En su compromiso con la conservación, investigación y difusión de la memoria escolar y el estudio sobre la infancia, como también el estudio histórico sobre sus colecciones materiales, el Museo Pedagógico Colombiano eligió como pieza del mes el set de construcción metálica ‘Mecano‘ de la colección de juegos y juguetes del Museo Pedagógico Colombiano.
Basado en la ingeniería mecánica el modelo fue ideado por el inventor, político y negociante Frank Hornby y está compuesto por diferentes piezas metálicas como: tiras, engranajes, poleas, ruedas, ejes, tornillos, tuercas, placas metálicas, entre otros, que encajan y se acoplan entre sí para crear objetos de construcciones cotidianas simples o de mayor complejidad. Mediante la manipulación de palancas y engranajes, fue concebido no solo como un juguete, sino como un mecanismo que cumplía una función educativa para la enseñanza de principios mecánicos básicos, que estimulaba el desarrollo de la creatividad, la lógica y las capacidades sensoriales y corporales.
Fue creado a finales del siglo XVIII en Inglaterra y su comercialización inició en 1901. Conocido como “Mechanics Made Easy” (mecánica simplificada o mecánica hecha fácil) fue patentado por su creador en 1907. Liverpool fue la ciudad en la que se estableció la primera fábrica, pero la alta producción, exigió la creación de una fábrica de mayor capacidad.
La popularización del invento conllevó al registró de la marca comercial Meccano Ltd., y a su expansión a otros países europeos como Alemania, Francia y España en las primeras dos décadas del siglo XX. En este sentido, en España se comercializó una imitación llamada ‘Metaling’ que incluía piezas similares, y aunque las portadas de los manuales de instrucciones eran distintos tenían las mismas ilustraciones de los modelos originales. Entre 1930 y 1931, la marca española acordó con Meccano Ltd. conceder la licencia para la producción y comercialización de Meccano en España.
En Colombia ‘Mecano – The Best’ fue producido por la fábrica Franco–Colombiana C‘hristian Le Paliscot establecida en la ciudad de Bogotá, y el folleto informativo tenía la siguiente descripción: “El juego de construcciones metálicas “MECANO” ha sido concebido y realizado para desarrollar la mente constructiva y el genio inventivo del niño. Con las piezas de la caja “MECANO No. 1” se pueden hacer más de cien (100) construcciones diferentes, la mayor parte de ellas móviles con la ayuda de ruedas de transmisión y de los engranajes especiales.”
Respecto a la fábrica Franco–Colombiana no se halló información, pero una de las fuentes consultadas[1], menciona que el modelo colombiano fue posterior al modelo –Mekanik– de procedencia alemana datado del año 1948, además el diseño y medidas de las piezas es similar.
El juego consta de diferentes piezas metálicas y plásticas con la capacidad de ensamblarse entre sí para la creación de distintos modelos como por ejemplo columpios, carretillas, sistemas de piñones, automóviles, grúas, plataformas, entre otros.
Originalmente contiene un conjunto de piezas contenidas en pequeñas cajas (caja A, caja I, caja II) con 408 piezas, entre las que se encuentran: ejes de 5 centímetros, poleas de trasmisión, tornillos de diferente calibre, tuercas, trinquetes, piñones, llantas, ruedas, manivelas, entre otros. Los tamaños varían, hay algunas muy pequeñas, como también herramientas para el acople o ensamble de las piezas entre sí de fácil manipulación para los niños: destornilladores y llaves inglesas, muy similares al ‘Mekanik’ alemán.
Los colores de las piezas en el modelo original eran rojo, verde y amarillo, pero estos podían variar de acuerdo al fabricante. Para el caso colombiano, combinaba verde oscuro, rojo, mientras que, las piezas plásticas eran de color negro. Igualmente, es importante recalcar que los juguetes de construcción como Mecano, en su mayoría se destinaron principalmente para los niños varones.
Mecano se produjo como un juguete armable y desarmable con el objetivo de terminar con la idea de un juguete estable y terminado. Por ese aspecto, la creación de este tipo modelo de juguetes, tenía una intención por estimular la curiosidad, el ingenio, la intriga, y la creatividad. En el ámbito educativo, nuestra pieza del mes, se podría situar en relación con la Escuela Activa, que encuentra en la ‘acción’ un postulado que favorece la actividad psicomotora de los niños en el proceso enseñanza-aprendizaje. En este método pedagógico a través de la exploración; el juego; los materiales didácticos; la adecuación de los espacios al tamaño de la niñez; la actividad sensorial y el movimiento; los niños se transformaron en el centro del proceso educativo, recordemos que adaptar de la escuela al mundo infantil tuvo un propósito pedagógico, que asentó una nueva mirada sobre la infancia.
Al respecto, Mecano coadyuva al desarrollo de habilidades como: el pensamiento lógico, la creatividad y, la destreza motora. Tengamos en cuenta que, en el desarrollo del pensamiento lógico, la construcción de distintos modelos supone analizar, seguir instrucciones, idear pasos y enfrentarse a desafíos. Para el uso de este modelo, la creatividad es fundamental ya que, da la posibilidad para idear y construir autónomamente los modelos imaginados. Mientras que, las habilidades motrices se desarrollan mediante la manipulación de un conjunto de piezas metálicas y algunas herramientas fabricadas a escala, junto con ellas los niños aprenden a encajarlas para la construcción de formas de construcción, considerando que la cartilla incluida únicamente contiene ilustraciones. En particular, este juguete se usó en las aulas para aprender nociones sobre física, mecánica y matemáticas de manera didáctica.
Por otra parte, este modelo de juguete fue notable para la época en que fue producido, como menciona Cuervo (2017): “el juguete representa la mediación material en las relaciones de los niños con la sociedad” puesto que, en la primera mitad del siglo XX los procesos industriales en Colombia tomaron relevancia en el contexto del impulso de desarrollo económico en la etapa de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). Etapa que buscaba romper con la dependencia industrial a través de las potencias económicas del polo europeo, y cuyo escenario coincidió con la etapa de crecimiento, desarrollo urbano y la construcción de una economía independiente en Latinoamérica. La escuela y los niños no fueron ajenos a dicho proceso, “los juguetes representan la vida en miniatura y por esto, en ellos se pueden leer concepciones del mundo y de la forma como éstas van evolucionando con el tiempo” (Cuervo, 2017); de esta manera, se relaciona este tipo de juguete y su recreación en Colombia a partir del contexto económico e industrial referenciado y sustentado en la siguiente descripción:
«[…] se construyeron posturas que veían en el juego y el juguete la posibilidad de educar e inculcar valores positivos, para formar ciudadanos productivos, trabajadores y útiles; siempre dentro del marco de una concepción de infancia en la que se entendía como la etapa en la que los niños se debían formar para la naciente sociedad moderna e industrial.” (Cuervo, 2017, p. 29).
Para conocer el juego de construcciones metálicas “Mecano”, la colección de otros juegos y juguetes de diferentes materiales y periodos históricos, otros objetos e implementos escolares de la historia, memoria escolar, y la práctica educativa y pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales y bibliográficos que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Juguetes; Mecano; Juguetes de construcciones metálicas; Producción Industrial; Juguetes armables; Cultura Material; Hombre; Infancia; Género; Museo Pedagógico Colombiano.
Autoría: Cristian Camilo Idarraga Ballen – Estudiante de la Licenciatura en Educación Básica con énfasis en Ciencias Sociales. Revisión y corrección de estilo: Museo Pedagógico Colombiano.
En esta ocasión el Museo Pedagógico Colombiano, de acuerdo con su compromiso histórico con la conservación e investigación de la memoria escolar, la difusión de la cultura material educativa, y el estudio sobre la infancia, eligió como pieza del mes la colección general de juegos y juguetes.
En general los juguetes son objetos constitutivos de la historia de la humanidad, reflejan el desarrollo de la civilización humana y han simbolizado el pensamiento de una época, y los rasgos de una cultura y un contexto específico. Desde el inicio de los tiempos los juguetes han estado presente en la vida de los sujetos. En investigaciones realizadas, se han encontrado diversas clases de muñecos en tumbas primitivas y algunos historiadores relatan en sus escritos, cómo en la Prehistoria los niños hacían uso de juguetes de madera, arcilla o hueso; en este sentido, es importante mencionar que registros arqueológicos han hecho visible los vestigios de estos objetos en la antigüedad relacionados con personas adultas1.
Uno de los más antiguos data de hace 4.000 años, y se trata de un sonajero hecho en terracota descubierto en la región de Turquía. En la antigua Grecia, el imperio Romano, la civilización China, Mesopotamia y Egipto también existieron juguetes en forma de estatuillas que representaban humanos o animales. Por ejemplo, se encontró una copa ateniense del siglo V a.C. en el que aparece la figura de un hombre sosteniendo un objeto esférico que pende de un hilo –objeto similar al yoyo–. Sin embargo, a pesar de la existencia de distintos registros de la antigüedad sobre el uso de juguetes rudimentarios como objetos de la vida cotidiana, es en la modernidad con la categoría de ‘Infancia’ cuando este tipo de artefactos constituyeron de manera central la “cultura material utilizada por los niños” (Cárdenas, 2012, p. 31), cultura en la que es posible identificar distinciones de clases sociales y género en la producción y distribución del juguete.
La colección del museo en esta categoría la integra un conjunto de juguetes artesanales, industriales y postindustriales de diferentes naciones,construidos y fabricados entre el siglo XIX y la segunda mitad del siglo XX, vinculados con las transiciones propias que la humanidad ha tenido.
En orden cronológico, según su tiempo, los juguetes artesanales, también llamados juguetes tradicionales o populares, fueron elaborados a mano por artesanos, y generalmente representan y preservan las tradiciones culturales de los pueblos, y se caracterizan por tener colores y figuras típicas de un país o región. Normalmente, este tipo de juguetes fuerontallados y construidos en madera, materiales textiles y trapo; en esta categoría el museo, exhibe yoyos, trompos, resorteras, cocas, pelotas de caucho,muñecas de trapo y tela, entre otros. Estos juguetes, en su mayoría, se elaboraron a mano, y algunos se fabricaron al interior de la cotidianidad de los hogares representando tradiciones. En ese marco de referencia,las muñecas de trapo están vinculadas a las artes y oficios manuales,y a una herencia cultural en la que, se transmitirían creencias, prácticas y costumbres, que además buscaban despertar en las niñas algunos instintos biológicos,como, por ejemplo, la maternidad.
Posteriormente, avances industriales ytecnológicos influirían en suproducción, como se puede evidenciar enlos juguetes industriales. Característicos delperiodo comprendido entre la segunda mitaddel siglo XVIII y finalesdel siglo XIX cuando Europa vivió la RevoluciónIndustrial. En dicho periodo, fue visible latransformación económica, social y tecnológicaque incidió directamente en la elaboración dejuguetes, los cuales comenzaron a producirse industrial y masivamente empleandonuevosmateriales como la hojalata, material de uso popular hasta la segunda mitad del siglo XX (Banet, 1981).
En un principio, esta clase de juguetes eran una copia a escala de los objetos y utensilios domésticos que se tenían en el hogar: vasijas, platos, cocinas, ollas, entre otros. Sin embargo, la industria tuvo como objetivo la invención de nuevos juguetes con mecanismos diferentes y novedosos; con tal fin, incursionaron en la fabricación de modelos de los transportes modernos para la época, entre otros artefactos.
Además, se empezaron a emplear los mecanismos de cuerda en los juguetes denominados “autómatas” o con movimiento propio. En dicha categoría el Museo Pedagógico Colombiano, exhibe pequeñas planchas y cocinas de hojalata, tanques de guerra y juguetes bélicos, tractores, vehículos a escala, juguetes de construcción de modelos en piezas metálicas, entre otros.
Durante el siglo XX la fabricación de juguetes modernos estuvo determinada por la inserción del plástico en la industria, este material, represento una opción para la elaboración de juguetes higiénicos con componentes asépticos (Motta, 1983). En la década de los años treinta se construyeron muñecas fabricadas en fibra de celulosa que es el nombre comercial del material plástico derivado del nitrato de celulosa. Por último, mediante la incorporación de pilas y baterías, los mecanismos eléctricos comienzan a integrarse en los juguetes postindustriales. Dentro de esta categoría, también se conservan algunos a escala que replican el funcionamiento original de elementos como máquinas de coser, cámaras cinematográficas, trenes, juguetes con mecanismos de cuerda, sonidos y colores, entre otros.
Además de los referidos se exhiben algunos juguetes de orden didáctico y lúdico, como loterías, dominó, juegos de mesa, entre otros.
Respecto a la industria del juguete,según Aristizábal su fabricacióninvolucró temas de género, oficio y roles. Al iniciar la infancia,se buscaba enrolar a los niñoshacia su vida adulta; en tal caso, los juguetes de aeronaves o automóviles generaban inclinación a labores como la aviación o conducción para los niños, mientras que, con las baterías de cocinas se instruyó el oficio de ama de casa para las niñas. Por tanto, la carga simbólica del juguete mantuvo los roles sociales impuestos en el momento, y,asimismo, las representaciones de las formas de vida que los infantes debían interiorizar para desarrollarlas en la vida práctica durante su adultez. Entonces, los juguetes estimularon las buenas cualidades del hombre, y, comenzaron a concebirsecomo “un objeto sobre todo instructivo, una especie de manual del trabajo hecho objeto. Era la vía para entrenarse en los oficios futuros” (Aristizábal, 2013, p. 27).
Consideremos que, como testigos de los cambios sociales, los juguetes son parte de la cotidianidad, reflejando las modificaciones y transformaciones del pensamiento colectivo. Estos son una herramienta clave para la representación simbólica de la infancia,representación que lleva a los niños a apropiar e interpretar de manera alegórica la historia y el significado de algunos momentos importantes de la humanidad.
Nos enfrentamos a una lectura económica y sociocultural del juego y el juguete, en relación con la infancia yla interacción con estos objetos en la vida normal (establecimos que han acompañado toda la historia de la humanidad) o incluso la práctica escolar.En consecuencia,resaltamos su importancia y uso didáctico en el ámbito educativo, ya quetambién son artefactos utilizados en las aulas; y, por suscualidades, y, elcarácter estimulante, lúdico, educativo y globalizador,contribuyeron a los procesos de definición de identidad social y colectiva de los niños.
Instrumentos de encuentro y socialización, transmisores de recuerdos y artefactos para conectarnos con el pasado; referenciamos dos perspectivas interesantes sobre los juguetes de la primera mitad. En 1914, el poeta francés Charles Baudelaire los entendía como representaciones materiales de múltiples formas de vida de acuerdo con tiempos y contextos específicos, en su criterio los juguetes eran una reproducción de la vida real en miniatura; y entenderlos integralmente, implicaba comprender¿Cómo eran? y explorar sus usos y sus características físicas y relacionales; siendo este el caminopara identificar y entender, algunos aspectos de una cultura, conductas de un grupo social o una época concreta. Para Baudelaire, “los juguetes son generadores de costumbres y definidores de gustos”.Mientras qué, el filósofo alemán Walter Benjamin en la década de 1930, los comprendía como una producción activa de la cultura.
Para conocer la colección de juegos y juguetes de diferentes materiales y periodos históricos; otros objetos e implementos escolares de la historia, la memoria escolar, y la práctica educativa y pedagógica; y los archivos pertenecientes a los fondos documentales y bibliográficos que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano. Convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11–86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Juguetes; Juegos; Producción Artesanal; Producción Industrial; Cultura Material; Niñez; Infancia; Genero y Rol Social; Escuela; Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias:
Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar
Aristizábal, D. (2015). Juguetes e infancias. La consolidación de una sensibilidad moderna sobre los niños en Colombia (1840 – 1950). Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia: Facultad de ciencias sociales.
Cárdenas, Y. (2012). Infancia, juegos y juguetes: contribuciones a un análisis histórico cultural de la educación en Colombia (1930–1960). Pedagogía y Saberes, (37), 25-36.
Jiménez, A. (2008). Historia de la infancia en Colombia: crianza, juego y socialización, 1968-1984. Anuario colombiano de historia social y de la cultura, (35), 155-188.
Durante este mes, contribuyendo con el firme compromiso del Museo Pedagógico Colombiano, por la conservación material e historiográfica de objetos creados con un fin educativo, se dedicará especial atención al Spelling and Counting Board que traducido al español significa Tablero de ortografía y conteo; por tanto, se reseñará este artefacto, de acuerdo con su estructura, componentes materiales, funcionamiento, uso, y por supuesto, su historia internacional y nacional.
El Spelling and Counting Board, es un tablero de madera geométricamente atractivo, con forma de circunferencia, sobre el que se encuentran ejemplos de ilustraciones y algunas palabras que se pueden conformar, ya que, su función es la construcción de vocablos por medio del desplazamiento de pequeños cuadrados móviles marcados cada uno por las letras del abecedario. Los términos constituidos se ubican al interior del tablero en medio de dos líneas paralelas; pero no es su única función, en su reverso los cuadrados insertos están marcados con los números del 0 al 9 y los signos de suma, resta, multiplicación, división e igual, con el fin de realizar operaciones aritméticas básicas.
Acorde con su descripción, era un dispositivo poco convencional para practicar la ortografía y desarrollar operaciones matemáticas, y aunque no requería la utilización de lápiz y papel, es una herramienta con la que no era posible organizar palabras extensas o con muchas vocales (debido a que no tenía suficientes letras), y tampoco efectuar cálculos matemáticos avanzados, por lo tanto, se trata de objeto utilizado para los niveles iniciales de enseñanza de las letras y los números.
La fabricación de este tipo de tableros circulares inició alrededor de los años 1940 en los Estados Unidos, y su uso tuvo vigencia hasta 1960, y con frecuencia se trabajaba con este dentro del aula escolar. La enseñanza de la lectura vigente a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX en nuestro país, dirigió su estrategia mediante dos vías: el método fonético de lectoescritura, y el del significado. Con el primero se hacía reconocimiento del sonido producido por las letras y sus distintas combinaciones; y a partir del segundo se enseñaban palabras completas, es decir, más que prestar atención al sonido, este se enfocó en cómo se ve y que representa una expresión escrita en el mundo tangible. Para el caso de nuestra pieza del mes, es fundamental la función que desempeñó en el contexto escolar y su aporte educativo en dos vías: la del método fonético para la enseñanza progresiva de la lectura y la escritura conforme a las respectivas normas ortográficas; y, la matemática que apuntó a la práctica de las cuatro operaciones aritméticas, la comprensión tanto de la forma y cantidades de los diez dígitos (números del 0 al 9) y símbolos de cada operación, como también su significado en dicho proceso.
En el caso colombiano no es exacto el momento en que dicho artefacto llegó e inició a hacer parte de la enseñanza a nivel básico. Sin embargo el fabricante del ejemplar que exhibimos, fue la empresa colombiana PRODEMA LTDA. con sede en Bogotá, encargada también de su distribución a nivel nacional. A pesar que el Museo resguarda el material junto con la caja original que lleva el nombre de este dispositivo y algunas ilustraciones, no hay información precisa sobre la trayectoria comercial de la empresa. Sin embargo, es clave reconocer cuál era su función y definir en qué momento de la historia de la educación colombiana se introdujo.
Principalmente, la tradición anglosajona dedicada a la formulación del Currículum (Currículo), estableció las bases para la comprensión y posterior creación de “herramientas” eficaces para el aprendizaje, puesto que su propósito principal fue la organización de objetivos y su respectiva evaluación, brindando de manera exacta y eficaz particulares resultados. Bajo este modo de comprensión, la educación tiene efectos concretos y visibles en determinados periodos de tiempo, al respecto: saber leer, contar y escribir en niveles o edades específicas; lo anterior sugiere, la correlación con el movimiento ‘escolanovista’ en el país, que abrió paso al reconocimiento de la psicología como principal disciplina dedicada a la investigación, experimentación e interpretación del fenómeno educativo, que comprendería también modelos como el conductismo y el constructivismo; y asimismo, la orientación de la relación alumno-maestro centrando su atención sobre el estudiante.
Concretamente, la conexión entre la Escuela Activa y el Currículo, con la creación y empleo de este objeto se comprende por la preocupación constante -según la propuesta de la pedagogía activa- en mantener la atención del niño, su interés y estímulo motriz mediante la manipulación de materiales diseñados al alcance de sus fuerzas físicas y tamaño, aspectos primordiales que condujeron a la creación de materiales didácticos que apoyaban el control del ambiente, y guiaban la experiencia sensorial y la educación del niño/alumno. Por otra parte, en el caso colombiano, la reforma curricular asesorada por la Tercera Misión Pedagógica Alemana (1965-1978) brindó ciertas características importantes, al respecto destacan Martínez Boom y otros:
“[…] los objetivos constituyen el eje de la planificación de la enseñanza y de la práctica del maestro; las actividades que realice este, denominadas “actividades de aprendizaje”, deben estar orientadas al “logro de los objetivos propuestos” y en ello colaboraràn los recursos y materiales didácticos […]” (Boom Et Al, 2003, 66-67).
De manera que, llevar a la práctica educativa y escolar un material didáctico como el Tablero de ortografía y conteo en Colombia, no es mera casualidad, al contrario, proviene de una comprensión analítica y sistemática de la educación; de tal relación es posible aseverar que esta pieza de nuestra colección para el mes de mayo en el Museo, es resultado de la llegada de la Tercera Misión Pedagógica Alemana. Es decir, a lo largo de los años 60 y 80, este artefacto circuló por las aulas escolares como un elemento de naturaleza didáctica, con el fin de alcanzar resultados de aprendizaje, adquirir conocimientos y cumplir objetivos.
Para conocer el Spelling and Counting Board, otros objetos e implementos escolares de la historia, la memoria y la práctica educativa y pedagógica, la colección de juegos y juguetes; y los archivos, textos y manuales pertenecientes a los fondos documentales y bibliográficos que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras Clave: Tablero de ortografía y conteo; Material didáctico; Lectura; Escritura; Aritmética; Prodema Ltda.; Infancia; Escuela Activa; Currículo; Tercera Misión Pedagógica Alemana; Museo Pedagógico Colombiano.
Autoría: Yeimy Jimena Bejarano Baquero – Estudiante del Programa en Pedagogía. Revisión y corrección de estilo: Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias:
Boom et al. (2003). Currículo y Modernización. Cuatro décadas de educación en Colombia. Bogotá: Cooperativa editorial Magisterio.
Para esta ocasión el Museo Pedagógico Colombiano, de acuerdo con su compromiso histórico con la conservación, investigación y divulgación de la memoria escolar y el estudio sobre la infancia, eligió como pieza del mes “Mi Pequeña Batería de Cocina” de la colección de juegos y juguetes del Museo Pedagógico Colombiano. Se reseñará dicho objeto, reconociendo el panorama internacional y nacional que influyó para su producción masiva, y el significado tanto cultural como social en el marco de la creación y circulación de esta clase de juguetes en nuestro país.
La hojalata fue el material más utilizado para la fabricación de este tipo de juguetes, y su creación inició a finales del siglo XIX y se extendería hasta la segunda mitad del siglo XX. Al respecto, como referente en el caso español, las primeras industrias de juguetes de hojalata, comenzaron producción hacia 1890, ya que, en aquella época era más fácil el acceso a materiales como el hierro y el acero; por otra parte, la elaboración masiva de juguetes provocó precios más razonables y productos más asequibles, es decir, artículos de esa naturaleza fueron resultado de las transformaciones que suscitó La Revolución Industrial, sin embargo se reconoce que en los inicios, su manufactura en parte era artesanal.
El fabricante precursor de juguetes en territorio español, fue la empresa Payá Hermanos, S.A. (1905-1984), ubicada en la localidad de Ibi, la cual pasó de la instalación de canalizaciones para la circulación de agua, y la fabricación y venta de algunos artículos y moldes de hojalata, a la creación de los primeros juguetes desde finales del siglo XIX. Así fue la transición de una empresa conformada por artesanos ‘hojalateros’ que, sin tradición previa en ese tipo de productos, industrializó masivamente esta clase de pequeños artículos infantiles, los cuales conformaron los elementos de la “cultura material utilizada por los niños” (Cárdenas, 2012, p. 31).
En un principio, aquellos juguetes eran una copia a escala de los objetos y utensilios cotidianos o domésticos que se tenían en el hogar: vasijas, platos, cocinas, ollas, entre otros. Sin embargo, la producción además tenía como objetivo la invención de nuevos juguetes de fantasía que tuvieran mecanismos diferentes y novedosos; para tal fin, decidieron incursionar en la fabricación de juguetes de transportes modernos para la época, por consiguiente, no solo concibieron la creación de cocinitas de juguete sino también de objetos o herramientas que llamaran la atención de los niños como consumidores directos, y por supuesto de sus padres, en tanto son quienes remuneraban a la compañía por la obtención de un juguete. Así, ante el éxito comercial, la fabricación de juguetes fue requiriendo una dedicación cada vez mayor hasta convertirse en el negocio fundamental de esta empresa.
En el contexto colombiano, la industria del juguete, comenzaría a consolidarse en Medellín gracias a la ‘Librería, Papelería y Comercializadora de juguetes Búffalo’ ubicada en Medellín, quienes iniciaron la comercialización de juguetes en el año 1929, e igualmente la importación de tales artículos; según Cuervo (2017) es para la década de 1940, debido a los efectos de la segunda Guerra Mundial, que las importaciones se hacen irrealizables, ante tal panorama, Francisco Ferrer y José Jesús Betancur, directivos en ese entonces, comienzan a fabricar sus propios juguetes, lo que en primer momento convocó a la creación de una Fábrica de Muñecas, y cerca de cinco años después, condujo al establecimiento de Industrias Búffalo, una de las empresas insignia de la producción juguetera nacional de mediados del siglo XX, fabricante de la batería de cocina de juguete que estamos reseñando.
Para Aristizábal (2015) la fabricación e industria en este rubro, involucra temas de género, oficio y roles, es decir, se buscaba entonces, una vez iniciada la infancia y crianza interesar, enfocar y enrolar a los niños y niñas por su vida adulta; en tal caso, a través de juguetes de aeronaves o automóviles, se generaba inclinación a labores como la aviación o conducción para los niños, y de conformidad con nuestra pieza del mes, el oficio de ama de casa para las niñas. Así, se “aprendía” jugando con las pequeñas cocinas o en su defecto, con las muñecas de trapo. Por lo tanto, la carga simbólica del juguete mantenía los roles sociales impuestos en el momento, y asimismo las representaciones de las formas de vida que los infantes debían interiorizar para llevarlas a la práctica durante su vida adulta.
En este sentido, los juguetes debían animar las buenas cualidades del hombre, y se empezaron a ver como “un objeto sobre todo instructivo, una especie de manual del trabajo hecho objeto. Era la vía para entrenarse en los oficios futuros” (Aristizábal, 2013, p. 27).
Ahora bien, teniendo en cuenta que la preocupación por la infancia y sus condiciones, según Aristizábal (2015), se dio de forma paralela con la comercialización del juguete, surgió también una nueva concepción científica de la mente infantil, amparada en los fundamentos teóricos de intelectuales como: Darwin, Preyer y Freud, quienes basados en la relación entre biología, medicina y pedagogía, enunciaron importantes postulados para comprender las etapas de desarrollo de estos ‘nuevos’ seres recientemente insertos en el mundo. Lo planteado durante la segunda mitad del siglo XIX, visibilizó que son seres inmaduros e incompletos, que necesitan desarrollo y aprendizaje y que, como seres integrales deben pensarse desde su corporalidad, y madurez cerebral y mental; en este sentido comenzaría la creación y distribución de ciertos objetos y productos acordes a esta nueva concepción o perspectiva infantil del niño y su vida.
Bajo una óptica económica, vale mencionar que aquellos hijos de padres más adinerados fueron los afortunados en poseer distintos tipos de juguetes, es decir, la gran mayoría de los niños de nuestro país, no siempre tuvieron acceso a dichos artículos, diseñados estratégica y fundamentalmente para ambientes infantiles. Sobre este asunto, es válido preguntarnos, por el impacto que buscaban, las ideas ya referenciadas sobre el desarrollo infantil en el siglo XX, dado que, probablemente sus efectos no se hicieron igualmente visibles en los adultos mayores (especialmente los de bajos recursos), o los nacidos en zonas rurales -que aún viven-; puesto que, un porcentaje alto de ese tipo de población, no tuvo la posibilidad de jugar con objetos de tal manufactura, o por el hecho de haber tenido que crearlos artesanalmente ellos mismos.
Dichas situaciones, hacen visible que, en relación con el diseño, fabricación, comercialización y mercado de los juguetes, se propongan además, de cuestiones como el ocio, la distracción lúdica, el cuidado y el desarrollo de distintas capacidades motrices y sociales del infante, razones de estatus social y prestigio por parte de los padres de familia, que en ocasiones reflejan, su capacidad adquisitiva; pero también, un compromiso por aportar al desarrollo integral de los más pequeños en la familia, que conduzca a prepararlos para la vida adulta; y, ¿por qué no?, una postura por el desenvolvimiento de sus hijos de acuerdo con aquellos roles estipulados por la sociedad.
Por último, ¿Ustedes con cuáles juguetes jugaron?, ¿Consideran que estos, definieron su identidad y su rol como futuros adultos?
Para conocer mi pequeña batería de cocina, la colección de otros juegos y juguetes de diferentes materiales y periodos históricos, otros objetos e implementos escolares de la historia, memoria escolar, y la práctica educativa y pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales y bibliográficos que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras Clave: Juguetes; Cocina; Juguetes Búffalo; Producción Industrial; Cultura Material; Mujer; Infancia; Género; Rol Social; Museo Pedagógico Colombiano.
Autoría: Yeimy Jimena Bejarano Baquero – Estudiante del Programa en Pedagogía. Revisión y corrección de estilo: Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias:
Aristizábal, D. (2015). Juguetes e infancia. La consolidación de una sensibilidad moderna sobre los niños en Colombia (1840-1950). Bogotá: Universidad de Los Andes. Bogotá, Colombia: Facultad de Ciencias Sociales.
Cuervo Calle, J. (2017). Historia del juguete en Medellín 1910–1940. El juguete como mediador en la transformación de los conceptos de infancia (Doctoral dissertation, Universidad EAFIT).
Cárdenas, Y. (2012). Infancia, juegos y juguetes: contribuciones a un análisis histórico cultural de la educación en Colombia (1930–1960). Pedagogía y Saberes, (37), 25-36.
Jiménez, A. (2008). Historia de la infancia en Colombia: crianza, juego y socialización, 1968-1984. Anuario colombiano de historia social y de la cultura, (35), 155-188.
En el marco de la conmemoración del Año Montessori UPN 2022, hemos elegido como pieza del mes, el mobiliario de la colección del material didáctico Montessori del Museo Pedagógico Colombiano –MPC–. Consta de algunas piezas que fueron donadas por la profesora Nelly Mendoza en el año 2015, y fabricadas en la década de los 30. El mobiliario es una pieza representativa, y tal vez la más adoptada en todo el mundo, de la médica italiana María Montessori (1870–1952). A partir de sus trabajos de psicología experimental con niños denominados “anormales”, y de los estudios médicos aplicados a esta población –catalogada en ese entonces como “retrasada” o “deficiente”–, Montessori fundamentó un método de enseñanza para todos los infantes, que se consolidó como un enfoque pedagógico de vanguardia; en este año (2022) conmemoramos los 70 años de su fallecimiento.
El mobiliario Montessori se considera una revolución respecto al cuerpo del niño en la escuela. No podemos evitar hacer un contraste entre las pequeñas sillas y mesas coloridas, móviles y fáciles de transportar por los niños, con los largos y pesados pupitres de la escuela Lancasteriana. Reconocida por tener un gran número de estudiantes en las aulas, sus pupitres apilaban a varios niños, con el fin de cumplir el propósito de masificación de la educación, para el cual fue fundada.
Sin embargo, los inicios del siglo XX marcarían otras formas de trabajo con los niños. María Montessori está relacionada con el surgimiento del ‘Kindergarten’, o jardines de niños, de la mano con los saberes modernos que ayudaron a constituir la escuela en Colombia.
Este suceso dio lugar a la pedagogía activa en Colombia, empleada en las instituciones educativas para la formación de la educación inicial. En este nuevo surgimiento, Montessori revolucionó los parámetros educativos existentes, situando a los niños como los auténticos protagonistas del proceso educativo, para ello, hubo un cambio significativo en el ambiente y los materiales construidos para la enseñanza. En sus postulados, la adaptación de la escuela al mundo infantil tenía un valor pedagógico, asunto relacionado directamente con la nueva mirada sobre la infancia.
Montessori (1909) tuvo en cuenta “las necesidades del niño y satisfacerlas para que su vida pueda desenvolverse plenamente, es el fundamento de una nueva educación” (p. 35). En sus planteamientos, uno de los principios fundamentales fue disponer la escuela al alcance y tamaño del niño, entre tantas trasformaciones:
«La principal modificación que ha hecho sufrir al mobiliario escolar, es la supresión de los bancos. He hecho construir pequeñas mesas de solidas patas de forma rectangular, donde pueden sentarse cómodamente dos niños, que pueden ser fácilmente transportadas por los mismos. He hecho fabricar sillas de madera […] de formas elegantes, y pequeños sillones de mimbre. […] Encima de las pizarras cuelgan cuadros que representan niños, escenas de familia, escenas campestres, animales domésticos, en forma simple y graciosa”. Montessori, M. (1909). El Método de la Pedagogía Científica, Aplicado a la Educación de la infancia en las “Case dei bambini”. pp. 88. Editorial Araluce.
Los cambios eran trasversales para el aprendizaje, debido a que el ambiente debía ser flexible, versátil y adecuado para que cada niño adoptara una postura acorde a su desarrollo a través del descubrimiento de su entorno.
En este sentido, preparar un ambiente adaptado al niño activo, se convirtió en una necesidad. Las clases fueron amuebladas con objetos al tamaño y fuerza de los niños, “con pequeñas sillas, mesitas, minúsculos objetos de tocador, tapetitos, toallas y vajillas” (Montessori, 1909, p.17). Estos objetos no eran solo pequeños, sino también ligeros para permitir a los niños moverlos, alzarlos, cambiarlos de sitio, o simplemente para adaptarse, al cuerpo y la mente infantil.
Asimismo, el ambiente poseía unas características físicas significativas para que el niño se sintiera en su mundo, entre ellas, la proporcionalidad del espacio, donde se tenía en cuenta la estética del lugar y los mobiliarios. Los objetos debían estar limpios, ordenados y al alcance de los niños; además los materiales propuestos por Montessori y objetos naturales como flores y plantas, eran organizados de forma armoniosa. En consecuencia, el objetivo era generar un ambiente de independencia en los niños, para que pudieran tener una libre elección y el control del error durante la manipulación de objetos.
En Colombia, con la inauguración de la Escuela Montessori y el Jardín Infantil en 1934, los ideales liberales del presidente Alfonso López Pumarejo, afectaron el funcionamiento del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas –IPN–, cambiando el rol de las maestras en formación, ya que, cuando la institución fue fundada en 1927, la labor de maestras se entendía como una extensión de la maternidad. Sin embargo, en el siglo XX con la fundación del Kindergarten se pensó que la formación de docentes mujeres era un asunto de vital importancia para el rumbo de la nación, en ese sentido, se trataba de una labor cualificada y organizada desde el saber y la experimentación pedagógica.
Así, uno de los propósitos del Jardín Infantil fue la creación de la carrera de institutriz para niños, enfocada a la formación de maestras y dirigida principalmente a mujeres de clase media, capacitadas para enseñar en el Kindergarten, decisión que, reconocía la fuerza política de cambiar el rol femenino en la educación como sujeto político y activo, garantizando su acceso a la educación formal. Oportunidad, que permitió su reivindicación como mujer ciudadana, el desarrollo de su pensamiento crítico y el acceso a otras disciplinas del conocimiento.
En consecuencia, dicha apuesta posibilitó la instalación de más jardines en la ciudad y posteriormente en el país; la formación de estas mujeres se pensó para consolidar en ellas una racionalidad sobre el niño, su cuidado y educación, por consiguiente, se acabaron las múltiples suposiciones existentes sobre la infancia y su desarrollo en la vida. La fundación del Kindergarten adscrito al IPN para Señoritas remite por un lado a la educación de los más pequeños bajo los postulados de la Escuela Activa y por el otro, a la formación de mujeres educadoras creativas, participativas e innovadoras.
Resaltamos la importancia y vigencia del trabajo realizado por María Montessori, como también del conjunto de materiales multisensoriales y pequeños mobiliarios adaptados al entorno infantil, creados con base en sus postulados. Producidos masivamente a partir de años de experimentación, cada uno cuidadosamente diseñado, con una función específica y un porqué en la búsqueda de cumplir con un propósito educativo, tanto directo como indirecto, acorde con las necesidades, capacidades y el desarrollo consciente del niño.
Para conocer el mobiliario modelo Montessori, otros materiales didácticos de esta misma colección, los objetos e implementos escolares de la historia, la memoria y la práctica educativa y pedagógica; y los archivos, textos y manuales pertenecientes a los fondos documentales que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras clave: Mobiliario; Ambiente; María Montessori; Material Didáctico; Escuela Activa; Infancia; Formación de Maestras; Museo Pedagógico Colombiano.
Montessori, M. (1909). El Método de la Pedagogía Científica, Aplicado a la Educación de la infancia en las “Case dei bambini”. Editorial Araluce. Barcelona.
Proyecto Educativo Institucional IPN. (2019). Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional.
Sáenz, J., Saldarriaga, O., Ospina, A. (1997). Mirar la infancia: pedagogía, moral y modernidad en Colombia, 1903-1946. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia.
En el marco de actividades por la conmemoración del Año Montessori UPN, hemos elegido como pieza del mes, el juego de Bastidores de Vestir de la colección de material didáctico Montessori del Museo Pedagógico Colombiano. Elemento donado al Museo en el año 2015, por la profesora Nelly Mendoza, y que de acuerdo a sus memorias como docente fue utilizado entre 1970 y 1980 en la sección de básica primaria del Instituto Pedagógico Nacional –IPN–. Materiales que llegaron a Colombia como parte de los elementos traídos por recomendación del equipo de la Segunda Misión Pedagógica Alemana desarrollada entre 1924 y 1926, cuyos objetivos fueron guiar las labores académicas del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas; dotarlo con los recursos humanos, equipándolo con las herramientas pedagógicas y demás mobiliarios necesarios para su funcionamiento; y, –entre otras cosas– transformar el rol de la mujer en la educación colombiana del siglo XX.
Gracias a las experiencias desarrolladas en las ‘Casas dei Bambini’ desde 1907, María Montessori revolucionó los parámetros pedagógicos de la época, situando al niño como el auténtico protagonista del proceso educativo. Allí inició la revolución en las prácticas de la educación infantil y la transformación de la concepción ‘social’ de la infancia, procesos en los que el trabajo de la pedagoga italiana, fue fundamental, puesto que, significo un vuelco total para las escuelas y sus actividades; de tal forma, la escuela se adaptaría al mundo infantil; convirtiendo al niño en el centro del sistema escolar.
Así, el método de enseñanza Montessori, se fundamentó en tres principios:
“El ambiente adecuado, el maestro humilde y el material científico” (Montessori, 1950, p. 15).
Sobre el último, el énfasis estaba en su poder de activación sensorial, para que de esta manera el niño al utilizarlo pudiera desarrollar diferentes destrezas, ejercitando su propia sensorialidad e inteligencia. En consecuencia, el objeto no solo debía ser atractivo, sino también una herramienta poderosa de exploración, trabajo, conquista y posibilidades, ya que, para saber exactamente como emplearlo, primero el niño debía proceder a manipularlo.
“Sólo el trabajo y la concentración que dan primero el conocimiento y luego el amor pueden llevarlo a una transformación que es la revelación del hombre espiritual”. (Montessori, La Mente del Niño, pág. 219, Garzanti)
Es importante señalar, ciertos aspectos del material didáctico ‘montessoriano’, el cual fue creado según la clasificación sistemática de las cualidades sensoriales de cada uno de estos objetos, para luego, a partir de ellos explorar las bases del conocimiento (escritura, lectura, matemáticas, etc.). En ese orden de ideas, todos los materiales se diseñaron como herramientas de progreso personal; por tanto, corresponden al proceso de desarrollo de cada niño, quien experimentará en base a su propia autonomía, libertad e identidad; además, recordemos que de acuerdo con el ‘Método Montessori’ el aprendizaje se obtiene a través de los sentidos, luego se transportaba hasta la mente y permanece allí.
Como dato curioso, la mayoría de objetos de la colección de material Montessori de nuestro Museo, hacen parte del área para el aprendizaje de las Matemáticas; sin embargo, como ya hemos establecido en otras publicaciones, su método, estudios, publicaciones y materiales didácticos, corresponden también con otras cuatro áreas de enseñanza: Sensorial, Lenguaje, Cultura y Vida Práctica, las cuales sirven para que el niño desarrolle distintas habilidades, como lo son: percepción y desarrollo de los sentidos; desarrollo del lenguaje escrito y verbal; descubrimiento y comprensión del mundo, el universo, las ciencias y las artes; y por último, discriminación visual, motricidad, desarrollo de reglas y relaciones sociales, cuidado del ambiente, vida cotidiana, higiene, cuidado del ambiente y control del propio cuerpo. Estas últimas, enmarcadas al área deVida Práctica, de la cual hacen parte los Bastidores que estamos reseñando como pieza del mes.
“En el cuidado de la persona, el primer paso es saber vestirse, desnudarse, ir al baño y lavarse las manos”. (Casa dei Bambini, Currículo. Tomado de: https://scuolamariamontessorict.com/ptof/)
Con este propósito, María Montessori incluyó entre su material didáctico, un conjunto de marcos cuadrados de madera de 28 cm por 28 cm (no deben superar los 30 cm), que sujetan en su interior dos fragmentos de tela, los cuales están unidos con diferentes sistemas de cierre –de los más usados en nuestra cotidianidad–: botones grandes o pequeños, botones de presión, cremalleras, cordones, velcros, hebillas metálicas o plásticas, y lazos, como es el caso de los ejemplares que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano.
En ese sentido, desde los 3 años y hasta los 6 años de edad, por medio del contacto con los Bastidores, se busca que los niños desarrollen y refuercen su coordinación, su capacidad de concentración, su motricidad fina; perfeccionen sus movimientos, y desarrollen las habilidades de independencia y autonomía necesarias para vestirse y desvestirse solos, para así comenzar a tomar sus propias decisiones. Es decir, actividades de la vida cotidiana, de la vida real o del día a día, tareas que de la misma manera tienen que ver con el pensamiento ordenado, la autodisciplina, la higiene, la limpieza en general, el propio aseo personal, el (auto) cuidado y la adaptación a la sociedad.
Entonces, a partir de la necesidad de aprender a abotonar y desabotonar, abrir y cerrar cremalleras, hacer y soltar nudos; y con la repetición de ese tipo de movimientos a través de la interacción con este material didáctico, se entrenan las manos y los dedos, se fortalecen los músculos de las extremidades superiores, se practica la postura de pinza que se usará posteriormente para coger el lápiz, y a su vez se desarrolla la coordinación mano–ojo, además que, resultan muy cómodos de utilizar por su tamaño.
Nuevamente en la conmemoración del Año Montessori en la UPN, resaltamos la importancia y vigencia del trabajo realizado por María Montessori como también del conjunto de materiales creados a partir de sus postulados, los cuales se elaboraron y produjeron masivamente a partir de años de observación y experimentación, por lo que cada uno está cuidadosamente diseñado, con una función específica y un porqué en la búsqueda de cumplir con un propósito educativo, tanto directo como indirecto. Y ciertamente por la profunda transformación que sus aportes han tenido en el enfoque de la Escuela, visibilizando y resignificando la importancia de la infancia y sus procesos de aprendizaje a nivel mundial. Al respecto, es fundamental recordar, que el ‘Universo Montessori’ es mucho más que un conjunto de materiales, incluso se le podría considerar toda una filosofía, en virtud de que se le reconoce como una forma de ver, entender y sentir al niño y a la vida.
Para conocer el juego de Bastidores de Vestir, la colección de otros Materiales Didácticos Montessori, otros objetos e implementos escolares de la historia, la memoria y la práctica educativa y pedagógica; y los archivos, textos y manuales pertenecientes a los fondos documentales que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras clave: Bastidores de vestir; María Montessori; Material Didáctico; Vida Práctica; Escuela Activa; Segunda Misión Pedagógica Alemana; Infancia; Maestros; Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias
Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar
De Stefano, C. (2020). El niño es el maestro. Vida de María Montessori. Barcelona. Editorial Lumen.
Montessori, M. (1950). El método de la pedagogía científica aplicado a la educación de la infancia. Barcelona: Biblioteca Nueva.
BBC News Mundo. (2020). La paradójica vida de María Montessori, la creadora de un método educativo para niños desfavorecidos que terminó convertido en un sistema para ricos. Fecha de consulta: 6 Jun. 2022. Desde: https://www.bbc.com/mundo/noticias-53949706
En el marco de la conmemoración del Año Montessori UPN, hemos elegido como pieza del mes, la Caja de Husos de la colección de material didáctico Montessori del Museo Pedagógico Colombiano. Elemento donado al Museo en el año 2015, por la profesora Nelly Mendoza, que fue utilizado entre 1970 y 1980 en la sección de básica primaria del Instituto Pedagógico Nacional –IPN–. Sobre el cual (al igual que otros objetos de la colección de material Montessori de nuestro Museo), recientemente descubrimos que llegaron a Colombia como parte de los elementos traídos por recomendación del equipo de la Segunda Misión Pedagógica Alemana que vino a nuestro país entre 1924 y 1926, cuyo objetivo –como ya se ha establecido en diferentes publicaciones relacionadas– fue cambiar el rol de la mujer en la educación, guiar las labores académicas del Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas y, por supuesto dotarlo con los recursos humanos, mobiliarios y demás herramientas necesarias para instalarlo y equiparlo con material didáctico y pedagógico traído directamente del extranjero.
Al respecto Franzisca Radke, señalaba:
“En agosto [de 1927] habían llegado 250 bultos de Alemania y de los Estados Unidos con útiles de enseñanza” (Radke, 1936, p. 14).
Como dato notable, después de examinar el conjunto de materiales Montessori que exhibimos en el Museo Pedagógico, y basados en el sello de fabricación estampado en la parte posterior de estos, identificamos su fabricante: la empresa alemana “P. Johannes Müller. Verlag für Schulhygiene. Buch- u. Lehrmittelverlag” (Editorial P. Johannes Müller para la higiene escolar. Editora de libros y material didáctico), localizada en el área de Charlottenburg en Berlín, la cual desde 1890 se dedicaba a la fabricación de mobiliario escolar y contaba con talleres para el diseño de equipamiento escolar, entre los que se destacaron algunas patentes y licencias de producción de bancos escolares, como el modelo Columbus (que recibió una medalla de oro en la Feria de Inventores de París de 1891); y el modelo Rettig, quizás el más exitoso y de uso masivo en Alemania, en virtud de tener espaldares individuales y un reposapiés elevado que permitía entrar y salir de forma más fácil, y ahorrar espacio.
Así, los trabajos de P. Johannes Müller & Co., fueron reconocidos en algunas exposiciones de diseño internacional, destacándose en 1911 por su participación en la exposición internacional Hygiene Exhibition de Dresde, donde recibió una medalla de oro al presentar un aula equipada con los ya referenciados bancos escolares Rettig; y también, en 1914, luego de presentar una habitación infantil modelo Montessori en la exposición German Werkbund de Colonia, con lo que se consolidó como el único fabricante y primer distribuidor de material Montessori en Alemania, recibiendo incluso el permiso directo de ella para la fabricación de sus mobiliarios y herramientas didácticas. De esta forma entre 1913 y 1935, la empresa, tuvo el derecho exclusivo de exponer, manufacturar y comercializar muebles y material didáctico Montessori en territorio alemán.
Folleto publicitario de 1914 para la exposición del Werkbund alemán en Colonia. P. Johannes Müller: único fabricante en Alemania de materiales Montessori. “Material didáctico alemán Montessori. Para la educación independiente en la primera infancia. Según los principios de la pedagogía científica de la Dra. M. Montessori”. [Imagen]. Fuente: http://www.vs-furniture.ae/media/cache/9e/ca/9ecaeb2f45cbfec319a9ba50ecba953f/vs_25866_02_1.jpg
Por consiguiente, de acuerdo al rastreo histórico y la trayectoria de la empresa P. Johannes Müller, se presume que la llegada a Colombia de la Caja de Husos que hace parte de la colección del Museo Pedagógico sucedió a mediados de los años 30, y puntualmente después de 1934, año en que se abrió en el Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas, el grado de Kindergarten en los locales de la nueva casa donde igualmente se alojaba la Escuela Montessori para niños de grado primero.
Como ya se ha señalado, la Caja de Husos que reseñamos, es una herramienta representativa del legado y trabajo realizado por María Tecla Artemisia Montessori (1870–1952), –que, en el año 2022 cumple 70 años de fallecida–, y quien, a partir de trabajos de psicología experimental y estudios médicos aplicados a niños denominados como “anormales”, fundamentó un método de enseñanza para todos los infantes, el cual se consolidó como un verdadero método pedagógico de vanguardia, fundamentado en tres principios:
“El ambiente adecuado, el maestro humilde y el material científico” (Montessori, 1950, p. 15).
El Ambiente hacía referencia a un espacio adecuado para que el niño creciera y se descubriera a sí mismo en medio de su mundo; mientras que, los Maestros tenían la responsabilidad de conocer y respetar la personalidad de cada niño y su grado de desarrollo; y al mismo tiempo el Material, debía ser sensorialmente atractivo para que, por medio de su manipulación el niño, desarrollara distintas habilidades. Por ejemplo: desarrollo de los sentidos, desarrollo del lenguaje escrito y verbal, aptitudes en matemáticas, descubrimiento y comprensión del mundo, discriminación visual, motricidad, desarrollo de las relaciones sociales, vida cotidiana (higiene y cuidado de sí mismo), entre otras.
Se trataba entonces de un conjunto de materiales de enseñanza que correspondían a cinco áreas de aprendizaje: Sensorial, Matemáticas, Lenguaje, Cultura y Vida Práctica; además, recordemos que para Montessori el aprendizaje se obtenía a través de los sentidos, luego se transportaba hasta la mente y permanecía allí.
Así pues, en 1898, María Montessori conocería el manicomio de Roma, quedando sorprendida ante el despiadado trato que brindaban a los niños considerados como “retrasados”, “deficientes” o “idiotas”; posteriormente, visitaría otros barrios marginados y un reformatorio, donde nuevamente evidenció el abandono de los infantes. Situaciones que la motivaron a intervenir y transformar el proceso pedagógico de los niños, concluyendo que este debería estar fundamentado sobre el respeto y el amor, con relación a esto, mencionaba:
“el niño es fuente de amor; cuando lo tocas, tocas el amor” (Montessori, 1948, La mente del Bambino).
Por tanto, el 6 de enero de 1907, abrió su primera escuela, la ‘Casa dei Bambini’, para niños de 3 a 6 años, donde asistieron niños de escasos recursos económicos, en su mayoría hijos de analfabetas. A través de aquella experiencia educativa, revolucionó los parámetros educativos existentes hasta esa época, situando a los Niños como los auténticos protagonistas del proceso educativo. Fue allí donde inició la revolución en la educación infantil; los inicios del siglo XX marcarían la transformación radical de las prácticas que se aplicaban en la Educación Infantil y, para tal proceso, su trabajo y los materiales que inventó fueron fundamentales.
Para ella, el niño era el protagonista de su propio aprendizaje, por lo que creó una serie de materiales con el propósito de fortalecer el carácter autónomo de la educación en ellos, dando un vuelco total a las escuelas y sus actividades, adaptando incluso los espacios del centro educativo a la medida de los niños, ya que el cambio correspondía a la escuela y sus métodos, no a los niños. Poner la Escuela al alcance y al tamaño del Niño, significó que esta se adaptara al mundo infantil, y desde ese momento la infancia se convirtió en el centro del sistema escolar.
De la experiencia sobre dichos objetos en las Casas dei Bambini, resaltaba:
“[…] hice fabricar un material científico exactamente igual al que yo usaba en una institución de niños con discapacidad mental, el cual por haber sido utilizado para ese objeto nadie pensó que pudiera llegar a ser un material escolar” (Montessori, 1907, p.1).
En ese orden de ideas, nuestra pieza del mes pertenece al área de Matemáticas, la cual busca desarrollar el reconocimiento de números y cantidades; y cuyos materiales didácticos, tienen diferentes grados de dificultad a las que el niño accede progresivamente a medida que adquiere habilidades.
«Los objetos matemáticos no están dispersos en el ambiente como los árboles, las flores o los animales. Por ello, en la edad infantil no hay ocasión de desarrollar espontáneamente la mente matemática, lo que determina un obstáculo para el posterior desarrollo mental. Por esto a los materiales sensoriales los llamamos abstracciones materializadas” (Montessori, 1949, La Mente Absorbente del Niño).
Las matemáticas son de las áreas más interesantes para desarrollar desde la perspectiva de la pedagogía Montessoriana, puesto que, cuando nos hablan de estas, pareciera que únicamente dichos conceptos se asocian a operaciones como la suma, la resta, la multiplicación, la división y la resolución de problemas a través de ecuaciones o procedimientos que pueden parecer aislados para la mayoría de las personas del común. Sin embargo, están presentes en nuestro día a día, y asimismo van mucho más allá de aquellas operaciones, dado que la vida cotidiana está llena de particularidades matemáticas o relacionadas con ellas. En este sentido, funciones como mantener la concentración y el equilibrio, hacen parte del desenvolvimiento del niño, y en consecuencia implican el desarrollo de conceptos lógicos.
Sobre este punto, Montessori advertía:
“Los resultados que se constatan en nuestros niños contrastan bastante con el hecho de que en general, en las escuelas, las matemáticas son un escollo en vez de una materia atractiva y que a este respecto en la mayor parte de las personas son frecuentes las barreras mentales” (Montessori, 1949, La Mente Absorbente del Niño).
En relación con el punto anterior, el aprendizaje de las matemáticas busca el desarrollo de conceptos lógico-matemáticos de suma importancia como la numeración, el conteo y la cantidad, los cuales son abordados desde su propuesta pedagógica, con el apoyo de materiales de entre los que se destacan otros como: los Números de Lija, las Perlas doradas, el Material Multibase y las Tablas de Séguin.
Ahora bien, la Caja de Husos, es un material utilizado en la segunda etapa de educación infantil (entre los 3 y 6 años) que busca la asociación del signo, símbolo o grafía de los números con la cantidad que estos representan en la realidad, a la vez que refuerza la numeración y más importante aún, busca la interpretación del concepto del cero como una cantidad nula, noción de relevancia dentro del proceso de aprendizaje matemático del niño.
Generalmente, está compuesta por una caja rectangular de madera dividida en diez compartimientos numerados entre el 0 y el 9, con 45 husos de madera (palitos de madera) y un cesto pequeño. Aunque también puede encontrarse dividida en dos secciones de cinco compartimientos cada una, como es el caso del ejemplar que reposa en el Museo Pedagógico Colombiano, que está marcado con los números entre el 6 y el 10.
A continuación, se muestra el modelo más conocido de este tipo de material:
Entre los propósitos educativos de la Caja de Husos, destacamos los siguientes: interpretar y aprender la secuencia de símbolos entre el 0 y el 9, a través de la observación; asociar a cada uno de los diez símbolos una cantidad que pueda manipularse manualmente; identificar que además de esos diez no existen más símbolos para representar cantidades; apropiar el concepto del número cero alejándose un poco de lo concreto hacia lo abstracto, buscando que el niño comprenda que el cero no demarca ninguna cantidad; e interiorizar el primer grupo de números decimales, correspondiente a una cifra, entre el 0 y el 9.
En relación con el uso y función pedagógica del material didáctico que comprende nuestra pieza del mes, esta puede resumirse de la siguiente manera: 1) invitar al niño a sentarse junto al adulto frente al material que preferiblemente debe estar en el suelo; 2) sacar los husos de la caja y depositarlos en el cesto; 3) iniciar el acercamiento al material con el concepto del número cero, señalando al niño varias veces su nombre y símbolo, e indicando que para este número no hay husos, para lo cual, el niño tocará con su mano el espacio destinado para el cero y notar que dicho lugar está vacío; 4) posteriormente, se pasa a la zona del número uno, preguntándole si conoce el nombre del símbolo; si no lo conoce, se le explicará, pidiéndole que tome con fuerza un solo huso en sus manos, lo sienta y lo coloque en el lugar correspondiente; 5) se continuará realizando el procedimiento anterior con el resto de los números hasta que la mecánica sea evidente para el niño, y él siga haciéndolo autónomamente; 6) para terminar, al momento de guardar el material y devolver los husos desde cada compartimiento al cesto, es importante indicarle que vuelva a contar desde el número uno hasta el final, verificando que no haya sobrado ni faltado ningún huso.
Al igual que otros materiales didácticos Montessori, el elemento reseñado, tiene un carácter autocorrectivo, de esta manera el niño podrá percatarse si comete algún error, sin la necesidad de que un adulto se lo haga notar. Sobre este aspecto, con la Caja de Husos la autocorrección se evidencia hasta finalizar el ejercicio, donde él mismo podrá advertir, si hicieron falta husos para completar los espacios o si por el contario sobraron, notando de este modo, si alguno de los compartimientos no tiene el número correcto de husos. Herramientas como estas, permiten a los niños convertirse en sus propios maestros, orientando el desarrollo de todas y cada una de sus capacidades, creando conciencia y sentido de autonomía, iniciativa e independencia para sus procesos de aprendizaje.
Como información curiosa, paradójicamente hoy en día, los ambientes y materiales Montessori tienen un costo realmente elevado, siendo una contradicción para el origen ‘social’ del método y sus diferentes materiales, que surgieron ante el interés y la necesidad de acceso a la educación de los niños pobres y en condición de discapacidad de Roma.
Nuevamente en la conmemoración del Año Montessori en la UPN, resaltamos la importancia y vigencia del trabajo realizado por María Montessori como también del conjunto de materiales creados a partir de sus postulados, los cuales se elaboraron y produjeron masivamente a partir de años de observación, por lo que cada uno está cuidadosamente diseñado, con una función específica y un porqué en la búsqueda de cumplir con un propósito educativo, tanto directo como indirecto. Y ciertamente por la profunda transformación que sus aportes han tenido en el enfoque de la Escuela, visibilizando y resignificando la importancia de la infancia y sus procesos de aprendizaje a nivel mundial.
Para conocer la Caja de Husos, la colección de otros Materiales Didácticos Montessori, otros objetos e implementos escolares de la historia, la memoria y la práctica educativa y pedagógica; y los archivos, textos y manuales pertenecientes a los fondos documentales que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras clave: Cajas de Husos; María Montessori; Material Didáctico; P. Johannes Müller; Escuela Activa; Segunda Misión Pedagógica Alemana; Matemáticas; Infancia; Maestros; Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias
Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar
De Stefano, C. (2020). El niño es el maestro. Vida de María Montessori. Barcelona. Editorial Lumen.
Montessori, M. (1950). El método de la pedagogía científica aplicado a la educación de la infancia. Barcelona: Biblioteca Nueva.
BBC News Mundo. (2020). La paradójica vida de María Montessori, la creadora de un método educativo para niños desfavorecidos que terminó convertido en un sistema para ricos. Fecha de consulta: 6 Jun. 2022. Desde: https://www.bbc.com/mundo/noticias-53949706
vsamerica.com. (sin fecha). VS | Chronicle | School furniture and office furniture direct from the manufacturer. (Crónica | Mobiliario escolar y mobiliario de oficina directo del fabricante). Fecha de consulta: 13 Jun. 2022. Desde: https://vsamerica.com/chronik
vs.de/en/. (sin fecha). VS | The School Museum | Historic school furniture | Montessori | Furniture and learning materials for a different kind of school. VS and Montessori education. (El Museo Escolar | Mobiliario escolar histórico | Montessori | Mobiliario y material didáctico para una escuela diferente. VS y educación Montessori). Fecha de consulta: 13 Jun. 2022. Desde: https://www.vs.de/montessori/en/
En el marco de la conmemoración del Año Montessori UPN, hemos elegido como pieza del mes, el conjunto de Tablas de Séguin de la colección de material didáctico Montessori del Museo Pedagógico Colombiano –MPC–. Elemento donado por la recordada profesora Nelly Mendoza Zárate en el año 2015, el cual fue utilizado entre 1970 y 1980 en la sección de básica primaria del Instituto Pedagógico Nacional –IPN–. Herramienta muy representativa del trabajo, legado y enfoque pedagógico realizado por la médica italiana con formación en biología y antropología María Tecla Artemisia Montessori (1870–1952), que, a partir de sus trabajos de psicología experimental con niños denominados en la época como “anormales” y de los estudios médicos aplicados a esta población –catalogada en ese entonces como “retrasada” o “deficiente”–, fundamentó un método de enseñanza para todos los infantes, que se consolidó como un verdadero método pedagógico de vanguardia; y de quién al respecto, en el 2022 se conmemoran 70 años de su fallecimiento.
A través de la experiencia educativa desarrollada desde 1907 en las ‘Casas dei Bambini’ o ‘Casas para niños’, Montessori revolucionó los parámetros educativos existentes hasta esa época, situando a los Niños como los auténticos protagonistas de todo el proceso educativo. El comienzo del siglo XX marcaría para siempre a la sociedad transformando radicalmente las maneras en que se aplicaba la Educación Infantil, y en esta ‘revolución’ tuvo mucha incidencia su trabajo, porque creó una serie de materiales –aún vigentes en muchas escuelas– que favorecerían los procesos de autoaprendizaje; y también porque, les dio un vuelco total a las escuelas, sus actividades y su misión. Poner la Escuela al alcance y al tamaño del Niño, significó que ésta se adaptara al mundo infantil, y desde ese momento la infancia –a pesar de ser universal y atemporal– se convirtió en el centro del sistema escolar.
Su método de enseñanza se fundamenta en tres principios:
“El ambiente adecuado, el maestro humilde y el material científico” (Montessori, 1950, p. 15).
Al respecto, el Ambiente hace referencia a un espacio adecuado por el adulto para que el niño crezca y se descubra a sí mismo en medio de su mundo, en consecuencia, los maestros deben conocer y respetar la personalidad de cada niño y su grado de desarrollo. Referente al material, este, debe ser sensorialmente atractivo y puede tener un poder de atracción, reclamando la actividad del niño para que desarrolle habilidades mediante su manipulación, uso adecuado y ‘vivencia’ educativa. Es por ello que resaltaba la experiencia de las Casas dei Bambini con dichos objetos:
“Al mismo tiempo, hice fabricar un material científico exactamente igual al que yo usaba en una institución de niños con discapacidad mental, el cual por haber sido utilizado para ese objeto nadie pensó que pudiera llegar a ser un material escolar. No hay que imaginar que el “ambiente” de la primera Casa de los niños fuera amable y gracioso como el que presentan en la actualidad estos colegios” (Montessori, 1907, p.1).
Así, su método, hace referencia a un conjunto de materiales de enseñanza que corresponden a cinco áreas de aprendizaje: Sensorial, Matemáticas, Lenguaje, Cultura y Vida Práctica, y cada una sirve para que el niño desarrolle de diferentes habilidades, como lo son: percepción y desarrollo de los sentidos, desarrollo el lenguaje escrito y verbal, aptitudes en matemáticas, descubrimiento y comprensión del mundo y el universo, discriminación visual, motricidad, desarrollo de las relaciones sociales, cuidado del ambiente y vida cotidiana (higiene y cuidado de sí mismo), entre otras.
En ese orden de ideas, nuestro ejemplar hace parte del área de Matemáticas, la cual busca desarrollar el reconocimiento de números y cantidades; y los materiales didácticos para este campo, tienen diferentes grados de dificultad a las que el niño accede progresivamente a medida que adquiere dichas habilidades. Pero, para entender la historia de las Tablas de Séguin, debemos rememorar una parte de la historia de vida del médico y psiquiatra francés Édouard Séguin (1812–1880), quien a la vez de María Montessori tuvo un acercamiento al mundo pedagógico a través de la medicina, el trabajo con niños, y de la creación de diferentes establecimientos educativos (gracias a la autorización del Real Consejo de Instrucción Pública de Francia en 1840, y posteriormente en los Estados Unidos desde 1849), escuelas que se dedicaron a la educación y entrenamiento de niños “retrasados” con necesidades especiales, y deficiencias o discapacidades mentales.
Producto del trabajo con esta clase de infantes, publicaría desde 1839 una serie de textos científicos sobre sus experiencias, entre estos uno muy importante aún reconocido como el primer tratado y uno muy fundamental sobre el análisis de las necesidades especiales de niños con discapacidades mentales, que en su primera edición de 1846, se publicaría en idioma francés titulado: “Traitement moral, hygiène et éducation des idiots”,(«The Moral Treatment, Hygiene, and Education of Idiots and Other Backward Children”), traducido al español como “El trato moral, la higiene y la educación de los idiotas y otros niños atrasados”.
En sus investigaciones, él enfatizaba que la condición de «idiotez» era un problema de índole educativo, que consideraba una enfermedad del sistema nervioso, la cual afectaba el funcionamiento de los órganos, el buen control y la voluntad, por lo que desde el punto de vista médico eran necesarias acciones fisiológicas básicas para adquirir control muscular, e intentar corregir la incapacidad intelectual. Además, de proponer el fomento de las buenas condiciones de higiene, alimentación, vestido y un régimen de vida personalizado; los conceptos que acercaron su obra a los trabajos que más adelante desarrollaría Montessori, tenían que ver con la percepción, en cuanto a la temperatura del ambiente, la consistencia, el volumen y la dimensión de las cosas; el entrenamiento de la visión y la observación; la sensibilidad a los sonidos de los instrumentos musicales y algunos métodos para entrenar el gusto y el olfato.
Así, por medio de la experiencia, es que los niños desarrollan su inteligencia por medio de una serie de actividades. En sus aportes, encontramos que Séguin le daba importancia fundamental a la imitación, a las actividades relacionadas con el juego, y a las oportunidades de experimentar lo que ellos habían aprendido; esto con el objetivo de despertar y estimular la capacidad de conocer las cosas y acercarlas a sus vivencias, lo que, además posibilitaba el desarrollo de la voluntad. Resultado de sus intereses y pasión con la educación de aquellos infantes, creó un Método educativo que comenzaba por el adiestramiento de los sentidos para luego, pasar al desarrollo de ideas y conceptos abstractos, es decir, guiar a los niños desde el reconocimiento de los conceptos más simples a los más complejos.
Con su método, primero enseñaba a los niños a estar quietos y en silencio, y seguidamente a moverse de modo coordinado. Entonces, dicha experimentación sumada a su entusiasmo y creatividad, le llevo a elaborar una serie de materiales que servían para desarrollar la motricidad, por ejemplo: orientar los pies en los primeros pasos, aprender a levantarse y sentarse, educar el movimiento de los brazos, entre otros. De esta forma, hacía trabajar a los niños con su cuerpo y su cerebro, en su concepto “moverse entre tantas dificultades era pensar”.
Después de lograr el control del cuerpo, –Séguin, estaba convencido de que las manos son las mejores ayudantes, y las mejores traductoras del pensamiento del hombre– el método, pasaba a actividades manuales para percibir la temperatura con plumas sumergidas en líquidos calientes y fríos; y posteriormente, vendándoles los ojos a los niños, trabajaba el sentido del tacto con bolsas llenas de harina, canicas, conchas, semillas, etc., para que ellos con sus manos fueran reconociendo diferentes texturas, formas y tamaños. Además, les hacía manipular piezas geométricas, varillas de varias dimensiones, torres de cubos, letras móviles, entre otros artefactos, para los fines mismos que su método educativo establecía, el cual también propuso se aplicara a los niños normales o sin discapacidades.
Tomando en cuenta la reseña anterior, comprendemos el impacto que la vida, el legado y los estudios de Édouard Séguin con discapacitados mentales, tuvo para la doctora, psiquiatra, filósofa y pedagoga María Montessori, quién rescató y retomó el trabajo de las experiencias del médico francés, ya que, los materiales estaban olvidados en unos almacenes. De esta manera, resultado de su revisión, estudio e investigación, elaboró la «pedagogía científica«, que más tarde derivó en el Método Montessori.
Respecto a las características físicas de las Tablas de Séguin, en total son cuatro y cada una tiene unas dimensiones de 39 cm x 9,5 cm, en ese orden de ideas la primera contiene el número 10 cuatro veces; mientras que la segunda lo tiene cinco veces, estas dos tablas se acompañan de nueve tarjetas de madera numeradas del 1 al 9; en la tercera encontramos los números de 10 en 10, así: 10, 20, 30, 40 y 50; y en la cuarta asimismo los encontramos de 10 en 10, pero en el siguiente orden: 60, 70, 80 y 90, a su vez estas dos tablas, se acompañan de nueve tarjetas de madera nuevamente numeradas del 1 al 9.
En relación con el uso y función pedagógica del material didáctico que comprende nuestra pieza del mes (Tablas que ella incorporó a su Método Pedagógico –por eso mantuvieron el nombre de Séguin–), estas se utilizan para asimilar conceptos del área de las matemáticas, y en específico en la enseñanza de las decenas del 10 al 99, y en el aprendizaje y conteo de los números del 11 al 99. Con este material los niños de entre 3 y 6 años van observando la formación y estructura de los números, y al activar cada una de ellas junto con las tarjetas, los infantes aprenden los conceptos relacionados con la suma.
Además, las Tablas se complementan con otra serie de materiales didácticos de la pedagogía Montessoriana el Material Multibase (referenciado en la pieza del mes del Museo de mayo de 2021), concretamente las perlas doradas con las que se puede asociar el concepto de símbolo con la cantidad de cada número, y para que de una forma muy visual el niño manipule las Tablas, y entienda que los números de dos cifras están conformados por unidades y decenas. En el siguiente enlace podemos observar un ejemplo claro de cómo se utilizan las Tablas de Séguin para la enseñanza de las matemáticas integradas con los materiales Multibase: https://www.youtube.com/watch?v=lLJRafNhtXw
Resaltamos la importancia y vigencia del trabajo realizado por María Montessori y desde luego de los diferentes materiales que se diseñaron y crearon a partir de sus postulados, no solo por revolucionar el enfoque de la Escuela, sino también por visibilizar y revalorar la importancia de la infancia y de su proceso de aprendizaje a nivel mundial. Así mismo recordamos que en 1933 con la construcción de la ‘casita Montessori’ –hoy “Casa de la Vida”–, y el año siguiente con la puesta en marcha del grado de Kindergarten (Jardín Infantil) su legado hizo parte activa de los fundamentos, prácticas, ambientes y espacios arquitectónicos de la Universidad Pedagógica Nacional, otrora Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas.
Para conocer el conjunto de Tablas de Séguin, la colección de otros Materiales Didácticos Montessori –únicos objetos originales de la colección del Museo que permitimos manipular–, otros objetos e implementos escolares de la historia, la memoria y la práctica educativa y pedagógica; y los archivos, textos y manuales pertenecientes a los fondos documentales que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras clave: Tablas de Séguin; María Montessori; Édouard Séguin; Material Didáctico; Escuela Activa; Aritmética; Matemáticas; Infancia; Maestros; Educación; Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias
Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar
Como pieza del mes, hemos seleccionado la Muñeca de trapo que data del siglo XIX de la colección de juegos y juguetes del Museo Pedagógico Colombiano. Se trata de un objeto de manufactura artesanal, es decir elaborado a mano, pero este en especial se fabricaba al interior de la cotidianidad de los hogares siendo fiel representante de la tradición de un pueblo ya que se caracteriza por tener colores y figuras típicas de un país o región. Este tipo de juguetes fueron construidos a base de materiales como madera, tela o trapo generalmente, por lo que también son conocidos como juguetes tradicionales o populares.
En general los juguetes son objetos constitutivos de la humanidad, que potencialmente son capaces de simbolizar el pensamiento de una época y los rasgos de una cultura. Desde el inicio de los tiempos los juguetes han estado presente en la vida de los niños, en investigaciones realizadas, se han encontrado diversas clases de muñecos en tumbas primitivas, y algunos historiadores relatan en sus escritos como en la Prehistoria los niños hacían uso de juguetes de madera, arcilla o hueso. El más antiguo data de hace 4000 años, y se trata de un sonajero hecho en terracota descubierto en Turquía. En el imperio Romano y Egipto también existieron juguetes en forma de estatuillas que representaban humanos o animales.
Sin embargo, a pesar de la existencia de registros de la antigüedad sobre juguetes como objetos de vida cotidiana, es en la modernidad con el concepto de infancia, cuando este tipo de artefactos constituyeron de manera central la “cultura material utilizada por los niños” (Cárdenas, 2012, p. 31), cultura de la que es posible identificar distinciones de clases sociales y género en la producción y distribución del juguete.
En el contexto latinoamericano, como, por ejemplo, en el Perú, se fabricaban juguetes con fique y cuero de animal en las formas en que su contexto cultural ofrecía o requería, a pesar de ello, no quería decir que, para ser propiamente un juguete, el objeto debía tener una forma específica, pues los niños y niñas que no tenían acceso a juguetes muy elaborados jugaban con cosas que podían encontrar a su alrededor como piedras, hojas, cajas, semillas y otros tantos elementos. Aun así, la dupla niño-juguete no estuvo siempre de la mano pues en la antigüedad los juguetes estaban relacionados con los grupos aristocráticos y sus distintos pasatiempos, como marionetas y diferentes objetos en miniatura.
Referente a la industria del juguete, el historiador estadounidense Gary Cross, ubica sus inicios en el siglo XVI específicamente en diversas ciudades alemanas, así, hay registro de la fabricación de animales en hojalata y madera por los artesanos de la época. No obstante, aunque parece que los juguetes han existido desde el inicio de los tiempos, estos no tomaron tanta importancia sino hasta el siglo XVII cuando apareció la categoría de Infancia y se empezó a estudiar y crear teorías académicas alrededor de ella, a partir de allí es que el juguete comenzó a cobrar importancia, y es en ese momento que otros países como Inglaterra y Francia se integraron a los centros productores de juguetes.
En el contexto colombiano, esta industria, comenzó a cimentarse a través de la importación de juguetes desde países extranjeros, los cuales fueron traídos –en pequeña escala– a partir de 1929 por la Librería, Papelería y Comercializadora de juguetes Búffalo, empresa ubicada en Medellín, la cual comenzaría a fabricar sus propios juguetes a mediados de la década de los 1940, dando origen así a la Fábrica de Muñecas de Medellín, que funcionó aproximadamente cincos años, convirtiéndose desde entonces en Industrias Búffalo, que inició labores con la fabricación de juguetes en madera y metal. En ese orden de ideas, Búffalo fue la compañía insignia de la producción juguetera nacional de mediados del siglo XX.
Ahora bien, en nuestro país antes del siglo XVIII, y aún tiempo después, los niños se relacionaban más con el trabajo que con el juego, y que incluso con la educación, estos
“seguían siendo un grupo social no diferenciado, pues compartían las mismas condiciones que el resto de la población y, sobre todo, las mismas obligaciones en escenarios como el trabajo y la guerra” (Aristizábal, 2013, p. 19),
así, los niños eran vistos como sujetos de deberes que tenían a su cargo responsabilidades, y, por tanto, no podían ni debían dedicar tiempo al juego. En el siglo XIX con la llegada de las ideas de Pestalozzi a Colombia, se estableció también un nuevo imaginario sobre el juego y los beneficios para los niños, no obstante, estas ideas aún no fueron bien vistas por las instituciones que organizaban la Instrucción y la Educación del país, quienes, en la época, recurrentemente hacían recomendaciones frente al juego y como este podía despertar otros vicios en el niño.
En este sentido, los juguetes debían animar las buenas cualidades del hombre, y el juguete se empezó a ver como
“un objeto sobre todo instructivo, una especie de manual del trabajo hecho objeto. Era la vía para entrenarse en los oficios futuros” (Aristizábal, 2013, p. 27),
es decir, la carga simbólica del juguete debía mantener los roles sociales impuestos en el momento, y asimismo las representaciones de las formas de vida que los niños debían interiorizar para llevarlas a la práctica durante su vida adulta. De esta manera, para los niños los juguetes eran martillos, piedras, objetos que en últimas evocaran su oficio y su rol social, mientras que para las niñas eran cocinas, ollas y muñecas, tal como las que se encuentran en la colección del Museo.
Las muñecas podrían considerarse el juguete más antiguo de todos, sin embargo, su origen no se dio en la categoría de juguete, sino que se enmarcó en un contexto en el cual, eran entregadas a las niñas como un objeto divino que les permitía introducirse en el mundo espiritual, y como parte de ritos funerarios antiguos. En cuanto a sus características materiales y formales, al inicio las muñecas eran elementos rígidos sin ninguna clase movimiento, y talladas en algún material como marfil, madera, yeso o cera y otros de origen vegetal, que hacían parte de la cultura de cada lugar, no fue sino hasta el siglo XV y con los avances en el descubrimiento de nuevos materiales que estas se comercializaron, por lo que también fueron adquiriendo movimientos en sus extremidades e incluso se crearon algunas parlantes que reproducían sonidos.
Uno de los materiales con los que se fabricaron las muñecas fue el trapo, este último la RAE lo define como un pedazo de tela desechable o algún paño de uso doméstico. No obstante, en América Latina, el trapo adquirió otro significado, en el pasado las tribus indígenas y las familias campesinas hacían uso de los distintos materiales y fibras vegetales que cultivaban para hacer juguetes, de esta forma, fueron las abuelas, quienes por medio de hojas de maíz, el fique, la enea, y otras plantas elaboraron las muñecas de la mano con sus nietas, no a modo de regalo, sino como un instrumento que les pudiera dar bases sobre el rol que desempeñarían más adelante, y así prepararlas para la vida cotidiana y sus oficios en el hogar y el desarrollo de sus instintos maternales.
Las muñecas y su confección en el contexto familiar, además les permitían seguir en contacto con la madre tierra, con sus raíces, con la naturaleza, con los elementos, con sus dioses, y hasta con su cultura, pues era una costumbre que las muñecas estuvieran vestidas con la ropa tradicional de cada cultura, e incluso desde temprana edad se les enseñaba a las niñas a confeccionar los atuendos para que les dieran una identidad propia a sus muñecas. Al respecto, mientras que las muñecas de las niñas indígenas estaban hechas con materiales recogidos de la naturaleza, las muñecas europeas, eran vestidas con telas y bordados finos que emulaban la aristocracia, lo que da muestra una vez más de la influencia cultural que soportaron este tipo de juguetes.
Con todo lo anterior, es notorio como las muñecas de trapo estaban vinculadas a las artes y oficios manuales, pero también a una herencia cultural en la cual se transmitieron creencias, prácticas y costumbres, que además buscaban despertar en las niñas algunos instintos que se creía nacían con ellas como, por ejemplo, la maternidad.
Para concluir, queremos recordar dos referentes interesantes sobre los juguetes, en este orden de ideas, en la década de 1930 el filósofo alemán Walter Benjamin, los entendía como producciones activas de la cultura; mientras que en 1914, el poeta francés Charles Baudelaire, los comprendía como representaciones o copias materiales de múltiples formas de vida de acuerdo con tiempos y contextos específicos, según él los juguetes eran una reproducción de la vida real en miniatura, y entenderlos integralmente, implicaba comprender ¿Cómo eran? y explorar no solo sus características físicas, sino también sus usos y relaciones; de manera que así podemos identificar y comprender diversos aspectos de una cultura, conductas de un grupo social determinado o una época concreta. Para Baudelaire, “los juguetes son generadores de costumbres y definidores de gustos”.
¿Y, ustedes con cuáles juguetes jugaron?, ¿Cómo estos definieron su identidad?, y ¿En el aula de clases, de cuáles se apoyan para ayudar a mejorar la capacidades y habilidades perceptivas, imaginativas, creativas, motoras; y también contar la historia de la humanidad a los niños?
Para conocer la Muñeca de trapo, la colección de otros juegos y juguetes de diferentes materiales y periodos históricos, otros objetos de la historia y la práctica pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Aristizábal, D. (2015). Juguetes e infancias. La consolidación de una sensibilidad moderna sobre los niños en Colombia (1840 – 1950). Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia: Facultad de ciencias sociales.
Cárdenas, Y. (2012). Infancia, juegos y juguetes: contribuciones a un análisis histórico cultural de la educación en Colombia (1930 – 1960). Pedagogía y saberes, (37), 25 – 36.
Jiménez, A. (2008). Historia de la infancia en Colombia: crianza, juego y socialización, 1968-1984. Anuario colombiano de historia social y de la cultura, (35),155-188.
Real Academia Española. (2014). Diccionario de la lengua española (23a ed.).
Como pieza del mes, hemos seleccionado el texto “Enseñanza Simultánea de Lectura y Escritura”, más conocida como ‘Cartilla Charry’ de la colección de Manuales Escolares que pertenece al Fondo Documental del Museo Pedagógico Colombiano. La cual, además de ser un importante texto escolar para la historia de la enseñanza y los procesos de escolarización de nuestro país, fue una herramienta cuyo objetivo fue avanzar respecto a los métodos tradicionales utilizados en la época, convirtiéndose en otro símbolo nacional de trascendencia para la historia de la educación del país que utilizó las palabras comunes como base de conocimiento. Desde finales de la década de 1910, fue el texto de lectura y aprendizaje de buena escritura con la que aprendieron a leer y escribir más de tres generaciones de colombianos en todas las escuelas del país.
Para recordar, desde el siglo XIX las primeras escuelas públicas y las ramas que orientaban las mismas, habían institucionalizado, –a partir de temas católicos y morales, que lentamente incluyeron temas científicos como parte del reconocimiento de la realidad del estudiante–, los ejercicios de la lectura y la escritura, como dos procesos básicos y esenciales para la instrucción académica y la formación del carácter de cualquier ciudadano. Se establecía entonces, que educar era civilizar, y el correcto desarrollo de competenticas en estas habilidades, era muestra de la organización mental y la actitud social para el cumplimiento de los deberes que la sociedad exigía. En tal sentido, la esencia enunciada por la Cartilla Charry estaba en la aspiración de instruir, enseñar, reglar, normalizar y elevar las condiciones de los sujetos enseñados; por lo tanto, en el saber de la lectura y la escritura como materia de enseñanza, también estaban las “bases necesarias para la vida”.
Aunque ambos procesos, han estado presentes en diferentes periodos y contextos históricos y culturales de la humanidad; solo es entre la segunda mitad del siglo XIX y el XX, cuando gradualmente estos saberes y distintos procesos de formación, se volvieron accesibles para un mayor grupo de personas en nuestro país, y por ejemplo, la creación de materiales como manuales, textos escolares y cartillas de primeras letras, silabarios y catón, como la Cartilla Charry, influyeron en el proceso de consolidación de la lectura y la escritura como conocimientos de alcance colectivo.
Su autor Justo Víctor Charry Charry, nacido en 1863 en el municipio de Villavieja (Huila), fue un destacado docente y director de escuela con formación pedagógica en La Normal Estatal de Institutores del Tolima con sede en Neiva –fundada por la primer Misión Pedagógica Alemana (1872–1878)–, quien, gracias a su inquietud por innovar los métodos de enseñanza de las primeras letras en las escuelas, obtuvo en 1917 el primer premio nacional por su cartilla, en una exposición organizada por la Academia Colombiana de Historia; y posteriormente la obra, ocupó el primer puesto en un proceso de selección –propuesto en 1917 por el Primer Congreso Pedagógico Nacional– para la elección de una cartilla de lectura y escritura de uso masivo en todo el país, el cual se realizó en 1918 por el Ministerio de Instrucción Pública –hoy Ministerio de Educación Nacional–.
Tal como consta en la contraportada, la cartilla y la formación de Justo V. Charry, seguía el sistema Pestalozziano, que se aplicó en un momento de la historia del país conocido como el “Olimpo Radical”, que en materia educativa tuvo el propósito de cambiar la enseñanza de modelo ‘memorístico tradicional’ por uno donde los pensamientos, el entendimiento del mundo y la observación y exploración del contexto estuvieran por encima de la memoria, lo cual favorecía el método intuitivo y sensorial propuesto por el pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, que se adoptó en nuestro país en aquella época, según este último:
“La vida es la que educa; (…) La fuente de toda nuestra enseñanza se halla en la observación”. (Piaton, 1989, p. 5).
En relación con su contenido y valor educativo, su autor quiso poner en práctica, la enseñanza a partir una palabra normal, es decir una palabra común y corriente, por lo tanto, la aplicación de este método en nuestro país significó toda una “vanguardia” pedagógica en la enseñanza simultanea de la lectura y la escritura a través de las ‘palabras normales’, que fueron la principal característica de la obra. Para la presentación de las letras, a partir del uso de estas palabras, la cartilla, tomó como punto de partida las vocales y luego, cada una de las consonantes acompañadas de una palabra y su ilustración gráfica, destacando visualmente con colores llamativos la letra objeto del aprendizaje. En este sentido, la cartilla tuvo una intencionalidad estética por el número de grabados por cada lección (que superaba a cartillas anteriores), la cual marcó una nueva época en términos de imagen para la infancia, que, además, visibilizó a niños y niñas desde nuevos roles según los entornos educativos y también mostrando una sociedad en acción; los diseños de las ilustraciones de la cartilla establecían relaciones más complejas que evidenciaban una correspondencia frente al conocimiento con escenas de salones de clase, para el caso, muchas de estas hacían hincapié en los contextos más que en las lecciones mismas, para así familiarizar al niño con su alrededor.
De acuerdo con investigadores de la historia de la educación en Colombia como Javier Sáenz, Óscar Saldarriaga y Armado Ospina, posteriormente se presentaba la combinación de la letra con cada una de las vocales y luego palabras en las que se usaba la letra de la lección específica, y finalmente otras palabras de uso común que incluyeran las consonantes de la primera palabra. El procedimiento indicado en la cartilla se realizaba combinando la pronunciación y la escritura, y los ejercicios de lectura y escritura estaban determinados por la complejidad de las sílabas que componían las palabras.
Según el análisis anterior, la cartilla retomó parte del método silábico, sin embargo, junto con las ilustraciones se conjugaban palabras, frases, e ideas que comenzaban a inferir relaciones con el papel y el deber de los infantes, y su cotidianidad.
En este marco el texto, propuso un método innovador, que dio un salto de la tradicional lectura silábica hacía uno que reunió varios elementos, como, el sistema ecléctico –de aprendizaje más rápido– basado en la comprensión integral de historias (representadas con su respectiva imagen), que usaban un lenguaje cuidadoso, y se apoyaban visualmente en ilustraciones que tenían fines didácticos para ejemplificar los párrafos y cuentos cortos, y en el uso de la tradicional letra manuscrita en cursiva (según el método Palmer de caligrafía) utilizada en las escuelas de la época. Lo que permitía a los estudiantes progresar en sus procesos de comprensión y escritura.
Respecto a la realidad política, a inicios del siglo XX, el comienzo de la ‘Hegemonía Conservadora’ y su proyecto educativo centrado en las normas morales para formar buenos ciudadanos en derechos y patriotas, a través de la búsqueda de una identidad nacional, tuvo como intención unificar y moralizar; y con la introducción de las ciencias naturales y experimentales, se planteó también el debate sobre el método de enseñanza de la lectura; polémica pedagógica centrada por el contraste entre el método del deletreo, el método fónico y el método silábico, frente a este panorama surgió en 1917 la cartilla del profesor Charry, como un texto que posibilitó superar las limitaciones de los métodos considerados “tradicionales”, y que por su método innovador y extensa vigencia en la memoria educativa del país se constituyó como modelo para las cartillas de enseñanza de la lectura y escritura hasta nuestros días.
A pesar del impacto de la cartilla, su distribución se realizó de manera muy precaria, entonces, su autor cedió los derechos de reproducción al Estado para imprimir 35 mil ejemplares en 1919, que dos años después lograría una distribución mayor, esta vez por 800 mil ejemplares en todas las escuelas del país. Antes de fallecer en 1946, a la edad de 85 años, le hizo prometer a su hija Cecilia Charry Lara que continuara trabajando por la difusión de la obra. Ella también se dedicó profesionalmente a la docencia y su formación la recibió en el Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas –IPN–, donde además aprendió ortografía con el método de memoria visual de la mano de Franzisca Radke (pedagoga alemana que lideró la segunda Misión Pedagógica de este país en Colombia, y también primera directora del IPN).
Fiel a su promesa, la cartilla fue actualizada, y como el concepto de la enseñanza había cambiado fue necesario renovar el sistema de sílabas separadas (silabeo), y hacer que los estudiantes repitieran las palabras completas para facilitar la lectura de corrido. Además de actualizar algunas palabras del texto original, tuvo que reformar los textos de la cartilla, conservando su estructura pedagógica esencial. Finalmente se editaron tres tomos, el primero en 1918 para aprender a leer y escribir con ejercicios para la escritura y la buena letra; el segundo aproximadamente en los años cuarenta, para aprender lectura comprensiva; y el tercero, en los años setenta, como una reedición del segundo tomo, reformada y actualizada bajo el título de “Nueva Cartilla Charry”, suscrita al método ideo-visual o global. Cecilia Charry mantuvo vigente la popular cartilla de su padre hasta 1982, cuando dejó de ser editada.
Este año, se cumplen 103 años de haberse expedido la resolución 190 del 10 de julio de 1918 del Ministerio de Instrucción Pública, que adoptó como texto de lectura y escritura simultáneo para todas las escuelas del país, la Cartilla Charry, de autoría del huilense Justo V. Charry, obra de carrera extensa y una de las publicaciones más usadas para la enseñanza de la lectura, que en sus páginas brindó la evolución del proceso de lectura y escritura desde las reglas básicas para dirigir por parte del maestro las ideas más elementales como objetos, animales y frases sencillas, hasta narraciones cada vez más extensas y complejas. Por tal razón, dentro de los libros infaltables en la escuela de la segunda década del siglo XX, se encontraba la Cartilla Charry, en compañía de otros, como el Catecismo del padre Astete, la Historia Sagrada, la Historia Patria, la Alegría de Leer y el periódico El Campesino.
Tan importante fue la cartilla, que colegas, referentes y estudiosos de la pedagogía, la han destacado de diferentes formas, por ejemplo, el Doctor en Educación y Sociedad, Fernando Vásquez Rodríguez, narraba lo siguiente:
“Guardo, como una joya, mi cartilla “Charry”. Si está así de maltratada es porque me ha acompañado por más de 50 años. En este texto mi padre y mi madre me enseñaron a leer, allá, en la casa de “La Laguna”. Lo hacían por las tardes. Mi papá era el maestro severo que me enseñaba y me tomaba las lecciones, y mi mamá la tutora de esas primeras tareas. Recuerdo que me gustaban las imágenes, especialmente el indio, la iglesia, el águila, el mico tití, la zorra y el león. Tal vez por lo cercano al ambiente de la vereda donde me crie me aprendí rápido aquella frase de “la mula va al molino”. Y se me quedó grabada para siempre otra frase: “quiero que me diga, el gato come queso?” (Vásquez, 2012).
Además, su método de enseñanza fue tan efectivo, que, en 1928, cuando su autor tenía 65 años, demostró que en 39 horas un grupo de adultos podía aprender a leer y escribir. Experiencia que quedó consignada en un Acta del 10 de marzo de 1938, firmada por el alcalde de Bogotá de aquel entonces, Gustavo Santos.
Destacamos el legado de este emblema de la literatura educativa colombiana, no solo como un instrumento para la transmisión de saberes y la enseñanza elemental durante tres décadas del siglo XX, y un medio para la formación de valores, a través del amor a la escuela, a la religión, a la patria y a las buenas costumbres; sino también como un testimonio de recordación para la memoria colectiva de nuestro país, ya que muchos colombianos mayores de 40 años recuerdan con nostalgia las primeras letras que leyeron y escribieron en su Cartilla Charry.
Para conocer y consultar la Cartilla Charry, otros textos, manuales escolares, cartillas de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos de la historia y la práctica pedagógica que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
Palabras clave: Cartilla Charry; Lectura; Escritura; Textos Escolares; Manual Escolar; Pedagogía; Historia de la Educación; Maestros; Museo Pedagógico Colombiano.
García Vera, N., & Rojas Prieto, S. (2015). La enseñanza de la lectura en Colombia: Enfoques pedagógicos, métodos, políticas y textos escolares en las tres últimas décadas del siglo XX. Pedagogía Y Saberes, 1(70), 43-60. Fecha de consulta: 14 Jul. 2021. Desde: https://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/PYS/article/view/3685/3304
Sáenz, J., Saldarriaga, O. y Ospina, A. (1997). Mirar la infancia. pedagogía, moral y modernidad en Colombia, 1903–1946. Medellín: Ediciones Foro Nacional por Colombia, Ediciones Uniandes, Editorial Universidad de Antioquia.