, estudios, publicaciones y materiales didácticos, corresponden también con otras cuatro áreas de enseñanza: Sensorial, Lenguaje, Cultura y Vida Práctica, las cuales sirven para que el niño desarrolle distintas habilidades, como lo son: percepción y desarrollo de los sentidos; desarrollo del lenguaje escrito y verbal; descubrimiento y comprensión del mundo, el universo, las ciencias y las artes; y por último, discriminación visual, motricidad, desarrollo de reglas y relaciones sociales, cuidado del ambiente, vida cotidiana, higiene, cuidado del ambiente y control del propio cuerpo. Estas últimas, enmarcadas al área deVida Práctica, de la cual hacen parte los Bastidores que estamos reseñando como pieza del mes.
“En el cuidado de la persona, el primer paso es saber vestirse, desnudarse, ir al baño y lavarse las manos”. (Casa dei Bambini, Currículo. Tomado de: https://scuolamariamontessorict.com/ptof/)
Con este propósito, María Montessori incluyó entre su material didáctico, un conjunto de marcos cuadrados de madera de 28 cm por 28 cm (no deben superar los 30 cm), que sujetan en su interior dos fragmentos de tela, los cuales están unidos con diferentes sistemas de cierre –de los más usados en nuestra cotidianidad–: botones grandes o pequeños, botones de presión, cremalleras, cordones, velcros, hebillas metálicas o plásticas, y lazos, como es el caso de los ejemplares que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano.
En ese sentido, desde los 3 años y hasta los 6 años de edad, por medio del contacto con los Bastidores, se busca que los niños desarrollen y refuercen su coordinación, su capacidad de concentración, su motricidad fina; perfeccionen sus movimientos, y desarrollen las habilidades de independencia y autonomía necesarias para vestirse y desvestirse solos, para así comenzar a tomar sus propias decisiones. Es decir, actividades de la vida cotidiana, de la vida real o del día a día, tareas que de la misma manera tienen que ver con el pensamiento ordenado, la autodisciplina, la higiene, la limpieza en general, el propio aseo personal, el (auto) cuidado y la adaptación a la sociedad.
Entonces, a partir de la necesidad de aprender a abotonar y desabotonar, abrir y cerrar cremalleras, hacer y soltar nudos; y con la repetición de ese tipo de movimientos a través de la interacción con este material didáctico, se entrenan las manos y los dedos, se fortalecen los músculos de las extremidades superiores, se practica la postura de pinza que se usará posteriormente para coger el lápiz, y a su vez se desarrolla la coordinación mano–ojo, además que, resultan muy cómodos de utilizar por su tamaño.
Nuevamente en la conmemoración del Año Montessori en la UPN, resaltamos la importancia y vigencia del trabajo realizado por María Montessori como también del conjunto de materiales creados a partir de sus postulados, los cuales se elaboraron y produjeron masivamente a partir de años de observación y experimentación, por lo que cada uno está cuidadosamente diseñado, con una función específica y un porqué en la búsqueda de cumplir con un propósito educativo, tanto directo como indirecto. Y ciertamente por la profunda transformación que sus aportes han tenido en el enfoque de la Escuela, visibilizando y resignificando la importancia de la infancia y sus procesos de aprendizaje a nivel mundial. Al respecto, es fundamental recordar, que el ‘Universo Montessori’ es mucho más que un conjunto de materiales, incluso se le podría considerar toda una filosofía, en virtud de que se le reconoce como una forma de ver, entender y sentir al niño y a la vida.
Para conocer el juego de Bastidores de Vestir, la colección de otros Materiales Didácticos Montessori, otros objetos e implementos escolares de la historia, la memoria y la práctica educativa y pedagógica; y los archivos, textos y manuales pertenecientes a los fondos documentales que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras clave: Bastidores de vestir; María Montessori; Material Didáctico; Vida Práctica; Escuela Activa; Segunda Misión Pedagógica Alemana; Infancia; Maestros; Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias
Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar
De Stefano, C. (2020). El niño es el maestro. Vida de María Montessori. Barcelona. Editorial Lumen.
Montessori, M. (1950). El método de la pedagogía científica aplicado a la educación de la infancia. Barcelona: Biblioteca Nueva.
BBC News Mundo. (2020). La paradójica vida de María Montessori, la creadora de un método educativo para niños desfavorecidos que terminó convertido en un sistema para ricos. Fecha de consulta: 6 Jun. 2022. Desde: https://www.bbc.com/mundo/noticias-53949706
En el marco de actividades del Año Montessori UPN, los invitamos a inscribirse en la XVIII Versión de la Cátedra Doctoral 2022-2: Año María Montessori: Mujeres en Educación y Pedagogía.
Estimados/as visitantes y lectores, en el marco del programa ‘Pampedia’ compartimos emisiones de audio de La Pedagógica Radio.
El programa radial, tiene como objetivo hacer una lectura pedagógica de nuestro presente, con el fin de revivir la tradición pedagógica y activar la memoria del saber pedagógico y además plantear alternativas de análisis a las coyunturas del presente relativas a la educación. En este contexto es que desde el año 2016, ‘Pampedia’ se propuso con el objetivo de revivir la tradición pedagógica y activar la memoria del saber pedagógico en nuestra contemporaneidad.
Para esta ocasión, en el marco de las actividades del Año María Montessori UPN por conmemoración de los 70 años de su fallecimiento, difundimos el tercer episodio de la ‘Serie – Mujeres Pedagogas‘ que aborda aspectos relacionados con los materiales y espacios en el método de María Montessori.
Como pieza del mes, hemos elegido la Máquina de Escribir ‘Olympia Progress’ que pertenece a la colección de artefactos mecánicos para la enseñanza y aprendizaje de la lectoescritura. Herramienta de uso masivo empleada en oficinas y, otros ámbitos en donde fuera necesaria la escritura mecánica, como, por ejemplo, la literatura, el cine, el periodismo, el teatro, la redacción de documentos, y cualquier otra actividad relacionada desde finales del siglo XIX y durante casi todo el siglo XX.
Nuestro ejemplar que posee el número de serie 167691, fue fabricado por la marca Olympia, aproximadamente a finales de la década de 1930, y sobre la cual, presumimos, llegó a nuestro país a inicios de los años 40’s, esto basado en la inscripción litografiada en la parte frontal de la Máquina de escribir, que indica: “Wilhelm A. Romberg Distribuidor General, Bogotá Colombia, Apartado 138”; puesto que, para la época, tal como como consta en la página 3565 de los Registros Federales de Comercio Internacional de los Estados Unidos de América proclamado el 19 de julio de 1941 (volumen 6, número 140), Wilhem A. Romberg, estaba registrada como una de las empresas colombianas con licencia de importación y exportación de diferentes insumos, elementos y otros aparatos, desde los Estados Unidos.
Olympia, es el nombre de una fábrica establecida en la región alemana de Roffhausen a partir de 1903, por la Compañía General de Electricidad Alemana – AEG (‘Allgemeine Elektricitäts-Gesellschaft – AEG’) empresa fundada en 1883 por Emil Rathenau, que tenía la licencia de uso y producción de las patentes de Thomas Alva Edison en toda Alemania.
A raíz del éxito comercial que las máquinas de escribir fabricadas en Estados Unidos estaban experimentando en Europa, la Compañía AEG, a inicios del siglo XX, decidió sumarse a este mercado e iniciar producción de estas en Alemania. Así, se le encargó al ingeniero, Friedrich von Hefner-Alteneck, que desarrollara un dispositivo de este tipo, presentando el modelo Mignon, primer modelo de máquina de escribir de la empresa, que además destacó por su economía, ya que, no solo resultó asequible para las grandes empresas, sino también para artesanos y particulares.
La introducción del primer modelo, marcaría para AEG el inicio de una importante producción de máquinas de escribir. Entonces, desde 1903, la distribución fue transferida a la ‘Union Schreibmaschinen-Gesellschaft m.b.H.’ (Sociedad de Máquinas de Escribir), donde posteriormente surgió Olympia. Luego, a partir de 1930, toda la producción se fabricó con el nombre comercial y la marca internacional ‘Olympia’, que se convirtió en todo un gigante de la industria de este tipo de herramientas.
A pesar de sufrir las dificultades propias a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial (1939–1945), como la destrucción de la planta de la ciudad de Erfurt. Una vez finalizada la Guerra, se abrió una nueva planta de producción en el territorio occidental de Alemania, donde la marca empezó a crecer considerablemente alcanzando un gran éxito en los años posteriores. De este modo, en la década de 1950, las ventas, ganancias y el número de empleados aumentaron continuamente, teniendo a finales de ese periodo, más de 12.000 empleados, diferentes puntos para la fabricación y el suministro de piezas para producción, y la construcción de una nueva planta en la ciudad de Leer, en la que también comenzó la fabricación de máquinas de escribir de viaje y otras de menor tamaño.
A inicios de 1960, la marca dio principio a la construcción de máquinas de escribir eléctricas, y a mediados esta década, también fabricaban máquinas de cálculo mecánicas y electrónicas. En aquel momento, la expansión de la marca era tan notable, que una de cada dos máquinas producidas en Alemania procedía de Olympia. Progresivamente en 1969, adquirieron fábricas de otras marcas alemanas del mismo tipo, ampliaron las instalaciones de la planta principal de Roffhausen, e inició una relevante expansión internacional, estableciendo sedes de producción en Belfast (Irlanda del Norte), Ciudad de México y Santiago de Chile, así como en Toronto.
Para 1970, el número total de empleados nivel mundial, superaba los 20.000. En aquella época, Olympia no solo era el fabricante de máquinas para oficina número uno en Alemania, sino que también era uno de los tres mayores fabricantes de máquinas de oficina del mundo; destacando –como hito histórico– por su participación como expositor en la inauguración del primer pabellón de la Feria Comercial de Hannover CeBIT 1970 – ‘Centros de Oficina y Tecnologías de la Información’ (Centrum der Büro- und Informationstechnik – CeBIT), donde presentó el Olympia Multiplex 80, un nuevo sistema de adquisición de datos controlado por computadora, que contaba con un sistema informático, para aplicaciones comerciales del sector bancario y las cajas de ahorro, y para la adquisición de datos operativos en otros sectores.
Pero en los años 80’s, comenzaría el declive de la empresa por falta de innovación de los productos, temas de costos, materiales, nuevos métodos de producción, que no lograban competir con los nuevos sistemas del campo tecnológico, y especialmente, por el declive emergente de la tecnología de oficina clásica y el desarrollo de las nuevas computadoras pequeñas, situaciones que marcaron el final de AEG Olympia Werke AG.
Ante tal panorama y después de años de pérdidas económicas, finalmente a finales de 1991, las sedes corporativas de las empresas matrices decidieron retirarse del mercado, cerrar las plantas principales, y convertir partes de Olympia en empresas económicas más pequeñas para la distribución de cajas registradoras, máquinas y equipos de oficina localmente en Alemania. Actualmente, solo existen los derechos de la marca, los cuales son propiedad del empresario Heinz Prygoda, quién fundó Olympia Business Systems Vertriebs GmbH (OBS), dándole continuidad al negocio, pero a menor escala.
Ahora bien, en relación a la historia de las máquinas de escribir, podemos identificar su existencia desde varios periodos puntuales, sin que los mismos, representen la aparición exacta de esta herramienta en la historia de la humanidad, puesto que, fueron diferentes personas quienes contribuyeron con su evolución, a cuenta de aportes y patentes las cuales, terminaron llevando a la construcción de las primeras máquinas de este tipo comercializadas con éxito. En este sentido, es importante mencionar los siguientes momentos:
En 1714, se testimonió en Inglaterra el prototipo de una ‘máquina para imprimir letras’, creado por Henry Mill; luego en 1808, se registra un artefacto que combinaba el papel carbón de calco –tipo de papel utilizado en la escritura con máquina para reproducir un dibujo o un conjunto de letras, obteniendo así un trazo idéntico– con un sistema de teclas, inventado por el italiano Giuseppe Pellegrino Turri (curiosamente algunas de aquellas máquinas primitivas, fueron concebidas con una función filantrópica para permitir escribir a personas con discapacidad visual); y, posteriormente en 1829, el norteamericano William Austin Burt presentó una máquina llamada tipógrafo, que se ha documentado como la “primera” máquina de escribir, al respecto, el Museo de Ciencias de Londres la describe simplemente como «el primer mecanismo de escritura cuya invención fue documentada».
Particularmente entre 1829 y 1870 se patentaron en Europa y América muchos modelos de máquinas de imprimir o escribir, pero ninguna de estas llegó a comercializarse. Fue hasta 1872, cuando apareció el primer dispositivo de este tipo que tuvo éxito comercial, inventada en 1872 por Carlos Glidden, Samuel W. Soulé y Christopher Sholes; patente que fue comercializada en aquel momento por la empresa norteamericana E. Remington and Sons, siendo conocida como la Máquina de escribir Sholes and Glidden (C. L. Sholes). Entonces en 1873, Remington iniciaba la producción de la primera máquina de escribir comercial en su planta fundada en la región de Ilion (Nueva York).
Fue hasta 1920 cuando, estas máquinas alcanzaron su diseño estándar, con pequeñas variaciones según cada fabricante, pero en su mayoría teniendo el siguiente diseño: El mecanismo de cada tecla en su otro extremo se unía a una pieza conocida como tipo la cual tenía el correspondiente carácter (letra, número o símbolo) en relieve en su otro extremo. Así, cuando se presionaba una tecla con fuerza y firmeza, el tipo golpeaba una cinta de tela entintada extendida frente a un cilindro sobre el cual se enrollaba y sujetaba el papel, cuando se alcanzaba el final de cada línea, por medio del accionar de una palanca, el cilindro rotaba y el papel subía para continuar con el ejercicio de escritura.
Aunque el éxito y masificación de las máquinas de escribir a nivel mundial, fue determinante en variados oficios durante casi todo el siglo XX, incluso “abriendo” el camino a lo que consideramos otras formas de evolución del dispositivo: –en orden de aparición– las máquinas de escribir eléctricas, los diseños híbridos que combinaban las características de una impresora y una máquina de escribir y, por consiguiente, los computadores. A partir de la década de 1980, los avances técnicos y tecnológicos en los programas de procesadores de texto para las computadoras y ordenadores personales, reemplazaron progresivamente a las máquinas de escribir en algunos países, mientras que en otras regiones su uso se vio afectado hasta entrado el siglo XXI.
En ese orden de ideas, no podemos olvidar las amplias ventajas que la escritura en computador, tiene en comparación con la antigua forma de hacerlo mediante las máquinas de escribir, como lo son: facilidad para la corrección de errores, muchísimas posibilidades para el tipo de fuente, y también, la capacidad de personalización de los textos, en colores, negrita, cursiva, resaltado de los mismos, entre otras opciones, que seguramente todos hemos explorado.
Entre las compañías más exitosas que manufacturaron este tipo de máquinas y sus accesorios, sobresalen marcas como: Adler-Royal, Brother, Smith-Corona, Olivetti, Canon y por supuesto Olympia, precisamente la marca de nuestra pieza del mes. Y, en relación con el fin de su producción, la última máquina de escribir fue fabricada en Europa, por la empresa Brother en el año 2012, herramienta que ahora hace parte de la colección del Museo de Ciencia de Londres.
Sin embargo, existe un aspecto muy interesante, que vale la pena recordar en cuanto al diseño de las máquinas de escribir, y es la distribución ‘QWERTY (d-f-g-h-j-k-l)’ del teclado, en particular por la vigencia que aún tiene, ya que, fue inicialmente establecida con el lanzamiento de las máquinas Sholes and Glidden de 1874, y aunque existen otras variantes, la dispuesta a finales del siglo XIX, se convirtió en la forma estándar de organización para los teclados de máquinas de escribir y computadores, en los diferentes países de lengua inglesa y española.
De acuerdo a reseñas encontradas en la web, las Máquinas de escribir de tipo mecánico fabricadas por Olympia se destacaban por tener una calidad superior a la de sus competidoras, al incorporar ingeniería alemana de la mayor precisión y avanzada tecnología –de la época– y materiales duraderos de la mejor calidad, como el acero y el cromo. Características que han contribuido a que un número considerable de las máquinas antiguas de esta marca hayan sobrevivido a nuestros días en excelentes condiciones. Y para la muestra, el ejemplar que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, la cual posee un buen estado de conservación, representando un vestigio de la tecnificación de los procesos para la escritura.
Hay que tener en cuenta que, durante buena parte del siglo XX, la redacción, producción y reproducción de documentos, fue posible gracias al uso de las máquinas de escribir. Es más, es probable que en muchos hogares antes de tener una herramienta para el desarrollo de tareas escolares como el computador, se utilizaran máquinas de escribir como artefactos para el apoyo y elaboración (con mayor eficiencia en cuanto a tiempo se refiere) de algunos de nuestros quehaceres académicos, como pudo ser la redacción de ensayos, cartas, documentos y otros ejercicios de escritura.
Teniendo en cuenta el punto anterior, el uso de la máquina de escribir, dio un carácter impersonal a los escritos –debido a que en varias ocasiones reemplazó la escritura manual–; además, el procedimiento mecánico de la escritura aceleró el ritmo de las comunicaciones, reduciendo los costos y el tiempo de la producción escrita. Igualmente, es importante señalar que la producción de máquinas de escribir a nivel mundial, logró facilitar la lectura de libros, documentos, cartas, y otros textos; y, como dato relevante, permitió a las mujeres ingresar masivamente al mundo laboral como dactilógrafas (mecanógrafas).
En relación con el uso y función pedagógica de las máquinas de escribir, quienes tuvimos la fortuna de utilizarlas, nos familiarizamos con estos dispositivos, a través de asignaturas de Mecanografía, que, hasta inicios del siglo XXI, hicieron parte de los planes escolares en el nivel de secundaria, donde muchos estudiantes aprendimos a introducir caracteres alfanuméricos (letras y números), para construir textos y plasmarlos en papel, por medio de los teclados, que poseen artefactos como las máquinas de escribir, los computadores y las calculadoras. Y también, asuntos como: la postura correcta para sentarse con la espalda totalmente recta; la posición adecuada de los brazos y las manos, y de cada uno de los dedos sobre el teclado; y habilidades de digitación veloz y precisa al tacto.
Para conocer la Máquina de escribir Olympia Progress, otros objetos e implementos escolares de la historia, la memoria y la práctica educativa y pedagógica; y los archivos, textos y manuales pertenecientes a los fondos documentales que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.