Estimados/as visitantes, escuchas y lectores, los invitamos a disfrutar de un conjunto de pódcasts realizados en el marco de la virtualidad -Covid-19- por estudiantes de práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional.
En esta ocasión, difundimos un pódcast sobre los tres tomos de los manuales de ‘Lecciones de Cosas‘ de 1921, que resalta la importancia de las ideas de la pedagogía propuesta por Enrique Pestalozzi, el método intuitivo mediante el cual se llega al aprendizaje, y la enseñanza de los elementos del universo «de las cosas a las palabras (ideas)».
Estimados/as colegas, lectores y visitantes, compartimos la pieza audiovisual realizada con apoyo de La Pedagógica Radio, para la difusión de la «Campaña de Donación de Objetos y Documentos – Tus recuerdos escolares en el Museo», la cual tiene el objetivo de ampliar la colección de materiales, objetos y fondos documentales, y asimismo consolidar la memoria material del Museo Pedagógico Colombiano, la cual tendrá una duración de tiempo entre el 2 de mayo y el 10 de Junio de 2022.
La recepción de los elementos se hará entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m., en las instalaciones del Museo Pedagógico Colombiano, ubicado en Calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) Centro Cultural ‘Paulo Freire’.
Estimados/as colegas y visitantes, compartimos la celebración del 30 Aniversario del Centro de Investigación MANES, fundado por iniciativa del profesor Federico Gómez Rodríguez de Castro, siguiendo el modelo establecido por el profesor Alain Choppin, creador del proyecto ENMANUELLE en el Institut National de Recherche Pédagogique (INRP) en Francia. En el año 1992 se firmó el convenio de colaboración entre la UNED y el INRP, y ese año constituyó, la fecha oficial de nacimiento de MANES.
Para iniciar la celebración del 30 aniversario, se editó un calendario del año 2022, que ha sido elaborado por la Biblioteca Central de la UNED el cual fue ilustrado con portadas de libros escolares del Fondo MANES que se conservan en dicha Biblioteca. Con este calendario ilustrado se ha querido conmemorar también el 50 aniversario de la fundación de la UNED, que se cumple este mismo año.
Estimados/as colegas y visitantes, compartimos la información sobre la exposición: «Revivir la Escuela», inaugurada por motivo de la celebración del 30 Aniversario del Centro de Investigación MANES, en la cual se incluyen materiales del Fondo Histórico Documental tales como cuadernos escolares, trabajos de alumnos, programaciones de clase, láminas murales, documentos personales de maestros y maestras, etc. La exposición estará abierta al público del 28 de abril al 20 de mayo en la Facultad de Educación de la UNED (c/Juan del Rosal, 14, 28040 – Madrid).
El Fondo Documental de MANES está disponible para su consulta en el Archivo General de la UNED, que desde ahora se encargará de su custodia, catalogación y conservación.
Para consultar información detallada sobre la exposición dar click en el siguiente enlace: Exposición Revivir la Escuela.
Estimados/as colegas, lectores y visitantes, compartimos la información sobre el lanzamiento de la «Campaña de Donación de Objetos y Documentos – Tus recuerdos escolares en el Museo«, la cual se realizará con el objetivo de ampliar la colección de materiales, objetos y fondos documentales, y asimismo consolidar la memoria material del Museo Pedagógico Colombiano, la cual tendrá una duración de tiempo entre el 2 de mayo y el 10 de Junio de 2022.
Se recibirán: Manuales Escolares, Textos, Libros; Implementos antiguos de uso en la Enseñanza y Vida Escolar; Cuadernos; Material Científico; Juguetes; Material Didáctico; Fotografías antiguas; Documentos y Elementos relacionados con la Memoria e Historia del antiguo Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas y la Universidad Pedagógica Nacional, los cuales abarcaran un marco de tiempo a partir del siglo XIX y hasta 1965.
La recepción de los elementos se hará entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m., en las instalaciones del Museo Pedagógico Colombiano, ubicado en Calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) Centro Cultural ‘Paulo Freire’.
Estimados/as colegas y visitantes, el Museo Pedagógico Colombiano tiene el gusto de invitarlos a participar en el panel: ¿para qué sirve un Museo Pedagógico, hoy?, que se trasmitirá de forma virtual desde el canal de YouTube del Museo Pedagógico Colombiano.
Organizadores:
Museo Pedagógico Colombiano
Red Latinoamérica de Estudios en Historia de la Cultura Material Escolar/Rede Latino-Americana de Estudos em História da Cultura Material Escolar
Panelistas:
Alejandro Álvarez Gallego Museo Pedagógico Colombiano Universidad Pedagógica Nacional
Carmen Sanchidrián Blanco Universidad de Málaga Museo Andaluz de la Educación
Moderador:
Alexander Aldana Bautista Licenciatura Ciencias sociales Universidad Pedagógica Nacional
Hora Colombia: 9:00 a.m. / Hora España: 4:00 p.m. / Hora Argentina: 11:00 a.m. / Hora Chile: 10:00 a.m. / Hora Brasil: 11:00 a.m. / Hora Paraguay: 10:00 a.m.
Producto del trabajo conjunto entre el equipo del Museo Pedagógico Colombiano y el grupo de práctica de la Licenciatura de Artes Visuales 2021-1, ponemos a disposición de nuestros visitantes el Libro Virtual: «Orbis Sensualium Pictus, los Juguetes Antiguos en Imágenes«.
Dicho trabajo, retoma y reinterpreta visual y pedagógicamente el trabajo desarrollado por el ‘Padre de la Pedagogía’ Juan Amós Comenio en su libro «Orbis Sensualium Pictus» de 1658, también conocido como «El Mundo en Imágenes», se planteó como una enciclopedia ilustrada que posibilitara la enseñanza del latín a través de imágenes con descripciones que daban cuenta de las cosas fundamentales del mundo y de las actividades de la vida. Se trata entonces de la primera enciclopedia visual e ilustrada realizada para niños, convirtiéndose en una obra fundamental e influyente dentro de la historia de la pedagogía universal.
Al respecto, a partir de la reinterpretación de la obra de Comenio, nace la propuesta del «Orbis Sensualium Pictus, los Juguetes Antiguos en Imágenes«, la cual, relaciona en orden alfabético y pone en diálogo pedagógico y didáctico diferentes objetos de la colección de juguetes del Museo Pedagógico Colombiano, a través de fotografías, ilustraciones diseñadas por el grupo de practicantes y emociones sensoriales vinculadas a cada una de las piezas. Además, incluye la descripción, la definición poética y un juego de palabras para cada uno de los elementos incluidos en la publicación.
Para consultar el libro virtual dar click en el siguiente enlace:
Antes de comenzar, te invitamos a escuchar nuestro Pódcast sobre el Manual de Enseñanza Mutua, realizado por estudiantes de Práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional:
Como pieza del mes, hemos elegido el ‘Manual deEnseñanza Mutua para las Escuelas de Primeras Letras’, que hace parte de la colección de Cartillas y Manuales de Disciplinas Escolares que pertenecen al Fondo Documental Bibliográfico del Museo Pedagógico Colombiano, el cual fue comisionado especialmente por el Director General de Instrucción Pública de la República de la Nueva Granada en 1845, y redactado por José María Triana, prócer de la independencia y considerado uno de los primeros pedagogos de nuestro país en la época en que inició la conformación y definición de la República en el territorio nacional.
Herencia directa de la pedagogía de la Escuela Lancasteriana, fue el primer método oficial para la enseñanza utilizado en el territorio colombiano, el cual adoptó las prácticas del Sistema de Enseñanza Mutua, ideado e implementado por el pedagogo inglés Joseph Lancaster a finales del siglo XVIII, en el contexto y sociedad marcado por la Revolución Industrial (1760–1840) periodo en que la humanidad vivió el mayor conjunto de profundas transformaciones económicas, tecnológicas, culturales y sociales de la historia.
El proceso de génesis y legitimación de nuestro Estado–Nación, como la ordenación y consolidación de la República, tuvo entre otros fines la formación de la población que habitaba el territorio, como un mecanismo para instruir al pueblo y lograr la conformación de una sociedad más justa y buscar mejor calidad de la existencia humana, para dicho propósito los habitantes debían ser instruidos en el aprendizaje de un conjunto de saberes básicos (lectura y escritura en un principio) y conocimientos a través de las primeras escuelas públicas como concepto y espacio de sociabilidad fundamental, que los llevarían a alcanzar el estatus ciudadanos desde una noción de patriotismo, moralidad y el entendimiento de los derechos y deberes que caracterizan el buen funcionamiento de una sociedad:
[…] lo que necesitaba el Estado eran buenos ciudadanos y estos no brotaban por naturaleza, sino que se formaban por la buena educación que lograría desterrar la ignorancia generada en la Colonia […] (Sánchez, 2006, p. 85).
Por lo cual, para dicha tarea, se tuvo en cuenta la creación de las Escuelas de Primeras Letras que existieron en el país desde 1822, en ese orden de ideas, se decretaron las siguientes leyes relacionadas:
“La ley 8 del 2 de agosto de 1821 establece en Colombia la instrucción pública obligatoria para los niños entre 6 y 12 años de edad, y otros decretos que pretenden la uniformidad de métodos, y de contenidos, agregando el conocimiento de los derechos y deberes del hombre en sociedad y formación de maestros para la difusión del método lancasteriano” (Gutiérrez, 2014, p. 129).
“La ley del 6 de agosto de 1821 establece la creación de escuelas para niñas en los conventos de religiosas, y en lugares con más de 100 habitantes, toda provincia debía tener por lo menos un colegio con fondos locales y si los gastos de la guerra lo permitían con fondos del tesoro nacional, escuelas normales con el método lancasteriano o enseñanza mutua” (Ibíd).
De esta forma, adoptar los principios y prácticas pedagógicas del Sistema de Enseñanza Mutua, implicó pensar por primera vez en la concepción del sistema educativo colombiano, al menos en la época en que nuestro país era conocido como ‘La Gran Colombia’ (1819–1831).
Respecto al Manual, cuando este llegó a La Gran Colombia, tuvo dos traducciones, la primera en 1822 y la que es objeto de nuestro interés hasta 1845, realizada por Don José María Triana (1792-1855) nacido en Zipaquirá, considerado el institutor y pedagogo más antiguo de la República colombiana, quién por pedido directo del General Francisco de Paula Santander, fue encargado de regentar en Bogotá la primera escuela fundada por el sistema de Lancaster, de esta manera, fundó el 1ro. de julio de 1827 el primer colegio de enseñanza privada en Colombia, donde se puso en marcha el sistema de enseñanza mutua hasta entonces desconocido en el país.
Más adelante, a consecuencia de sus preocupaciones y desvelos por la enseñanza, en 1845 la Dirección General de Instrucción Pública le confió la redacción de algunos manuales para los métodos de enseñanza primaria, que posteriormente se publicarían; y también, el Gobernador de la provincia de Bogotá, lo encargó de fundar la Escuela Normal y de dar clases en ella. Además de las actividades de índole pedagógico y disciplina escolar, también desempeñó varios cargos públicos, entre ellos el de la Dirección de la Escuela Normal, para el que fue nombrado en 1849, y donde se mantuvo hasta 1854 –pocos meses antes de su muerte–.
Respecto al legado de su producción literaria de orden pedagógico, cabe resaltar además del Manual de enseñanza mutua para las escuelas de primeras letras, los siguientes:
Manual del sistema de enseñanza mutua aplicada á las escuelas primarias de los niños de 1826.
Lecciones de Gramática Castellana arregladas al método de enseñanza mutua, aprobadas por la Dirección General de Instrucción Pública y mandadas enseñar en las escuelas de la Nueva Granada de 1846.
Manual que deben tener presente los profesores de las escuelas para la enseñanza de gramática castellana, según el método de Pestalozzi de 1846.
Manual para los preceptores de enseñanza primaria ó instrucción moral y religiosa, adoptado por las escuelas de la provincia de Bogotá de 1851.
Para tener en cuenta, los Manuales escolares sirvieron como objeto de la enseñanza desde el siglo XVII, constituyéndose como la exposición de una disciplina escolar de manera ordenada y secuencial, estos estaban dirigidos exclusivamente a los maestros, pues una de sus funciones se fundaba en regular las prácticas de enseñanza y los saberes que circulaban por la escuela, pero también cumplían la tarea de:
“simplificar las escrituras y los lenguajes que existían […]. Este modo de simplificación era concebido como un arte, dado su carácter de reducción de la proliferación de signos y significaciones. El manual debía decir en forma simple lo que era complejo y que los tratados o estudios eruditos no hacían, pues eran dirigidos a un público especializado” (Quiceno, 2001, p. 53).
Para comprender el concepto de Enseñanza Mutua, herencia del ‘Lancasterianismo’, debemos comentar algunas de sus particularidades, desde las cuales se entiende la importancia misma de nuestra pieza del mes, así, los principios del método, lo definían como un sistema de fácil y rápida disciplina escolar, donde primaban el absoluto silencio y el orden exigente, para alcanzar con éxito y en tiempo breve el aprendizaje de los niños y la labor del maestro sin ningún tipo de distractores. Igualmente, en la Escuela Lancasteriana, los estudiantes, dirigidos por el maestro, seguían un curso de instrucción o aprendizaje mutuo, es decir, que la enseñanza se daba de manera compartida, de ese modo, los estudiantes más avanzados o con mayor progreso en el aprendizaje de la lectura, escritura, aritmética, compartían sus conocimientos con los estudiantes menos aventajados colaborando con el maestro en los procesos de aprendizaje, de esta manera, se convertían en monitores dentro del espacio del aula escolar. Entonces, por la dinámica propia de este modelo, también podía enseñar alguien que estaba en proceso de aprender, y gracias a los estudiantes monitores, el maestro tenía la capacidad de atender entre 500 y 1000 niños en una sola Escuela, siendo, además un modelo eficiente y económico de escuela para las masas.
Para finalizar, exponemos algunos aspectos interesantes de los propósitos pedagógicos del Manual escritos por el autor. Así, en la introducción describía:
Sobre, los monitores y la mutualidad como base para la enseñanza según este método, Triana precisaba:
Para concluir, en las observaciones finales del Manual, el autor a modo de hacía una plegaria a modo de anhelo para los objetivos del “proyecto pedagógico” nacional de la época:
Así, resaltamos el legado histórico del Manual de Enseñanza Mutua, por su impacto histórico en el desarrollo de las actividades de instrucción realizadas en las primeras escuelas públicas de enseñanza fundadas en la nación después del periodo colonial, y su aporte en la evolución de los modelos pedagógicos y las primeras reformas educativas que se implantaron en el país dentro del naciente “sistema escolar colombiano” del siglo XIX, donde una incipiente idea de Estado “moderno” y educador, se planteó un proyecto para generalizar los conocimientos más indispensables en provecho de la formación y construcción de ciudadanos para legitimarse como República.
Para conocer y consultar el Manual de Enseñanza Mutua para las Escuelas de Primeras Letras, otros textos, manuales de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras clave: Manual de Enseñanza Mutua; José María Triana; Joseph Lancaster; Manuales Escolares; Educación; Enseñanza Mutua; Monitores; Maestro; Proyecto de Nación; Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias
Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar
Quiceno, H. (2001). «El Manual Escolar: Pedagogía y Formas Narrativas». En: Revista Educación y Pedagogía. Medellín: Facultad de Educación. Vol. XIII, No. 29-30, (enero-septiembre), pp. 53–67. Recuperado de: https://www.academia.edu/11799932/EL_MANUAL_ESCOLAR_PEDAGOGÍA_Y
Orjuela, L. (1910). José María Triana: Prócer de la Independencia y pedagogo el más antiguo de la República. Biografía tomada «del número extraordinario de la Revista de Instrucción Pública, editado con motivo del Centenario de la Independencia Nacional«. Bogotá, Imprenta Nacional. Recuperado de: https://biblioteca.academiahistoria.org.co/pmb/opac_css/doc_num.php?explnum_id=488
Escucha nuestro Pódcast sobre los Manuales de Lecciones de Cosas, realizado por estudiantes de Práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional:
Como pieza del mes, hemos elegido los tres tomos de los manuales escolares conocidos como Lecciones de Cosas escritos por el dibujante, artista gráfico y diseñador editorial catalán Carles Barral i Nualart (1879–1936), que hacen parte de la colección de Libros de Escuela, Manuales y Cartillas que pertenecen al Fondo Documental Bibliográfico del Museo Pedagógico Colombiano, los cuales fueron escritos en 1921 y corresponden a la octava edición del texto.
Los tres volúmenes son de carácter instructivo y didáctico, y cuentan con dibujos e ilustraciones a blanco y negro, realizados por el mismo autor y otros tantos pertenecientes a la plantilla de ilustradores de la Editorial Seix y Barral Hermanos, en cuyos talleres litográficos se imprimieron, por ejemplo, carteles, cromos y todo tipo de material gráfico de artistas reconocidos españoles como Apeles Mestres, Ramón Casas, Francisco de Cidón, Joaquim Renart, Cayetano Cornet o Pere Montanyà, entre otros.
La Industria Editorial y Gráfica Seix y Barral Hermanos, fue fundada en Barcelona (España) en 1911, como una empresa de artes gráficas, publicidad y litografía de carteles; aunque sus primeras obras fueron sobre historia y literatura juvenil; también fueron proveedores de catálogos de juguetes para niños, mapas, ejercicios, figuras geométricas, etc. para los estudiantes de la época, a quienes también se dirigió la publicación de libros de texto y numerosas colecciones y obras, de carácter pedagógico del ámbito español.
Los Manuales escolares sirvieron como objeto de la enseñanza del siglo XVII, constituyéndose como la exposición de una disciplina escolar de manera ordenada y secuencial, estos estaban dirigidos exclusivamente a los maestros, pues una de sus funciones se fundaba en regular las prácticas de enseñanza y los saberes que circulaban por la escuela, pero también cumplían la tarea de:
“simplificar las escrituras y los lenguajes que existían […]. Este modo de simplificación era concebido como un arte, dado su carácter de reducción de la proliferación de signos y significaciones. El manual debía decir en forma simple lo que era complejo y que los tratados o estudios eruditos no hacían, pues eran dirigidos a un público especializado” (Quiceno, 2001, p. 53).
Con el inicio de la Escuela Nueva a finales del siglo XIX y su consolidación a inicios del siglo XX, que buscaba superar el modelo Lancasteriano propuesto desde la ‘Escuela Tradicional’ ligada a la Iglesia Católica, en el que la memorización de los contenidos era la estrategia central para la transmisión de los conocimientos o información, nació la implementación de nuevos métodos para la enseñanza, e incluso se modificaron ciertas dinámicas escolares tradicionales, como la centralidad de la educación basada en el profesor.
En este contexto asociado a una propuesta para un nuevo planteamiento de Escuela, tuvo gran influencia la experiencia y aportes del pedagogo suizo Enrique Pestalozzi (1746–1827), pues según su biografía, de acuerdo con una vivencia propia como educador, la enseñanza ocurría de manera oral debido a la falta de textos, valiéndose así de diversos materiales que pudieran despertar la curiosidad del niño.
Entonces, mientras él se encontraba explicando a sus alumnos sobre una escalera portátil, las láminas de apoyo de las que hacía uso no se encontraban disponibles, al darse cuenta, un niño le señaló una escalera que se encontraba en el patio junto a la puerta, y de la cual podía hacer uso para continuar con su labor de enseñanza; a partir de dicha experiencia, Pestalozzi tuvo la idea de que este proceso escolar podía transcurrir de otra manera, a través de la intuición del niño.
Tomando en cuenta la experiencia de la escalera, en adelante Pestalozzi enseñó solo por medio de objetos verdaderos, así, los muebles y los demás elementos de la clase, los animales, las plantas, el cuerpo humano, todo cuanto tenía a su alcance, fue el material de que se valió en los ejercicios de intuición, conformando de este modo la base del “método intuitivo” que tanta fama le diera. Trabajando desde entonces lo que se conoce como la pedagogía “intuitiva” u “objetiva”, en la que define la intuición como:
“fundamento absoluto de todo conocimiento, o, con otras palabras, que todo conocimiento parte de la intuición y a ella tiene que poder ser remitido” (Pestalozzi citado en Klaus Runge, 2008, p.44).
De esta manera, la intuición sería el fundamento general de todo conocimiento, desde donde puede distinguirse un aspecto externo, y uno interno. Lo externo como todo aquello que puede recibirse del exterior con la ayuda de los sentidos; y lo interno, como los juicios que se crean a partir de esas impresiones que se han recibido de afuera. La infancia nació allí como un concepto que puede pensarse entonces a partir de la subjetividad.
En Colombia la apropiación de la pedagogía Pestalozziana se desarrolló por primera vez entre los años de 1845 y 1930, como una manera de dejar atrás el método Lancasteriano. Con el apoyo del presidente Mariano Ospina Rodríguez (fundador del Partido Conservador), fue don José María Triana escritor de manuales para métodos de enseñanza primaria del país –como, por ejemplo, el Manual de enseñanza mutua para las escuelas de primeras letras de 1845–, reconocido como uno de los primeros pedagogos colombianos y fundador del Instituto Normal, quien la introdujo en nuestro país, como un recurso para mejorar la enseñanza en las clases de gramática y aritmética.
Sin embargo, los conservadores no fueron los únicos en poner en marcha la “Pedagogía Objetiva”, pues treinta años después en 1872, bajo el gobierno liberal del Olimpo radical esta perspectiva empezó a difundirse por las normales de las capitales todo el país, de la mano de la Primera Misión Alemana que trajo consigo a los “12 maestros protestantes”, asumiéndose como un sistema pedagógico que debía implementarse en el marco del Primer Proyecto Nacional de Educación laica, gratuita, obligatoria y pública.
“Esta vez, ya no se trataba de un procedimiento auxiliar: fue asumida en su integridad, como un método universal, teórico y práctico, como el sistema pedagógico “más moderno para la reforma de la mente de la niñez colombiana”, frente a la pedagogía llamada tradicional: memorista, verbalista y punitiva, asociada por demás a la Iglesia Católica y a los regímenes conservadores y al sistema de enseñanza mutua utilizado durante los dos primeros tercios del siglo XIX” (Saldarriaga, 2001, p. 46).
Al igual que otras apuestas pedagógicas que buscaban formar un ideal de hombre y ciudadano, la perspectiva propuesta por Pestalozzi implementada en Colombia pretendía participar en la configuración de un nuevo “Hombre moderno; práctico, observador del mundo, positivo y, en lo posible, laico” (Saldarriaga, 2001, p. 46), y por esto mismo, de la estructuración de una nueva sociedad, ya que en esta visión no se trataba de la formación del hombre y sus acciones para un bien individual, sino de que sus acciones y que el resultado de estas tuvieran repercusión colectiva y social. Aun cuando se logró implementar en el país, por desacuerdos con la Iglesia Católica, y el partido de oposición se le puso fin a este proyecto, no obstante, el método de enseñanza se siguió impartiendo durante los dos gobiernos siguientes en los períodos de la Regeneración y la República Conservadora entre 1886 y 1930.
Como resultado de este proceso, se dio la inserción y uso masivo de diferentes manuales y cartillas escolares escritos durante todo el siglo XIX, como materiales de apoyo a la enseñanza, entre los cuales se encontraban los Manuales de las “Lecciones de Cosas” que buscaban aproximar a los estudiantes a las palabras a través de los objetos, y que fueron importados a finales del siglo XIX a precios económicos por la Librería Americana de Bogotá de quien era dueño Miguel Antonio Caro. Además, es de gran relevancia resaltar que la mayoría de los manuales usados para seguir el método de Pestalozzi fueron escritos por pedagogos protestantes pestalozzianos.
Basados en el método Pestalozzi, las ‘Lecciones de Cosas’ fueron manuales que les permitieron a los profesores organizar las cosas para poder dirigir la percepción del niño, de lo singular a lo general y de lo visible a lo abstracto. Aquí el estudiante era un sujeto activo que se involucraba en la enseñanza tanto en su pensamiento, como en las experiencias físicas y sensoriales.
En este sentido, los textos de Lecciones de Cosas inspirados en la apropiación y metodología de Pestalozzi volcaron la mirada hacia la infancia, significando una verdadera evolución de las técnicas de enseñanza en la Escuela “Moderna”. Desde allí la Pedagogía ‘Pestalozziana’ estaría basada en un principio esencial a partir del cual, la enseñanza debería suceder de la cosa a la palabra, y de la palabra a la idea, es decir aproximar a los alumnos a las palabras mediante los objetos. Además, el texto recurrió a la imagen y los dibujos, surgiendo el reino de la imagen en la Pedagogía, por lo tanto, nuestra pieza del mes, entro al sistema escolar gracias a la lectura extensiva y con el objetivo de valorar las experiencias y cultivar la curiosidad por lo nuevo.
Sobre las características físicas de los tomos, su tamaño es de 14,5 x 18,5 cm, su extensión varía entre las 150 y 200 páginas y fueron impresos a blanco y negro. Y aunque cada editorial publicaba un solo libro, al respecto, Seix & Barral Hnos. publicó una colección, en la que los formatos gráficos y editoriales de los tres ejemplares eran los mismos, pero que fueron aumentando en especificidad y actualidad de lecciones sobre todo en aquello que tenía que ver con aspectos científicos o técnicos. De esta manera, los manuales fueron aptos para la enseñanza de la Zoología, la Botánica, las Ciencias Naturales, entre otras. Temáticas que se representaron de forma gráfica, con numerosas ilustraciones realistas muy específicas, y descripciones escritas bien detalladas que permitieron acercar al niño al objeto de conocimiento, al entorno real que muestran las lecturas y lógicamente despertar su curiosidad natural por aprender.
Para este propósito, los manuales de Lecciones de Cosas no contenían temas al azar, sino que trabajaban lecciones articuladas y organizadas mediante una secuencia lógica que le permita a los estudiantes acercarse al conocimiento de las cosas, pero que además abría la posibilidad de conocer aspectos de la vida del hombre social para irse formando como tal. Así, los temas más comunes que incluyeron estos manuales eran:
“1. Cosas de la naturaleza, sobre todo las que se pueden considerar de mucha utilidad o imprescindibles para la vida del hombre como: agua, árbol, vino, arcilla, conejo, raíces, caballo.
2. Cosas útiles e indispensables para la vida: Vestidos, trabajo, higiene, esponjas, zapatos…
3. Materias primas: el carbón, el petróleo, piedras, metales…
4. Factores y elementos del progreso y desarrollo del hombre: tren, barco, motor de explosión, telegrama…” (Sánchez, 2014, p.12).
Para finalizar, exponemos la intención descrita por el autor en el prólogo de cada uno de los tomos:
“Las LECCIONES DE COSAS responden a la necesidad de procurar a los maestros padres y en general a todos los que tienen a su cargo la educación de los niños, una amena, variada e instructiva serie de temas para dialogar con sus hijos o alumnos, mezclando lo útil con lo agradable, despertando en los espíritus juveniles un vivo interés y ejercitándoles en los rudimentos de las ciencias, las artes y las industrias” (Nualart, 1921, p.5).
Para concluir, en la parte final del mismo prólogo, el autor también pretendía:
“Inculcar al niño la afición al estudio de los principales conocimientos humanos, sería un magnífico triunfo. Y nuestras LECCIONES DE COSAS sólo aspiran a ayudar al maestro en esta admirable empresa de iniciación espiritual” (Nualart, 1921, p.6).
Así, resaltamos el legado histórico de este conjunto de Manuales Escolares, por su impacto en la evolución e historia de los modelos pedagógicos y las reformas educativas que se implantaron en el país dentro del naciente “sistema escolar colombiano” de finales del siglo XIX y la puesta en marcha y consolidación de la Escuela Nueva durante el siglo XX en Colombia, ya que la introducción de las ideas pedagógicas del modelo Pestalozziano coadyuvaron a transformación de las mentes de los estudiantes, y a la modernización de las Escuelas y la Educación del país, en lo referido a las metodologías y prácticas que enmarcaron el proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que acercó los conocimientos del mundo, la vida y la comprensión del contexto a la infancia a través del desarrollo de la intuición por medio de sus experiencias, y especialmente, desde los objetos del mundo real hacia las palabras y las ideas que aprenderían.
Para conocer y consultar los Manuales de Lecciones de Cosas, otros textos, manuales de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Quiceno, H. (2001). «El Manual Escolar: Pedagogía y Formas Narrativas». En: Revista Educación y Pedagogía. Medellín: Facultad de Educación. Vol. XIII, No. 29-30, (enero-septiembre), pp. 53–67. Recuperado de: https://www.academia.edu/11799932/EL_MANUAL_ESCOLAR_PEDAGOGÍA_Y
centromanes.org (2021). Los Manuales de Lecciones de Cosas – CENTRO MANES. Fecha de consulta: Noviembre 12 de 2021. Desde: http://www.centromanes.org/?page_id=756
Klaus, A. (2008). Las dimensiones de la intuición y del arte de la intuición en Johann Heinrich Pestalozzi: acercamientos antropológico-pedagógicos. Pedagogía y Saberes. 28, p 43–53.
Offir, N. (2015). Las pedagogías de la lectura en Colombia: Una revisión de estudios que se enfocan en el texto escolar durante la primera mitad del siglo XX. Lenguaje, p. 85 –110.
Como pieza del mes, hemos seleccionado el Equipo de Destilación de la colección de implementos escolares de la enseñanza de las ciencias naturales (específicamente en la rama de la Química) del Museo Pedagógico Colombiano. Objeto de manufactura industrial, que perteneció al antiguo Laboratorio de Física y Química del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas, y que como otros objetos de su misma naturaleza fueron donados por la institución al Museo.
Desde el inicio de los tiempos, el hombre se ha inquietado por lo que pasa a su alrededor, cuestionándose acerca de los fenómenos visibles y aún más por aquellos difíciles de observar o incluso entender con facilidad, interrogándose el ¿Por qué? y el ¿Cómo? de lo que sucede en su entorno. Para poder resolver estas inquietudes, con el paso del tiempo se han ido desarrollando métodos que le permitieran comprender y conocer el mundo que lo rodeaba.
Uno de estos fue el desarrollo de la Química como ciencia, de la cual, muchos libros e historiadores señalan su inicio en el siglo XVII con el debate entre Hermann Conring y Ole Borch sobre cómo se originó la Alquimia en la antigüedad, lo que dio paso a la publicación de una gran cantidad de documentos con información de diferente índole acerca de la historia de la química. Durante las décadas siguientes la escritura de textos sobre la documentación histórica de esta continuó desarrollándose, sin embargo, fue hasta en el siglo XIX, cuando aparecieron las publicaciones más importantes acerca de la historia de la química, en su orden: Contribuciones a la historia de la química, vol. 1 y 2 (1869), Opiniones sobre la tarea de la química y sobre los componentes básicos del cuerpo entre los químicos más importantes desde Geber hasta G. E. Stahl. El descubrimiento de la composición del agua (1875); y Alquimia en tiempos antiguos y modernos: una contribución a la historia cultural, vol. 1 y 2 (1886), escritas y compiladas en varios volúmenes por el químico alemán Hermann Franz Moritz Kopp, quién realizó grandes aportes a esta ciencia y su historia.
Con la publicación de aquellos textos y otros más, en los años subsiguientes se masificó la trasmisión de esta disciplina en las distintas facultades de ciencias existentes en el mundo, junto con el surgimiento de las primeras instituciones dedicadas a la historia de esta ciencia. Así, por ejemplo, en Estados Unidos los trabajos de George Sarton contribuyeron a la consolidación de la química como ciencia (Bertomeu y García, 2008, p.58).
En el caso de Colombia, las ciencias naturales fueron el saber escolar de aparición –y aceptación– más reciente, y en el proceso de su inserción y difusión, hay que tener en cuenta tres acontecimientos que fueron antecedentes de este saber en nuestro territorio: la Real Expedición Botánica (1783–1808) liderada por José Celestino Mutis; la Comisión Corográfica (1850–1862) organizada por Agustín Codazzi; y la creación de las primeras cátedras universitarias de historia natural con áreas de estudio como la botánica, zoología, anatomía; anexas a la medicina.
Debido al rechazo de las Teorías de la Evolución, a lo largo del siglo XIX las iniciativas para difundir la biología no recibieron buena acogida en los círculos científicos de las comunidades religiosas que administraban muchas instituciones educativas, fue hasta finales de este siglo, cuando la historia natural como saber se extendió paulatinamente, en instituciones de educación secundaria como el Mayor de San Bartolomé y el Instituto de los Hermanos de la Salle, colegios que a inicios del siglo XX equiparon sus instalaciones con ejemplares de plantas y dibujos botánicos, animales disecados, esqueletos, órganos animales y diferentes tipos de minerales conservados en los denominados Museos Escolares.
A inicios del siglo XX, los discursos principales que configuraban el currículo de las escuelas se centraban en el dominio de los cuerpos y por tanto de las mentes, de tal manera, por un lado, estaba la ciencia con el discurso médico de la Junta Central de Higiene; y por el otro, el discurso religioso de la Iglesia católica, refiriéndose estos dos al cuidado de sí, tanto para estudiantes como para maestros. Con el corte religioso que profesaba esa constitución de currículo,
[…] los responsables de la enseñanza de la química en los colegios eran médicos locales o religiosos dedicados a la docencia de esta disciplina. […] las clases las impartía el profesor, quien, ubicado en una plataforma frente al grupo de muchachos sentados en bancos, procedía a leer el texto de química. Cuando terminaba su lectura, lo cerraba y decía: “tienen que aprenderse eso”. […] estaba en manos de los religiosos decidir qué versión de ciencia y de actividad científica se socializaba. (Gallego, et al, citados en Torres y Guerrero, 2018, p.67)
Luego, con la aparición de la idea de desarrollo y modernización estatal, surgió la necesidad de adaptar la educación del país a este nuevo pensamiento, por lo cual, la Escuela dio un viraje de la centralidad religiosa, hacia una más guiada por la ciencia. Así, a mediados del siglo XX,
“la Normal Superior se convertiría en la institución por excelencia en el proceso de modernización, pluralización e internacionalización del saber en el país” (Saldarriaga y Sáenz, s.f, p. 87),
ya que después del contacto de los científicos colombianos con los últimos avances e investigaciones, y con la llegada de nuevos intelectuales al país, se procuró incluir en las Normales los últimos progresos del saber. Para este fin, las primeras especialidades con las que contó la Escuela Normal Superior fueron: Ciencias Sociales, Filología e Idiomas, Ciencias Biológicas y Química, Física y Matemáticas. De allí que a finales del siglo XX se transformaran las planeaciones de los pénsums académicos concentrando en ellos nuevos objetivos, y metas para plantearle a la educación, implementando nuevas políticas en torno a las asignaturas que se dictaban, entre las cuales se encontraba la Química.
Un claro ejemplo de lo expuesto anteriormente, lo identificamos, cuando la enseñanza de la historia natural empezó a incluirse en el nivel de secundaria y en las instituciones de formación de maestros como el Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas (IPN), que, según el Pénsum de 1936, concentró la enseñanza de las ciencias naturales en tres secciones: Biología; Física teórica y experimental; y Química orgánica e inorgánica. Además, el IPN fue dotado de materiales de enseñanza gracias a las donaciones realizadas entre 1927 y 1936 por diferentes instituciones, pero principalmente por la Segunda Misión Pedagógica Alemana (1924–1935) que donó el mobiliario y gran parte de las colecciones del Museo de Historia Natural que tenía sede en el IPN, como por ejemplo, el Material de Enseñanza Espasa-Calpe: Serie Historia Natural Aplicada, estuches con esqueletos de diferentes especies animales, órganos de mamíferos conservados en formol, herbarios de plantas del mundo, reproducciones en escayola de partes del cuerpo humano y una colección de animales disecados.
Posteriormente, las colecciones de aquel Museo fueron enriquecidas con especies nacionales de animales disecados y con herbarios e insectarios hechos por las maestras en formación. Algunos ejemplares conservados del Museo de Historia Natural del IPN y otros materiales antiguos del Laboratorio de Física y Química como el que estamos reseñando fueron donados al Museo Pedagógico Colombiano y ahora hacen parte de nuestra colección.
Con respecto al nivel universitario, en 1801, José Celestino Mutis apostaría por el establecimiento de una Catedra de Química, junto con un laboratorio que debía funcionar de la mano con la Facultad de Medicina del Colegio del Rosario. Sin embargo, no sólo Mutis realizó estudios sobre esta ciencia, otros como Jorge Tadeo Lozano, José María Cabal, Juan del Corral, etc., también tuvieron la oportunidad de estudiar química en países europeos, aportando dichos conocimientos para hacer grandes contribuciones al temprano desarrollo de esta ciencia natural en Colombia.
A partir de este precedente, fue hasta 1929 con la fundación de la Escuela de Farmacia, cuando se iniciaron las actividades académicas regulares relacionadas con la química en el país. Más adelante, en 1938, se creó el Departamento de Química de la Universidad Nacional de Colombia, para la cual se asignó un presupuesto y la contratación de personal administrativo y docente. En los años siguientes se organizaron los estudios de Ingeniería Química y los cursos complementarios de la profesión; asuntos que sucedieron de manera tardía en otras universidades del país. El establecimiento de los estudios de química en Colombia, y el acercamiento a los nuevos saberes de las ciencias, trajo consigo nuevas perspectivas para entender el país y el mundo, a través de la composición, la experimentación y las propiedades de la materia y su transformación, por medio de ramas del saber cómo la Mineralogía, la Orgánica de los elementos, las Sustancias y las Mezclas; estas últimas son de gran importancia para entender la destilación, y poder comprender, cómo se utilizaba nuestra pieza del mes.
Una mezcla es un material que se encuentra conformado por dos o más sustancias unidas en cualquier proporción, pero que no se encuentran combinados en una reacción química, por lo que sus componentes mantienen su identidad y sus propiedades químicas existentes. Entre ellas encontramos las mezclas heterogéneas, en las cuales es posible reconocer sus compuestos, y las homogéneas, en las que el aspecto es uniforme, y sus componentes difíciles de diferenciar.
La separación de las mezclas constituye un procedimiento importante en la química, debido a que permite según el proceso que se elija (Decantación, Filtración, Tamizado, Destilación, etc.) obtener sustancias puras, que luego permitirán la elaboración de nuevos productos o incluso la vuelta al estado puro de estas sustancias como nuevos aportes a la ciencia. Debido a la composición de las sustancias, los métodos de separación y purificación de las mezclas son distintos, y entre estos encontramos la Destilación.
La Destilación es una de las técnicas de laboratorio más usadas de la industria química, petrolera farmacéutica, industria del perfume y la alimentaria, la cual consiste en la separación de dos o más sustancias líquidas que fueron mezcladas de forma homogénea con anterioridad; así, mediante el proceso físico de ebullición se usan los distintos tipos de hervor de los líquidos que constituyen la mezcla, y se compone de dos fases: la evaporación, en la que el líquido se convierte en vapor, y la condensación en la que el vapor se convierte en líquido.
“Un alambique o destilador está compuesto de tres partes: una vasija en la que se calienta el material que se va a destilar, una parte fría para condensar el vapor producido y un recipiente para recogerlo” (Valiente,1996, p. 76).
La historia de la destilación se remonta a los alquimistas de las civilizaciones antiguas de Mesopotamia, Grecia, Roma, y Egipto, donde se usó esta técnica como baño de María para el tratamiento de sustancias volátiles y metales, uno de los ejemplos era la destilación del agua de mar, con el fin de usarla como agua para beber; mientras que, en Roma, se utilizó para procesos de destilación del vino. El plato que recogía los vapores se llamaba “ambix”,
“posteriormente, ese término se usó para denominar al aparato completo de la destilación, en árabe al-inbīq, de donde procede nuestro alambique” (Valiente, 1996, p. 76).
Debido a la ausencia de otros instrumentos para la medición de las condiciones de las sustancias como: termómetros, disolventes, ácidos, entre otros, el campo de estudio estuvo limitado por mucho tiempo. Sin embargo, con anterioridad se realizaban alcoholes por este método como, por ejemplo, el vino y la cerveza, incluso en un contexto más cercano en la época prehispánica se elaboraron bebidas alcohólicas como el vino de mezcal en el territorio actual de México.
Fue gracias a los antiguos griegos y sus desarrollos de alta calidad en la alfarería, el tratamiento del vidrio y la porcelana, quienes facilitaron la tarea de los alquimistas de la época, pues inventaron hornos en forma de cilindro o cono, dentro de los cuales se ponían varios alambiques, que permitían producir agua de rosas e incluso gasolina, buscando la producción en masa de estos componentes. Un ejemplo de ello es como por medio de la mezcla de flores, frutas o hierbas con agua o alcohol, se lograban destilar los sólidos para la obtención de perfumes líquidos, produciendo así la destilación por la técnica de arrastre de vapor.
Dichos descubrimientos también tuvieron gran auge en Europa, donde se realizaron mejoras a las técnicas de destilado mediante el enfriamiento del tubo de salida del alambique, lo que permitió recuperar sustancias como el alcohol con menor punto de ebullición, los aportes para estos elementos permitieron que la química experimental de la época tuviera grandes avances. Luego, en la Edad Media, la destilación se practicó al interior de los monasterios religiosos y en algunos centros de conocimiento, pero los alcoholes obtenidos se usaban únicamente con finalidades terapéuticas, los primeros destilados de alcohol de uso médico fueron conocidos como “aqua vitae” (solución reconocida en la Alquimia como el elixir de la eterna juventud), que literalmente se traduce como “agua de vida”, y entre el siglo XIV y XV, su uso como remedio se extendió para el consumo eventual en diversas ocasiones y no únicamente para el tratamiento de diferentes malestares, fue a partir de ese momento cuando surgieron los primeros licores de Europa.
En la modernidad, Robert Boyle (pionero de la experimentación en el campo de la química en el siglo XVII) destiló alcohol de madera y vinagre, dando origen a la primera destilación analítica y descubriendo en 1661 el metanol, un tipo de alcohol que se usa mayormente para elaborar combustibles, disolventes y anticongelantes. Con el surgimiento de la Revolución Industrial en el siglo XVIII y las profundas transformaciones que implicó a nivel mundial, se le dieron nuevos usos a este proceso químico como, por ejemplo, la obtención de gas a partir de la destilación seca del carbón lo que le daría un empujón a la Industria del Gas. Ya a mediados del siglo XIX con la refinación del vidrio, los instrumentos de laboratorio lograron una ventaja al sustituir materiales como el metal y la cerámica por uno más resistente y maleable, como consecuencia los alambiques se modificaron también en estructura y material. Desde entonces, la destilación sería una de las técnicas de separación de mezclas más usadas en laboratorios y en la investigación química haciendo grandes aportes a la industria y por supuesto al mundo académico.
Como parte de la enseñanza en la química, se devela la importancia de este tipo de objetos para la didáctica de esta ciencia y para entender las mezclas como parte de la comprensión del mundo que rodea a los estudiantes, y asimismo de la naturaleza y las construcciones realizadas por el ser humano. A su vez, es esencial conocer el método de separación de estas sustancias, exactamente con la técnica de destilación, que en el contexto de los laboratorios se constituyen como trabajos investigativos de experimentación y descubrimiento, que enlazan la teoría con la práctica, procedimientos que permiten la observación de los resultados, aprendiendo a través del ensayo y error, ya que
“la Química requiere de mucha constancia; el trabajo en el laboratorio constituye una herramienta importantísima a la hora de lograr que los estudiantes desarrollen destrezas, habilidades y se adueñen de su propio conocimiento a través de la práctica” (Montero, 2016, p.11).
Se trata entonces de un trabajo colaborativo en el que puede ocurrir el diálogo, la participación activa, discusión de resultados, resolución de problemas, el intercambio de conocimientos, entre otras; en el que el profesor juega un papel muy importante en la guía y enseñanza de la técnica a través de la demostración y acompañamiento a los estudiantes en sus prácticas experimentales, por medio de las cuales, se puede lograr la apropiación, formación y fortalecimiento de los conocimientos específicos de esta área.
Para conocer el Equipo de Destilación del antiguo Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas, otros objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales y bibliográficos que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras clave: Destilación; Química; Mezclas; Sustancias; Laboratorios de Química; Alambique; Pedagogía; Enseñanza; Historia de la Educación; Medicina; Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias
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Radke, F. (1936). Historia del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas desde 1927 hasta 1935. Bogotá: Editorial El Gráfico.
Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar
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Bertomeu, J. & García A. (2008). La historia de la química: pequeña guía para navegantes. Parte I: Viejas y nuevas tendencias. Historia de la química, 104 (1). p. 56–63
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Gutiérrez, A. (1992). 50 años de la química en Colombia. Revista colombiana de Química, 21 (1 y 2). p. 1–6
Montero, P., M. E. (2016). Destilación simple y fraccionada como estrategia metodológica para fortalecer el aprendizaje de la separación de los componentes de una mezcla en los estudiantes de primer año de bachillerato del colegio Hernán Gallardo Moscoso de la ciudad de Loja periodo académico 2013-2014. Tesis. Licenciatura en Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de Loja, (Facultad de educación). Ecuador. 282 páginas.
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