Pieza del mes de noviembre de 2020: Colección ‘G. M. Bruño’

Colección de textos escolares G. M. Bruño (2020) [Fotografía]. Imagen de referencia tomada de: https://www.facebook.com/nadabogota/photos/3367099186753217

 

Como pieza del mes, hemos elegido la selección de Textos Escolares G. M. Bruño de la colección de manuales escolares que pertenecen al Fondo Documental del Museo Pedagógico Colombiano. Conjunto de libros muy famosos que incluyeron diferentes saberes y disciplinas de la enseñanza escolar que comprendían temáticas variadas; y que están registradas en cerca de 150 obras, las cuales entre 1910 y 1960, tuvieron gran incidencia e impacto en Colombia y en otros países latinoamericanos como México, Ecuador, Bolivia, Perú y Argentina, no solo en lo que se refiere a la Educación, sino también a la definición de lo que sería el ‘Texto Escolar’, que a diferencia del Manual Escolar (dirigido exclusivamente a los maestros) se diseñó como un material didáctico que proporcionaba herramientas, actividades, disciplinas y procesos de la escuela que tanto maestros y alumnos podían utilizar para la enseñanza y el aprendizaje respectivamente, cambiando en este aspecto al respecto de los manuales –cuyas funciones eran exponer de forma sintética una doctrina, una didáctica o un sistema educativo, según su finalidad; y regular las prácticas de enseñanza y los saberes que circulaban en la escuela–.

La estructura de los textos escolares complementaba el proceso enseñanza–aprendizaje, ya que se fundamentaban en un lenguaje científico accesible al nivel intelectual de los alumnos a los cuales estuviera destinado, estos textos ofrecían una organización metodológica de la enseñanza que se traducía en objetivos, desarrollo de los temas, métodos instructivos e investigaciones; además debían ofrecer síntesis, resúmenes, lecturas, problemas y ejercicios complementarios, sugerencias bibliográficas relacionadas a los contenidos estudiados e incluso indicaciones para la ampliación del aprendizaje.

Textos escolares como los que pertenecen a la Colección G. M. Bruño, en su momento fueron de relevante importancia para el planeamiento de clases del profesor y la orientación de estudios de los alumnos. Incluso hoy en día es muy común encontrar antiguos textos de esta Colección en las bibliotecas de las casas de muchos colombianos.

Pero ¿Quién era G. M. Bruño, un autor, una ‘marca’ o un sello editorial?, la historia que hay bajo este pseudónimo, está relacionada con el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas más conocidos en nuestro contexto como los Hermanos de La Salle, congregación de maestros laicos fundada en 1682 por el sacerdote, teólogo y pedagogo francés Juan Bautista de La Salle (1651–1719), quién sorprendido por las condiciones de abandono de los hijos de los artesanos y de los pobres a mediados del siglo XVII, dedicó su vida a la educación, impulsando un método educativo innovador que imaginaba una escuela abierta a todo el mundo, que fuera consciente de la importancia de la educación para la mejora de las sociedades, que estuviera dotada de educadores formados y con una profunda vocación, una escuela que promoviera la dignidad del maestro y que incluyera también en el sistema educativo a las clases más desfavorecidas. Impulsado por estos motivos, fundó junto a un grupo de maestros escuelas gratuitas para niños pobres, que tenían el objetivo de ofrecerles una buena educación cristiana –por medio de catecismos y otras instrucciones apropiadas para la formación de buenos cristianos, y desde luego para la instrucción en lectura, escritura y aritmética–, y cuyo fin actualmente es la educación de la niñez y de la juventud, siempre en favor de la educación sobre los derechos de la infancia.

La labor y legado histórico de su fundador fue reconocido a mediados del siglo XX, cuando fue declarado por la Iglesia Patrono especial de todos los educadores de la infancia y de la juventud y posteriormente Patrono universal de los educadores; actualmente las actividades de su comunidad religiosa prevalecen, contando con cerca de 90.000 educadores, numerosos colaboradores, cerca de 1000 centros educativos en 79 países (que comprenden todos los niveles: educación infantil y primaria, escuela media, superior, formación profesional y universitaria) y cerca de novecientos mil alumnos, entre niños, jóvenes y adultos.

Ya descrito el contexto al que pertenece nuestra pieza del mes, hay que tener en cuenta que está comunidad religiosa se interesó desde sus inicios por la producción de textos de orientación católica para ser empleados en escuelas, según el reconocido método Lancasteriano de enseñanza mutua (simultánea) vigente en ese tiempo; y su origen fue el siguiente: se estableció a finales del siglo XIX en Francia, por los Hermanos de las Escuelas Lasallistas, es decir la Comunidad adoptó colectivamente el nombre para la impresión y publicación de los libros que fueron elaborados por diferentes Hermanos.

Por lo tanto, la tradición era que los textos publicados no se firmaban por su autor particular, sino por las iniciales del Superior General vigente, de manera que todos los libros que se escribieron, se publicaron bajo el pseudónimo de ‘G.M. Brunhes’, que hace referencia al Superior General de la Comunidad, Edmond Gabriel Brunhes (1834–1916) más conocido en el entorno Lasallista como el Hermano Gabriel-Marie Brunhes –un profesor al servicio de la enseñanza en la educación secundaria que optó por la vida religiosa– decimocuarto sucesor de San Juan Bautista de La Salle entre 1897 y 1913; por consiguiente los Hermanos retomaron su apellido y la comunidad Lasallista de España lo castellanizó a ‘Bruño’. Como resultado toda la producción de textos y ediciones escolares difundidas y distribuidas en Hispanoamérica llevan el nombre bajo la forma de G. M. Bruño, que luego en España y en América Latina se llamaría Editorial Bruño, organización de instrucción popular en sus inicios, que luego funcionaría como una empresa, la cual entre 1932 y 1996, continuó produciendo libros y alcanzando diversos reconocimientos por su obra educativa.

En el contexto educativo colombiano, para entender el impacto de producciones editoriales como las reseñadas, debemos puntualizar que estos textos escolares en general hicieron parte de un proyecto de enseñanza basado en las disciplinas científicas de la época. En consecuencia, el proceso de modernidad escolar en nuestro país comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX, favorecido por dos sucesos políticos: la Constitución de 1886 que dio origen a un gobierno regenerador y la Hegemonía conservadora que duró hasta 1930; entonces a finales de 1889 se designó a seis Hermanos Lasallistas para establecer la primera obra de la Comunidad de los Hermanos Cristianos de la Salle en Colombia, fundando el primer colegio de la Comunidad en Medellín en 1890, luego en 1896 crearon el Instituto de La Salle en Bogotá, posteriormente, fundaron en Barranquilla el Colegio San José, y también se fundó un Instituto en Honda. Así:

se organizaron los colegios, las escuelas cristianas gratuitas para los niños pobres; se abrieron talleres para la enseñanza de oficios y educación práctica; y escuelas dominicales para los obreros” (Ocampo López, Javier, 201, p. 23);

paralelamente comenzó la difusión de las obras de Bruño por el territorio nacional.

Al respecto, el proyecto de modernización escolar de inicios del siglo XX de acuerdo a la Ley Orgánica sobre instrucción pública de 1903, estableció en sus Artículos 1° y 10° que:

Art. 1º La Instrucción Pública en Colombia será organizada y dirigida en concordancia con la Religión Católica” (Ley 39 de 1903 sobre Instrucción Pública. Diario Oficial de la República de Colombia, Bogotá, Colombia, Año XXXIX. N° 11,931. 30, Pág. 1., 26 de octubre de 1903. Recuperado de: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Leyes/1594188).

Art. 10º Serán de cargo del Tesoro Nacional los gastos de la Instrucción Primaria de los territorios nacionales y los de catequización de indígenas, lo mismo que la provisión de textos de enseñanza, útiles de escritorio, etc., para las Escuelas Normales y Primarias…” (Ley 39 de 1903 sobre Instrucción Pública. Diario Oficial de la República de Colombia, Bogotá, Colombia, Año XXXIX. N° 11,931. 30, Pág. 1., 26 de octubre de 1903. Recuperado de: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Leyes/1594188).

En efecto, un elemento importante de esta modernidad escolar (y la realidad sociopolítica, según ese contexto histórico) estuvo marcado por la influencia de la Iglesia, y así mismo por la difusión de textos de enseñanza elaborados con el fin de educar y desarrollar las actividades, y diferentes contenidos incluidos en los planes de estudio de las escuelas públicas de Colombia, siendo la presencia de la Comunidad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle y los libros de su Editorial factores decisivos para la construcción, transmisión y expansión del saber escolar durante buena parte del siglo XX, primero para el sostenimiento de los pensum diseñados por la Ley 39 de 1903, segundo con el auge de su distribución aproximadamente desde 1913, y finalmente cuando se consolidó el pico de difusión masiva y número de ediciones de estas obras entre 1930 y 1960.

Sobre su importancia, las numerosas y constantes producciones de textos adaptados a los requerimientos pedagógicos, promovidos por distintos sistemas educativos, que fueron publicados por ‘G. M. Bruño’ desde finales del siglo XIX; su trascendencia en nuestra educación, como instrumentos y compendios auxiliares de estudios para orientar la enseñanza de muchos alumnos; y la variedad de disciplinas escolares que comprenden su obra: álgebra, aritmética, trigonometría, física, geometría, silabarios, caligrafía, español, lengua castellana, literatura, religión, historia sagrada, ciencias naturales, historia, comportamiento social, entre otras; son claro ejemplo de su significativo aporte a nivel editorial, científico y político, de su huella en la historia de la educación hispanoamericana y por supuesto, como referencia obligada para la producción editorial masiva de contenidos escolares, labor que abarcaría más de un siglo.

Para conocer las ediciones de la colección de textos escolares G. M. Bruño, otros libros, manuales de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica que exhibimos, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/ y a explorar nuestra página web http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Colección G. M. Bruño; Textos Escolares; Hermanos de La Salle; Saber Escolar; Educación; Escuela; Infancia; Enseñanza; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

Hermanos de las Escuelas Cristianas. (2020, 6 de noviembre).  Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: Noviembre 6 de 2020. Desde: https://es.wikipedia.org/wiki/Hermanos_de_las_Escuelas_Cristianas#cite_note-1

Quiénes somos – La Salle Worldwide | lasalleorg | Rome. (2020). Instituto de los Hermanos de las Ecuelas Cristianas – La Salle. Fecha de consulta: Noviembre 9 de 2020. Desde: https://www.lasalle.org/quienes-somos/

Ocampo López, Javier. (2011). “G.M. Bruño San Miguel Febres Cordero el Hermano cristiano de los textos escolares” en: Revista Historia de la Educación Latinoamericana N. 16, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, RUDECOLOMBIA, SHELA- HISULA pp. 15-32. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/pdf/rhel/n16/n16a02.pdf

Ley 39 de 1903 sobre Instrucción Pública. Diario Oficial de la República de Colombia, Bogotá, Colombia, Año XXXIX. N° 11,931. 30, 26 de octubre de 1903. Fecha de consulta: Noviembre 10 de 2020. Desde: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Leyes/1594188

Duque Gómez, Luisa F. (2013). La obra de G. M. Bruño: Estudio comparativo de los libros escolares de lengua castellana según criterios de primera y segunda generación. (Trabajo de grado para optar al título de licenciada en Pedagogía Infantil). Universidad Tecnológica de Pereira, Pereira. Fecha de consulta: Noviembre 10 de 2020. Desde: http://recursosbiblioteca.utp.edu.co/tesisd/textoyanexos/37132D946.pdf

Cartagenadeindiasweb.com. Mouthon, C. (2011). El Prolífico G. M. Bruño. Fecha de consulta: Noviembre 11 de 2020. Desde: http://www.cartagenadeindiasweb.com/cartagena_notas_bruno.html

Researchgate.net (2012). G. M. Bruño La edición escolar en Colombia 1900–1930. Fecha de consulta: Noviembre 12 de 2020. Desde: https://www.researchgate.net/publication/236146103_GM_Bruno_La_edicion_escolar_en_Colombia_1900-1930

Virgili, U. (2020). Suso, J; Fernández, M. (2008). Bruño, G. M. – Bruño, Gabriel María [Editorial] | Repertorio de manuales para la enseñanza del francés en España (siglo XX). Fecha de consulta: Noviembre 12 de 2020. Desde: http://www.grelinap.recerca.urv.cat/ca/projectes/diccionario-historia-ensenanza-frances-espana/entradas/37/bruno-gm-bruno-gabriel-maria-editorial

Pieza del mes de septiembre de 2020: Reloj antiguo ‘Simplex’

Como pieza del mes, hemos seleccionado el Reloj de pared antiguo de sistema de engranajes de la colección de mobiliario escolar y otros objetos que hacen parte del aula escolar que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano. Objeto de producción industrial, empleado en los esquemas de la organización espacial interna de las aulas escolares; con el cual los maestros marcaban y controlaban con precisión los tiempos escolares, los cuales se dividían en horas y minutos de acuerdo con las diferentes actividades que se desarrollaban en las escuelas; aproximadamente fue fabricado a mediados de la década de 1920, por la compañía estadounidense ‘Simplex Time Recorder Co.’ que tenía sede en la ciudad de Gardner, estado de Massachusetts; la cual en sus inicios se dedicaba a la fabricación de relojes e instrumentos para el registro preciso del tiempo, y que, posteriormente expandió sus actividades al mercado de sistemas de construcción, sistemas de seguridad y sistemas de alarmas contra incendios.

Simplex Time Recorder Co., es el nombre de una compañía familiar fundada en 1894 por el ingeniero estadounidense Edward Goodrich Watkins (1865–1942), quién centró su ingenio y esfuerzos como director del departamento de ingeniería de Heywood Brothers & Wakefield Co. en la búsqueda de un modo mejor para chequear el tiempo y controlar la asistencia y puntualidad de los empleados de esta empresa dedicada a la fabricación de sillas y mobiliario escolar; fruto de este trabajo, inventó y patentó el reloj (registrador) de tiempo de pulsación de botón (y perforación) Simplex, que fue el primer instrumento preciso y de fácil uso –de hecho el nombre de la compañía se derivó de la simpleza para el empleo de su invento (Simplex: simple)– para el registro de tiempo; y asimismo impulsó la creación de Simplex una compañía de fabricación de relojes, que se le considera, la piedra angular del negocio y la industria internacional de fabricación de este tipo de productos, que fueron muy populares en los lugares de trabajo de todo el mundo desde finales del siglo XIX.

Sede matriz de Simplex Time Recorder Co. (sin fecha). [Fotografía] Recuperado de: https://simplex-fire.com/en/us/_layouts/simplexassets/Images/our-history.gif [Acceso 10 Septiembre 2020].
Jiménez, S. (2017). Frente del reloj donde se observa la inscripción de la marca ‘SIMPLEX TIME RECORDER CO. GARDNER, MASS., U. S. A.’. [Fotografía]. Fuente: Museo Pedagógico Colombiano.

Sobre la trayectoria de Simplex Time Recorder Co., operó durante más de un siglo bajo la propiedad privada de la familia Watkins; desde su fundación y a lo largo de las siguientes décadas fabricó y vendió con éxito muchos modelos de sistemas de control del tiempo. En la década 1950, la compañía, expandió sus negocios al desarrollo de sistemas de construcción y alarmas contra incendios, razón por la cual, en 1958 compró IBM Time Division (la División de equipos de tiempo de IBM) –que incluyó la División de protección contra incendios de IBM–; en 1963, para fortalecer la posición de Simplex en el mercado mundial, amplían sus instalaciones y abren sucursales en todo el mundo; luego en 1964, adquieren la empresa británica Gledhill–Brook, igualmente dedicada a la fabricación de instrumentos para el registro del tiempo, convirtiéndose así en Simplex Time Recorder (UK) Ltd. Hasta la década de 1980, la compañía tuvo el monopolio del mercado de dispositivos de registro de tiempo; y a finales del año 2000, se convierte en SimplexGrinnell, cuando es adquirida por Tyco International plc., empresa líder mundial en las industrias de soluciones de seguridad y protección contra incendios, especializada en sistemas de comunicación y otros servicios; para tener en cuenta la historia de Simplex Time Recorder Co., también narra  la historia de tres generaciones de la misma familia.

Otros aportes significativos del ingeniero Watkins, que hicieron que los activos e impacto de la empresa crecieran, fueron el desarrollo del registrador de tiempo de modelo de tarjeta, utilizado por miles de trabajadores quienes por medio de este dispositivo registraban el tiempo de su trabajo insertando «tarjetas de tiempo» individuales; e igualmente, la creación de los sistemas de relojes sincronizados, que hasta hace poco fueron utilizados en muchas escuelas; y que, como nuestra pieza del mes, hicieron parte de una serie de productos conocidos como Master Clocks (Relojes Maestros) los cuales se sincronizaban a relojes ‘esclavos’, es decir se trataba de un reloj de precisión central que proporcionaba señales que ajustaban los tiempos de otro conjunto de relojes, sistema que se conformaba por una red de relojes eléctricos conectados por cableado a un reloj de péndulo principal (maestro).

Dicho sistema, comenzó a utilizarse en instituciones como fábricas, oficinas y escuelas a inicios del siglo XX; de manera que esta clase de relojes son uno de los primeros dispositivos de la tecnología de la información que no solo en el espacio del trabajo, sino también en oficinas y escuelas, registró las idas y venidas tanto de trabajadores como de maestros y estudiantes. Por lo tanto, el reloj que exhibimos en el Museo es de aquellos inventos de la vida industrial que igualmente hicieron parte de la cotidianidad escolar; recordemos que algunas maletas, loncheras de hojalata y otros elementos usados por muchos estudiantes durante una parte del siglo XX estuvieron inspiradas en diseños que usaron de forma masiva las poblaciones de obreros de muchas ciudades de la industrialización.

Sobre la historia de los relojes, debemos señalar que son instrumentos creados con el objetivo de medir, mantener e indicar el tiempo en horas, minutos o segundos, y que por supuesto nos permiten conocer la hora actual; aunque pueden tener otras funciones, esto de acuerdo con la tecnología del reloj que cada uno usemos, ya que con la evolución en su fabricación los nuevos modelos gozan de mayor precisión, funciones complementarias y mejor presentación estética.

Es uno de los instrumentos más populares en cualquier sociedad –y que no pierde vigencia–, debido a que muchas personas disponemos de uno o varios relojes, incluso en muchos hogares y otros espacios pueden coexistir varios tipos de ellos; algunos electrodomésticos los incorporan en formato digital o electrónico, y en cada computadora y teléfono móvil tenemos uno; además de la función práctica que significa el uso de estos en la vida diaria –imaginen por un momento ¿cómo sería nuestra vida sin una forma sencilla de medir el tiempo y sin un instrumento como el reloj?–, muchos modelos se les considera objetos preciados de joyería y otros también símbolos de distinción y valoración a nivel social.

Los primeros dispositivos para la medición del tiempo aparecieron en la antigüedad, al respecto en el siglo I a.C. Vitruvio en sus tratados hablaba del reloj de agua, el de aire, el de fuego, el de sol y de otras categorías desconocidas; mientras que otros modelos, estaban ligados a la observación de los movimientos de los astros del cielo, por ejemplo, el Gnomon un tipo de reloj solar utilizado por los antiguos egipcios. Posteriormente en territorio europeo presuntamente aparecen otros relojes, en el siglo VIII los relojes de arena (que se popularizaron hasta el siglo XIV, por lo que se considera que se originaron en el medievo); y en este mismo territorio, en el siglo X al parecer se inventaron los grandes relojes de pesas y ruedas; otra fuente interesante y precedente sobre los relojes, lo encontramos en La Divina Comedia, obra de la literatura universal escrita por Dante Alighieri, en la que él describió una especie de relojes mecánicos con alarma «cuyas ruedas se mueven unas a otras, y apresuran a la que va delante hasta que se oye tin tin con notas tan dulces«[1]; en el siglo XIV, la historia habla del primer reloj construido sobre principios de mecánica en Inglaterra por Richard de Wallingford y es a partir de ese momento cuando se construyen otros relojes mecánicos en Europa, especialmente para torres de iglesias, catedrales y ayuntamientos; a mediados del siglo XV, en Francia fueron inventados los relojes portátiles o de bolsillo, los cuales eran de precisión deficiente y por demás se les consideraba mecanismos raros y costosos que solamente las clases altas de la sociedad podían adquirir, incluso fue necesario que los relojeros aprendieran orfebrería, ya que en la fabricación de este tipo de relojes con frecuencia se utilizaban materiales preciosos.

Para regular la maquinaria del reloj y hacerlo más exacto, fue el famoso astrónomo, ingeniero y matemático italiano de la Edad Media Galileo Galilei, quién investigó sobre un método y la posibilidad de regularlos mediante el uso del péndulo; sin embargo el procedimiento se desarrolló hasta mediados del siglo XVII, cuando el inventor neerlandés Christiaan Huygens aplicó el péndulo a los relojes de torre o de pared, a él se le atribuye la invención del reloj de péndulo moderno; finalmente, las mejoras realizadas por inventores del mismo siglo impulsaron la existencia de relojes mecánicos más precisos, cómodos y regulares, en este sentido, la reducción del tamaño de las maquinarías permitió que los relojes fuesen portables, de hecho poder consultar la hora en cualquier instante fue uno de los grandes avances de la relojería; pero fue hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando la empresa suiza Patek Philippe & Co. inventó el reloj de pulsera –en un principio diseñado como un objeto de joyería de uso exclusivamente femenino–.

A inicios del siglo XX, el reloj de pulsera se convirtió en un objeto útil para la aviación(a consecuencia de que los pilotos, tomaban sus relojes de bolsillo y con una correa los ataban a sus piernas o brazos, además los aviones de la época carecían de cualquier tipo de instrumentación, por lo tanto estos relojes fueron muy importantes para calcular rumbos, distancias y horas de combustible restantes para continuar en vuelo); pero fue con el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914–1918) cuando el reloj de pulsera, dejó de ser de uso femenino –antes los hombres llevaban relojes de bolsillo y no de pulsera porque se consideraba que “era cosa de mujeres” –; en este conflicto bélico, los ejércitos notaron que era una desventaja que sus soldados se despistaran mirando sus relojes de bolsillo, por este motivo los relojes de pulsera se popularizaron.

Actualmente existen una gran variedad y tipos diferentes de relojes, por ejemplo, los de uso personal en su mayoría son mecánicos y electrónicos, sean analógicos (indican la hora, minutos y segundos en una circunferencia numerada, mediante manecillas o agujas) o digitales (indican la hora mediante números y son de funcionamiento electrónico) ambos funcionan con una pequeña pila eléctrica que mediante impulsos hace girar las agujas o marcar los números; igualmente existen gran cantidad de relojes mecánicos para uso personal (de pulsera o de bolsillo) o de uso general para otros espacios (relojes de pared y antesala), es importante resaltar que los de tipo mecánicos se les considera por los expertos como obras de arte mecánicas.

Sobre su función, en escuelas, colegios y universidades, como reseñamos en un comienzo, generalmente se utilizaban para marcar y controlar de forma precisa el tiempo en las aulas, controlar con exactitud la duración de las sesiones de clase, los tiempos de instrucción de los estudiantes, los descansos, el tiempo libre que pudiera existir y hasta los movimientos de los estudiantes y profesores. Los relojes, fueron y aún son, un objeto primordial para la experiencia educativa, y por lo tanto no están colocados al azar dentro de los salones; incluso no existió un modelo espacial del aula de clase en el que estos instrumentos no fueran un elemento esencial para la organización de estos espacios, y su distribución en las aulas lo hizo protagonista también de la experiencia escolar y la interacción entre profesores y demás estudiantes.

Además, para la formación del hábito de la puntualidad, entendida como una regla o virtud de respeto hacia los demás, en la que nos coordinamos cronológicamente para ejecutar alguna tarea o acción requerida en un tiempo determinado y en un plazo anteriormente comprometido; y por supuesto disciplinar a los estudiantes en el concepto práctico del buen uso del tiempo, el reloj jugó un papel fundamental dentro de la vida escolar, ya que la experiencia del aprendizaje no solo se basaba en adquirir conocimientos e información, también fue, es y será un baluarte para la formación de ciudadanos de buenas prácticas y costumbres socialmente correctas.

Para conocer el Reloj antiguo ‘Simplex’, otros objetos de la historia y la práctica pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.

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Palabras clave: Reloj; Tiempo; Simplex Time Recorder Co.; Orden; Escuela; Aula Escolar; Enseñanza; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

Reloj. (2020, 04 de agosto).  Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: Septiembre 8 de 2020. Desde: https://es.wikipedia.org/wiki/Reloj

Historia de la relojería. (2020, 11 de mayo).  Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: Septiembre 8 de 2020. Desde: https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_la_relojería

Master clock. (2018, 13 de diciembre).  Wikipedia, the free enciclopedia (la enciclopedia libre). Fecha de consulta: Septiembre 9 de 2020. Desde: https://en.wikipedia.org/wiki/Master_clock

SimplexGrinnell. (2020, 23 de agosto).  Wikipedia, the free enciclopedia (la enciclopedia libre). Fecha de consulta: Septiembre 9 de 2020. Desde: https://en.wikipedia.org/wiki/SimplexGrinnell#cite_note-7

Simplex-fire (2020) Our History | Simplex Fire.  Fecha de consulta:  Septiembre 10 de 2020. Desde: https://simplex-fire.com/en/us/Pages/OurHistory.aspx?value=History#&panel1-9

Simplextime, Technologically advanced products for clock systems (2020) Our History | Simplex Time Australia. (2020). Fecha de consulta:  Septiembre 10 de 2020. Desde: https://www.simplextime.com.au/about/our-history

Workclocks (2020). Simplex Time Recorder Company. Fecha de consulta: Septiembre 14 de 2020. Desde: http://www.workclocks.co.uk/simplex.html

Antique Clocks Guy: We bring antique clocks collectors and buyers together. Always the highest quality antique clocks available. (2020). Simplex Time Recorder Company History. Fecha de consulta: Septiembre 14 de 2020. Desde: https://www.clockguy.com/SiteRelated/SiteReferencePages/SimplexTimeRecorderCompanyHistory.html

Vital, S. (2014). La organización del tiempo y el espacio en el aula escolar. La propuesta de enseñanza de la lectura de Luis Iglesias. I Encuentro Internacional de Educación. Espacios de investigación y divulgación. V. 4. Espacios, cultura y curriculum escolar. Recuperado de: https://www.ridaa.unicen.edu.ar/xmlui/bitstream/handle/123456789/401/21541.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar.

[1] Dante Alighieri, La Divina Comedia, canto X de El Paraíso, ca. 1321.

Pieza del mes de agosto de 2020: Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para Uso de la Juventud de Ambos Sexos

Imagen de referencia tomada de: http://libreriasdeocasion.com.mx/otros/educacion-buenas-costumbres/manual-de-urbanidad-y-buenas-maneras-para-uso-de-la-juventud-de-ambos-sexos.html

Como pieza del mes, hemos seleccionado el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para Uso de la Juventud de Ambos Sexos de la colección de Manuales Escolares que pertenece al Fondo Documental del Museo Pedagógico Colombiano. Comúnmente conocido como “Urbanidad de Carreño” –esto por el apellido de su autor a quién reseñaremos posteriormente–, es un manual para la práctica de buenos modales que tuvo gran repercusión a nivel mundial especialmente en el mundo hispanohablante, el cual se inspiró en textos franceses e ingleses de carácter similar, y cuyo origen se remonta a mediados del siglo XIX, específicamente para 1853; sin embargo, la edición que exhibimos en el Museo fue publicada para 1868 en Nueva York por la editorial estadounidense D. Appleton & Company.

De acuerdo con su extenso título: “Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para Uso de la Juventud de Ambos Sexos; en el cual se encuentran las Principales Reglas de Civilidad y Etiqueta que deben Observarse en las Diversas Situaciones Sociales”, el objetivo principal de éste fue corregir o “blanquear” el comportamiento de la sociedad de su tiempo –especialmente de quienes no eran considerados cortesanos y cultos– a través de una reglas basadas en la moral cristiana para la formación de ciudadanos con entendimiento de sus deberes, y la capacidad de educarse para imitar o poner práctica un conjunto de conductas (consideradas dignas) fundamentadas en los buenos modales y costumbres para relacionarse con otras personas según diferentes situaciones, contextos y espacios, que abarcaban la vida como individuos y desde luego la vida colectiva en sociedad en paz, respeto, orden, felicidad y virtud; al respecto con el enfoque de este manual, quizás se podría reflexionar de forma crítica a nuestro tiempo sobre el siguiente supuesto: que la condición de pobreza no es motivo para no ser digno, para no ser honesto y para no ser un ciudadano decente, cívico y con modales.

Pero por este mismo motivo, se convirtió rápidamente en una lectura obligatoria para la gente de la época, quienes en general trataban de guiarse y adiestrarse por sus preceptos, al punto que no hubo hogar (por humilde que fuera) donde padres y madres no invocaran las enseñanzas de Carreño a la hora de educar y orientar la formación de sus hijos. Por ejemplo, en la estructura de sus capítulos y secciones, se trataban asuntos como los deberes morales de los hombres con Dios, con la sociedad, con sus padres, con la patria y consigo mismos; se explicaban las normas para el comportamiento a seguir dentro de la casa, en la calle, en la iglesia, en la escuela, en el trabajo; también se dedicaban apartados enteros en la descripción de normas para el comportamiento en la vida familiar, para la correcta higiene personal y el aseo en general, para el desarrollo de conversaciones, y para el comportamiento en la mesa, el modo de actuar en visitas, reuniones, honras fúnebres, bailes, festines, entre otros; e incluso abordaba temas sobre el traje, la correcta vestimenta y la presentación personal, entre otros contenidos, como eran la vida en comunidad, la hospitalidad, el fomento de algunos valores morales y lo que hoy llamaríamos tener ‘don de gente’.

Sobre el concepto de urbanidad, entendido como la expresión e imitación de las virtudes y del conjunto de normas para tener una buena actitud social, las cuales nos ayudarán para la vida en convivencia, éste nace en la Europa del siglo XVIII (a pesar de tener algunos precedentes más antiguos) y en el siguiente contexto histórico que probablemente tiene una perspectiva de exclusión y al parecer posterior ‘inclusión social’, ya que anteriormente lo que hoy conocemos como urbanidad era una manera de proceder que solo la practicaban (y a la que solo podían acceder) un grupo pequeño de personas, evidentemente las que pertenecían a la nobleza o grupos de la alta sociedad, por lo tanto copiar aquellos modales nobles, permitía a los considerados humildes o pobres, ser ‘aceptados’ en las altas esferas de la sociedad. Por lo tanto, así como en América Latina, tuvimos el Manual de Carreño, de forma paralela y con muchos contenidos en común, se publicó un poco antes en 1836 un libro sobre leyes de etiqueta y reglas de buena conducta en sociedad, en Norte América, conocido como: «The Laws of Etiquette or Short Rules and Reflections for Conduct in Society«.

En relación al autor de nuestra pieza del mes, fue escrita por el músico, pedagogo y diplomático venezolano, Manuel Antonio Carreño que nació en Caracas en 1812 y falleció exiliado en Francia en 1874; y quién a nivel pedagógico no solo se destacó –y pasaría a la historia– por escribir el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras (que hoy reconocemos con su apellido); ya que también fundó instituciones educativas en su país, y tradujo al castellano obras para la educación como catecismos y métodos para el estudio de la lengua latina. Como dato curioso, Carreño era sobrino del educador Simón Rodríguez que además de haber sido el insigne maestro del Libertador Simón Bolívar; fue una figura fundamental para el pensamiento ilustrado y pedagógico latinoamericano del siglo XIX, pues planteó el fin social de las escuelas y la educación, como fundamentos del saber e instrumentos a través de los cuales todos los pueblos y sus ciudadanos sin exclusión alguna, alcanzarían la modernización, el progreso, la formación para el trabajo y la adquisición de nuevos hábitos para la consolidación de las nacientes repúblicas americanas.

Respecto a los manuales escolares, son obras que tienen como objeto la enseñanza, por lo cual, constituyen una exposición ordenada y secuencial de una disciplina escolar. Las principales particularidades del manual escolar son:

“Intencionalidad por parte del autor, sistematicidad en la exposición de los contenidos, secuencialidad, adecuación para el trabajo pedagógico, estilo textual expositivo, combinación de texto e ilustraciones [en la mayoría de ellos], reglamento de los contenidos, de su extensión y del tratamiento de
los mismos e intervención estatal administrativa y política”
(Varela, 2010, p. 99).

Otra característica fundamental de los manuales escolares empleados desde el siglo XVIII hasta la primera mitad del siglo XX es que, a diferencia de los libros de texto (producidos a partir de la segunda mitad de siglo XX), estos estaban dirigidos exclusivamente a los maestros ya que una de sus funciones era regular las prácticas de enseñanza y los saberes que circulaban en la Escuela.

Según el centro de investigación MANES y varios autores, los manuales escolares se clasifican, en cuatro principales grupos: Textos de primeras letras [cartillas de lectura, catones, silabarios y citolegias (métodos de lectura rápidos)]; Catecismos (religiosos y laicos); Manuales específicos para disciplinas escolares (matemáticas, historia natural, geografía, historia, entre otras); y como nuestra pieza del mes –en una categoría aparte, pues no estaban destinados únicamente a la Escuela sino, además, a la Familia–, tenemos los Manuales de urbanidad.

Resaltamos el legado de esta joya de la urbanidad hispanoamericana que coadyuvo a corregir muchas conductas y armonizó las relaciones entre sujetos y la vida de la sociedad latinoamericana de ese momento, y que ciertamente fue uno de los pilares documentales para la enseñanza del civismo y los buenos principios sin distinción de género; inclusive para muchos de nuestros abuelos su autor fue considerado ‘la biblia de los buenos modales’, y ¿Cómo no exaltar la memoria de Carreño y los contenidos de este Manual?, si el mismo fue capaz de moldear una sociedad diferente desde mediados del siglo XIX y buena parte del siglo XX, también fue un instrumento clave para la difusión masiva de las buenas costumbres y los comportamientos considerados ‘ideales’ que se transmitieron de generación en generación; y aunque todavía el Manual de Carreño, se sigue publicando, ya no es muy usual su consulta ya que los conceptos de ciudadanía y sociedad han cambiado –y continuarán transformándose– y algunas de sus posturas son descontextualizadas y hasta resultan algo radicales para la actual sociedad; aunque por supuesto, debemos resaltar que temas como los que trataba el manual no pierden vigencia, por lo tanto, muchas de sus normas siguen vigentes, por ejemplo: respetar a los padres, asearse antes de salir de casa, tener buenos modales en la mesa, caminar sobre la acera y saludar.

Para conocer y consultar el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para Uso de la Juventud de Ambos Sexos, otros textos, manuales de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos de la historia y la práctica pedagógica que exhibimos, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/ y a explorar nuestra página web http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Manual de Urbanidad; Buenas Maneras; Civismo; Manual Escolar; Familia; Educación; Moral; Museo Pedagógico Colombiano.

 

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Referencias

Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar

Varela, M. (2010). Sobre los manuales escolares.
En: Revista Escuela abierta. N. 13. pp. 97-114

Carreño, M. A. (1868). Manual de urbanidad y buenas maneras para la juventud de ambos sexos. New York: Appleton & Company. 

Manual de Carreño. (2020, 3 de mayo).  Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: Agosto 11 de 2020. Desde: https://es.wikipedia.org/wiki/Manual_de_Carreño#:~:text=El%20Manual%20de%20urbanidad%20y,Carreño%20en%20Venezuela%2C%20en%201853.

Manual Antonio Carreño. (2020, 28 de julio).  Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: Agosto 12 de 2020. Desde: https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Antonio_Carreño 

Sites.google.com. 2020. Que Es La Urbanidad? – Trabajo Informática. Fecha de consulta: Agosto 12 de 2020. Desde: https://sites.google.com/site/turbanidad/que-es-la-urbanidad

Sites.google.com. 2020. Historia de la Urbanidad – Informatik… 1002. Fecha de consulta: Agosto 13 de 2020. Desde: https://sites.google.com/site/informatik1002/home/urbanismo/historia-de-la-urbanidad

BBC News Mundo. 2020. Manuel Carreño, el Venezolano que le enseñó buenos modales a América Latina (y a España). Fecha de consulta: Agosto 14 de 2020. Desde: https://www.bbc.com/mundo/noticias-46039565

Editorial, p., 2020. La Urbanidad de Carreño. Protocolo y Etiqueta. Fecha de consulta: Agosto 14 de 2020. Desde: https://www.protocolo.org/social/etiqueta-social/la-urbanidad-de-carreno.html

Pieza del mes de mayo de 2020: Maleta A, B, C.

Como pieza del mes, hemos seleccionado la Maleta A, B, C de la colección de implementos escolares del Museo Pedagógico Colombiano. Objeto que se fabrica desde mediados de la década de 1950, que hasta el día de hoy es de producción artesanal y el cual es muy representativo de la época escolar de generaciones enteras de estudiantes colombianos; en consecuencia la reconocemos como una pieza de tradición que no solo hace parte de la memoria escolar del país en el siglo XX, sino también de nuestra memoria colectiva.

Así como existen numerosos objetos que cumplen funciones esenciales para estimular el desarrollo del aprendizaje de los alumnos y la compresión de conocimientos, otros sirven de apoyo para las labores fundamentales y actividades que en general realizan los maestros para el ejercicio de la enseñanza, sin embargo, nuestra pieza del mes, únicamente fue y aún es empleada para guardar y transportar objetos de diferente naturaleza, para nuestro caso, elementos de uso escolar que hoy conocemos como ‘útiles escolares’, por ejemplo: cuadernos, libros y textos escolares, documentos, lápices, bolígrafos, borrador, reglas, entre otros; un conjunto completo de ‘enseres’ que creemos son imprescindibles para cualquier estudiante y sin los cuales el proceso de educación, instrucción y formación podría dificultarse un poco.

Sobre la historia del maletín o Maleta A, B, C, su creador fue el ciudadano colombiano Manuel Moreno Lara que comenzó  el negocio en asocio con Gustavo Cruz (ya fallecido), emprendedores que comienzan a fabricarla desde 1955, en el marco de un pequeño emprendimiento familiar que nunca se ha producido industrialmente, y que afortunadamente a logrado mantener vigencia, a pesar de las lógicas comerciales que actualmente lideran la manufactura de maletas y morrales de todo tipo para escuelas, colegios y universidades.

Recuerda una nota periodística realizada sobre la maleta, que:

Hace 60 años surgió la idea de negocio que llegó a Colombia gracias a un judío de apellido Vosley quien quería comenzar a fabricar maletas similares a las de la Segunda Guerra Mundial, luego el señor Manuel Moreno (padre) compró y tomó las riendas del negocio volviéndolo una marca personal. La maleta de cuero marrón y con las letras ABC con dibujos animados quedó en la memoria de más de un colombiano y lo hace volver a las épocas de escuela.” Caracol Radio (2017). Conozca los 60 años de historia de la legendaria maleta ABC.

2016, Las Maletas A, B, C – Los Puros Criollos. Proceso de producción de la Maleta A, B, C, en la fábrica de producción. Fuente: https://www.flickr.com/photos/135239946@N06/albums/72157664307047092
2016, Las Maletas A, B, C – Los Puros Criollos. Proceso de pintado de las figuras de la Maleta A, B, C. Fuente: https://www.flickr.com/photos/135239946@N06/albums/72157664307047092

Fabricaba totalmente en cuero de color marrón, salvo por las piezas metálicas correspondientes a los cierres, hebillas y herrajes con las cuales se tensionan las correas de la Maleta o se cierra la misma, sus materiales aseguran un producto de alta calidad y larga duración.

El paso a paso detrás de este artículo, se describe en un minucioso procedimiento hecho totalmente a mano, que comienza primero con el corte de las diferentes piezas de cuero a través de los moldes de cada una, luego con el uso de dos planchas de cobre se estampan sobre cada una de las piezas ya cortadas las características figuras que adornan la parte frontal y la parte trasera de la Maleta, posteriormente estás figuras grabadas o repujadas se deben pintar de forma manual, en una técnica que se asemeja a la creación de una obra de arte sobre un lienzo; ya pintadas y retocadas las figuras animadas que se aprecian en estas maletas, se procede al trabajo de costura en máquinas de coser industriales para unir cada una de las piezas (frontal, trasera y laterales) por medio de hilo encerado de alta resistencia. Ya cuando todas las piezas de cuero que dan cuerpo a la maleta están cosidas, se ensamblan y martillan todos los demás elementos de metal para poder colocar la correa y la manija, finalmente se laca la Maleta para darle brillo y un acabado fino, cuidadoso y auténtico.

El recuerdo del periodo de infancia se plasmó en las figuras de personajes animados de grata recordación que compartimos muchas generaciones, grabadas en el lomo de la Maleta (Bugs Bunny, Porky y el Pato Donald), y nos parece una característica importante porque la maleta además de significar ‘Historia Patria’ en todo el término de la palabra, generalmente nos transporta a momentos y recuerdos felices de la vida y del paso por la escuela.

2016, Las Maletas A, B, C – Los Puros Criollos. Diferentes tamaños y Personajes grabados en la Maleta A, B, C. Fuente: https://www.flickr.com/photos/135239946@N06/albums/72157664307047092

Como se trata de un emprendimiento familiar, actualmente la empresa pasó a manos de su hijo también llamado Manuel Moreno, y además de ser los únicos y originales fabricantes de la maleta en todo el país, la empresa, no ha sido ajena a las lógicas contemporáneas y su capacidad de adaptación a las necesidades de todo tipo de clientes, permite y asegura que no pierda vigencia en la actualidad, la maleta mantiene el diseño original ‘minimalista’ y una zona interior sencilla sin divisiones ya que en el tiempo de su creación los alumnos solo necesitaban guardar una cartilla, un cuaderno y un lápiz, sin embargo, como los tiempos, las necesidades y los elementos escolares se han transformado, decidieron entonces, fabricarlas en distintos tamaños, colores y modelos que inclusive incluyen un compartimento para guardar computadores portátiles, tablets y otros elementos tecnológicos que también se usan en la escuela; lógicamente aún nostálgicos de la historia las coleccionan.

Resaltamos la importancia de esta joya de la manufactura artesanal colombiana, no solo como un objeto de valor estético y de colección –que a pesar de su antigüedad y su proceso de fabricación no pasa de moda–, sino también, como una reliquia cuyo valor histórico la convierte en un símbolo que nos transporta al pasado y quizás a muchos a su periodo de infancia escolar, un objeto de recordación capaz de activar las memorias colectivas de una generación entera de colombianos –además el olor característico de ella, transporta a quienes la tienen o la tuvieron hacia parajes de su niñez, su infancia, sus colegios, la vida escolar e incluso los castigos–. Con seguridad se trata de un estimulante para definir nuestra identidad nacional, y teniendo en cuenta que el concepto de identidad muchas veces necesita de héroes y figuras que encarnen o representen épocas y acontecimientos, pensamos en estas maletas como íconos para la redefinición y consolidación de esta.

Para conocer la Maleta A, B, C, otros objetos de la historia y la práctica pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.

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Palabras clave: Maleta ABC; Útiles Escolares; Alumnos; Maestros; Memoria Colectiva; Educación; Fabricación Artesanal; Museo Pedagógico Colombiano.

 

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Referencias

RTVC. (26 de febrero de 2016), Las Maletas A, B, C – Los Puros Criollos. [Archivo de video]. Señal Colombia. Fecha de consulta: 6 May. 2020. Recuperado de: https://www.rtvcplay.co/series/los-puros-criollos/maleta-b-c

Maletas ABC. (2020). ¿Qué es Maletas ABC?. Fecha de consulta: 6 May. 2020. Desde: https://maletasabc.com.co

Caracol Radio. (2017). Conozca los 60 años de historia de la legendaria maleta ABC – Caracol Radio se pone en los zapatos de uno de los trabajadores de la fábrica que hace estas maletas. Fecha de consulta: 6 May. 2020. Recuperado de: https://caracol.com.co/emisora/2017/06/22/bogota/1498131132_222180.html

Pulzo (Online). (2017). ¿Recuerdan la legendaria maleta ABC? Así funciona el negocio (todavía) en Bogotá. Fecha de consulta: 7 May. 2020. Recuperado de: https://www.pulzo.com/economia/maletas-abc-bogota-PP291681

Rescatar la enseñanza y la pedagogía

Es necesario reconsiderar la enseñanza de tal manera que ella ocupe un lugar diferente al de los procedimientos, un lugar favorable para la reconceptualización que permita una comunicación abierta y productiva con otras disciplinas. Es decir, reconocer la capacidad articuladora del concepto de enseñanza y colocar la práctica de la enseñanza como el campo aplicado de la pedagogía en el cual se encuentra la didáctica. 

Pero no hay que confundir la enseñanza como concepto con la práctica de la enseñanza, puesto que juegan un papel diferente en la interioridad del saber pedagógico: el concepto de enseñanza está dotado de una gran movilidad y puede insertarse en muy diferentes disciplinas cuyas elaboraciones se refieran a la enseñanza, en particular en los saberes específicos, por ejemplo: la enseñanza de las matemáticas, la enseñanza de la biología, la enseñanza de la geografía, etc. 

La práctica de la enseñanza como parte del campo aplicado, no debe comprender sólo conceptos operativos. La experimentación debe convertir los conceptos operativos en nuevos frentes de reflexión para articular la relación entre la teoría y la práctica. 

Ahora bien, esta inserción podría dar resultados en tres direcciones: al interior de la didáctica, al interior de los saberes específicos, y al interior de la pedagogía. 

Hacia la interioridad de la pedagogía podría propiciar una reformulación muy enriquecedora del campo aplicado de la pedagogía, que la potenciaría para relacionarse productiva-mente con los saberes específicos objeto de enseñanza. Se puede vislumbrar desde ahora que las paredes del aula quedarán rotas porque el método de enseñanza será plural, con base en las características de cada saber, y el maestro al relacionarse con ellos creará “temas de enseñanza” que estén lejos del estatismo de los manuales, donde el maestro sólo puede repetirlos sin que su discurso en el acto de enseñanza implique una transformación didáctica de los contenidos. 

Hacia la interioridad de los saberes específicos, que se articularán a la pedagogía a través de sus didácticas particulares, que tienen su campo de aplicación y que no se puede confundir con el campo práctico de la pedagogía, el cual no es solamente el acto de enseñanza, sino también la enseñanza en la escuela, que implica una relación entre educación y sociedad; la enseñanza en una cultura particular que implica una relación entre el conocimiento y la tradición; la enseñanza que tiene una historia, y por ello es capaz de reactualizar su memoria de saber; la enseñanza como estrategia del Estado, que materializa las políticas normativas y de adecuación social de los conocimientos.

En suma, habrá procesos de reconceptualización desde la interioridad de la pedagogía hacia otros saberes y hacia ella misma, y desde la interioridad de los otros saberes hacia la didáctica y la pedagogía. 

Hacia la interioridad de la pedagogía, en aquel campo que se relaciona con la psicología, en la cual la pareja enseñanza-aprendizaje se separa, quedando la enseñanza y el aprendizaje como dos conceptos distintos. La enseñanza se articularía a los una diferencia necesaria saberes específicos a través de la didáctica y el campo práctico de la pedagogía. El aprendizaje estaría ligado a las distintas conceptualizaciones psicológicas y epistemológicas que le darían a la noción de aprender una dimensión conceptual. Todo lo anterior significa que la pedagogía debe analizar de qué manera asume los saberes específicos y cómo se adentran en el campo conceptual de la pedagogía, y qué desplazamientos, reformulaciones o rupturas se operarían en el aprendizaje en relación con el conocimiento. 

Todos estos trabajos requieren el reconocimiento de la pedagogía como disciplina, lo que no significa establecer límites a la manera de un cerco. Debemos considerar que los conceptos no conocen fronteras epistemológicas, ellos se relacionan de una teoría a otra adquiriendo en cada una un significado peculiar y un modo diferente de inserción en el conjunto de conceptos que conforman una disciplina. A la luz de este principio asumimos la relación de la pedagogía con otras disciplinas, convencidos desde luego de que las disciplinas avanzan a partir de conceptos y métodos que pueden provenir de otros campos de conocimiento. Pero este mismo principio puede dar cuenta de las consecuencias que acarrea el enrarecimiento de los saberes.

 

Referencia:

Publicado inicialmente en la Revista Educación y Pedagogía no. 13, pp. 10-13, Bogotá, Ceid-fecode, marzo de 1988. 

Título tomado del libro: Pedagogía y Epistemología.  Autor: Olga lucía Zuluaga G. Alberto Echeverri S. Alberto Martínez B. Humberto Quiceno C. Javier Sáenz O. AleJandro Álvarez G. pp: 29-31

Foto de Michael Coghlan. Tomada de Flickr

 

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Genealogía de la figura del maestro

Ciertas condiciones propias de la cultura le asignaron al maestro un conjunto de responsabilidades que lo hicieron apóstol, pedagogo y funcionario.

Se había creado la necesidad de la instrucción de la juventud para construir la patria civilizada y próspera que el mundo reclamaba para las naciones, pero este requerimiento social, había que asignárselo a aquellas personas que reunieran las condiciones necesarias.

Se trataba pues de un encargo de la sociedad; todos los retos a los que se enfrentaba la nación estaban hablando de los deberes que tenía aquel sujeto. No fue solamente un mandato divino, también fue un encargo de los hombres. Al principio no había que definir reglamentariamente sus funciones pues era el espíritu de la época el que reclamaba un hombre con cualidades de apóstol y pedagogo, cualidades que por demás dejaban ver los valores vigentes de aquel siglo.

En cuanto encargo, debía entender su labor como un destino, pues el camino estaría trazado y no habría lugar a desviaciones. Él mismo era parte de ese destino, su vida debía “reglarse” de acuerdo con las pautas de conducta que se le impusieron. Además de ser un hombre capaz y de madura edad, debía ser de muy arreglada conducta y honrados procederes: paciente, constante, perseverante y de buena familia. Su vida: ejemplar y virtuosa, hombre recto, buen súbdito y excelente padre de familia. Su abnegación y absoluta consagración a la patria eran imprescindibles. Se recomendaba que fuera casado y mayor de 18 años y no podía padecer enfermedad crónica o contagiosa.

Con todo, éste debía ser un oficio para ejercer por vocación. Quien no le tuviera amor a la profesión debía abandonar su puesto. Evidentemente se reconocía que era una ardua labor. De allíque se necesitaran apóstoles, hombres que con singular y decidido empeño emprendieran tan ingrata y difícil misión.

El Director de la Escuela, por la importancia de las funciones que ejerce, es uno de los primeros funcionarios del Distrito y tiene el deber de arreglar su conducta de manera que en su vida pública y privada sirva de tipo a todos los ciudadanos […] debe estar sostenido y animado por un profundo sentimiento de la importancia moral de sus funciones y fundar su principal recompensa en la satisfacción de servir a los demás hombres, y de contribuir al bien público […]. Se hará amar y respetar, no solo de sus discípulos, sino de toda la sociedad en que viva; será pundoroso y leal en sus relaciones, benévolo y afable en su trato, cumplido en sus maneras; pero deberá mostrar en todas ocasiones firmeza de carácter, para hacerse obedecer y respetar […] las faltas graves contra la moral, así en su vida pública, como en su vida privada, serán castigadas en un Maestro de Escuela con la destitución del empleo […] le está severamenmte prohibido el roce con personas reputadas como de mala conducta en el lugar, y la entrada a tabernas y casas de juego […]. Las autoridades dispensarán a los Directores de escuela una consideración especial una deferencia respetuosa, en atención al augusto ministerio que desempeña […] no podrá, sin el permiso de la Inspección local, aumentar sus medios de subsistencia con el ejercicio de funciones accesorias, o de una profesión u oficio cualquiera y este permiso se rehusará siempre que el oficio o profesión comprometa la dignidad o moralidad del Institutor, o lo distraiga de sus funciones principales […]”

Señores maestros, la suerte de la Patria ha quedado depositada en vuestras manos […]” 

Obviamente no podía ser menos que ingrata aquella misión y solamente apta para quienes estuvieran dispuestos a sacrificar su vida en servicio a los demás: Un apóstol. A él y al cura -mentores de la moral- se les había confiado el sagrado propósito de velar por el bien.

Pero la vocación no bastaba. No bastaba la buena voluntad y la intachable conducta, no bastaba la paciencia, la tolerancia y la fortaleza de carácter, era necesaria además del cúmulo de conocimientos, una destreza y una capacitación especial en el arte de enseñar.

Al principio era poco lo que se exigía a este nivel:

[…] pericia en leer y escribir, tintura de aritmética y capacidad para imbuir a los jóvenes máximas sanas de moral cristiana y política”.

Pero poco a poco los requerimientos fueron mayores; entonces se hizo necesario atender la cuestión a través del método. Este sería un procedimiento fácil de aprender por el cual la enseñanza se haría efectiva y útil. No era más, ciertamente, pero había que estudiarlo: con el método lancasteriano se ensayó la Escuela Mutua, aquélla donde el maestro perito, a través de monitores, enseñaba el procedimiento a seguir en cada caso.

Algunas de estas escuelas se constituyeron en las primeras Normales cuando expidieron certificados que acreditaban haberse instruido en el método, tener buena conducta en lo político y moral y desempeñarse en su destino, de una forma exacta y cabal.

 

Referencias:

Decreto Número 595 de 1886, por el cual se organiza la Instrucción Pública Primaria. El Boyacense. Tunja, Diciembre 21de 1886, No. 11, pág. 83.

Decreto del Inspector General. El Boyacense. Tunja, Octubre 5 de 1888, No. 145, pág. 1159.65

 

Título tomado del libro: Y la escuela se hizo necesario. En busca del sentido actual de la escuela.  Autor: Alejandro Álvarez Gallego. pp. 62-65

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Educación y pedagogía: una diferencia necesaria

Las Ciencias de la Educación aparecieron a principios del siglo XX, cuando se tuvo la pretensión de convertir la educación en una ciencia. Las ciencias de la educación son un conjunto de disciplinas que tienen en común el estudio de las situaciones y de los hechos educativos tanto a nivel micro como macroeducativo.

En el momento de constitución, dichas disciplinas fueron, entre otras, las siguientes: pedagogía, didáctica, filosofía de la educación, psicología de la educación, antropología de la educación, administración educativa, teorías de la programación, planeación educativa, etc.

El modelo de cientificidad adoptado por las ciencias de la educación está basado en la concepción de las ciencias que piensa el desarrollo del conocimiento desde el método de observación, experimentación y cuantificación. En suma, estas ciencias buscaron dar a la educación el carácter de ciencia experimental, cuyo propósito es el estudio del fenómeno social llamado educación, que hiciera posible, entre otros propósitos, su control y planeación.

La preeminencia dada por las ciencias de la educación al concepto educativo, desplazó el papel articulador que jugaba el concepto de enseñanza en el saber pedagógico.

El concepto educación restringe el significado, la acción y el campo del concepto enseñanza, recortando así su posibilidad de relación con otros conceptos, efecto que hemos llamado enrarecimiento, el cual se expresa en los siguientes problemas:

  • Conceptualización desarticulada

El conjunto de disciplinas que conforman las ciencias de la educación, con excepción de la pedagogía y la didáctica, se ocupan de la educación a su manera, es decir, mediante nociones, conceptos y métodos propios de una disciplina macro. Por ejemplo, la sociología de la educación hace parte de la sociología, la psicología de la educación corresponde al campo de la psicología. En tales ciencias, se operacionalizan nociones y conceptos que tienen otro régimen teórico, en la interioridad de su respectiva disciplina macro. Así, por ejemplo, el concepto de movilidad social, elaborado en la sociología, se incorpora a la sociología de la educación y a las teorías de la educación como factor de desarrollo. Las ciencias de la educación se constituyen como campos de saber en los que las disciplinas macro, despliegan una forma de ser experimental y práctica.

Las conceptualizaciones que tienen lugar en las ciencias de la educación, aportan a las disciplinas macro que las contiene, pero su aporte a la pedagogía es desarticulado: primero, porque consideran la enseñanza como un concepto operativo; segundo, porque no siendo la enseñanza el objeto de las ciencias de la educación, la enseñanza no puede cumplir una función articuladora entre pedagogía y ciencias de la educación.

  • La atomización

El campo de saber de la pedagogía es disgregado y sus criterios de verdad son puestos en crisis por los desplazamientos y la multiplicación de sus objetos en las nuevas disciplinas, como la sociología de la educación, la administración educativa, la psicología educativa. Cada una de estas disciplinas se instala en diferentes elementos de la práctica pedagógica. Unas se apropian del sujeto (maestro-niño), otras de la institución y otras del saber.

Esta disgregación del campo del saber pedagógico se materializa de diversas maneras. De una parte, la psicología educativa toma como su objeto de análisis el aprendizaje, que en adelante va a sustituir la enseñanza en las relaciones del maestro con el niño. De otra parte, la sociología de la educación se refiere a la institución educativa (escuela) para pensarla como relaciones escuela-sociedad en términos de regulación del flujo entre estas instituciones. La administración educativa se apodera de la escuela en términos de empresa, de administración de personal y de recursos. Debemos resaltar que como fruto de esta atomización el maestro es sometido a un proceso de pérdida continua de saber y de desvalorización intelectual, por cuanto las ciencias de la educación hacen del aprendizaje una práctica que coloca en lugar secundario otros saberes sobre la enseñanza y dejan al maestro un papel disciplinario, es decir, de sujeto que realiza, normatiza y supervisa los procesos de aprendizaje que le designa e impone el Estado.

Lo anterior tiene efectos fundamentales sobre la pedagogía: no es que ella haya dejado de existir, sino que las ciencias de la educación le han impuesto una existencia instrumental que hace del maestro un sujeto que aplica teorías producidas en otros saberes y ciencias. Tal condición instrumental explica su posición subalterna frente al Estado docente, expresada en la imposibilidad del magisterio de levantar proyectos alternativos frente a las políticas estatales.

Título tomado del libro: Pedagogía y Epistemología. Autor: Olga Lucía Zuluaga; Alberto Echeverri, Alberto Martinez, Stella Restrepo y Humberto Quinceno. pp. 21-22

Tomado de la web de la Editorial Magisterio de la colección de Pedagogía e Historia para visitar el contenido haga click en el siguiente enlace Educación y pedagogía: una diferencia necesaria

La pedagogía como reflexión educativa subordinada

La pedagogía, por efecto de las ciencias de la educación, no sólo se atomiza, sino que se le asigna un papel subalterno definiéndola como una región, y no la más importante de las ciencias de la educación; al interior de éstas queda reducida a los procesos que se verifican en el salón de clase, atrapando todas sus conceptualizaciones entre las paredes del aula.

Esta subordinación y encierro de la pedagogía tiene graves consecuencias para los procesos de conocimiento ya que tiende un cerco disciplinario en torno a los procedimientos pedagógicos que ocurren en el interior del aula y que han sido reducidos a una existencia básicamente operativa. Dichos mecanismos disciplinarios son la clase (proceso instruccional), el programa (currículo) y el examen (evaluación instruccional). La clase en tanto que se convierte en un espacio de apropiación que tiene como única finalidad el consumo, la repetición y la verificación del saber; además, la clase es el único criterio de medición del tiempo de los saberes que son enseñados y, por lo tanto, se establece como una cuadrícula que limita los sentidos y el pensamiento del maestro, es decir, no le permite ver el movimiento real de los procesos de conocimiento.

El programa (currículo) también reduce y limita en tanto aleja al maestro de la cultura escrita, en particular del libro, a partir de la selección de lo enseñado con base en criterios e intereses sociológicos y económicos, no derivados ni del saber específico enseñado, ni de la didáctica correspondiente. El examen (evaluación curricular) es ante todo una forma jurídica, casi procesal, que indaga sobre los objetos terminales definidos desde el currículo y que hace que el saber se circunscriba a la relación medio-fin.

Estos elementos, clase, programa, examen, a los que ha sido reducida la acción de la pedagogía, van a ser reforzados desde ciertas teorías que obstaculizan pensar la pedagogía en función y relación al conocimiento, la sociedad y la cultura. Tal es el caso de la pareja enseñanza-aprendizaje, que encadena la articulación entre maestro y alumno al aprendizaje, y no a los procesos que se desarrollan en la interioridad de los conocimientos científicos, ya que su función es asegurar la vigilancia e inspección de las tareas de interacción entre maestro y alumno y para ello pone en juego las nociones de objetivos, contenidos parcelados e indicadores de evaluación. En síntesis, el currículo obstaculiza la pedagogía porque la priva de su relación con otras disciplinas y ciencias. Aún más, la pareja enseñanza-aprendizaje, derivada de la psicologización de los procedimientos de enseñanza en el aula, al tener sólo en cuenta como conducta, expresada en términos de habilidades, destrezas y comportamientos, hace omisión del discurso pedagógico y de los procesos de conocimiento que se llevan a cabo en los saberes específicos.

La subordinación de la pedagogía, por parte de las ciencias de la educación, se acentúa aún más en tanto el saber pedagógico es despojado de la posibilidad de pensar el eje maestro-escuela-sociedad- Estado-cultura. La escuela es mirada sólo como prolongación del Estado, bloqueando su ubicación en el espacio de lo público, de la sociedad civil, impidiendo una relación directa entre pedagogía y sociedad, pues el eje que la suplanta corresponde más bien a una empresa que busca acoplar la escuela a los designios e intereses del Estado.

Tomado del libro Pedagogía y epistemología. Autor: Olga Lucía Zuluaga G. p.p. 24-26

Tomado de la web de la Editorial Magisterio de la colección de Pedagogía e Historia para visitar el contenido haga click en el siguiente enlace La pedagogía como reflexión educativa subordinada

Pieza del mes de noviembre de 2019: Herbario IPN

Como pieza del mes de noviembre hemos seleccionado el Herbario (Tomo III) que pertenece a la colección de implementos escolares de la enseñanza de la biología y las ciencias naturales del Museo Pedagógico Colombiano. Pieza de fabricación manual elaborada el 13 de mayo de 1973, por un grupo de estudiantes de los cursos de tercer grado del Instituto Pedagógico Nacional.

El interés y la difusión en Colombia por las ciencias naturales (saber escolar de aparición más reciente) estuvo marcada por tres acontecimientos: la Real Expedición Botánica liderada por José Celestino Mutis y desarrollada en el Nuevo Reino de Granada entre 1783 y 1808; la Comisión Corográfica organizada por Agustín Codazzi entre 1850 y 1862 cuyo propósito fue hacer la descripción del territorio de la República de la Nueva Granada y elaborar mapas corográficos[1] de cada provincia, y que se convertiría en la base del desarrollo de lo que hoy es Colombia; y finalmente la creación de las primeras cátedras universitarias de historia natural con áreas de estudio como botánica, zoología, anatomía; anexas a las ya existentes de medicina.

La enseñanza de la historia natural, en Colombia predominó hasta mediados del S. XX, sin embargo existieron iniciativas de divulgación de la biología en el país –entendida como los fenómenos que conciernen a los seres vivos y sus procesos vitales– como algunas cátedras de Biología en la Universidad Republicana, en el Externado de Colombia y en la Universidad del Rosario, donde se discutía en torno a las teorías del origen de la vida y la teoría celular, que se reforzaban con la experimentación sobre la naturaleza de los seres vivos.

La historia natural como saber se extendió paulatinamente a finales de S. XIX, en instituciones de educación secundaria como el San Bartolomé y el Instituto de los Hermanos de la Salle, entre otras. Colegios que para inicios del S. XX empezaron a equipar sus instalaciones con ejemplares de plantas y dibujos botánicos, animales disecados, esqueletos, órganos animales y diferentes tipos de minerales conservados en los denominados Museos Escolares.

Sin embargo, las iniciativas para difundir la biología no recibieron acogida en los círculos científicos de las comunidades religiosas que administraban la mayoría de las instituciones educativas del S. XIX, debido al rechazo a las Teorías de la Evolución. Por este motivo, la biología tuvo más auge en los discursos médicos de las primeras décadas del S. XX con debates en torno a la raza y la preocupación por la higiene de la población, discursos que intervinieron directamente en la escuela con lemas divulgados por el Ministerio de Instrucción y Salubridad Públicas como por ejemplo: “higienizar antes que educar[2] y que se desarrollaban alternamente con la enseñanza de la historia natural incorporando algunos elementos de la biología y con los primeros títulos de Licenciatura en Biología expedidos en 1935 por la Universidad Nacional.

La enseñanza de la historia natural en el S. XX y el material para desarrollarla empezó a incluir algunas nociones de biología en secundaria y en las instituciones de formación de maestros como el caso del Instituto Pedagógico Nacional para señoritas (IPN), que según el pensum de 1936, concentró la enseñanza de las ciencias naturales en tres secciones: biología dividida en cursos de zoología, botánica y anatomía; química orgánica e inorgánica; y física teórica y experimental.

En el caso de la Escuela Anexa del IPN, donde las futuras maestras realizaban sus prácticas pedagógicas, la enseñanza de esta ciencia aún se enfocaba en la historia natural como la disciplina científica que hace énfasis en la conservación de muestras y especímenes provenientes del mundo natural; pero incluyó elementos sobre lo vivo (de la biología) que como se sustenta en el pensum:

 “El valor instructivo de la asignatura no debe buscarse tanto en una descripción minuciosa, sino en las observaciones de los fenómenos de la vida y en la conexión de dichos fenómenos con el organismo de las plantas, del animal, así como los seres inertes de la tierra[3]

Además de las asignaturas de historia natural con elementos teóricos de la biología, el IPN fue dotado de materiales de enseñanza a partir de las donaciones que se realizaron entre 1927 y 1936 por instituciones nacionales e internacionales como “los Ministerios de Educación y de Gobierno; la Academia de Historia; la contraloría General; los señores Ministros de: Alemania, España, Gran Bretaña y Francia[4] y de manera más contundente por la segunda Misión Pedagógica Alemana que además de instrumentos musicales y de gimnasia donó el mobiliario y gran parte de las colecciones del Museo de Historia Natural que tenía sede en el IPN, como por ejemplo el material de enseñanza Espasa-Calpe: serie historia natural aplicada que también exhibimos en el Museo, estuches con esqueletos de diferentes especies animales, órganos de mamíferos conservados en formol, herbarios de plantas del mundo, reproducciones en escayola de partes del cuerpo humano y una colección de animales disecados.

Las colecciones del Museo de Historia Natural fueron enriquecidas por varias décadas con especies nacionales de animales disecados y con herbarios e insectarios hechos por las maestras en formación. Algunos ejemplares conservados del Museo de Historia Natural del IPN y materiales antiguos del laboratorio de física y química fueron donados al Museo Pedagógico Colombiano y como el Herbario que exhibimos ahora hacen parte de nuestra colección de objetos de enseñanza de las ciencias.

Los herbarios son colecciones de plantas secas que se conservan aplastadas entre hojas de papel. Cada planta incluye al menos su nombre científico y su nombre común; y son la herramienta más antigua del naturalista, en la antigüedad los griegos ya creaban herbarios para organizar sus estudios sobre las plantas. Actualmente, también se refieren a la institución que se encarga de conservar una colección de este tipo, colecciones que hacen referencia a la flora de una región, un país o un área geográfica determinada, y que además de ser fuente primaria de información biológica, son herramientas indispensables para el conocimiento del patrimonio natural y vegetal, y se constituyen como tesoros patrimoniales que se deben proteger.

Hacer un herbario es sencillo y puede ser emocionante, especialmente porque su creación implica la búsqueda y recolección de las plantas, y así mismo la exploración de un territorio y su entorno, actividades que permitían a los estudiantes conocer mejor el mundo de las plantas, entender las diferencias que hay entre cada especie y familiarizarse con la diversidad de formas, colores y texturas del mundo vegetal.

Para recolectar las plantas, hay que asegurarse, que no estén protegidas o en peligro de extinción, ya que su recolección puede estar prohibida por la ley. Una vez localizadas, se recogen con delicadeza y sin arrancarlas. A continuación, se colocan en una caja. Luego se procede a secar las plantas proceso que dura entre 10 y 15 días –secarlas adecuadamente permitirá su buena conservación–, posteriormente es necesario prensarlas con elementos que hagan la presión necesaria para que éstas eliminen agua, se conserven sin perder sus características principales y su aspecto sea lo más similar posible al que tenían en la naturaleza. Luego de la espera, se levantan con cuidado los materiales utilizados para el secado, se toma suavemente cada planta seca y se pegan sobre una página del herbario con un poco de pegamento o papel adhesivo; y para finalizar en la etiqueta de la parte inferior de la página anotamos cuidadosamente el nombre de la planta, la fecha de recolección, dónde se encontró, entre otros datos.

Por ejemplo las fichas de nuestro Herbario, contienen datos básicos como el Nombre Vernáculo o común; datos taxonómicos como el Phylum[5], la Clase, el Orden, y la Familia de la planta; datos del territorio explorado y el tiempo en que se hizo el ejercicio como la Localidad y la Fecha; y por último la persona o grupo Colector.

Detalle de la ficha de identificación de la planta de Pepino. Jiménez, S. (2017). Herbario del Instituto Pedagógico Nacional de 1973. Fuente: Museo Pedagógico Colombiano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Respecto a sus características, reúne 95 especímenes de diferentes organismos de clima frío, clasificadas en tres grupos: Plantas Ornamentales, Plantas de Cultivo y Maleza, las cuales provienen de tres sitios distintos, pero de características ambientales semejantes como Bogotá, Fontibón y Sibaté; y su estado de conservación es bueno.

En general, los herbarios son elementos que tienen dos objetivos, desde una perspectiva académica promover la documentación, clasificación, identificación e investigación de la flora, los ecosistemas y ambientes naturales, de un territorio determinado y apoyar la educación dentro de áreas diversas como la taxonomía, botánica, anatomía, morfología vegetal, medicinal, entre otras; y desde una perspectiva humana contribuir a generar una mayor conciencia y valoración de los recursos naturales como una fuente de riqueza en nuestro territorio.

Como material de apoyo para la enseñanza de las ciencias naturales y la compresión biológica de nuestro entorno, entendemos la importancia de los herbarios, primero, como documentos para conocer las plantas locales, regionales, nacionales e internacionales; conservar ejemplares de las plantas endémicas (propias y exclusivas de zonas determinadas) y en peligro de extinción; y especialmente educar formal e informalmente a las personas sobre la importancia y la diversidad de las plantas; y segundo, como materiales documentales de la evolución biológica del territorio para la reflexión académica, la labor pedagógica y el contexto educativo, desde una perspectiva de conversación  y protección del medio ambiente y nuestra naturaleza.

Para conocer el Herbario del IPN, otros objetos de la historia y la práctica pedagógica, y los archivos pertenecientes al fondo documental que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional. 

También los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/ y a explorar nuestra página web http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Herbarios; Ciencias Naturales; Biología; Medio Ambiente, Pedagogía; Enseñanza; Plantas Naturales; Museo Pedagógico Colombiano.

 

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Referencias

Udea.edu.co. (2019). Herbario. Fecha de consulta: 14 Nov. 2019. Desde: http://www.udea.edu.co/wps/portal/udea/web/inicio/unidades-academicas/ciencias-exactas-naturales/herbario

Klorane Botanical Foundation. (2019). La elaboración de un herbario. Fecha de consulta: 15 Nov. 2019. Desde: https://www.kloranebotanical.foundation/es/la-elaboracion-de-un-herbario

Herbario. (2019, 27 octubre).  Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: 15 Nov. 2019. Desde: https://es.wikipedia.org/wiki/Herbario#Tipos_de_herbarios_y_de_colecciones

Reserva el Edén. (2019). El herbario y su importancia. Fecha de consulta: 18 Nov. 2019. Desde: http://reservaeleden.org/plantasloc/alumnos/manual/07a_el-herbario.html

Bernal Jiménez, R. (1932). La réforme educative en Colombia. Roma: Imprenta Augustinienne.

Ministerio de Educación Nacional. (1932). Pensum-programa y reglamento del Instituto Pedagógico Nacional para señoritas. Bogotá: Escuela Tipográfica Salesiana.

Radke, F. (1936). Historia del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas desde 1927 hasta 1935. Bogotá: Editorial El Gráfico.

Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar

[1] La corografía (del griego, χῶρος (chṓros), que significa un trozo de tierra ocupado por una persona o cosa) es la descripción de un país, de una región o de una provincia. Presta especial atención a las condiciones físicas del terreno y al paisaje, además se tiene en cuenta el estudio de los topónimos. Este tipo de estudios eran muy valorados por sus implicaciones económicas. Los objetos de estudio del corógrafo son, primero, la toponimia, después la situación así como sus límites y extensión. Posteriormente, estudia los rasgos climáticos más destacados, acabando por la comunidad humana que la conforma.

Fuente:  https://es.wikipedia.org/wiki/Corograf%C3%ADa

[2] Bernal Jiménez, R. (1932). La réforme educative en Colombia. Roma: Imprenta Augustinienne.

[3] Ministerio de Educación Nacional. (1932). Pensum-programa y reglamento del Instituto Pedagógico Nacional para señoritas. Bogotá: Escuela Tipográfica Salesiana.

[4] Radke, F. (1936). Historia del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas desde 1927 hasta 1935. Bogotá: Editorial El Gráfico.

[5] El Filo (phylum, plural phyla) (también, tronco o tipo de organización) es la categoría taxonómica que agrupa a los organismos relacionados entre sí en el tiempo por vía de descendencia evolutiva, desde sus primeros representantes hasta los actuales.  Es una categoría situada entre el reino y la clase, y usada en los reinos animales (35 filos), fungi (6 filos), protistas y dominio bacterias, y en botánica (reino plantas) (12 filos). Fuentes: https://www.biodic.net/palabra/phylum/#.XdL089VKiM8
https://es.wikipedia.org/wiki/Filo

Pieza del mes de septiembre de 2019: Fotografía de Franzisca Radke

Como pieza del mes de septiembre hemos seleccionado una Fotografía de Franzisca Radke de la década de los cincuenta que pertenece a la colección fotográfica del Museo Pedagógico Colombiano. Ella nació en Aquisgrán (Alemania) en 1892 y falleció en Boppard del Rhin en 1985; y en su formación académica se especializó en alemán y francés, realizó estudios de geografía y se doctoró en filosofía en las universidades de Bonn, Berlín y Marburgo; llega a Colombia en 1926 y es una figura significativa para la historia de la formación docente y la construcción de la memoria pedagógica del país por ser pionera en la configuración y organización del sistema educativo colombiano que impulsó la profesionalización de maestros, profesores y la fundación de la carrera docente a nivel universitario.

Para contextualizar, el equipo alemán dirigido por Radke llega por primera vez en el marco de segunda de las tres Misiones Pedagógica Alemanas que se desarrollaron en Colombia, las cuales enmarcaron el horizonte educativo nacional –tengamos en cuenta que indiferente del partido político que lidere cada gobierno, la educación ha sido un camino para alcanzar el desarrollo y la modernización, incluso también ha sido instrumento para el adoctrinamiento–.

La intervención del equipo alemán en Colombia durante la Segunda Misión Pedagógica (1924–1935) contratada por el gobierno conservador de Pedro Nel Ospina (1922–1926) en el marco político de la hegemonía conservadora (1900–1930) se enfocó en el carácter político de las ideas impartidas en la escuela, sugirió el cambio del rol de la mujer en la educación, incluyendo su formación académica en los grados de bachillerato, diseño la Ley de Instrucción Pública de la época para reformar la educación normalista y reestructuró la formación de maestros dando las directrices de organización para los institutos pedagógico de varones y señoritas.

Fruto del trabajo conjunto entre el gobierno y el equipo alemán, el 9 de marzo de 1927, el Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas (IPN) abre sus puertas –en el antiguo edificio escolar construido para el Instituto conocido como el palacio de la Avenida Chile, ubicado en Chapinero entre las calles 72 y 73– con el fin de formar mujeres docentes, quienes obtenían el título profesional y oficial de “Institutora”, siendo Franzisca Radke la primera directora del Instituto.

El Instituto, sería el primer proyecto estatal de unificación para la formación de la actividad de los maestros y la enseñanza en el país bajo un régimen laico y el control directo del gobierno nacional. En el IPN se aplicó un conjunto de conceptos y prácticas introducidos por Radke, como la Escuela Activa que estaba en contra de la educación ‘memorística’; la Psicología Experimental, la Psicología Social relacionada con la orientación profesional y la educación especial; la Higiene Escolar; los exámenes escolares, y la experimentación con los métodos activos.

Para 1928, el Instituto, había adquirido un carácter nacional, al contar con alumnas de la mayoría de los departamentos del país, y se convirtió en una institución experimental, cuyas innovaciones reorientaron la legislación pública que definía la formación del magisterio en Colombia.

En 1929, el Instituto empieza su crecimiento como lo determina el Decreto 145 del 28 de enero de 1927, dando cumplimiento a la Ley 25 del 6 de noviembre 1917, que dice en el Artículo 1º:

Habrá en la capital de la república un Instituto Pedagógico Nacional para institutores y otro para institutoras, donde se eduquen en la ciencia pedagógica maestros y maestras de escuela inferior, superior y normal, profesores aptos para la enseñanza didáctica y para la dirección e inspección de la enseñanza pública nacional[1].

De acuerdo con lo enunciado en este artículo, entre 1927 y 1934, se crearon los diferentes programas que cubrieron todos los niveles educativos, de esta manera surgen los siguientes: en 1927 el de Formación de Maestras a nivel inferior y superior, en 1929 la Escuela Anexa Primaria, en 1933 la Escuela Montessori para maestras de Kindergarten desde la cual se puso en servicio el primer Jardín Infantil público del país en 1934, y finalmente la Primera Facultad de Educación para mujeres en 1955 germen para la creación de la Universidad Pedagógica Nacional.

Durante este período, el Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas reemplazó a la Escuela Normal Femenina del Estado de Cundinamarca. Radke y su equipo no sólo se encargaron de la organización académica del Instituto, sino que también buscó condiciones más dignas para las estudiantes. En su paso por el IPN introdujo en las instancias estatales e institucionales la idea de que para formar hay que estar bien formado, y asimismo, formando educadores más creativos, participativos e innovadores, éstos podrían tener la capacidad de formar estudiantes civilmente activos y conscientes de sus derechos y deberes como ciudadanos y de su responsabilidad colectiva con el país.

Sin embargo, cuando el partido conservador pierde las elecciones presidenciales, desde 1930 y hasta 1945, los gobiernos liberales especialmente el de Enrique Olaya Herrera y Alfonso López Pumarejo efectuaron cambios en torno al proyecto educativo nacional, y le también exigen abandonar el país debido a supuestas afinidades con el Partido Nacional Socialista (Nazi) alemán.

Francisca Radke, regresa a Colombia entre 1952 y 1957, y su segunda estancia coincide nuevamente con gobiernos conservadores. Durante este período analiza los avances de sus aportes e identifica algunos retrocesos en el panorama educativo nacional –ocurridos en los gobiernos liberales–. Sin embargo, impulsó el ascenso de la formación docente al estatus de carrera universitaria, surgiendo de este proceso la Universidad Pedagógica Nacional Femenina en 1955, la cual se transformó en Universidad Pedagógica Nacional de Colombia desde 1962.

La inclusión del concepto de pedagogía en la realidad educativa de Colombia y la aplicación de éste en la disciplina y la profesión docente, fueron quizás uno de sus más importantes aportes a nivel de la formación de las prácticas pedagógicas. Además de los aporte referidos, Franzisca Radke también hizo énfasis en la importancia de las capacidades y compromisos de la mujer con la sociedad como seres políticamente activos, considerándosele a la luz de nuestros tiempos contemporáneos como una precursora de la lucha por los derechos de igualdad de género en Colombia, pues a través de su preocupación por la difusión de los derechos de la mujer y su acceso a la educación, enfatizó con vehemencia y carácter político a favor del empoderamiento civil femenino.

Antes de Franzisca Radke el ejercicio de la enseñanza en Colombia, nunca fue muy riguroso y en el horizonte gubernamental no existía el concepto de ‘formación continuada’ para la organización, dotación y cualificación de los maestros, incluso no se pensaba en la educación como una herramienta útil y potente para la formación del carácter de los estudiantes. Además sus contribuciones proponen al Ministerio de Educación Nacional y otras instituciones relacionadas, que las tareas de enseñanza debían tener un contenido diseñado y adaptado para los contextos económicos, sociales y políticos propios del territorio. En este sentido a la luz de la perspectiva del S. XXI, y teniendo en cuenta los desaciertos históricos del sistema educativo colombiano, la labor de Radke es una excepción y un caso para destacar y analizar nuevamente.

Para conocer la fotografía de Francisca Radke, sus textos, otras piezas de la colección fotográfica, los archivos pertenecientes al fondo documental y los objetos de la historia y la práctica pedagógica que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.

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Palabras clave: Misión Pedagógica Alemana; Franzisca Radke; Instituto Pedagógico Nacional; Universidad Pedagógica Nacional; Pedagogía; Educación; Mujer; Maestros; Museo Pedagógico Colombiano.

 

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Referencias

Radke, F. (1936). Historia del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas, desde 1927 hasta 1935. Bogotá: Editorial El Gráfico.

Rodríguez Tarquino, J. (2017). Voces históricas del Instituto Pedagógico Nacional. Revistas.pedagogica.edu.co. Volumen 5 Nº 43 / julio – diciembre de 2017. Fecha de consulta: Septiembre 9, 2019. Desde: https://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/NYN/article/download/8529/6472/  

Fundación Francisca Radke. (2019). Franzisca Radke Fundación Francisca Radke. Fecha de consulta: Septiembre 9, 2019. Desde: https://www.fundacionradke.org/franzisca-radke/

Cogollo, C. (2005). Franzisca Radke. (2005). Franzisca Radke. Fecha de consulta: Septiembre 6, 2019. Desde: https://www.semana.com/especiales/articulo/franzisca-radke/75487-3

Rodríguez R., J. (2019). El papel de las misiones pedagógicas alemanas en la educación colombiana. Noticia – Universidad del Norte. Uninorte.edu.co. Fecha de consulta: Septiembre 6, 2019. Desde: https://www.uninorte.edu.co/web/grupo-prensa/noticia?articleId=14224669&groupId=73923

Aprende.colombiaaprende.edu.co. (2018). Franzisca Radke, pionera de la educación en Colombia. Colombia Aprende. Fecha de consulta: Septiembre 7, 2019. Desde: https://aprende.colombiaaprende.edu.co/es/agenda/noticias/franzisca-radke-pionera-de-la-educaci%C3%B3n-en-colombia

ipn.pedagogica.edu.co. (2019). IPN: Instituto Pedagógico Nacional. Reseña histórica \ Desde 1927 hasta el 2000. Fecha de consulta: Septiembre 7, 2019. Desde: http://ipn.pedagogica.edu.co/vercontenido.php?idp=1&idh=11&idn=279

[1] Radke, F. (1936). Historia del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas, desde 1927 hasta 1935. Bogotá: Editorial El Gráfico. Pág. 5