Pieza del mes de marzo de 2024: La Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada: cuna de las ciencias en Colombia.

Como pieza del mes, el Museo Pedagógico Colombiano eligió el tomo introductorio de la colección Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada publicada en 1954, mediante un convenio cultural auspiciado por los gobiernos de Colombia y España, en colaboración con los Institutos de Cultura Hispánica de Madrid y de Bogotá. La colección en mención fue un proyecto cultural que nació en 1952 y se renovó en 1982, con el objetivo de publicar la monumental investigación florística e iconográfica dirigida por el sacerdote, botánico, geógrafo, matemático, médico y docente español José Celestino Bruno Mutis y Bosio (1732–1808) que arribó al Virreinato en 1760, e introdujo las teorías del naturalista sueco Carlos Linneo, reconocidas como el primer lenguaje universal para describir y clasificar la naturaleza.

José Celestino Mutis. (ca. 180). [Óleo de Pablo Antonio García del Campo]. Colección Museo Nacional de Colombia. Reg. 546. Fuente: https://www.revistacredencial.com/historia/temas/la-obra-grafica-de-la-expedicion-botanica-del-nuevo-reino-de-granada-1783-1816

La edición completa de la obra científica más importante del siglo XVIII desarrollada en el territorio nacional consta de 51 volúmenes, organizados por familias botánicas, y aproximadamente contiene 2.666 láminas de plantas cuya reproducción es fidedigna por los detalles, colorido y extraordinaria belleza. En ese sentido, la Expedición Botánica fue un importante proyecto del periodo colonial americano que documentó el inventario de especies naturales del Virreinato de Nueva Granada; y aportó la búsqueda, recolección y clasificación de aproximadamente 20.000 especies vegetales y 7.000 animales del territorio que actualmente corresponde con nuestro país. Además, en tal empresa científica, se construyó y fundó el Observatorio Astronómico Nacional en 1803 –el más antiguo de América–, y se estableció un selecto grupo de jóvenes científicos criollos, junto con dibujantes y artistas neogranadinos que realizaron un registro biológico, botánico y gráfico de las riquezas naturales del Reino de la Nueva Granada para darlos a conocer con fines de aprovechamiento y beneficio para la sociedad.

Como podemos notar los objetivos perseguidos por la Expedición fueron ambiciosos, no solo elaboró un importante estudio de historia natural de la Nueva Granada, sino también, intentó elaborar la carta geográfica del territorio del Virreinato incluyendo su flora y sus recursos naturales. Tal proyecto de interés científico promovido por el Sabio Mutis, oficialmente emprendió su fructífera marcha el 30 de abril de 1783, y se formalizó como una empresa cultural auspiciada por la Corona española mediante Cédula Real suscrita el 1º de noviembre del mismo año.

De acuerdo con Rivas Goday autor del prólogo de nuestra pieza del mes:

“No fué la Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada la mera exploración florística de un territorio, ni menos la recopilación de características sistemáticas de plantas encontradas al azar por exploradores poco o nada vinculados al país que recorren y que luego rinden sus frutos publicitarios en tierras extrañas. Desde que Carlos III la sancionó a través de su Ministro General de Indias, Don José Gálvez, Marqués de la Sonora, aprobando las medidas que tomó el Arzobispo Virrey de Nueva Granada Don Antonio Caballero y Góngora, en 1783, y desde antes, cuando Mutis, en 1760, pisó primera vez en suelo americano, hasta que, por la muerte del sabio, por las convulsiones de la emancipación y por otros varios imponderables de la Historia, se extinguió, fué la Expedición un verdadero Instituto en el sentido moderno, que tomó bajo su responsabilidad el estudio indefinido de los recursos naturales de un área vastísima, la promoción de su aprovechamiento y la educación de una juventud destinada a perpetuar tales intereses. Sobrepasó también la visión integral sobre la naturaleza, predominante, más que ahora, en el siglo XVIII y significó una tendencia que, aun presentada en nuestros días, sería tenida como moderna, porque consistió en la adaptación de los hombres al medio intertropical, promesa de la humanidad” (Goday, 1954).

Espeletia sp. Lámina de la Expedición Botánica (1783-1816). Fuente: https://www.revistacredencial.com/historia/temas/la-obra-grafica-de-la-expedicion-botanica-del-nuevo-reino-de-granada-1783-1816

El material recopilado durante la labor desarrollada por los exponentes de la Expedición no fue sólo numeroso y valioso en información, sino magnífico como obra iconográfica y artística. Así pues, un año después de iniciada la institución científica, –reconocida como la cuna y referente obligado de las ciencias en Colombia– Mutis en compañía de los pintores neogranadinos Pablo Antonio García, Salvador Rizo y Francisco Javier Matis, coordinaron un proceso de reflexión, experimentación y creación colectiva para la organización del trabajo, los criterios científicos, técnicos y estéticos para la representación, el color y la composición de las láminas producidas. A partir de este proceso, Mutis señaló una nueva técnica denominada ‘invención de los colores’.

De esta manera, aquella empresa ilustrada, promovió la fundación de la primera escuela estatal de arte. En ella numerosos artistas aprendieron y trabajaron en una verdadera academia; experiencia que abrió múltiples posibilidades para el campo, puesto que, la aplicación de nuevas técnicas y el detallado trabajo de retratar la flora, llevó al posterior desarrollo de la miniatura moderna, el dibujo directo de la naturaleza, y de la técnica del paisaje. Por tal motivo, la artista colombiana Beatriz González resaltaba:

La creación de una Expedición Botánica con una Oficina de Pintores anexa introduce una innovación fundamental. Se trata de un cuerpo de pintores vinculados orgánicamente a una empresa científica, que laboran, viven, comen, departen y comparten en su sede, que se desplazan con ella, que se hallan en relación permanente con sus naturalistas y colectores («herbolarios»), que, en fin, integran una familia unida por los lazos del amor a la ciencia y al arte. La formación académica de los pintores quiteños, que comenzaron a llegar en 1787, los predisponía para asimilar todas estas influencias. Su llegada vino a favorecer y a fijar definitivamente muchas de las tendencias mencionadas. La Oficina de Pintores generó sus propios mecanismos de reproducción gracias a la creación en Mariquita, en 1787, de la Escuela de Dibujo, que florecería en Santafé a partir de 1791. Acogió este plantel hasta 32 alumnos simultáneamente y produjo algunos de los mejores pintores que conoció la obra de Mutis (Lino José de Acero, Camilo Quesada, etc.). La creación en la capital a principios del siglo XIX de la Escuela Gratuita de Dibujo permitió que se vincularan a la Expedición vástagos del patriciado criollo, deseoso de procurar a sus hijos una formación en bellas artes” (González, 2017).

Malvastrum. Lámina de la Expedición Botánica (1783-1816). Fuente: https://www.revistacredencial.com/historia/temas/la-obra-grafica-de-la-expedicion-botanica-del-nuevo-reino-de-granada-1783-1816

Tal fue la esplendidez que la obra ilustrada evidenciaba en cada una de las láminas y dibujos de las especies descubiertas, que cuando el científico, geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador alemán Alexander von Humboldt (1769–1859) tuvo conocimiento de los esfuerzos realizados por Mutis, recorrió el territorio del Nuevo Reino y fue en búsqueda de tan magna empresa científica. Una vez allí, comparó sus colecciones con las ya recopiladas en la Nueva Granada, y al encontrar todo un equipo organizado, elogió generosamente la voluntad, empeño, mérito y carácter científico del trabajo; destacando su admiración por la calidad de la obra pictórica: “…jamás se ha hecho colección alguna de dibujos más lujosa, y aún podría decirse que ni en más grande escala”.

Podemos considerar entonces qué, alrededor de la Expedición se instituyó un movimiento artístico y gráfico de orden botánico, qué, a través de atractivas y coloridas ilustraciones historió con detalle y precisión la naturaleza, siendo entonces un referente fundamental para los famosos herbarios desarrollados durante el siglo XX como materiales de apoyo en la enseñanza de las ciencias naturales y la biología para las secciones de secundaria de distintos colegios.

Humboldt y Bonpland, deseosos de conocer a los miembros de la Expedición y sus trabajos, estuvieron en Bogotá en 1801. Colocados todos estos sabios a igual altura en talento y amor a la ciencia, bien pronto la amistad enlazó sus corazones en nombre del común amor. Mutis les abrió las puertas de la Expedición y les mostró sus herbarios, sus colecciones zoológicas y mineralógicas, sus instrumentos, manuscritos y dibujos. Según dichos sabios, jamás se ha hecho colección alguna de dibujos más lujosa, y aún podría decirse que ni en más grande escalar; ni jamás se ha consagrado, en parte alguna de Europa, a un solo ramo de historia natural, una biblioteca tan bella y tan rica como la biblioteca botánica de esta Expedición. […](Vezga, 1880).

Abate Antonio José de Cavanilles. (1801). [Óleo de Salvador Rizo]. Colección Museo Nacional de Colombia. Reg. 549. Fuente: https://www.revistacredencial.com/historia/temas/la-obra-grafica-de-la-expedicion-botanica-del-nuevo-reino-de-granada-1783-1816

Precisamente, el taller pictórico de la Expedición Botánica, contó con más de 60 miembros, entre oficiales, alumnos y aprendices. Por tanto, herencia de ella se establecen vínculos directos entre la historia de la formación y educación en bellas artes, y la labor de los expedicionarios, desde finales de siglo XVIII.

De conformidad con las memorias de Florentino Vezga (1833–1890), la Sociedad de Naturalistas Neogranadinos (1859–1861), alentada por el espíritu y legado de la Expedición, continuó la labor iniciada en el siglo XVIII por Mutis y sus colegas; conocida como la primera sociedad de carácter científico que se creó en la República, recogió y estudió la flora y fauna de la geografía de Colombia en su tiempo, y surgió como consecuencia del ambiente de investigación y el florecimiento cultural, que implantó la Comisión Corográfica (1850-1859). Célebre empresa científica que, durante el siglo XIX, documentó sistemáticamente la cartografía, los rasgos físicos del paisaje y el componente humano del país. Mediante ella se conocieron las diferencias, semejanzas y posibilidades de un territorio desconocido hasta ese momento; gracias a este ‘proyecto nacional’, fue posible dejar de imaginar una nación para realmente caracterizar el paisaje y construir conocimiento respecto al territorio, sus habitantes, su fisionomía, costumbres e indumentaria.

En correspondencia con la Expedición, la Comisión también tuvo efectos estéticos y significado para la historia del arte colombiano, ya que, a través de láminas y acuarelas se retrataron las regiones y las gentes de la República de la Nueva Granada. La técnica pictórica conjugó la mirada del viajero y la habilidad del pintor, siendo un autorretrato colectivo y perpetuo de los colombianos que con su esfuerzo construyeron la nación; en su conjunto las acuarelas conforman una parte fundamental de la memoria del territorio nacional de mediados de siglo XIX.

Retomando los logros de la vasta ‘obra expedicionaria’, además de su impacto científico, que a todas luces iluminó a la Nueva Granada hacia la razón y la ciencia de la Ilustración, la Expedición no solo se enfocó en la rama de la botánica. También, se orientó a otras ciencias: medicina, farmacéutica, astronomía, zoología, geografía, matemática, agricultura, ganadería, minería e industria; asimismo, se destacan sus aportes con relación al campo del arte; y, se considera su vínculo con las luchas de la Independencia.

En ese aspecto, se destaca el capital humano y cultural de los participantes de la Expedición Botánica. En consecuencia, sobresalen varios personajes fundamentales para la historia política nacional colombiana de finales del siglo XVIII y las primeras dos décadas del siglo XIX: Francisco José de Caldas (encargado de la división de astronomía y geografía), Francisco Antonio Zea (encargado de la subdirección), Jorge Tadeo Lozano (encargado de la división de zoología), Sinforoso Mutis (encargado de la división de botánica) y Pedro Fermín de Vargas (comisionado para la recolección de plantas y acopió de datos científicos), considerados por la historia oficial colombiana como próceres del movimiento independentista. Pugna que incluso retrasó y terminó por afectar el funcionamiento y las labores investigativas del proyecto científico.

Algunos de los criollos ilustrados mencionados terminarían de perfeccionar sus conocimientos en las ciencias en el interior de la Expedición, e igualmente, lideraron la revuelta del 20 de julio de 1810, y aunque, entre sus propósitos Mutis no proyectaba formar líderes políticos, ellos mismos forjaron aquellas aspiraciones bajo la sombra de su biblioteca y de los ideales de la ilustración. Incluso, en el Observatorio Astronómico Nacional –lugar de funcionamiento de la magna empresa científica–, se realizaron varias reuniones en las que se planeó la disputa que estallaría aquel 20 de julio, aprovechando la concentración de pobladores de todas las clases sociales, con motivo del día habitual de mercado en la Plaza Mayor de Santa Fe.

Barnadesia spinosa. Dibujo de Manuel José Xironza. Lámina de la Expedición Botánica (1783-1816). Fuente: https://www.revistacredencial.com/historia/temas/la-obra-grafica-de-la-expedicion-botanica-del-nuevo-reino-de-granada-1783-1816

Para finalizar, como datos estadísticos relevantes de los esfuerzos de la Expedición Botánica y el equipo dirigido por Mutis, según la Biblioteca Digital del Real Jardín Botánico de Madrid:

La documentación acopiada por José Celestino Mutis se compone de unos 20.000 pliegos de herbario y muestras de frutos y semillas […] y de más de 7.600 dibujos botánicos, apuntes científicos y archivos de historia natural que fueron enviados a España en 1816”, que son conservados en la Biblioteca y el Archivo del Jardín Botánico de la capital española.

Para conocer y consultar el ejemplar Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, otros documentos en relación con la historia de enseñanza de las ciencias naturales y la biología; textos, manuales escolares y de alfabetización y demás archivos pertenecientes a los fondos documentales; y también los objetos e implementos escolares de la historia, memoria y la práctica educativa y pedagógica que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

 

Palabras clave: Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada; José Celestino Mutis; Salvador Rizo; Arte; Pintura; Biología; Ciencias Naturales; Bellas Artes; Independencia de Colombia; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias:

Vezga, F. (1880). La Expedición Botánica de Mutis. Recuperado de: https://www.cervantesvirtual.com/obra/la-expedicion-botanica-de-mutis-1165757/

González, B. (2017). Los Pintores de la Expedición Botánica. Credencial Historia No. 74. Recuperado de: https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-74/los-pintores-de-la-expedicion-botanica

Diaz, S. (2017). La Real Expedición Botánica. Credencial Historia No. 240. Recuperado de: https://www.banrepcultural.org/biblioteca-virtual/credencial-historia/numero-240/la-real-expedicion-botanica

MUSEO NACIONAL. (2009). Mutis al natural, Ciencia y arte en el Nuevo Reino de Granada. Las imágenes botánicas: piezas de estudio. Recuperado de: https://www.museonacional.gov.co/sitio/mutis/iconografia.html

rjb.csic.es. (2015). La colección ‘Flora de la Real Expedición Botánica’ ya se puede consultar en la Biblioteca Digital del Real Jardín Botánico, CSIC. Recuperado de: https://rjb.csic.es/la-coleccion-flora-de-la-real-expedicion-botanica-ya-se-puede-consultar-en-la-biblioteca-digital-del-real-jardin-botanico-csic/

MEN. (2010). Ciencia y la Expedición Botánica en la Independencia. Colección Bicentenario. Recuperado de: https://redaprende.colombiaaprende.edu.co/recursos/colecciones/HSDM4BFPF7E/FLJOJ3WXN21/33136

Cárdenas, B. (2010). Expedición Botánica e ilustración científica. EXPEDITĬO, (3). Recuperado de: https://revistas.utadeo.edu.co/index.php/EXP/article/view/707

Piezas con Voz – Diálogos a través de los objetos del Museo Pedagógico Colombiano: El Catecismo Republicano

Estimados/as visitantes, escuchas y lectores, los invitamos a disfrutar de un conjunto de pódcasts realizados en el marco de la virtualidad -Covid-19- por estudiantes de práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional.

En esta ocasión, difundimos un pódcast sobre el ‘Catecismo Republicano para Instrucción Popularde 1865, que resalta la importancia del método catequístico, en el contexto de la formación política y constitucional de los militares y habitantes de Colombia desde mediados del siglo XIX. Texto que divulgó y enseñó los ideales, planteamientos políticos y bases ideológicas para el establecimiento y consolidación colectiva de la nación colombiana.

Campaña de Donación de Objetos y Documentos 2022-I: «Tus recuerdos escolares en el Museo…»

Estimados/as colegas, lectores y visitantes, compartimos la información sobre el lanzamiento de la «Campaña de Donación de Objetos y Documentos – Tus recuerdos escolares en el Museo«, la cual se realizará con el objetivo de ampliar la colección de materiales, objetos y fondos documentales, y asimismo consolidar la memoria material del Museo Pedagógico Colombiano, la cual tendrá una duración de tiempo entre el 2 de mayo y el 10 de Junio de 2022.

Se recibirán: Manuales Escolares, Textos, Libros; Implementos antiguos de uso en la Enseñanza y Vida Escolar; Cuadernos; Material Científico; Juguetes; Material Didáctico; Fotografías antiguas; Documentos y Elementos relacionados con la Memoria e Historia del antiguo Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas y la Universidad Pedagógica Nacional, los cuales abarcaran un marco de tiempo a partir del siglo XIX y hasta 1965.

La recepción de los elementos se hará entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m., en las instalaciones del Museo Pedagógico Colombiano, ubicado en Calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) Centro Cultural ‘Paulo Freire’.

¡Esperamos sus Aportes!

Pieza del mes de abril de 2022: Catecismo Republicano para Instrucción Popular

Antes de comenzar, te invitamos a escuchar nuestro Pódcast sobre el Catecismo Republicano para Instrucción Popular, realizado por estudiantes de Práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional:

Como pieza del mes, hemos elegido el “Catecismo Republicano para instrucción popular” redactado por Cerbeleón Pinzón en 1865, que hace parte de la colección de Manuales de Disciplinas Escolares en la sección de catecismos religiosos, políticos y laicos que pertenecen al Fondo Documental Bibliográfico del Museo Pedagógico Colombiano, el cual fue destinado especialmente para las escuelas de los cuerpos de la guardia colombiana, creadas por el Decreto del 1.º de septiembre de 1864, promulgado por el entonces presidente de los Estados Unidos de Colombia (1863–1886), Manuel Murillo Toro.

Para esta oportunidad, es importante precisar que cuando hablamos de catecismos, nos referimos a textos que contienen la exposición breve de alguna doctrina, ciencia o arte, temáticas que se formulaban con base en el método catequístico, que fue utilizado como una técnica de instrucción popular, sencilla y práctica, en otros términos un instrumento didáctico, educativo y pedagógico, para transmitir enseñanza a los alumnos y fijar en su memoria diferentes conceptos concretos, que consistía en la organización de temas, capítulos y fragmentos en forma de preguntas, con sus respectivas respuestas. En particular culturalmente estamos más familiarizados y reconocemos en los catecismos, una herramienta básica para el adoctrinamiento en el cristianismo, puesto que en un inicio su énfasis era religioso. De este modo, los primeros catecismos aparecen por primera vez en el siglo VIII en forma de ‘’compendios históricos’’ que incluían la concepción cristiana de la creación del mundo y la explicación de las oraciones más populares como el padre nuestro y el credo.

Posteriormente, entre 1750 y 1850 al plantearse nuevas necesidades dentro de la sociedad en la búsqueda de aspiraciones de igualdad y fraternidad en todos los pueblos del mundo, se utilizó el método catequístico para enseñar nuevas doctrinas políticas a los sectores populares y alcanzar los propósitos ya enunciados, siendo este el contexto en el que nuestro Catecismo toma relevancia, pues el tipo de obra que representa nuestra pieza del mes se interesó en manifestar las bases de la Independencia y las nuevas formas de gobierno, y en general sus páginas presentaban un método orientado a la formación política y constitucional de los militares de la época, que se enfocó en la divulgación y enseñanza de los ideales, planteamientos y las bases ideológicas –tan necesarias– para la formación y consolidación colectiva de la nación colombiana, República que estaba naciendo en nuestro territorio después de los movimientos y guerras de independencia.

Por lo tanto, ya expuestas las diferencias principales entre los tipos de catecismos más importantes que han hecho parte activa de nuestra memoria e historia, podemos afirmar que en los contenidos del Catecismo Republicano se ubica de manera clara una concepción política, que, en función de su método de escritura, educaba la consciencia en los aspectos más importantes del conocimiento de la patria, procurando difundir en mayor medida ideas sobre libertad, democracia, y justicia social con el fin de promocionar y formar la ciudadanía colombiana a través del método más usado por las religiones cristianas y dentro de sí, para la construcción política del pueblo con el objetivo de alcanzar los planteamientos de la modernidad.

Así, los objetivos principales de este Catecismo que se circunscribió a la pedagogía constitucional del gobierno del liberalismo radical (1863–1885), fueron popularizar ‘sin exageración’: los principios fundamentales y el rumbo de la organización política conforme con la adopción del republicanismo, las condiciones favorables del país, y los hechos más notables de la historia patria hasta la época. De esta manera, el autor daba inicio con una reseña histórica acerca del descubrimiento y la colonización de América, y sobre la fundación del Estado en el tiempo del régimen colonial; progresivamente y de forma cronológica, presentaba diferentes momentos políticos del país, los cuales daban una breve idea de la organización política a los ciudadanos que se constituirían con la lectura del texto. Asimismo, se discutía el papel de los derechos individuales entendiendo que estos nacen en las necesidades de los habitantes, exigiendo su reivindicación y garantía en aras del cumplimiento constitucional del estado para con los mismos.

El Catecismo Republicano, en principio nació para el uso en las escuelas de la guardia militar colombiana con el objetivo de inspirar el ardor guerrero del soldado de Esparta, es decir el amor a la bandera de la nación desde sentimientos de dignidad, honor y respeto al poder civil; sin embargo, luego se extendió su uso para todas las escuelas públicas y privadas, y en general para la instrucción popular. Además, se redactó para poner al alcance del pueblo, los aspectos concernientes a las ventajas del Sistema Republicano bajo el que todos los seres humanos habían nacido; así, se contextualizaba (de forma conveniente para el mismo objeto que perseguía la obra) el país, según su ubicación geográfica, la diversidad de los elementos humanos y la riqueza de los recursos naturales del territorio; y de acuerdo con el autor:

al alto destino que le reserva la Providencia en el mundo” (Pinzón, 1864, p. 5).

Para finalizar el Catecismo, su autor concluía con un capítulo sobre el patriotismo en donde exponía la importancia del establecimiento de las instituciones públicas que eran parte de la Patria y, que, sin estas y sin un gobierno regular no podía concebirse como tal, ya que la carencia de este tipo de instituciones eran el claro reflejo de las condiciones de sometimiento, dominio y opresión, por parte de las clases altas hacia los habitantes en general, en este sentido, las instituciones públicas en su quehacer y compromiso, debían garantizar la dignidad y los derechos del hombre ciudadano, quien a partir de la constitución de la República, se consideraba como la figura y elemento principal de la patria.

Entre otros aspectos, en los contenidos y capítulos del Catecismo, se encuentran temas tales como la división del territorio, de la república y de su población, es decir los departamentos, provincias, estructuras y, la organización política del estado en senadores y representantes. Igualmente debemos destacar que el instrumento de enseñanza que reemplazó a la religión, y que articuló las temáticas del Catecismo en cuestión, fue su centralidad en la historia y desde la historia patria, como nueva fuente de veracidad para aprender y conformar las nuevas consciencias en materia de política, libertad, dignidad y reconocimiento del sistema republicano.

En consecuencia, el Catecismo buscaba promover los principios de la Constitución de 1863, y defender entre otras cosas: al Federalismo como sistema político que pretendía la paz y el orden del territorio; la conformación de la República como ámbito para ejercer libertades políticas y cumplir responsabilidades cívicas; y la paz pública como la única vía segura para, la conservación y correcto funcionamiento de las instituciones, el progreso nacional y la civilización desde la consciencia. Por consiguiente, el texto, creado como un catecismo cívico para la formación del buen ciudadano, deseaba sembrar entre las juventudes colombianas los valores propios de una sociedad republicana y patriótica donde las relaciones civiles de las personas fueran reguladas, inculcando sobre la importancia de cumplir las leyes y acatar la Constitución, exaltando la paz como el camino para el mejoramiento general de la sociedad.

Cerbeleón Pinzón (Grabado). Fuente: https://revistas.utadeo.edu.co/index.php/RLT/article/view/584/594

Nacido en el municipio de Vélez, departamento de Santander, Cerbeleón Pinzón (1813–1870) el autor de nuestra pieza del mes fue un destacado abogado, docente de Derecho Constitucional, catedrático de Economía Política, Ciencia Constitucional y Derecho Público, que también desempeñó algunos cargos en la Administración Pública, y en el Poder Ejecutivo Nacional, entre estos en el Ministerio de Gobierno, en el de Guerra, y como canciller en el Ministerio de Relaciones Exteriores en tres períodos: 1854, 1864 y 1866.

Diversos escritos y descripciones de la época lo señalan como un “Hombre de ideas amplias y razonamientos sólidos”, que ganó el reconocimiento y simpatía de la población, por su actitud conciliadora, su transparencia, integridad, caballerosidad y un temperamento modesto, calmo y moderado, entre otras facultades morales. Destacando muy joven por su destreza como orador, lo que incuestionablemente le capacitó para levantar su voz en los espacios públicos dentro de una sociedad en la que ‘la palabra dicha’ se consideraba una habilidad para la vida pública en cualquiera de sus campos, y una aptitud indispensable para hacer parte activa de los círculos letrados y académicos.

Fruto de estas mismas cualidades cívicas, políticas y morales, y a la reputación que fue ganando como profesor y abogado, en 1863 el presidente Manuel Murillo Toro le encargó escribir el Catecismo Republicano, puesto que se le reconocía como un ciudadano con la formación suficiente para:

«[…] vulgarizar (difundir) lo más posible los principios de las ciencias morales y políticas, a fin de formar un pueblo republicano» (Cardona, 2015, p. 38).

Un ‘Hombre Republicano’ que dispuso sus estudios, conocimientos, aptitudes, ideas, visión de la patria y atributos morales para la redacción de diversos textos, que sirvieran a la Colombia de la época mediante la formación de:

«[…] un pueblo que tuviese conciencia clara del derecho y del deber, y se hubiera familiarizado con ideas verdaderamente científicas» (Cardona, 2015, p. 38).

Gracias a esta obra, Pinzón es considerado uno de los principales publicistas y difusores de los principios republicanos y cívicos en Colombia en el siglo XIX, y como el Catecismo se destinó a los organismos de la guardia colombiana –un grupo de la población considerado menos hábil para la lectura y la escritura–, este se caracterizó por un lenguaje sencillo y claro, estrategia que facilitó su apropiación, pues sus contenidos circularon a través de la lectura individual, la lectura colectiva y la memorización de cada uno de los principios ‘adoctrinadores’ que conformaban sus páginas.

En efecto, se trataba de un texto básico, con nombres y fechas que reverenciaban los sucesos más memorables representativos de la grandeza y la historia de la patria, y desde la ‘iluminación’ de un sentimiento nacionalista inculcaba en sus lectores el arraigo y amor absoluto por el territorio en el que vivían, el deseo ferviente de defender su libertad y soberanía; y teniendo en cuenta que se destinó para los miembros de la guardia militar colombiana, el Catecismo, inspiraba la idea que el sacrificio de la vida era un tributo que merecía la defensa de la República.

Ahora bien, intentaremos situarnos desde la primera infancia en perspectiva de lo que cita el Catecismo, ya que, en este, se contempla al niño de acuerdo con una ‘educación’ en la que se le debería imprimir el espíritu de honor, de vergüenza y rectitud, pues así, el infante entendería que era capaz de ser digno y alcanzar a otras clases eliminando el señalamiento de deshonra, incapacidad e ignorancia, porque como lo exponía su autor:

el rigor mas le exaspera que le corrije’’ (Pinzón, 1864. p. 8).

Por otra parte, en referencia a la labor del profesor (‘director’ en el lenguaje del texto), él debía distinguir a los alumnos que más sobresalían para esmerarse con ellos, obsequiando libros y proponiéndolos a los demás como espíritu al esmero. Además, dentro del espacio escolar y cuando hubiera distractores también estaba en el deber componer el semblante alzando la voz sin usar palabras denigrantes hacia los niños, evitando acciones que vulneraran sus derechos, en caso de que eso sucediera se debía corregir la situación manifestando a la luz de Pinzón:

          ‘’que este es un abuso indigno de la buena educación’’ (Pinzón, 1864. P. 9).

Otra de las responsabilidades en la labor docente, era la de recibir y despedir al infante desde la empatía con un semblante y expresiones de amor y cariño, de esta forma, el niño entendería que no es un individuo más o un sujeto inexistente y se sentiría como otro hijo más en su escuela. Para finalizar, concerniente al aseo y al orden en el contexto escolar, el Catecismo, en relación con el niño exponía que:

En el local de la escuela todo debe respirar aseo i buen órden, porque es una parte principal de la educación de los niños el enseñarles la propiedad en todas las cosas, para formales el buen gusto i acostumbrarles a la decencia. Dios es órden: i el hombre en sociedad debe imitarle en lo moral i en lo físico: i así el director de una escuela enseñará a sus niños, no solo aquellas máximas que se dirigen a las buenas acciones, sino también aquellas que tienen por objeto el aseo, la limpieza, la proporción i el buen gusto” (Pinzón, 1864. P. 9).

Respecto al método pregunta/respuesta –ya mencionado anteriormente– usado para esta clase de textos, al momento de presentar la historia del descubrimiento y colonización de América, destacaba el papel de Cristóbal Colón, planteando preguntas y sus respectivas respuestas, por ejemplo:

P. ¿A quién pertenece la gloria del descubrimiento de la América?
R. El descubrimiento de la América estaba en el orden de los tiempos, tendiendo eficazmente a preparar ese acontecimiento el uso de la brújula, los adelantos hechos por los portugueses en la navegacion, i el deseo que se despertó de encontrar un paso por mar a las Indias occidentales, cuyas riquezas conocía i ambicionaba Europa. Cristóval Colon, natural de Jénova i navegante célebre, formado en la escuela de los portugueses, se empeñó en buscar el paso tan deseado hacia la India, navegando al poniente, e inesperadamente encontró la América, la que no tuvo por un nuevo continente, habiendo sostenido siempre que era una porción de las vastas rejiones del Asia, comprendidas entonces bajo el nombre general de India. En virtud de esto se le dio a las rejiones descubiertas el nombre de Indias, i a los habitantes el de indios. Sinembargo, sea como fuere, la gloria del descubrimiento de la América pertenece a Colon, por la intrepidez i la constancia heróicas con que se empeñó en llevar a cabo el proyecto que al fin dió por resultado el hallazgo de este nuevo continente
” (Pinzón, 1864. p. 13).


’P. ¿Cuál de los gobernantes en tiempo de la colonia merece un recuerdo especial?
R. El virei, mariscal de campo, don Sebastian de Eslaba, por el valor i pericia con que en 1741 hizo la defensa de Cartajena, atacada por los ingleses, i el virei don José de Espeleta, que fundó el periodismo, inició la educación primaria i se dedicó hacer caminos’
’ (Pinzón, 1864. p. 14).

También enunciaba un capítulo sobre el contexto histórico de la denominada ‘Antigua República de Colombia’, donde el autor, recordaba cuando fue creada la misma y las regiones que conformó dicho territorio; y reconocía a los primeros ciudadanos que fueron presidentes en aquel momento: el General Simón Bolívar, militar y político venezolano al que se le atribuye ser fundador de la Gran Colombia; y después el distinguido orador y escritor público Joaquín Mosquera, quien perteneció a diversas corporaciones científicas y literarias, siendo un entusiasta de la instrucción popular. También nombraba a los vicepresidentes del mismo periodo: Francisco Antonio Zea, científico y diplomático influyente en la Independencia; Antonio Nariño, precursor del pensamiento de ideas, que destacó por realizar la primera traducción y publicación de los Derechos del Hombre, que precedió al movimiento de Independencia; Francisco de Paula Santander, militar y político colombiano, célebre por su participación en el proceso de independencia luchando junto a Bolívar; y, por último, Domingo Caicedo y Sanz, militar y político colombiano, también reconocido por participar en la guerra de independencia.

Como ya lo hemos mencionado, la obra se inspiró en el reconocimiento de la Patria, por lo que es necesario plantear, que se entendía como patria en el contexto de mediados del siglo XIX, según los siguientes referentes: el “Compendio de la Historia de la Nueva Granada” escrito por José Antonio Plaza en 1850, el “Catecismo Republicano” del ya referenciado Cerbeleón Pinzón de 1865; y los libros: “Historia de Colombia contada a los Niños” escrito por José Joaquín Borda en 1870; y el “Compendio de la Historia Patria” escrito por José María Quijano Otero en 1883. En este orden de ideas, la Patria se reconocía como un pueblo libre y soberano distinto de otros, en el cual había que luchar no solo desde una concepción militarizada, sino asumiendo como habitantes los deberes que la existencia en sí ya requería para dar el compromiso de un ‘’todo’’ por la nación. En este sentido ubicamos la noción de patria, desde una perspectiva histórica, como:

el resultado de la conciencia histórica colectiva que se entiende como única, distinta y en pie de defensa permanente contra los agresores (externos) que pueden mancillar su pasado y poner en riesgo su porvenir” (Cardona, 2015, p. 27).


La historia patria no es un discurso en abstracto, ni una desviación del saber histórico; es una manera particular de narrar el pasado del país concordante con el ideal de convertir a cada ciudadano en defensor de los valores y principios políticos que sustentan la república”. (Cardona, 2015, p. 30).

Por este motivo, la historia patria, se diferencia de la historia nacional, ya que esta última, se encamina al análisis y reflexión consciente de la realidad que nos apremia, ofreciendo una visión crítica de los hechos que tienen por objetivo narrar procesos históricos desde una función formativa en términos de reconocimiento y respeto por las diferencias culturales y políticas. En contraposición, la historia patria se presenta como un saber ‘estipulado y acordado’ que se repite sin variación, constituyendo un enfoque del ‘conocimiento propio’ en el que poco lugar tienen las voces disidentes, ‘los otros’ y las culturas en disputa. Y en vista de que las tensiones político-ideológicas para la definición del ‘modelo más apropiado de país’, tenían en vilo la institucionalidad y las propias dinámicas sociales durante el siglo XIX, los sucesos y personajes en función del ‘deber ser’ de los términos de la historia patria, se presentaban y estudiaban, en forma que no generaran divisiones, sino que se convirtieran colectivamente en puntos de encuentro e identificación cívica y moral para los ciudadanos del territorio.

Así, en el marco de la construcción de la República de Colombia y la formación de ciudadanía en el devenir de la instrucción pública durante el siglo XIX, resaltamos el legado histórico del Catecismo Republicano para la Instrucción Popular, y reconocemos en esta obra, una de las iniciativas políticas en favor de la libertad y la dignidad del pueblo colombiano, a la luz de los mecanismos utilizados para instruir desde la escuela y educar a los habitantes en general.

Para conocer y consultar el Catecismo Republicano, otros catecismos, textos, manuales escolares y de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

 

Palabras clave: Catecismo Republicano; Cerbeleón Pinzón; Catecismos Políticos; República; Proyecto de Nación; Formación de Ciudadanía; Historia Patria; Instrucción Política del Pueblo; Método Pregunta y Respuesta; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

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