Pieza del mes de agosto de 2023: Plumas de escritura con plumillas intercambiables

Para esta ocasión el Museo Pedagógico Colombiano, de acuerdo con su compromiso histórico para la conservación, investigación y divulgación de la memoria y la cultura material educativa, como también el estudio sobre los saberes y prácticas escolares, eligió como pieza del mes la colección de plumas estilográficas, que remiten a la caracterización de la historia de la escritura y su importancia en la formación de sujetos.

Sobre la historia de la escritura es importante señalar que en el periodo colonial era restringida, en ese tiempo únicamente el escribano (formado a través de manuales sobre Caligrafía procedentes de España), desarrolló la labor para la redacción de documentos oficiales. Posteriormente, los hijos de familias adineradas comenzaron a instruirse, puesto que, «iban a la escuela y debían aprender a leer y escribir en latín, para poder entrar a las escuelas que formaban sacerdotes y abogados»[1]. En otros casos, las primeras formas de escuela regentadas por comunidades religiosas, permitieron a distintos grupos de niños de diferentes edades, acceder a la lectura y la escritura mediante textos de doctrina cristiana.

En el S. XVIII, la paulatina descentralización de la educación dominada por la Iglesia y una mayor presencia del Estado, propiciaron la aparición de la escuela pública y el maestro que la conducía. Así, la escritura empezó a constituirse como un saber escolar al alcance de un mayor número de personas, apareciendo entonces textos y métodos específicos. Luego, entrada la segunda mitad del S. XIX, con la expansión de la escuela pública y el acceso gradual a la escritura, se inició la difusión y dotación de materiales especializados para este ramo de instrucción como plumas, engobes, tinteros y porta tinteros; elementos básicos pero indispensables para los escolares de la época.

Como precedente a nuestra pieza del mes, en nuestro Museo salvaguardamos un ejemplar de Pluma de ganso, una de las reliquias principales en la historia de la escritura, que tuvo vigencia hasta mediados del S. XIX, dado que, las primeras plumas estilográficas de cartucho y plumilla (plumín) intercambiable se produjeron a partir de la segunda década del siglo XIX, durante ese momento simultáneamente se continuaron manejando las de aves, pero con la aceleración de patentes y la producción en masa de las estilográficas desde 1880, las fabricadas con pluma de aves –que se desgastaban muy rápido– entraron en desuso. Ahora bien, el tipo de pluma que reseñamos marcó una total evolución y transformación para el ejercicio de escribir, en aspectos como la comodidad, resistencia, precisión, calidad y posibilidades en cuanto a textura, grosor, tamaño y fluidez del trazo.

En este sentido la implementación de las plumas de punta metálica y las distintas plumillas, fabricadas en acero inoxidable u oro, propiciaron la popularización de este instrumento para la escritura; además el cuerpo de estas, se comenzó a manufacturar en ebonita (polímero descubierto en 1843, producto de la mezcla de caucho y azufre), asimismo los componentes internos como el plumín hueco y las válvulas también fueron ajustadas y mejoradas.

Para 1827, se conoció la primera patente de una pluma con depósito intercambiable de tinta, otorgada al pedagogo, matemático, ingeniero y filólogo rumano Petrache Poenaru (1799–1875) que, por otra parte, realizó contribuciones a la educación rumana. La patente #3208, del 25 de mayo de 1827, titulada «Endless Porter Count» (pluma portátil que no se acaba, que se alimenta ella misma con tinta) fue conferida en París. Sin embargo, la invención del rumano no tuvo producción continua, y por tanto, la creación oficial de esta clase de plumas se le atribuyó al agente de seguros y empresario estadounidense Lewis Edson Waterman (1837–1901) quién a partir de una mala experiencia con una pluma defectuosa, decidió fabricar un nuevo modelo que corrigiera el goteo y las fugas al escribir.

De tal interés, Waterman mejoró los modelos inicialmente creados por el rumano, especialmente el sistema de llenado a través de una ranura lateral, que ahora funcionaba por acción capilar, mediante el cual, la tinta fluía hacia la plumilla de forma continua y segura para el escribiente –más adelante, famosas empresas como Conklin, Sheaffer y Parker, desarrollaron otros mecanismos de alimentación de la tinta, para corregir inconvenientes con el flujo y los derrames–. Así, en 1883 Lewis fundó en Nueva York la empresa Waterman Pen Company (segundo fabricante mundial de plumas estilográficas, vigente en la actualidad y comercializadora también de bolígrafos, portaminas y cartuchos de repuesto), luego en 1884, patentó su nueva pluma estilográfica y desde ese momento comenzó a hacerse popular. En general alrededor de 1920, para el mundo occidental aquel modelo de pluma era el principal dispositivo para escribir, y fue así hasta la comercialización masiva del bolígrafo después de la Segunda Guerra Mundial; a pesar de ello, actualmente las plumas estilográficas, representan un símbolo de elegancia y decoro.

Entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el propósito de los fabricantes existentes, consistió en desarrollar una mejor versión de este tipo de plumas, posicionarla como el producto principal para la comunicación escrita y hacer el artefacto más accesible (en los primeros años tenían un costo de fabricación alto), debido a que solamente los miembros de familias prestantes y las personas vinculadas a la iglesia podían hacer uso de este clase de herramientas y acceder a ese nivel de instrucción. Como ya se precisó, la conformación de la República después de 1819, introdujo un interés estatal que tuvo el objetivo de masificar la escuela (mediada por la iglesia) apostándole a la creación de escuelas de primeras letras y la consolidación de un ‘sistema educativo’ para la formación de los estudiantes en los rudimentos de la aritmética, la lectura y la escritura, y así, hacer de ellos ciudadanos útiles ante la sociedad; que adicionalmente fueran educados con base en principios morales y religiosos, derivados del acercamiento a las lecturas bíblicas, a fin de replicar las enseñanzas en las generaciones más jóvenes.

Entonces, el aparato civilizador de los habitantes en nuestro actual territorio, se materializó de acuerdo con la fundación de las primeras escuelas a partir de 1822, en consecuencia, hubo un especial cuidado, respecto a la metodología de enseñanza con la que se debía impartir la fundamentación escolar de la época, a fin de cuentas, su objetivo principal era la formación ciudadanos que legitimarían la estructura social, política y económica de la naciente República.

De tal manera, el uso de esta clase de plumas, poco a poco se dirigió a las escuelas establecidas en ese momento, sin distinción de la metodología pedagógica (Lancasteriana o Pestalozziana) a la que estuviera en función; asimismo su empleo se extendió en espacios como los monasterios, con el ánimo de promover la escritura en los jóvenes y las personas del común. Junto con la pizarra de piedra –otro vestigio material de la historia de la escritura en la escuela, también exhibida en el Museo–, la pluma como soporte de la memoria testimonial e instrumento para la enseñanza y práctica de la caligrafía, hizo parte de los primeros elementos de uso masivo dentro de la experiencia escolar. Sin embargo, la filigrana y el detalle en la caligrafía, el nivel de escritura y la correcta ortografía, se consideraron aspectos del reflejo estético del ciudadano culto, bajo tal premisa, se definieron formas de separación social, marcando diferencias entre los segmentos de población culta y los considerados pobres, por tener apenas una escritura básica.

El conjunto de plumas estilográficas con plumilla intercambiable hace parte de la colección de implementos y saberes escolares del Museo Pedagógico Colombiano, y sus características principales son las siguientes: los portaplumas fabricados en madera o en plástico, tienen forma anatómica para facilitar el agarre correcto, cada uno cuenta con una longitud de 17,5 cm, y en el extremo de mayor sección se encuentra una pequeña corona metálica interna para el montaje de las plumillas metálicas. Mientras que, estas últimas miden 3 cm de largo, se insertan en la corona mediante un sistema de inserción de tubo con doblez curvo, tienen un pequeño orificio de respiración que permite la fluidez de la tinta; y una hendidura estrecha por donde esta última pasa a la punta, dándole una longitud aproximada de 20 cm.

Con relación al tiempo de fabricación y uso, establecemos que fue posterior a 1940, esto de acuerdo con algunos detalles identificados sobre el cuerpo de los portaplumas y de las plumillas. Al respecto, en los primeros se observa la inscripción ‘KICO’ (Kalusin Importing Company S. A.), empresa fundada en Barranquilla hacia finales de 1920, dedicada a la fabricación de productos en plástico, reconocida, además, como una de las primeras industrias que comercializó juguetes plásticos en Colombia. Recordemos que:

«En el país, comienza la producción de juguetes en serie y de forma más masiva en materiales como la hojalata, el hierro fundido, el celuloide y plástico a mediados de la década de 1940. Una de las principales razones del auge de esta producción local, era la imposibilidad de acceder fácilmente a las importaciones a causa de la Segunda Guerra Mundial». (Cuervo, 2017).

Mientras que, en las plumillas, se reconoce la contramarca: «GOBIERNO DE COLOMBIA – MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL». Referente a la historia del Ministerio, en primera instancia este despacho de gobierno se instituyó en 1886 bajo el nombre de Ministerio de Instrucción Pública; posteriormente en 1923 cambió su nombre a Ministerio de Instrucción y Salubridad Públicas y, desde 1928 se le identifica como Ministerio de Educación Nacional. Es decir, las plumillas de nuestra colección fueron fabricadas expresamente por encargo del Ministerio de Educación de nuestro país, y probablemente se distribuyeron en las escuelas públicas auspiciadas por el Ministerio.

Copete, H. (2023). Plumillas metálicas intercambiables, obsérvese el detalle sobre el cuerpo de inserción de las plumillas con la inscripción: «GOBIERNO DE COLOMBIA MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL». [Fotografía]. Fuente: Museo Pedagógico Colombiano.


Para conocer, la colección de Plumas estilográficas y plumillas, otros implementos de la escritura; diferentes objetos de la cultura material de la educación y la pedagogía; la colección de juegos y juguetes de distintos periodos históricos; otros objetos e implementos escolares de la historia, la memoria escolar, y la práctica pedagógica; y los archivos pertenecientes a los fondos documentales y bibliográficos que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales de Facebook: https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/, Instagram: https://www.instagram.com/museopedagogicoupn/?hl=es, y a explorar nuestra página web: http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Escritura; Caligrafía; Pluma Estilográfica; Plumilla; Implementos Escolares; Saber Escolar; Formación de Ciudadanos; Instrucción Pública; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias:

[1] Lozano, J; Gutiérrez, R; & Romero, F. (2010). Caligrafía expresiva, arte y diseño. Universidad Tecnológica de Pereira.

Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar

Huineman, M. (2017). Pluma Hispana. Blogspot.com. Fecha de consulta:  agosto 8, 2023. Desde: https://plumahispana.blogspot.com/2017/04/

Supermileto.blogspot.com. (2019). La historia de la pluma de escritura. Fecha de consulta: agosto 8, 2023. Desde: http://supermileto.blogspot.com/2016/12/la-historia-de-la-pluma-de-escritura.html

Cuervo Calle, J. (2017). Historia del juguete en Medellín 1910–1940. El juguete como mediador en la transformación de los conceptos de infancia (Doctoral dissertation, Universidad EAFIT). Recuperado de: https://repository.eafit.edu.co/bitstream/handle/10784/11740/CuervoCalle_Juliana_2017.pdf?sequence=2

Historiaescritura.com. (s. f.) Historia de la Pluma Estilográfica. Fecha de consulta:  agosto 4, 2023. Desde: https://historiaescritura.com/instrumentos/pluma-estilografica

iguanasell.es. (2022). La pluma estilográfica de principio a fin. Fecha de consulta:  agosto 4, 2023. Desde: https://www.iguanasell.es/blogs/news/invencion-pluma

 

Pieza del mes de mayo de 2023: Spelling and Counting Board

Durante este mes, contribuyendo con el firme compromiso del Museo Pedagógico Colombiano, por la conservación material e historiográfica de objetos creados con un fin educativo, se dedicará especial atención al Spelling and Counting Board que traducido al español significa Tablero de ortografía y conteo; por tanto, se reseñará este artefacto, de acuerdo con su estructura, componentes materiales, funcionamiento, uso, y por supuesto, su historia internacional y nacional.

Copete, H. (2023). Superficie frontal del Spelling and Counting Board. [Fotografía]. Fuente: Museo Pedagógico Colombiano.
 

El Spelling and Counting Board, es un tablero de madera geométricamente atractivo, con forma de circunferencia, sobre el que se encuentran ejemplos de ilustraciones y algunas palabras que se pueden conformar, ya que, su función es la construcción de vocablos por medio del desplazamiento de pequeños cuadrados móviles marcados cada uno por las letras del abecedario. Los términos constituidos se ubican al interior del tablero en medio de dos líneas paralelas; pero no es su única función, en su reverso los cuadrados insertos están marcados con los números del 0 al 9 y los signos de suma, resta, multiplicación, división e igual, con el fin de realizar operaciones aritméticas básicas.

Copete, H. (2023). Superficie posterior del Spelling and Counting Board. [Fotografía]. Fuente: Museo Pedagógico Colombiano.

Acorde con su descripción, era un dispositivo poco convencional para practicar la ortografía y desarrollar operaciones matemáticas, y aunque no requería la utilización de lápiz y papel, es una herramienta con la que no era posible organizar palabras extensas o con muchas vocales (debido a que no tenía suficientes letras), y tampoco efectuar cálculos matemáticos avanzados, por lo tanto, se trata de objeto utilizado para los niveles iniciales de enseñanza de las letras y los números.

La fabricación de este tipo de tableros circulares inició alrededor de los años 1940 en los Estados Unidos, y su uso tuvo vigencia hasta 1960, y con frecuencia se trabajaba con este dentro del aula escolar. La enseñanza de la lectura vigente a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX en nuestro país, dirigió su estrategia mediante dos vías: el método fonético de lectoescritura, y el del significado. Con el primero se hacía reconocimiento del sonido producido por las letras y sus distintas combinaciones; y a partir del segundo se enseñaban palabras completas, es decir, más que prestar atención al sonido, este se enfocó en cómo se ve y que representa una expresión escrita en el mundo tangible. Para el caso de nuestra pieza del mes, es fundamental la función que desempeñó en el contexto escolar y su aporte educativo en dos vías: la del método fonético para la enseñanza progresiva de la lectura y la escritura conforme a las respectivas normas ortográficas; y, la matemática que apuntó a la práctica de las cuatro operaciones aritméticas, la comprensión tanto de la forma y cantidades de los diez dígitos (números del 0 al 9) y símbolos de cada operación, como también su significado en dicho proceso.

En el caso colombiano no es exacto el momento en que dicho artefacto llegó e inició a hacer parte de la enseñanza a nivel básico. Sin embargo el fabricante del ejemplar que exhibimos, fue la empresa colombiana PRODEMA LTDA. con sede en Bogotá, encargada también de su distribución a nivel nacional. A pesar que el Museo resguarda el material junto con la caja original que lleva el nombre de este dispositivo y algunas ilustraciones, no hay información precisa sobre la trayectoria comercial de la empresa. Sin embargo, es clave reconocer cuál era su función y definir en qué momento de la historia de la educación colombiana se introdujo.

Copete, H. (2023). Caja de cartón del Spelling and Counting Board (obsérvese el detalle sobre el nombre y marca del fabricante). [Fotografía]. Fuente: Museo Pedagógico Colombiano.

Principalmente, la tradición anglosajona dedicada a la formulación del Currículum (Currículo), estableció las bases para la comprensión y posterior creación de “herramientas” eficaces para el aprendizaje, puesto que su propósito principal fue la organización de objetivos y su respectiva evaluación, brindando de manera exacta y eficaz particulares resultados. Bajo este modo de comprensión, la educación tiene efectos concretos y visibles en determinados periodos de tiempo, al respecto: saber leer, contar y escribir en niveles o edades específicas; lo anterior sugiere, la correlación con el movimiento ‘escolanovistaen el país, que abrió paso al reconocimiento de la psicología como principal disciplina dedicada a la investigación, experimentación e interpretación del fenómeno educativo, que comprendería también modelos como el conductismo y el constructivismo; y asimismo, la orientación de la relación alumno-maestro centrando su atención sobre el estudiante. 

Concretamente, la conexión entre la Escuela Activa y el Currículo, con la creación y empleo de este objeto se comprende por la preocupación constante -según la propuesta de la pedagogía activa- en mantener la atención del niño, su interés y estímulo motriz mediante la manipulación de materiales diseñados al alcance de sus fuerzas físicas y tamaño, aspectos primordiales que condujeron a la creación de materiales didácticos que apoyaban el control del ambiente, y guiaban la experiencia sensorial y la educación del niño/alumno. Por otra parte, en el caso colombiano, la reforma curricular asesorada por la Tercera Misión Pedagógica Alemana (1965-1978) brindó ciertas características importantes, al respecto destacan Martínez Boom y otros:

“[…] los objetivos constituyen el eje de la planificación de la enseñanza y de la práctica del maestro; las actividades que realice este, denominadas “actividades de aprendizaje”, deben estar orientadas al “logro de los objetivos propuestos” y en ello colaboraràn los recursos y materiales didácticos […]” (Boom Et Al, 2003, 66-67).

De manera que, llevar a la práctica educativa y escolar un material didáctico como el Tablero de ortografía y conteo en Colombia, no es mera casualidad, al contrario, proviene de una comprensión analítica y sistemática de la educación; de tal relación es posible aseverar que esta pieza de nuestra colección para el mes de mayo en el Museo, es resultado de la llegada de la Tercera Misión Pedagógica Alemana. Es decir, a lo largo de los años 60 y 80, este artefacto circuló por las aulas escolares como un elemento de naturaleza didáctica, con el fin de alcanzar resultados de aprendizaje, adquirir conocimientos y cumplir objetivos.

Para conocer el Spelling and Counting Board, otros objetos e implementos escolares de la historia, la memoria y la práctica educativa y pedagógica, la colección de juegos y juguetes; y los archivos, textos y manuales pertenecientes a los fondos documentales y bibliográficos que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales de Facebook: https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/, Instagram: https://www.instagram.com/museopedagogicoupn/?hl=es, y a explorar nuestra página web: http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras Clave: Tablero de ortografía y conteo; Material didáctico; Lectura; Escritura; Aritmética; Prodema Ltda.; Infancia; Escuela Activa; Currículo; Tercera Misión Pedagógica Alemana; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Autoría: Yeimy Jimena Bejarano Baquero – Estudiante del Programa en Pedagogía.
Revisión y corrección de estilo:  Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias:

Boom et al. (2003). Currículo y Modernización. Cuatro décadas de educación en Colombia. Bogotá: Cooperativa editorial Magisterio.

Spelling and Counting Board. (s. f.). MUSEUM OF TEACHING AND LEARNING. https://www.motal.org/spelling-and-counting-board.html

Piezas con Voz – Diálogos a través de los objetos del Museo Pedagógico Colombiano: Lecciones de Cosas

Estimados/as visitantes, escuchas y lectores, los invitamos a disfrutar de un conjunto de pódcasts realizados en el marco de la virtualidad -Covid-19- por estudiantes de práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional.

En esta ocasión, difundimos un pódcast sobre los tres tomos de los manuales de ‘Lecciones de Cosas‘ de 1921, que resalta la importancia de las ideas de la pedagogía propuesta por Enrique Pestalozzi, el método intuitivo mediante el cual se llega al aprendizaje, y la enseñanza de los elementos del universo «de las cosas a las palabras (ideas)».

Celebración del 30 aniversario del Centro de Investigación de MANuales EScolares – MANES (1992-2022)

Estimados/as colegas y visitantes, compartimos la celebración del 30 Aniversario del Centro de Investigación MANES, fundado por iniciativa del profesor Federico Gómez Rodríguez de Castro, siguiendo el modelo establecido por el profesor Alain Choppin, creador del proyecto ENMANUELLE en el Institut National de Recherche Pédagogique (INRP) en Francia. En el año 1992 se firmó el convenio de colaboración entre la UNED y el INRP, y ese año constituyó, la fecha oficial de nacimiento de MANES.

Para iniciar la celebración del 30 aniversario, se editó un calendario del año 2022, que ha sido elaborado por la Biblioteca Central de la UNED el cual fue ilustrado con portadas de libros escolares del Fondo MANES que se conservan en dicha Biblioteca. Con este calendario ilustrado se ha querido conmemorar también el 50 aniversario de la fundación de la UNED, que se cumple este mismo año.

Para más información seguir el siguiente enlace: https://www.centromanes.org/?cat=16

Pieza del mes de noviembre de 2021: Manuales de Lecciones de Cosas

Escucha nuestro Pódcast sobre los Manuales de Lecciones de Cosas, realizado por estudiantes de Práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional:

Como pieza del mes, hemos elegido los tres tomos de los manuales escolares conocidos como Lecciones de Cosas escritos por el dibujante, artista gráfico y diseñador editorial catalán Carles Barral i Nualart (1879–1936), que hacen parte de la colección de Libros de Escuela, Manuales y Cartillas que pertenecen al Fondo Documental Bibliográfico del Museo Pedagógico Colombiano, los cuales fueron escritos en 1921 y corresponden a la octava edición del texto.

Los tres volúmenes son de carácter instructivo y didáctico, y cuentan con dibujos e ilustraciones a blanco y negro, realizados por el mismo autor y otros tantos pertenecientes a la plantilla de ilustradores de la Editorial Seix y Barral Hermanos, en cuyos talleres litográficos se imprimieron, por ejemplo, carteles, cromos y todo tipo de material gráfico de artistas reconocidos españoles como Apeles Mestres, Ramón Casas, Francisco de Cidón, Joaquim Renart, Cayetano Cornet o Pere Montanyà, entre otros.

La Industria Editorial y Gráfica Seix y Barral Hermanos, fue fundada en Barcelona (España) en 1911, como una empresa de artes gráficas, publicidad y litografía de carteles; aunque sus primeras obras fueron sobre historia y literatura juvenil; también fueron proveedores de catálogos de juguetes para niños, mapas, ejercicios, figuras geométricas, etc. para los estudiantes de la época, a quienes también se dirigió la publicación de libros de texto y numerosas colecciones y obras, de carácter pedagógico del ámbito español.

Talleres Litográficos e Imprenta Barral Herms. (1905). [Imagen]. Fuente: http://www.historiadeldisseny.org/wp-content/uploads/Pau-Medrano-Carles-Barral-Nualart-cartelista-impresor-y-dise–ador-editorial.pdf

 

 

 

 

 

 

 

 

Los Manuales escolares sirvieron como objeto de la enseñanza del siglo XVII, constituyéndose como la exposición de una disciplina escolar de manera ordenada y secuencial, estos estaban dirigidos exclusivamente a los maestros, pues una de sus funciones se fundaba en regular las prácticas de enseñanza y los saberes que circulaban por la escuela, pero también cumplían la tarea de:

simplificar las escrituras y los lenguajes que existían […]. Este modo de simplificación era concebido como un arte, dado su carácter de reducción de la proliferación de signos y significaciones. El manual debía decir en forma simple lo que era complejo y que los tratados o estudios eruditos no hacían, pues eran dirigidos a un público especializado” (Quiceno, 2001, p. 53).

Johann Heinrich Pestalozzi (Retrato). Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Heinrich_Pestalozzi

Con el inicio de la Escuela Nueva a finales del siglo XIX y su consolidación a inicios del siglo XX, que buscaba superar el modelo Lancasteriano propuesto desde la ‘Escuela Tradicional’ ligada a la Iglesia Católica, en el que la memorización de los contenidos era la estrategia central para la transmisión de los conocimientos o información, nació la implementación de nuevos métodos para la enseñanza, e incluso se modificaron ciertas dinámicas escolares tradicionales, como la centralidad de la educación basada en el profesor.

En este contexto asociado a una propuesta para un nuevo planteamiento de Escuela, tuvo gran influencia la experiencia y aportes del pedagogo suizo Enrique Pestalozzi (1746–1827), pues según su biografía, de acuerdo con una vivencia propia como educador, la enseñanza ocurría de manera oral debido a la falta de textos, valiéndose así de diversos materiales que pudieran despertar la curiosidad del niño.

Entonces, mientras él se encontraba explicando a sus alumnos sobre una escalera portátil, las láminas de apoyo de las que hacía uso no se encontraban disponibles, al darse cuenta, un niño le señaló una escalera que se encontraba en el patio junto a la puerta, y de la cual podía hacer uso para continuar con su labor de enseñanza; a partir de dicha experiencia, Pestalozzi tuvo la idea de que este proceso escolar podía transcurrir de otra manera, a través de la intuición del niño.

Tomando en cuenta la experiencia de la escalera, en adelante Pestalozzi enseñó solo por medio de objetos verdaderos, así, los muebles y los demás elementos de la clase, los animales, las plantas, el cuerpo humano, todo cuanto tenía a su alcance, fue el material de que se valió en los ejercicios de intuición, conformando de este modo la base del “método intuitivo” que tanta fama le diera. Trabajando desde entonces lo que se conoce como la pedagogía “intuitiva” u “objetiva”, en la que define la intuición como:

fundamento absoluto de todo conocimiento, o, con otras palabras, que todo conocimiento parte de la intuición y a ella tiene que poder ser remitido” (Pestalozzi citado en Klaus Runge, 2008, p.44).

De esta manera, la intuición sería el fundamento general de todo conocimiento, desde donde puede distinguirse un aspecto externo, y uno interno. Lo externo como todo aquello que puede recibirse del exterior con la ayuda de los sentidos; y lo interno, como los juicios que se crean a partir de esas impresiones que se han recibido de afuera. La infancia nació allí como un concepto que puede pensarse entonces a partir de la subjetividad.

En Colombia la apropiación de la pedagogía Pestalozziana se desarrolló por primera vez entre los años de 1845 y 1930, como una manera de dejar atrás el método Lancasteriano. Con el apoyo del presidente Mariano Ospina Rodríguez (fundador del Partido Conservador), fue don José María Triana escritor de manuales para métodos de enseñanza primaria del país –como, por ejemplo, el Manual de enseñanza mutua para las escuelas de primeras letras de 1845–, reconocido como uno de los primeros pedagogos colombianos y fundador del Instituto Normal, quien la introdujo en nuestro país, como un recurso para mejorar la enseñanza en las clases de gramática y aritmética.

Sin embargo, los conservadores no fueron los únicos en poner en marcha la “Pedagogía Objetiva”, pues treinta años después en 1872, bajo el gobierno liberal del Olimpo radical esta perspectiva empezó a difundirse por las normales de las capitales todo el país, de la mano de la Primera Misión Alemana que trajo consigo a los “12 maestros protestantes”, asumiéndose como un sistema pedagógico que debía implementarse en el marco del Primer Proyecto Nacional de Educación laica, gratuita, obligatoria y pública.

Esta vez, ya no se trataba de un procedimiento auxiliar: fue asumida en su integridad, como un método universal, teórico y práctico, como el sistema pedagógico “más moderno para la reforma de la mente de la niñez colombiana”, frente a la pedagogía llamada tradicional: memorista, verbalista y punitiva, asociada por demás a la Iglesia Católica y a los regímenes conservadores y al sistema de enseñanza mutua utilizado durante los dos primeros tercios del siglo XIX” (Saldarriaga, 2001, p. 46).

Al igual que otras apuestas pedagógicas que buscaban formar un ideal de hombre y ciudadano, la perspectiva propuesta por Pestalozzi implementada en Colombia pretendía participar en la configuración de un nuevo “Hombre moderno; práctico, observador del mundo, positivo y, en lo posible, laico” (Saldarriaga, 2001, p. 46), y por esto mismo, de la estructuración de una nueva sociedad, ya que en esta visión no se trataba de la formación del hombre y sus acciones para un bien individual, sino de que sus acciones y que el resultado de estas tuvieran repercusión colectiva y social. Aun cuando se logró implementar en el país, por desacuerdos con la Iglesia Católica, y el partido de oposición se le puso fin a este proyecto, no obstante, el método de enseñanza se siguió impartiendo durante los dos gobiernos siguientes en los períodos de la Regeneración y la República Conservadora entre 1886 y 1930.

Como resultado de este proceso, se dio la inserción y uso masivo de diferentes manuales y cartillas escolares escritos durante todo el siglo XIX, como materiales de apoyo a la enseñanza, entre los cuales se encontraban los Manuales de las “Lecciones de Cosas” que buscaban aproximar a los estudiantes a las palabras a través de los objetos, y que fueron importados a finales del siglo XIX a precios económicos por la Librería Americana de Bogotá de quien era dueño Miguel Antonio Caro. Además, es de gran relevancia resaltar que la mayoría de los manuales usados para seguir el método de Pestalozzi fueron escritos por pedagogos protestantes pestalozzianos.

Basados en el método Pestalozzi, las ‘Lecciones de Cosas’ fueron manuales que les permitieron a los profesores organizar las cosas para poder dirigir la percepción del niño, de lo singular a lo general y de lo visible a lo abstracto. Aquí el estudiante era un sujeto activo que se involucraba en la enseñanza tanto en su pensamiento, como en las experiencias físicas y sensoriales.

En este sentido, los textos de Lecciones de Cosas inspirados en la apropiación y metodología de Pestalozzi volcaron la mirada hacia la infancia, significando una verdadera evolución de las técnicas de enseñanza en la Escuela “Moderna”. Desde allí la Pedagogía ‘Pestalozziana’ estaría basada en un principio esencial a partir del cual, la enseñanza debería suceder de la cosa a la palabra, y de la palabra a la idea, es decir aproximar a los alumnos a las palabras mediante los objetos. Además, el texto recurrió a la imagen y los dibujos, surgiendo el reino de la imagen en la Pedagogía, por lo tanto, nuestra pieza del mes, entro al sistema escolar gracias a la lectura extensiva y con el objetivo de valorar las experiencias y cultivar la curiosidad por lo nuevo.

Sobre las características físicas de los tomos, su tamaño es de 14,5 x 18,5 cm, su extensión varía entre las 150 y 200 páginas y fueron impresos a blanco y negro. Y aunque cada editorial publicaba un solo libro, al respecto, Seix & Barral Hnos. publicó una colección, en la que los formatos gráficos y editoriales de los tres ejemplares eran los mismos, pero que fueron aumentando en especificidad y actualidad de lecciones sobre todo en aquello que tenía que ver con aspectos científicos o técnicos. De esta manera, los manuales fueron aptos para la enseñanza de la Zoología, la Botánica, las Ciencias Naturales, entre otras. Temáticas que se representaron de forma gráfica, con numerosas ilustraciones realistas muy específicas, y descripciones escritas bien detalladas que permitieron acercar al niño al objeto de conocimiento, al entorno real que muestran las lecturas y lógicamente despertar su curiosidad natural por aprender.

Lecciones de Cosas I, El papel, p. 201–206 (1921). [Imagen]. Fuente: http://www.idep.edu.co/wp_centrovirtual/wp-content/uploads/2015/12/LeccionesDeCosasI.pdf

 

 

 

 

 

 

 

 






Para este propósito, los manuales de Lecciones de Cosas no contenían temas al azar, sino que trabajaban lecciones articuladas y organizadas mediante una secuencia lógica que le permita a los estudiantes acercarse al conocimiento de las cosas, pero que además abría la posibilidad de conocer aspectos de la vida del hombre social para irse formando como tal. Así, los temas más comunes que incluyeron estos manuales eran:

1. Cosas de la naturaleza, sobre todo las que se pueden considerar de mucha utilidad o imprescindibles para la vida del hombre como: agua, árbol, vino, arcilla, conejo, raíces, caballo.

2. Cosas útiles e indispensables para la vida: Vestidos, trabajo, higiene, esponjas, zapatos…

3. Materias primas: el carbón, el petróleo, piedras, metales…

4. Factores y elementos del progreso y desarrollo del hombre: tren, barco, motor de explosión, telegrama…” (Sánchez, 2014, p.12).

Para finalizar, exponemos la intención descrita por el autor en el prólogo de cada uno de los tomos:

Las LECCIONES DE COSAS responden a la necesidad de procurar a los maestros padres y en general a todos los que tienen a su cargo la educación de los niños, una amena, variada e instructiva serie de temas para dialogar con sus hijos o alumnos, mezclando lo útil con lo agradable, despertando en los espíritus juveniles un vivo interés y ejercitándoles en los rudimentos de las ciencias, las artes y las industrias” (Nualart, 1921, p.5).

Para concluir, en la parte final del mismo prólogo, el autor también pretendía:

Inculcar al niño la afición al estudio de los principales conocimientos humanos, sería un magnífico triunfo. Y nuestras LECCIONES DE COSAS sólo aspiran a ayudar al maestro en esta admirable empresa de iniciación espiritual” (Nualart, 1921, p.6).

Así, resaltamos el legado histórico de este conjunto de Manuales Escolares, por su impacto en la evolución e historia de los modelos pedagógicos y las reformas educativas que se implantaron en el país dentro del naciente “sistema escolar colombiano” de finales del siglo XIX y la puesta en marcha y consolidación de la Escuela Nueva durante el siglo XX en Colombia, ya que la introducción de las ideas pedagógicas del modelo Pestalozziano coadyuvaron a transformación de las mentes de los estudiantes, y a la modernización de las Escuelas y la Educación del país, en lo referido a las metodologías y prácticas que enmarcaron el proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que acercó los conocimientos del mundo, la vida y la comprensión del contexto a la infancia a través del desarrollo de la intuición por medio de sus experiencias, y especialmente, desde los objetos del mundo real hacia las palabras y las ideas que aprenderían.

Para conocer y consultar los Manuales de Lecciones de Cosas, otros textos, manuales de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m.  en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/ y a explorar nuestra página web http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Lecciones de Cosas; Enrique Pestalozzi; Seix y Barral Hermanos; Manuales Escolares; Educación; Lectura; Enseñanza; Ilustraciones Gráficas; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

Nualart, C. B. (1921). Lecciones de cosas, libro tercero. I. G. Seix y Barral Hermanos., S. A. – Editores. Barcelona. Recuperado de: http://www.idep.edu.co/wp_centrovirtual/wp-content/uploads/2015/12/LeccionesDeCosasIII.pdf

Quiceno, H. (2001). «El Manual Escolar: Pedagogía y Formas Narrativas». En: Revista Educación y Pedagogía. Medellín: Facultad de Educación. Vol. XIII, No. 29-30, (enero-septiembre), pp. 53–67. Recuperado de: https://www.academia.edu/11799932/EL_MANUAL_ESCOLAR_PEDAGOGÍA_Y

Medrano, P., (2016). Historiadeldisseny.org. Carles Barral i Nualart (1880-1936): Cartelista, Impresor y Diseñador Editorial. Fecha de consulta: Noviembre 10 de 2021. Desde: http://www.historiadeldisseny.org/wp-content/uploads/Pau-Medrano-Carles-Barral-Nualart-cartelista-impresor-y-dise–ador-editorial.pdf

Saldarriaga Vélez, O. (2001). La apropiación de la pedagogía pestalozziana en Colombia (1845–1930). En: Memoria Y Sociedad, 5(9), 45–59. Fecha de consulta: Noviembre 11 de 2021. Recuperado de: https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/memoysociedad/article/view/7728

centromanes.org (2021). Los Manuales de Lecciones de Cosas – CENTRO MANES. Fecha de consulta: Noviembre 12 de 2021. Desde: http://www.centromanes.org/?page_id=756

Klaus, A. (2008). Las dimensiones de la intuición y del arte de la intuición en Johann Heinrich Pestalozzi: acercamientos antropológico-pedagógicos. Pedagogía y Saberes. 28, p 43–53.

Offir, N. (2015). Las pedagogías de la lectura en Colombia: Una revisión de estudios que se enfocan en el texto escolar durante la primera mitad del siglo XX. Lenguaje, p. 85 –110.

Sánchez, J. (2014). Lecciones de cosas. Cuadernos del Museo Pedagógico y de la Infancia de Castilla – La ancha. 8, p. 1–28. Recuperado de: https://es.slideshare.net/curricularmaster/lecciones-de-cosas

Villar, R. (1995). El programa Escuela Nueva en Colombia. Educación y Pedagogía. 14 y 15, p. 357–382.

 

Pieza del mes de septiembre de 2021: Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana.

Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana. (1963) [Imagen]. Imagen de referencia tomada de: https://babel.banrepcultural.org/digital/collection/p17054coll10/search/searchterm/Biblioteca%20Aldeana

Como pieza del mes, hemos elegido la Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana (Biblioteca Aldeana) de la colección de libros que pertenecen al Fondo Documental Bibliográfico del Museo Pedagógico Colombiano. Publicada entre 1928 y 1937, se trata de una recopilación compuesta por 100 volúmenes, y fue un conjunto de textos de amplia circulación en nuestro país e incluso con divulgación a nivel internacional, que incorporó obras de varios autores de la literatura colombiana de los siglos XIX y XX, las cuales se agruparon y clasificaron en diez categorías: Prosa literaria, Cuento y Novela, Cuadros de Costumbres, Historia y Leyendas, Ciencias y Educación, Ensayos, Periodismo, Oratoria, Poesía y Teatro. Inicialmente fueron publicadas por la Editorial Minerva, pero posteriormente se difundieron bajo el nombre de “Biblioteca Aldeana” con el auspicio del Ministerio de Educación Nacional.

El conjunto de obras que reseñamos, reconocida como la primera colección literaria que incluyó un extenso número de volúmenes y autores nacionales del país, comprendió lo más selecto de las letras nacionales que se hubieran escrito desde la Independencia y hasta la época de su publicación, siendo compiladas por el historiador, educador, escritor, editor de revistas y también director de la Biblioteca Nacional de Colombia entre 1931 y 1938, Daniel Samper Ortega (1895–1943), quién tuvo como propósito que, a través de las páginas de la Selección se retratara la naturaleza, las condiciones y las costumbres del territorio, así como la historia, y los frutos que había dejado en nuestro país el cultivo de las artes.

De educación ‘Pestalozziana’, Samper Ortega trajo la idea de desarrollar aquella revisión y compilación editorial, después de su regreso a Colombia en 1928. Además de organizar una recopilación bibliográfica, su interés era que esta selección de literatura nacional llegara al público extranjero (interesado en determinados temas y personajes colombianos), pero que principalmente llegara a los demás colombianos, quienes desconocían el retrato de su propio país por las limitaciones para la difusión y el acceso a los contenidos y la información, no obstante, para consolidar esta tarea –que no tenía equivalente en nuestro continente– estructuró  el sistema de Bibliotecas de Aldea (cimiento de lo que hoy se conoce como la Red Nacional de Bibliotecas Públicas), así cada ciudadano colombiano encontraría en las páginas de la Selección un instrumento de (auto)reconocimiento, de apropiación y estudio, para posicionar al país como un modelo para la producción intelectual en el territorio americano. 

Daniel Samper Ortega. (1930). [Fotografía]. Fuente: http://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/seleccion-samper-ortega-de-literatura-colombiana-1928-1937-semblanza-788529/


Según su concepto y en concordancia con la visión del ministro de Educación Luis López de Mesa, un proyecto de tal importancia que apuntara a construir un concepto sobre lo cultural y lo popular en el país, a partir de una recapitulación del pasado, hacía falta y era necesario prestarle ese servicio a la nación:

Difundiendo [el] pensamiento [colombiano] no solo dentro de su territorio sino en otras naciones” (Samper Ortega, 1937a, 9).

Por lo tanto, su trabajo para la creación de una empresa literaria y de difusión del acervo y patrimonio bibliográfico existente de nuestra región, coincidió con la voluntad ilustrada de progreso para la modernización de la nación colombiana de las primeras décadas del siglo XX, por la cual, el país se transformaría con miras a la definición de un Estado moderno, desarrollando la industria, y entre otras acciones llevando a cabo reformas que repercutirían en el contexto social y cultural.

Con estos propósitos, desde el gobierno central y por intermedio del Ministerio de Educación, se crearon estrategias que buscaban integrar política e ideológicamente la nación, en este sentido, la educación se convirtió en un asunto de orden nacional, que concentró la atención de intelectuales, y los esfuerzos de las escuelas y otros escenarios de instrucción, desde donde se inculcaron nuevos modelos de vida y los valores ciudadanos acordes con la noción de un nuevo Estado, que perseguían la formación de la sociedad activa y pensante que se quería establecer.

Entonces el gobierno de la República Liberal, vigente en aquel tiempo y liderado por Alfonso López Pumarejo, vislumbró en la educación un instrumento para la modernización, y en 1934 se creó, la Campaña de Cultura Aldeana, dentro de la cual se inscribieron las Bibliotecas Aldeanas de Colombia, como programa ejecutado por el ministro López de Mesa, quién comprendía las necesidades del país en el ámbito cultural y educativo, e impulsó una política encaminada al “esclarecimiento de la conciencia nacional” (López de Mesa, 1927). Según el ministro, la población requería entender el saber y las ideas contenidas en los libros, y aunque tal proyecto era costoso y de difícil cumplimiento, su ejecución era fundamental para aumentar “el nivel cultural de las masas populares de todo el país”, por lo tanto, la difusión de materiales escritos fue una tarea prioritaria en los planteamientos educativos de este gobierno.

De esta forma, la Campaña de Cultura Aldeana, se planeó tomando como referencia a los pueblos que tenían menos de cinco mil habitantes y, a las escuelas, como escenarios determinantes, donde el gobierno, a través del Ministerio de Educación Nacional, haría llegar todos los recursos arquitectónicos, técnicos, físicos y humanos necesarios para su ejecución, como por ejemplo: planos arquitectónicos de las escuelas, radio, profesores, inspectores de educación, entre otros; por otra parte, la realización de aquel plan se basó entre otras acciones, en la organización para las ciudades de mayor población de diferentes bibliotecas que funcionarían como sucursales de la Biblioteca Nacional, la creación de bibliotecas itinerantes para cubrir las regiones más apartadas, y la difusión de prácticas para la introducción de hábitos de lectura, pero especialmente, la adquisición de textos impresos (libros, cartillas, revistas y documentos) para proveer a los maestros de los materiales necesarios para su práctica pedagógica fue esencial para el desarrollo del plan. 

Estrategias y esfuerzo amplio que se vio reflejado en las interesantes cifras que arrojó el censo elaborado en 1936 por el Ministerio de Educación, en el que se destacaban la existencia de 674 Bibliotecas Aldeanas en todo el país, y la distribución de 95.462 ejemplares impresos; igualmente, el número de lectores de la Biblioteca Nacional había pasado a ser de 125.890 en 1935, y teniendo en cuenta que en 1931 era de 32.683, dicho aumento era evidencia del éxito del Gobierno Liberal en materia educativa.

Descrito el contexto político al que pertenece la colección de libros que conforman nuestra pieza del mes, hay que tener en cuenta que para la construcción de esta biblioteca de autores colombianos las concepciones de López de Mesa fueron consideradas por Samper Ortega, y según su perspectiva e interés como docente, la selección de obras escogidas obedeció a una serie de escritores, géneros y corrientes literarias colombianas que él de antemano conocía para el desarrollo de sus clases, por tanto, muchos de los títulos incluidos, respondieron a claros propósitos académicos y educativos.

Editada por el Ministerio de Educación, el ministro López de Mesa concebía a las colecciones que conformaron la Biblioteca Aldeana como “núcleos de iniciación” a las “obras fundamentales de la cultura humana”, y estas dividieron en las siguientes secciones: Literatura Universal, Obras Nacionales, Manuales de Instrucción y Obras Generales de Consulta. En ese orden de ideas, la Selección Samper Ortega hizo parte de la sección de Obras Nacionales, y cada uno de sus títulos iniciaba con una semblanza del autor, su tamaño era de 13 cm X 18,7 cm (o más pequeños de 8,5 cm X 12,5 cm) –siendo una colección de bolsillo– y la extensión de cada uno de los textos tenía entre 150 y 180 páginas, además, en la parte superior de todas las carátulas, destacaba el nombre de la colección: “BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA”, más abajo, encontrábamos el título de cada obra, seguido por el de su autor, y finalizaba con una ilustración del Observatorio Astronómico Nacional, una de las estructuras arquitectónicas emblema del espíritu científico y el descubrimiento del territorio nacional.

Biblioteca Aldeana de Colombia. (2021). [Fotografía]. Fuente: Museo Pedagógico Colombiano.

Respecto a la gestión para la reproducción de los textos, el contrato se hizo en asociación con la Editorial Minerva S. A., que contaba con un taller de imprenta y ya tenía experiencia en el mundo de la impresión de publicaciones periódicas, como: Bogotá Cómico: semanario ilustrado (1917), El Santafereño (1919), El Combate: interdiario conservador (1919) o Revista del Instituto Técnico Central (c. 1919-1922), cuando era conocida como Tipografía Minerva. Así el proceso de producción editorial de la Selección se inició en 1932, no obstante, en 1935, Minerva atravesaba dificultades económicas, que le impedían cumplir a cabalidad con el objetivo y continuar con regularidad la impresión y distribución de las obras. El contrato tenía como meta distribuir 2.000 colecciones de la Selección, y convenía la impresión de 200.000 ejemplares, que debían estar listos en solo ocho meses, pero la infraestructura técnica de la Editorial no alcanzaba para esa gran cantidad, motivo por el cual, para lograr la publicación completa de la Selección en 1936 y cumplir con la meta inicialmente acordada, contó con el apoyo de otras imprentas que se subcontrataron.

Entre sus numerosas obras, a nuestro criterio destacamos los siguientes títulos: 2. El castellano en América, Rufino José Cuervo; 8. Crítica literaria, Antonio Gómez Restrepo; 12. Novelas, Tomás Carrasquilla; 15. Cuentos, José Marta y Evaristo Rivas Groot; 21. Cuadros de costumbres, José Manuel Groot; 25. Un domingo en casa y otros cuadros, Ricardo Silva; 31. Historia de la Nueva Granada, José Manuel Restrepo; 36. El Dorado, Eduardo Posada; 44. Cuadros de la naturaleza, Joaquín Antonio Uribe; 48. La Expedición Botánica, Florentino Vezga; 50. Sobre el problema de la educación nacional, Agustín Nieto Caballero; 51. Las letras, las ciencias y las bellas artes en Colombia, Sergio Arboleda; 58. La sabana de Bogotá, Tomás Rueda Vargas; 62. Periodistas de los albores de la república (Jorge Tadeo Lozano, Fray Diego Francisco Padilla, José María Salazar y Juan García del Río); 66. Prosa política, Carlos Martínez Silva; 71, Antonio Nariño, F. de P, Santander y Julio Arboleda; 72. Bolívar, Camilo Torres y Francisco Antonio Zea; 87. Los poetas (De la Patria), Varios autores; 88. Los poetas (Fábulas y cuentos), Varios autores; 91. Las convulsiones y Doraminta, Luis Vargas Tejada; y 100. El regreso de Eva, Jorge Zalamea.

Para finalizar, resaltamos el legado histórico de esta colección de obras, no solo por su importancia e impacto para la construcción de la memoria literaria colombiana y como precedente en la historia de la producción editorial de nuestro país, sino también por su huella educativa que además de cultivar el ejercicio de la lectura, –desde una perspectiva política– contribuyó a encontrar un rumbo intelectual para la transformación de la mentalidad de la población colombiana acercándola a través de los textos a la compresión de la realidad social de la nación.

Por otra parte, el aporte de la Selección, en cuanto se refiere al alcance que tuvo, para llegar al mayor número posible de lectores colombianos, permitió concebir una imagen del país desde distintas áreas del conocimiento, siendo sus textos un referente tanto para eruditos como para curiosos; pensar la literatura colombiana a partir de nuevas formas textuales y editoriales, de géneros y categorías, y organizarla a través de esta colección de libros, logró acercar a nuevos lectores, quienes hasta el momento no tenían acceso a autores y obras, o incluso, a discursos académicos y culturales. Asimismo, no podemos dejar de lado la labor fundamental que desarrolló Daniel Samper Mendoza, como compilador de aquellas obras representativas de la literatura colombiana de la época, las cuales se reconocen como un valioso acopio divulgativo del patrimonio intelectual, científico y literario de Colombia.

Para conocer la Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana (Biblioteca Aldeana), otros textos, manuales de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m.  en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/ y a explorar nuestra página web http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Selección Samper Ortega; Biblioteca Aldeana; Literatura Colombiana; Educación; Lectura; Enseñanza; Republica Liberal; Bibliotecas; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

Biblioteca.udea.edu.co (2021). Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana (Biblioteca Aldeana). Sistema de Bibliotecas. Fecha de consulta: Septiembre 1 de 2021. Desde: http://biblioteca.udea.edu.co:8080/leo/handle/123456789/1402

Siise.bibliotecanacional.gov.co (2021). Colección Digital Samper Ortega. Fecha de consulta: Septiembre 1 de 2021. Desde: https://siise.bibliotecanacional.gov.co/BBCC/(X(1)S(1hqkwjrcryqo1jzhcmwrbu2h))/Home/AcercaDe/2?AspxAutoDetectCookieSupport=1  

Herrera M. C., & Jilmar Díaz C. (2010). BIBLIOTECAS Y LECTORES EN EL SIGLO XX COLOMBIANO: LA BIBLIOTECA ALDEANA DE COLOMBIA. Revista Educación Y Pedagogía, 13(29-30), 101-111. Recuperado de: https://revistas.udea.edu.co/index.php/revistaeyp/article/view/7510 4

Pineda Cupa, M. Á. (2017). «Semblanza de Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana (1928-1937)». Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes – Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI) – EDI-RED. Recuperado de: http://www.cervantesvirtual.com/obra/seleccionsamper-ortega-de-literatura-colombiana-1928-1937-semblanza-788529/

Pineda Cupa, M. Á. (2019). La edición de la Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana: Bibliotecas, editoriales e imprentas en la década de 1930. Información, Cultura Y Sociedad, (40), 69-92. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6963050

Samper Ortega, Daniel. 1937a. Selección Samper Ortega de Literatura Colombiana. Índices. Bogotá: Editorial Minerva S. A.

La Enseñanza de la Lectura en Colombia: Enfoques pedagógicos, Métodos, Políticas y Textos escolares en las tres últimas décadas del siglo XX

El artículo presenta los hallazgos más relevantes de una investigación documental que, en perspectiva histórica, caracteriza la enseñanza inicial de la lectura en Colombia durante el último tercio del siglo xx. A partir de una revisión de las cartillas o textos escolares diseñados para este fin, se estudian en paralelo los enfoques pedagógicos preminentes, así como los métodos de enseñanza, en contraste con el discurso pedagógico oficial de la época.
Tomado de: https://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/PYS/article/view/3685

En el siguiente enlace pueden consultar el artículo completo:
La Enseñanza de la lectura en Colombia Enfoques Pedagógicos Métodos Políticas Textos Escolares en las tres últimas décadas del siglo XX

Pieza del mes de julio de 2021: ‘‘Cartilla Charry’’

Como pieza del mes, hemos seleccionado el texto “Enseñanza Simultánea de Lectura y Escritura”, más conocida como ‘Cartilla Charry’ de la colección de Manuales Escolares que pertenece al Fondo Documental del Museo Pedagógico Colombiano. La cual, además de ser un importante texto escolar para la historia de la enseñanza y los procesos de escolarización de nuestro país, fue una herramienta cuyo objetivo fue avanzar respecto a los métodos tradicionales utilizados en la época, convirtiéndose en otro símbolo nacional de trascendencia para la historia de la educación del país que utilizó las palabras comunes como base de conocimiento. Desde finales de la década de 1910, fue el texto de lectura y aprendizaje de buena escritura con la que aprendieron a leer y escribir más de tres generaciones de colombianos en todas las escuelas del país.

Para recordar, desde el siglo XIX las primeras escuelas públicas y las ramas que orientaban las mismas, habían institucionalizado, –a partir de temas católicos y morales, que lentamente incluyeron temas científicos como parte del reconocimiento de la realidad del estudiante–, los ejercicios de la lectura y la escritura, como dos procesos básicos y esenciales para la instrucción académica y la formación del carácter de cualquier ciudadano. Se establecía entonces, que educar era civilizar, y el correcto desarrollo de competenticas en estas habilidades, era muestra de la organización mental y la actitud social para el cumplimiento de los deberes que la sociedad exigía. En tal sentido, la esencia enunciada por la Cartilla Charry estaba en la aspiración de instruir, enseñar, reglar, normalizar y elevar las condiciones de los sujetos enseñados; por lo tanto, en el saber de la lectura y la escritura como materia de enseñanza, también estaban las “bases necesarias para la vida”.

Aunque ambos procesos, han estado presentes en diferentes periodos y contextos históricos y culturales de la humanidad; solo es entre la segunda mitad del siglo XIX y el XX, cuando gradualmente estos saberes y distintos procesos de formación, se volvieron accesibles para un mayor grupo de personas en nuestro país, y por ejemplo, la creación de materiales como manuales, textos escolares y cartillas de primeras letras, silabarios y catón, como la Cartilla Charry, influyeron en el proceso de consolidación de la lectura y la escritura como conocimientos de alcance colectivo.

Justo Víctor Charry [Fotografía]. Tomada de: http://www.journals.academiahuilensedehistoria.org/index.php/rahh/article/view/90/89

Su autor Justo Víctor Charry Charry, nacido en 1863 en el municipio de Villavieja (Huila), fue un destacado docente y director de escuela con formación pedagógica en La Normal Estatal de Institutores del Tolima con sede en Neiva –fundada por la primer Misión Pedagógica Alemana (1872–1878)–, quien, gracias a su inquietud por innovar los métodos de enseñanza de las primeras letras en las escuelas, obtuvo en 1917 el primer premio nacional por su cartilla, en una exposición organizada por la Academia Colombiana de Historia; y posteriormente la obra, ocupó el primer puesto en un proceso de selección –propuesto en 1917 por el Primer Congreso Pedagógico Nacional– para la elección de una cartilla de lectura y escritura de uso masivo en todo el país, el cual se realizó en 1918 por el Ministerio de Instrucción Pública –hoy Ministerio de Educación Nacional–.

Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 2°. (ca. 1940). [Imagen]. Tomada de: https://www.banrepcultural.org/noticias/100-anos-de-la-cartilla-charry
Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 2°. (ca. 1940). [Imagen]. Tomada de: https://www.banrepcultural.org/noticias/100-anos-de-la-cartilla-charry


Tal como consta en la contraportada, la cartilla y la formación de Justo V. Charry, seguía el sistema Pestalozziano, que se aplicó en un momento de la historia del país conocido como el “Olimpo Radical”, que en materia educativa tuvo el propósito de cambiar la enseñanza de modelo ‘memorístico tradicional’ por uno donde los pensamientos, el entendimiento del mundo y la observación y exploración del contexto estuvieran por encima de la memoria, lo cual favorecía el método intuitivo y sensorial propuesto por el pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, que se adoptó en nuestro país en aquella época, según este último:

“La vida es la que educa; (…) La fuente de toda nuestra enseñanza se halla en la observación”. (Piaton, 1989, p. 5).

 

 

 

 

Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 1°. (ca. 1918). [Imagen]. Tomada de: https://fernandovasquezrodriguez.com/wp-content/uploads/2012/09/portafolio-cinco1.pdf

En relación con su contenido y valor educativo, su autor quiso poner en práctica, la enseñanza a partir una palabra normal, es decir una palabra común y corriente, por lo tanto, la aplicación de este método en nuestro país significó toda una “vanguardia” pedagógica en la enseñanza simultanea de la lectura y la escritura a través de las ‘palabras normales’, que fueron la principal característica de la obra. Para la presentación de las letras, a partir del uso de estas palabras, la cartilla, tomó como punto de partida las vocales y luego, cada una de las consonantes acompañadas de una palabra y su ilustración gráfica, destacando visualmente con colores llamativos la letra objeto del aprendizaje.
En este sentido, la cartilla tuvo una intencionalidad estética por el número de grabados por cada lección (que superaba a cartillas anteriores), la cual marcó una nueva época en términos de imagen para la infancia, que, además, visibilizó a niños y niñas desde nuevos roles según los entornos educativos y también mostrando una sociedad en acción; los diseños de las ilustraciones de la cartilla establecían relaciones más complejas que evidenciaban una correspondencia frente al conocimiento con escenas de salones de clase, para el caso, muchas de estas hacían hincapié en los contextos más que en las lecciones mismas, para así familiarizar al niño con su alrededor.

Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 1°. (ca. 1918). [Imagen]. Tomada de: https://fernandovasquezrodriguez.com/wp-content/uploads/2012/09/portafolio-cinco1.pdf

De acuerdo con investigadores de la historia de la educación en Colombia como Javier Sáenz, Óscar Saldarriaga y Armado Ospina, posteriormente se presentaba la combinación de la letra con cada una de las vocales y luego palabras en las que se usaba la letra de la lección específica, y finalmente otras palabras de uso común que incluyeran las consonantes de la primera palabra. El procedimiento indicado en la cartilla se realizaba combinando la pronunciación y la escritura, y los ejercicios de lectura y escritura estaban determinados por la complejidad de las sílabas que componían las palabras.

Según el análisis anterior, la cartilla retomó parte del método silábico, sin embargo, junto con las ilustraciones se conjugaban palabras, frases, e ideas que comenzaban a inferir relaciones con el papel y el deber de los infantes, y su cotidianidad.

En este marco el texto, propuso un método innovador, que dio un salto de la tradicional lectura silábica hacía uno que reunió varios elementos, como, el sistema ecléctico –de aprendizaje más rápido– basado en la comprensión integral de historias (representadas con su respectiva imagen), que usaban un lenguaje cuidadoso, y se apoyaban visualmente en ilustraciones que tenían fines didácticos para ejemplificar los párrafos y cuentos cortos, y en el uso de la tradicional letra manuscrita en cursiva (según el método Palmer de caligrafía) utilizada en las escuelas de la época. Lo que permitía a los estudiantes progresar en sus procesos de comprensión y escritura.

Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 2°. (ca. 1940). Pág. 1–12 (2021). [Imagen]. Tomado de: http://www.idep.edu.co/wp_centrovirtual/wp-content/uploads/2015/12/1918%20-%20Cartilla%20Charry%20Libro%202.pdf

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Respecto a la realidad política, a inicios del siglo XX, el comienzo de la ‘Hegemonía Conservadora’ y su proyecto educativo centrado en las normas morales para formar buenos ciudadanos en derechos y patriotas, a través de la búsqueda de una identidad nacional, tuvo como intención unificar y moralizar; y  con la introducción de las ciencias naturales y experimentales, se planteó también el debate sobre el método de enseñanza de la lectura; polémica pedagógica centrada por el contraste entre el método del deletreo, el método fónico y el método silábico, frente a este panorama surgió en 1917 la cartilla del profesor Charry, como un texto que posibilitó superar las limitaciones de los métodos considerados “tradicionales”, y que por su método innovador y extensa vigencia en la memoria educativa del país se constituyó como modelo para las cartillas de enseñanza de la lectura y escritura hasta nuestros días.

A pesar del impacto de la cartilla, su distribución se realizó de manera muy precaria, entonces, su autor cedió los derechos de reproducción al Estado para imprimir 35 mil ejemplares en 1919, que dos años después lograría una distribución mayor, esta vez por 800 mil ejemplares en todas las escuelas del país. Antes de fallecer en 1946, a la edad de 85 años, le hizo prometer a su hija Cecilia Charry Lara que continuara trabajando por la difusión de la obra. Ella también se dedicó profesionalmente a la docencia y su formación la recibió en el Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas –IPN–, donde además aprendió ortografía con el método de memoria visual de la mano de Franzisca Radke (pedagoga alemana que lideró la segunda Misión Pedagógica de este país en Colombia, y también primera directora del IPN).

Fiel a su promesa, la cartilla fue actualizada, y como el concepto de la enseñanza había cambiado fue necesario renovar el sistema de sílabas separadas (silabeo), y hacer que los estudiantes repitieran las palabras completas para facilitar la lectura de corrido. Además de actualizar algunas palabras del texto original, tuvo que reformar los textos de la cartilla, conservando su estructura pedagógica esencial. Finalmente se editaron tres tomos, el primero en 1918 para aprender a leer y escribir con ejercicios para la escritura y la buena letra; el segundo aproximadamente en los años cuarenta, para aprender lectura comprensiva; y el tercero, en los años setenta, como una reedición del segundo tomo, reformada y actualizada bajo el título de “Nueva Cartilla Charry”, suscrita al método ideo-visual o global. Cecilia Charry mantuvo vigente la popular cartilla de su padre hasta 1982, cuando dejó de ser editada.

Este año, se cumplen 103 años de haberse expedido la resolución 190 del 10 de julio de 1918 del Ministerio de Instrucción Pública, que adoptó como texto de lectura y escritura simultáneo para todas las escuelas del país, la Cartilla Charry, de autoría del huilense Justo V. Charry, obra de carrera extensa y una de las publicaciones más usadas para la enseñanza de la lectura, que en sus páginas brindó la evolución del proceso de lectura y escritura desde las reglas básicas para dirigir por parte del maestro las ideas más elementales como objetos, animales y frases sencillas, hasta narraciones cada vez más extensas y complejas. Por tal razón, dentro de los libros infaltables en la escuela de la segunda década del siglo XX, se encontraba la Cartilla Charry, en compañía de otros, como el Catecismo del padre Astete, la Historia Sagrada, la Historia Patria, la Alegría de Leer y el periódico El Campesino.

Tan importante fue la cartilla, que colegas, referentes y estudiosos de la pedagogía, la han destacado de diferentes formas, por ejemplo, el Doctor en Educación y Sociedad, Fernando Vásquez Rodríguez, narraba lo siguiente:

“Guardo, como una joya, mi cartilla “Charry”. Si está así de maltratada es porque me ha acompañado por más de 50 años. En este texto mi padre y mi madre me enseñaron a leer, allá, en la casa de “La Laguna”. Lo hacían por las tardes. Mi papá era el maestro severo que me enseñaba y me tomaba las lecciones, y mi mamá la tutora de esas primeras tareas. Recuerdo que me gustaban las imágenes, especialmente el indio, la iglesia, el águila, el mico tití, la zorra y el león. Tal vez por lo cercano al ambiente de la vereda donde me crie me aprendí rápido aquella frase de “la mula va al molino”. Y se me quedó grabada para siempre otra frase: “quiero que me diga, el gato come queso?”
(Vásquez, 2012).

Además, su método de enseñanza fue tan efectivo, que, en 1928, cuando su autor tenía 65 años, demostró que en 39 horas un grupo de adultos podía aprender a leer y escribir. Experiencia que quedó consignada en un Acta del 10 de marzo de 1938, firmada por el alcalde de Bogotá de aquel entonces, Gustavo Santos.

Destacamos el legado de este emblema de la literatura educativa colombiana, no solo como un instrumento para la transmisión de saberes y la enseñanza elemental durante tres décadas del siglo XX, y un medio para la formación de valores, a través del amor a la escuela, a la religión, a la patria y a las buenas costumbres; sino también como un testimonio de recordación para la memoria colectiva de nuestro país, ya que muchos colombianos mayores de 40 años recuerdan con nostalgia las primeras letras que leyeron y escribieron en su Cartilla Charry.

Para conocer y consultar la Cartilla Charry, otros textos, manuales escolares, cartillas de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos de la historia y la práctica pedagógica que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/ y a explorar nuestra página web http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Cartilla Charry; Lectura; Escritura; Textos Escolares; Manual Escolar; Pedagogía; Historia de la Educación; Maestros; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

Ocampo, D. (2016). Mirada Construida: las Imágenes de las Cartillas Educativas de la República Liberal. Fecha de consulta: 13 Jul. 2021. Desde: https://expeditiorepositorio.utadeo.edu.co/bitstream/handle/20.500.12010/1772/T029.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Umaña, A. (2017). La Formación en Derechos a través del texto en la Escuela Colombiana 19171930: caso la Cartilla de Lectura Charry. Fecha de consulta: 13 Jul. 2021. Desde: https://repository.udistrital.edu.co/bitstream/handle/11349/7424/UmañaGómezAndreaEstefania2017.pdf?sequence=1&isAllowed=y

García Vera, N., & Rojas Prieto, S. (2015). La enseñanza de la lectura en Colombia: Enfoques pedagógicos, métodos, políticas y textos escolares en las tres últimas décadas del siglo XXPedagogía Y Saberes1(70), 43-60. Fecha de consulta: 14 Jul. 2021. Desde: https://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/PYS/article/view/3685/3304

Ramírez Bahamón, J. (2018). Justo Víctor Charry Charry: cien años de una cartilla inolvidable. Fecha de consulta: 9 Jul. 2021. Desde: http://www.journals.academiahuilensedehistoria.org/index.php/rahh/article/view/90/89

fernandovasquezrodriguez.com. (2012). Portafolio cinco: “Mi cartilla Charry”. Fecha de consulta: 12 Jul. 2021. Desde: https://fernandovasquezrodriguez.com/wp-content/uploads/2012/09/portafolio-cinco1.pdf

pensandolaescuela.wordpress.com. (2015). Coquito, Paco, Nacho y Charry – los eternos maestros de la lectura y escritura, que brindan una alegría de leer. Fecha de consulta: 13 Jul. 2021. Desde: https://pensandolaescuela.wordpress.com/2015/09/20/coquito-paco-nacho-y-charry-los-eternos-maestros-de-la-lectura-y-escritura-que-brindan-una-alegria-de-leer/

Sáenz, J., Saldarriaga, O. y Ospina, A. (1997). Mirar la infancia. pedagogía, moral y modernidad en Colombia, 1903–1946. Medellín: Ediciones Foro Nacional por Colombia, Ediciones Uniandes, Editorial Universidad de Antioquia.

1940, Cartilla Charry, Libro – 2o. (2020). Fecha de consulta: 9 Jul. 2021. Desde: https://issuu.com/aniquilo/docs/1918_-_cartilla_charry_libro_2

archivobogota.secretariageneral.gov.co. (2021). Cuatro cartillas, que por generaciones, motivaron y enseñaron a leer en el siglo XX | Archivo de Bogotá. Fecha de consulta: 9 Jul. 2021. Desde: http://archivobogota.secretariageneral.gov.co/noticias/cuatro-cartillas-generaciones-motivaron-y-enseñaron-leer-siglo-xx

banrepcultural.org. (2018). 100 años de la Cartilla Charry. Fecha de consulta: 12 Jul. 2021. Desde: https://www.banrepcultural.org/noticias/100-anos-de-la-cartilla-charry

eltiempo.com. (2000). Mi Mamá Me… Fecha de consulta: 12 Jul. 2021. Desde: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1288347

Pieza del mes de noviembre de 2020: Colección ‘G. M. Bruño’

Colección de textos escolares G. M. Bruño (2020) [Fotografía]. Imagen de referencia tomada de: https://www.facebook.com/nadabogota/photos/3367099186753217

 

Como pieza del mes, hemos elegido la selección de Textos Escolares G. M. Bruño de la colección de manuales escolares que pertenecen al Fondo Documental del Museo Pedagógico Colombiano. Conjunto de libros muy famosos que incluyeron diferentes saberes y disciplinas de la enseñanza escolar que comprendían temáticas variadas; y que están registradas en cerca de 150 obras, las cuales entre 1910 y 1960, tuvieron gran incidencia e impacto en Colombia y en otros países latinoamericanos como México, Ecuador, Bolivia, Perú y Argentina, no solo en lo que se refiere a la Educación, sino también a la definición de lo que sería el ‘Texto Escolar’, que a diferencia del Manual Escolar (dirigido exclusivamente a los maestros) se diseñó como un material didáctico que proporcionaba herramientas, actividades, disciplinas y procesos de la escuela que tanto maestros y alumnos podían utilizar para la enseñanza y el aprendizaje respectivamente, cambiando en este aspecto al respecto de los manuales –cuyas funciones eran exponer de forma sintética una doctrina, una didáctica o un sistema educativo, según su finalidad; y regular las prácticas de enseñanza y los saberes que circulaban en la escuela–.

La estructura de los textos escolares complementaba el proceso enseñanza–aprendizaje, ya que se fundamentaban en un lenguaje científico accesible al nivel intelectual de los alumnos a los cuales estuviera destinado, estos textos ofrecían una organización metodológica de la enseñanza que se traducía en objetivos, desarrollo de los temas, métodos instructivos e investigaciones; además debían ofrecer síntesis, resúmenes, lecturas, problemas y ejercicios complementarios, sugerencias bibliográficas relacionadas a los contenidos estudiados e incluso indicaciones para la ampliación del aprendizaje.

Textos escolares como los que pertenecen a la Colección G. M. Bruño, en su momento fueron de relevante importancia para el planeamiento de clases del profesor y la orientación de estudios de los alumnos. Incluso hoy en día es muy común encontrar antiguos textos de esta Colección en las bibliotecas de las casas de muchos colombianos.

Pero ¿Quién era G. M. Bruño, un autor, una ‘marca’ o un sello editorial?, la historia que hay bajo este pseudónimo, está relacionada con el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas más conocidos en nuestro contexto como los Hermanos de La Salle, congregación de maestros laicos fundada en 1682 por el sacerdote, teólogo y pedagogo francés Juan Bautista de La Salle (1651–1719), quién sorprendido por las condiciones de abandono de los hijos de los artesanos y de los pobres a mediados del siglo XVII, dedicó su vida a la educación, impulsando un método educativo innovador que imaginaba una escuela abierta a todo el mundo, que fuera consciente de la importancia de la educación para la mejora de las sociedades, que estuviera dotada de educadores formados y con una profunda vocación, una escuela que promoviera la dignidad del maestro y que incluyera también en el sistema educativo a las clases más desfavorecidas. Impulsado por estos motivos, fundó junto a un grupo de maestros escuelas gratuitas para niños pobres, que tenían el objetivo de ofrecerles una buena educación cristiana –por medio de catecismos y otras instrucciones apropiadas para la formación de buenos cristianos, y desde luego para la instrucción en lectura, escritura y aritmética–, y cuyo fin actualmente es la educación de la niñez y de la juventud, siempre en favor de la educación sobre los derechos de la infancia.

La labor y legado histórico de su fundador fue reconocido a mediados del siglo XX, cuando fue declarado por la Iglesia Patrono especial de todos los educadores de la infancia y de la juventud y posteriormente Patrono universal de los educadores; actualmente las actividades de su comunidad religiosa prevalecen, contando con cerca de 90.000 educadores, numerosos colaboradores, cerca de 1000 centros educativos en 79 países (que comprenden todos los niveles: educación infantil y primaria, escuela media, superior, formación profesional y universitaria) y cerca de novecientos mil alumnos, entre niños, jóvenes y adultos.

Ya descrito el contexto al que pertenece nuestra pieza del mes, hay que tener en cuenta que está comunidad religiosa se interesó desde sus inicios por la producción de textos de orientación católica para ser empleados en escuelas, según el reconocido método Lancasteriano de enseñanza mutua (simultánea) vigente en ese tiempo; y su origen fue el siguiente: se estableció a finales del siglo XIX en Francia, por los Hermanos de las Escuelas Lasallistas, es decir la Comunidad adoptó colectivamente el nombre para la impresión y publicación de los libros que fueron elaborados por diferentes Hermanos.

Por lo tanto, la tradición era que los textos publicados no se firmaban por su autor particular, sino por las iniciales del Superior General vigente, de manera que todos los libros que se escribieron, se publicaron bajo el pseudónimo de ‘G.M. Brunhes’, que hace referencia al Superior General de la Comunidad, Edmond Gabriel Brunhes (1834–1916) más conocido en el entorno Lasallista como el Hermano Gabriel-Marie Brunhes –un profesor al servicio de la enseñanza en la educación secundaria que optó por la vida religiosa– decimocuarto sucesor de San Juan Bautista de La Salle entre 1897 y 1913; por consiguiente los Hermanos retomaron su apellido y la comunidad Lasallista de España lo castellanizó a ‘Bruño’. Como resultado toda la producción de textos y ediciones escolares difundidas y distribuidas en Hispanoamérica llevan el nombre bajo la forma de G. M. Bruño, que luego en España y en América Latina se llamaría Editorial Bruño, organización de instrucción popular en sus inicios, que luego funcionaría como una empresa, la cual entre 1932 y 1996, continuó produciendo libros y alcanzando diversos reconocimientos por su obra educativa.

En el contexto educativo colombiano, para entender el impacto de producciones editoriales como las reseñadas, debemos puntualizar que estos textos escolares en general hicieron parte de un proyecto de enseñanza basado en las disciplinas científicas de la época. En consecuencia, el proceso de modernidad escolar en nuestro país comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX, favorecido por dos sucesos políticos: la Constitución de 1886 que dio origen a un gobierno regenerador y la Hegemonía conservadora que duró hasta 1930; entonces a finales de 1889 se designó a seis Hermanos Lasallistas para establecer la primera obra de la Comunidad de los Hermanos Cristianos de la Salle en Colombia, fundando el primer colegio de la Comunidad en Medellín en 1890, luego en 1896 crearon el Instituto de La Salle en Bogotá, posteriormente, fundaron en Barranquilla el Colegio San José, y también se fundó un Instituto en Honda. Así:

se organizaron los colegios, las escuelas cristianas gratuitas para los niños pobres; se abrieron talleres para la enseñanza de oficios y educación práctica; y escuelas dominicales para los obreros” (Ocampo López, Javier, 201, p. 23);

paralelamente comenzó la difusión de las obras de Bruño por el territorio nacional.

Al respecto, el proyecto de modernización escolar de inicios del siglo XX de acuerdo a la Ley Orgánica sobre instrucción pública de 1903, estableció en sus Artículos 1° y 10° que:

Art. 1º La Instrucción Pública en Colombia será organizada y dirigida en concordancia con la Religión Católica” (Ley 39 de 1903 sobre Instrucción Pública. Diario Oficial de la República de Colombia, Bogotá, Colombia, Año XXXIX. N° 11,931. 30, Pág. 1., 26 de octubre de 1903. Recuperado de: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Leyes/1594188).

Art. 10º Serán de cargo del Tesoro Nacional los gastos de la Instrucción Primaria de los territorios nacionales y los de catequización de indígenas, lo mismo que la provisión de textos de enseñanza, útiles de escritorio, etc., para las Escuelas Normales y Primarias…” (Ley 39 de 1903 sobre Instrucción Pública. Diario Oficial de la República de Colombia, Bogotá, Colombia, Año XXXIX. N° 11,931. 30, Pág. 1., 26 de octubre de 1903. Recuperado de: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Leyes/1594188).

En efecto, un elemento importante de esta modernidad escolar (y la realidad sociopolítica, según ese contexto histórico) estuvo marcado por la influencia de la Iglesia, y así mismo por la difusión de textos de enseñanza elaborados con el fin de educar y desarrollar las actividades, y diferentes contenidos incluidos en los planes de estudio de las escuelas públicas de Colombia, siendo la presencia de la Comunidad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle y los libros de su Editorial factores decisivos para la construcción, transmisión y expansión del saber escolar durante buena parte del siglo XX, primero para el sostenimiento de los pensum diseñados por la Ley 39 de 1903, segundo con el auge de su distribución aproximadamente desde 1913, y finalmente cuando se consolidó el pico de difusión masiva y número de ediciones de estas obras entre 1930 y 1960.

Sobre su importancia, las numerosas y constantes producciones de textos adaptados a los requerimientos pedagógicos, promovidos por distintos sistemas educativos, que fueron publicados por ‘G. M. Bruño’ desde finales del siglo XIX; su trascendencia en nuestra educación, como instrumentos y compendios auxiliares de estudios para orientar la enseñanza de muchos alumnos; y la variedad de disciplinas escolares que comprenden su obra: álgebra, aritmética, trigonometría, física, geometría, silabarios, caligrafía, español, lengua castellana, literatura, religión, historia sagrada, ciencias naturales, historia, comportamiento social, entre otras; son claro ejemplo de su significativo aporte a nivel editorial, científico y político, de su huella en la historia de la educación hispanoamericana y por supuesto, como referencia obligada para la producción editorial masiva de contenidos escolares, labor que abarcaría más de un siglo.

Para conocer las ediciones de la colección de textos escolares G. M. Bruño, otros libros, manuales de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica que exhibimos, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 127 Nº 11–20, en el Instituto Pedagógico Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/ y a explorar nuestra página web http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Colección G. M. Bruño; Textos Escolares; Hermanos de La Salle; Saber Escolar; Educación; Escuela; Infancia; Enseñanza; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

Hermanos de las Escuelas Cristianas. (2020, 6 de noviembre).  Wikipedia, La enciclopedia libre. Fecha de consulta: Noviembre 6 de 2020. Desde: https://es.wikipedia.org/wiki/Hermanos_de_las_Escuelas_Cristianas#cite_note-1

Quiénes somos – La Salle Worldwide | lasalleorg | Rome. (2020). Instituto de los Hermanos de las Ecuelas Cristianas – La Salle. Fecha de consulta: Noviembre 9 de 2020. Desde: https://www.lasalle.org/quienes-somos/

Ocampo López, Javier. (2011). “G.M. Bruño San Miguel Febres Cordero el Hermano cristiano de los textos escolares” en: Revista Historia de la Educación Latinoamericana N. 16, Tunja, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, RUDECOLOMBIA, SHELA- HISULA pp. 15-32. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/pdf/rhel/n16/n16a02.pdf

Ley 39 de 1903 sobre Instrucción Pública. Diario Oficial de la República de Colombia, Bogotá, Colombia, Año XXXIX. N° 11,931. 30, 26 de octubre de 1903. Fecha de consulta: Noviembre 10 de 2020. Desde: http://www.suin-juriscol.gov.co/viewDocument.asp?ruta=Leyes/1594188

Duque Gómez, Luisa F. (2013). La obra de G. M. Bruño: Estudio comparativo de los libros escolares de lengua castellana según criterios de primera y segunda generación. (Trabajo de grado para optar al título de licenciada en Pedagogía Infantil). Universidad Tecnológica de Pereira, Pereira. Fecha de consulta: Noviembre 10 de 2020. Desde: http://recursosbiblioteca.utp.edu.co/tesisd/textoyanexos/37132D946.pdf

Cartagenadeindiasweb.com. Mouthon, C. (2011). El Prolífico G. M. Bruño. Fecha de consulta: Noviembre 11 de 2020. Desde: http://www.cartagenadeindiasweb.com/cartagena_notas_bruno.html

Researchgate.net (2012). G. M. Bruño La edición escolar en Colombia 1900–1930. Fecha de consulta: Noviembre 12 de 2020. Desde: https://www.researchgate.net/publication/236146103_GM_Bruno_La_edicion_escolar_en_Colombia_1900-1930

Virgili, U. (2020). Suso, J; Fernández, M. (2008). Bruño, G. M. – Bruño, Gabriel María [Editorial] | Repertorio de manuales para la enseñanza del francés en España (siglo XX). Fecha de consulta: Noviembre 12 de 2020. Desde: http://www.grelinap.recerca.urv.cat/ca/projectes/diccionario-historia-ensenanza-frances-espana/entradas/37/bruno-gm-bruno-gabriel-maria-editorial