Pieza del mes de agosto de 2024: Religión, educación de la fe e instrucción escolar en la doctrina cristiana: El Catecismo del padre Gaspar Astete.

Para esta ocasión el Museo Pedagógico Colombiano, de acuerdo con su compromiso histórico con la conservación e investigación de la memoria escolar, la difusión de la cultura material educativa, y el estudio sobre los textos y manuales utilizados en la escuela, eligió como pieza del mes el Catecismo de la Doctrina Cristiana escrito por el sacerdote jesuita, teólogo y catequista español Gaspar Astete (1537–1601), quién una vez ordenado en 1571 en la Compañía de Jesús, además, de dedicarse a orientar en la oración y los misterios de la fe, se desempeñó como profesor de Filosofía, Humanidades, Arte y Teología en distintas ciudades europeas.

Histórica y colectivamente su apellido se asocia más con el modelo de instrucción para la catequesis de muchos fieles donde la Iglesia Católica tuvo gran influencia entre el siglo XVII y buena parte del siglo XX. Sin embargo, el padre Astete, publicó otras obras: El modo de rezar el Rosario, Salmos y oraciones (1593); Del gobierno de la familia (1597); Del estado de religión (1603); y Gobierno de la familia y estado de viudas y doncellas (1603).

La edición más antigua de este Catecismo data de 1599, contiene la doctrina cristiana predominante desde finales del siglo XVI y se tituló: «Doctrina cristiana y documentos de crianza»; por su amplia difusión, cuenta con más de 1000 ediciones, y se tradujo a todas las lenguas europeas. También conocido como el Catecismo del padre Astete fue redactado mediante el sistema pregunta–respuesta y contiene la exposición concisa de lo que un ‘buen cristiano’ debe saber y cumplir para llegar a la salvación de su alma, dejar huella a través de la evangelización de otros, y según su autor lograr la redención de la humanidad.

Astete, G. (1787). Catecismo de la Doctrina Christiana. [Imagen]. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=7375

El impacto de la obra que reseñamos sirvió para la renovación de la iglesia católica a través de la expansión de los postulados la Contrarreforma y, asimismo para los procesos masivos de evangelización del ‘Nuevo Mundo’ americano. En este sentido, la organización del Catecismo y la brevedad del lenguaje para su lectura y compresión permitió un desarrollo, y memorización sencilla de los temas; y sin duda, la difusión y propagación de la fe católica.

Desde su publicación, solo a partir de 1788 el texto original incluyó nuevos contenidos y tuvo las primeras modificaciones. Por ejemplo, para estimular la memorización y el entendimiento entre adultos y niños, la estructura gramatical de las respuestas iniciaba repitiendo el enunciado de cada pregunta; y las preguntas fueron reorganizadas según su importancia. Por otra parte, se adaptaron algunos contenidos a las enseñanzas vigentes por la Iglesia Católica; y durante el siglo XIX la obra fue traducida a otros idiomas. Al respecto, las dos ediciones que resguarda el Museo se revisaron y reformaron por la Conferencia Episcopal de 1936 y 1956 respectivamente.

Astete, G. (1787). Declaración de la Doctrina Christiana por preguntas y respuestas (sistema antiguo). [Imagen]. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=7375

El Catecismo de Astete como herramienta para la instrucción de la Doctrina Cristiana, iniciaba con un apartado denominado: ‘Verdades Preliminares’, que introducía al devoto con relación al nombre de Cristo y la insignia del cristiano: la santa Cruz, es decir, explicaba las razones por las que, un cristiano debe rendirse ante la Cruz, y el uso de la persignación como costumbre para distintas situaciones. Este apartado, también incluía, temas relacionados con el fin de la creación del hombre; el propósito de amar, servir, orar y creer en Dios; y la importancia de practicar la Doctrina Cristiana.

Luego, la primera parte desglosa y describe cada una de las frases del Credo, explicando así, los artículos de la fe, su origen apostólico, la vida de Jesucristo, la labor de la Iglesia Católica, y los motivos por los cuales se deben creer las verdades que Dios ha revelado en las Sagradas Escrituras.

El Catecismo, incluye otras oraciones principales de la fe católica como el Padre Nuestro; el Ave María y la Salve Regina, haciendo énfasis en por qué se deben honrar a los ángeles y a los santos. En esta parte, se profundiza en la necesidad de orar, las peticiones que se hacen por medio de ellas, el fundamento de cada una, y la forma de realizarlas. Posteriormente, se explican los diez Mandamientos de la Ley de Dios, referidos como las «obligaciones que tenemos para con Dios, para con el prójimo y para con nosotros mismos», con su cumplimiento conseguimos la salvación eterna y el perdón de los pecados; igualmente, se enumeran los cinco Mandamientos de la Santa Madre Iglesia, entre ellos oír Misa todos los domingos, y practicar la confesión de los pecados.

Astete, G. (1959). Sistema de preguntas y respuestas en la oración del Padre Nuestro en el Catecismo de la Doctrina Cristiana. [Imagen]. Fuente Colección Bibliográfica Museo Pedagógico Colombiano.

La cuarta parte detalla los dones de la gracia; la práctica de la fe, la esperanza y la caridad; las virtudes morales; los dones y frutos que proceden del Espíritu Santo; las bienaventuranzas; y los siete sacramentos de la Iglesia. Además, de los temas referidos, se instruía en otras cuestiones contempladas en la práctica de la Doctrina Cristina, entre ellas: el acto de contrición para el arrepentimiento; las obras espirituales y corporales de la misericordia; y el aprendizaje para rezar los misterios del Santo Rosario.

Generalmente los catecismos se relacionan en mayor medida, con los manuales escolares utilizados por la Iglesia para la enseñanza de la religión católica y la ley divina. El método concebido para enseñar y aprender mediante la recitación y repetición, y para grabar en la memoria los contenidos: “repetición de viva voz”, estructuraba los textos por medio de preguntas y respuestas, facilitando el conocimiento de las lecciones entre maestros, alumnos, lectores y fieles católicos.

En esa época, la Iglesia Católica ostentaba un rol influyente con relación a los lineamientos del acontecer educativo. Por tanto, manuales escolares como el Catecismo Astete y otros de su naturaleza que circulaban por el sistema educativo colombiano entre el siglo XIX y XX, fueron uno de los modelos de mayor aplicación dentro del ámbito escolar, estableciéndose cómo un dispositivo de control con varios fines: la instrucción moral y religiosa de la población, la definición de normas para la formación de un modelo de ciudadano católico dentro del acontecer político del país, y la aceptación de las doctrinas esenciales para el establecimiento de una pedagogía que propendía hacer de Colombia un Estado Católico.

Otro factor determinante fue la Constitución Política de 1886, que por su carácter ‘centralista, hispánica y confesional’, organizó el sistema de instrucción pública con base en los dogmas y la moral católica, decretando como obligatorias la enseñanza de la religión y las prácticas piadosas, en universidades, colegios y escuelas. De esta manera, las políticas educativas aplicadas por el programa de la ‘Regeneración’ de Rafael Núñez, restauraron el control ideológico de la Iglesia en la enseñanza pública, devolvieron a la educación religiosa la función de eje de la formación, y entregó sectores del sistema educativo a las congregaciones religiosas.

En ese contexto, los manuales fueron una herramienta que concentró conocimientos y fundamentos que hacían parte esencial del proceso educativo. Así, la formación escolar se enfocó en la concreción de un ciudadano católico, en la consolidación de la República y el fomento del patriotismo, por medio de catecismos religiosos y políticos, manuales de urbanidad, higiene y buenas costumbres, y en textos escolares para la enseñanza de la historia y la geografía.

Sin embargo, diversas críticas al uso escolar de la obra del Padre Astete señalan que, la educación de ese momento asumió un rol adoctrinador, asumiendo al colombiano en formación como una ‘tabula rasa’ sobre quién se escribía sin tomar en cuenta su criterio o su capacidad de discernimiento. A dicho modelo se le intentaron oponer otras posturas políticas, que buscaban transformar el sistema educativo e instaurar uno orientado en la formación laica, libre y no confesional, subrayando la separación entre la Iglesia Católica y la educación nacional.

Para consultar el Catecismo de la Doctrina Cristiana, otros manuales escolares y catecismos para la enseñanza de la religión y la doctrina cristiana; diferentes objetos e implementos escolares de la historia, memoria escolar, y la práctica educativa y pedagógica; la colección de juegos y juguetes; y los archivos pertenecientes a los fondos documentales y bibliográficos que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano. Convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales de Facebook: https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/, Instagram: https://www.instagram.com/museopedagogicoupn/?hl=es, y a explorar nuestra página web: http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Catecismo de la Doctrina Cristiana; Catecismos religiosos; Educación de la fe; Gaspar Astete; Iglesia Católica; Enseñanza de la religión; Formación de ciudadanos; Pedagogía; Educación; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Autoría: Erika Liliana Guerra Forero – Estudiante de la Licenciatura en Educación Básica con énfasis en Ciencias Sociales.
Revisión y corrección de estilo:  Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias:

Resines, L. (1981). Lectura crítica de los catecismos de Astete y Ripalda, primera parte. Estudio agustiniano, vol. 16. https://www.agustinosvalladolid.es/estudio/investigacion/estudioagustiniano/estudiofondos/estudio1981/estudio_1981_1_02.pdf

Astete, G. (1787). Catecismo de la Doctrina Christiana. Imprenta de don Manuel Santos Matute. https://bibliotecadigital.jcyl.es/es/consulta/registro.do?id=7375

laorejaroja.com. (2019) De Astete a Uribe: el adoctrinamiento sí importa. https://www.laorejaroja.com/de-astete-a-uribe-el-adoctrinamiento-si-importa/

Mesa-Cordero, C. A. (2018). Protagonismo de la Iglesia católica a través de textos y manuales escolares en Colombia. Pensamiento y Acción, (24), 7–24. https://revistas.uptc.edu.co/index.php/pensamiento_accion/article/view/8616

Piezas con Voz – Diálogos a través de los objetos del Museo Pedagógico Colombiano: El Catecismo Republicano

Estimados/as visitantes, escuchas y lectores, los invitamos a disfrutar de un conjunto de pódcasts realizados en el marco de la virtualidad -Covid-19- por estudiantes de práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional.

En esta ocasión, difundimos un pódcast sobre el ‘Catecismo Republicano para Instrucción Popularde 1865, que resalta la importancia del método catequístico, en el contexto de la formación política y constitucional de los militares y habitantes de Colombia desde mediados del siglo XIX. Texto que divulgó y enseñó los ideales, planteamientos políticos y bases ideológicas para el establecimiento y consolidación colectiva de la nación colombiana.

Campaña de Donación de Objetos y Documentos 2022-I: «Tus recuerdos escolares en el Museo…»

Estimados/as colegas, lectores y visitantes, compartimos la información sobre el lanzamiento de la «Campaña de Donación de Objetos y Documentos – Tus recuerdos escolares en el Museo«, la cual se realizará con el objetivo de ampliar la colección de materiales, objetos y fondos documentales, y asimismo consolidar la memoria material del Museo Pedagógico Colombiano, la cual tendrá una duración de tiempo entre el 2 de mayo y el 10 de Junio de 2022.

Se recibirán: Manuales Escolares, Textos, Libros; Implementos antiguos de uso en la Enseñanza y Vida Escolar; Cuadernos; Material Científico; Juguetes; Material Didáctico; Fotografías antiguas; Documentos y Elementos relacionados con la Memoria e Historia del antiguo Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas y la Universidad Pedagógica Nacional, los cuales abarcaran un marco de tiempo a partir del siglo XIX y hasta 1965.

La recepción de los elementos se hará entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m., en las instalaciones del Museo Pedagógico Colombiano, ubicado en Calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) Centro Cultural ‘Paulo Freire’.

¡Esperamos sus Aportes!

Pieza del mes de abril de 2022: Catecismo Republicano para Instrucción Popular

Antes de comenzar, te invitamos a escuchar nuestro Pódcast sobre el Catecismo Republicano para Instrucción Popular, realizado por estudiantes de Práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional:

Como pieza del mes, hemos elegido el “Catecismo Republicano para instrucción popular” redactado por Cerbeleón Pinzón en 1865, que hace parte de la colección de Manuales de Disciplinas Escolares en la sección de catecismos religiosos, políticos y laicos que pertenecen al Fondo Documental Bibliográfico del Museo Pedagógico Colombiano, el cual fue destinado especialmente para las escuelas de los cuerpos de la guardia colombiana, creadas por el Decreto del 1.º de septiembre de 1864, promulgado por el entonces presidente de los Estados Unidos de Colombia (1863–1886), Manuel Murillo Toro.

Para esta oportunidad, es importante precisar que cuando hablamos de catecismos, nos referimos a textos que contienen la exposición breve de alguna doctrina, ciencia o arte, temáticas que se formulaban con base en el método catequístico, que fue utilizado como una técnica de instrucción popular, sencilla y práctica, en otros términos un instrumento didáctico, educativo y pedagógico, para transmitir enseñanza a los alumnos y fijar en su memoria diferentes conceptos concretos, que consistía en la organización de temas, capítulos y fragmentos en forma de preguntas, con sus respectivas respuestas. En particular culturalmente estamos más familiarizados y reconocemos en los catecismos, una herramienta básica para el adoctrinamiento en el cristianismo, puesto que en un inicio su énfasis era religioso. De este modo, los primeros catecismos aparecen por primera vez en el siglo VIII en forma de ‘’compendios históricos’’ que incluían la concepción cristiana de la creación del mundo y la explicación de las oraciones más populares como el padre nuestro y el credo.

Posteriormente, entre 1750 y 1850 al plantearse nuevas necesidades dentro de la sociedad en la búsqueda de aspiraciones de igualdad y fraternidad en todos los pueblos del mundo, se utilizó el método catequístico para enseñar nuevas doctrinas políticas a los sectores populares y alcanzar los propósitos ya enunciados, siendo este el contexto en el que nuestro Catecismo toma relevancia, pues el tipo de obra que representa nuestra pieza del mes se interesó en manifestar las bases de la Independencia y las nuevas formas de gobierno, y en general sus páginas presentaban un método orientado a la formación política y constitucional de los militares de la época, que se enfocó en la divulgación y enseñanza de los ideales, planteamientos y las bases ideológicas –tan necesarias– para la formación y consolidación colectiva de la nación colombiana, República que estaba naciendo en nuestro territorio después de los movimientos y guerras de independencia.

Por lo tanto, ya expuestas las diferencias principales entre los tipos de catecismos más importantes que han hecho parte activa de nuestra memoria e historia, podemos afirmar que en los contenidos del Catecismo Republicano se ubica de manera clara una concepción política, que, en función de su método de escritura, educaba la consciencia en los aspectos más importantes del conocimiento de la patria, procurando difundir en mayor medida ideas sobre libertad, democracia, y justicia social con el fin de promocionar y formar la ciudadanía colombiana a través del método más usado por las religiones cristianas y dentro de sí, para la construcción política del pueblo con el objetivo de alcanzar los planteamientos de la modernidad.

Así, los objetivos principales de este Catecismo que se circunscribió a la pedagogía constitucional del gobierno del liberalismo radical (1863–1885), fueron popularizar ‘sin exageración’: los principios fundamentales y el rumbo de la organización política conforme con la adopción del republicanismo, las condiciones favorables del país, y los hechos más notables de la historia patria hasta la época. De esta manera, el autor daba inicio con una reseña histórica acerca del descubrimiento y la colonización de América, y sobre la fundación del Estado en el tiempo del régimen colonial; progresivamente y de forma cronológica, presentaba diferentes momentos políticos del país, los cuales daban una breve idea de la organización política a los ciudadanos que se constituirían con la lectura del texto. Asimismo, se discutía el papel de los derechos individuales entendiendo que estos nacen en las necesidades de los habitantes, exigiendo su reivindicación y garantía en aras del cumplimiento constitucional del estado para con los mismos.

El Catecismo Republicano, en principio nació para el uso en las escuelas de la guardia militar colombiana con el objetivo de inspirar el ardor guerrero del soldado de Esparta, es decir el amor a la bandera de la nación desde sentimientos de dignidad, honor y respeto al poder civil; sin embargo, luego se extendió su uso para todas las escuelas públicas y privadas, y en general para la instrucción popular. Además, se redactó para poner al alcance del pueblo, los aspectos concernientes a las ventajas del Sistema Republicano bajo el que todos los seres humanos habían nacido; así, se contextualizaba (de forma conveniente para el mismo objeto que perseguía la obra) el país, según su ubicación geográfica, la diversidad de los elementos humanos y la riqueza de los recursos naturales del territorio; y de acuerdo con el autor:

al alto destino que le reserva la Providencia en el mundo” (Pinzón, 1864, p. 5).

Para finalizar el Catecismo, su autor concluía con un capítulo sobre el patriotismo en donde exponía la importancia del establecimiento de las instituciones públicas que eran parte de la Patria y, que, sin estas y sin un gobierno regular no podía concebirse como tal, ya que la carencia de este tipo de instituciones eran el claro reflejo de las condiciones de sometimiento, dominio y opresión, por parte de las clases altas hacia los habitantes en general, en este sentido, las instituciones públicas en su quehacer y compromiso, debían garantizar la dignidad y los derechos del hombre ciudadano, quien a partir de la constitución de la República, se consideraba como la figura y elemento principal de la patria.

Entre otros aspectos, en los contenidos y capítulos del Catecismo, se encuentran temas tales como la división del territorio, de la república y de su población, es decir los departamentos, provincias, estructuras y, la organización política del estado en senadores y representantes. Igualmente debemos destacar que el instrumento de enseñanza que reemplazó a la religión, y que articuló las temáticas del Catecismo en cuestión, fue su centralidad en la historia y desde la historia patria, como nueva fuente de veracidad para aprender y conformar las nuevas consciencias en materia de política, libertad, dignidad y reconocimiento del sistema republicano.

En consecuencia, el Catecismo buscaba promover los principios de la Constitución de 1863, y defender entre otras cosas: al Federalismo como sistema político que pretendía la paz y el orden del territorio; la conformación de la República como ámbito para ejercer libertades políticas y cumplir responsabilidades cívicas; y la paz pública como la única vía segura para, la conservación y correcto funcionamiento de las instituciones, el progreso nacional y la civilización desde la consciencia. Por consiguiente, el texto, creado como un catecismo cívico para la formación del buen ciudadano, deseaba sembrar entre las juventudes colombianas los valores propios de una sociedad republicana y patriótica donde las relaciones civiles de las personas fueran reguladas, inculcando sobre la importancia de cumplir las leyes y acatar la Constitución, exaltando la paz como el camino para el mejoramiento general de la sociedad.

Cerbeleón Pinzón (Grabado). Fuente: https://revistas.utadeo.edu.co/index.php/RLT/article/view/584/594

Nacido en el municipio de Vélez, departamento de Santander, Cerbeleón Pinzón (1813–1870) el autor de nuestra pieza del mes fue un destacado abogado, docente de Derecho Constitucional, catedrático de Economía Política, Ciencia Constitucional y Derecho Público, que también desempeñó algunos cargos en la Administración Pública, y en el Poder Ejecutivo Nacional, entre estos en el Ministerio de Gobierno, en el de Guerra, y como canciller en el Ministerio de Relaciones Exteriores en tres períodos: 1854, 1864 y 1866.

Diversos escritos y descripciones de la época lo señalan como un “Hombre de ideas amplias y razonamientos sólidos”, que ganó el reconocimiento y simpatía de la población, por su actitud conciliadora, su transparencia, integridad, caballerosidad y un temperamento modesto, calmo y moderado, entre otras facultades morales. Destacando muy joven por su destreza como orador, lo que incuestionablemente le capacitó para levantar su voz en los espacios públicos dentro de una sociedad en la que ‘la palabra dicha’ se consideraba una habilidad para la vida pública en cualquiera de sus campos, y una aptitud indispensable para hacer parte activa de los círculos letrados y académicos.

Fruto de estas mismas cualidades cívicas, políticas y morales, y a la reputación que fue ganando como profesor y abogado, en 1863 el presidente Manuel Murillo Toro le encargó escribir el Catecismo Republicano, puesto que se le reconocía como un ciudadano con la formación suficiente para:

«[…] vulgarizar (difundir) lo más posible los principios de las ciencias morales y políticas, a fin de formar un pueblo republicano» (Cardona, 2015, p. 38).

Un ‘Hombre Republicano’ que dispuso sus estudios, conocimientos, aptitudes, ideas, visión de la patria y atributos morales para la redacción de diversos textos, que sirvieran a la Colombia de la época mediante la formación de:

«[…] un pueblo que tuviese conciencia clara del derecho y del deber, y se hubiera familiarizado con ideas verdaderamente científicas» (Cardona, 2015, p. 38).

Gracias a esta obra, Pinzón es considerado uno de los principales publicistas y difusores de los principios republicanos y cívicos en Colombia en el siglo XIX, y como el Catecismo se destinó a los organismos de la guardia colombiana –un grupo de la población considerado menos hábil para la lectura y la escritura–, este se caracterizó por un lenguaje sencillo y claro, estrategia que facilitó su apropiación, pues sus contenidos circularon a través de la lectura individual, la lectura colectiva y la memorización de cada uno de los principios ‘adoctrinadores’ que conformaban sus páginas.

En efecto, se trataba de un texto básico, con nombres y fechas que reverenciaban los sucesos más memorables representativos de la grandeza y la historia de la patria, y desde la ‘iluminación’ de un sentimiento nacionalista inculcaba en sus lectores el arraigo y amor absoluto por el territorio en el que vivían, el deseo ferviente de defender su libertad y soberanía; y teniendo en cuenta que se destinó para los miembros de la guardia militar colombiana, el Catecismo, inspiraba la idea que el sacrificio de la vida era un tributo que merecía la defensa de la República.

Ahora bien, intentaremos situarnos desde la primera infancia en perspectiva de lo que cita el Catecismo, ya que, en este, se contempla al niño de acuerdo con una ‘educación’ en la que se le debería imprimir el espíritu de honor, de vergüenza y rectitud, pues así, el infante entendería que era capaz de ser digno y alcanzar a otras clases eliminando el señalamiento de deshonra, incapacidad e ignorancia, porque como lo exponía su autor:

el rigor mas le exaspera que le corrije’’ (Pinzón, 1864. p. 8).

Por otra parte, en referencia a la labor del profesor (‘director’ en el lenguaje del texto), él debía distinguir a los alumnos que más sobresalían para esmerarse con ellos, obsequiando libros y proponiéndolos a los demás como espíritu al esmero. Además, dentro del espacio escolar y cuando hubiera distractores también estaba en el deber componer el semblante alzando la voz sin usar palabras denigrantes hacia los niños, evitando acciones que vulneraran sus derechos, en caso de que eso sucediera se debía corregir la situación manifestando a la luz de Pinzón:

          ‘’que este es un abuso indigno de la buena educación’’ (Pinzón, 1864. P. 9).

Otra de las responsabilidades en la labor docente, era la de recibir y despedir al infante desde la empatía con un semblante y expresiones de amor y cariño, de esta forma, el niño entendería que no es un individuo más o un sujeto inexistente y se sentiría como otro hijo más en su escuela. Para finalizar, concerniente al aseo y al orden en el contexto escolar, el Catecismo, en relación con el niño exponía que:

En el local de la escuela todo debe respirar aseo i buen órden, porque es una parte principal de la educación de los niños el enseñarles la propiedad en todas las cosas, para formales el buen gusto i acostumbrarles a la decencia. Dios es órden: i el hombre en sociedad debe imitarle en lo moral i en lo físico: i así el director de una escuela enseñará a sus niños, no solo aquellas máximas que se dirigen a las buenas acciones, sino también aquellas que tienen por objeto el aseo, la limpieza, la proporción i el buen gusto” (Pinzón, 1864. P. 9).

Respecto al método pregunta/respuesta –ya mencionado anteriormente– usado para esta clase de textos, al momento de presentar la historia del descubrimiento y colonización de América, destacaba el papel de Cristóbal Colón, planteando preguntas y sus respectivas respuestas, por ejemplo:

P. ¿A quién pertenece la gloria del descubrimiento de la América?
R. El descubrimiento de la América estaba en el orden de los tiempos, tendiendo eficazmente a preparar ese acontecimiento el uso de la brújula, los adelantos hechos por los portugueses en la navegacion, i el deseo que se despertó de encontrar un paso por mar a las Indias occidentales, cuyas riquezas conocía i ambicionaba Europa. Cristóval Colon, natural de Jénova i navegante célebre, formado en la escuela de los portugueses, se empeñó en buscar el paso tan deseado hacia la India, navegando al poniente, e inesperadamente encontró la América, la que no tuvo por un nuevo continente, habiendo sostenido siempre que era una porción de las vastas rejiones del Asia, comprendidas entonces bajo el nombre general de India. En virtud de esto se le dio a las rejiones descubiertas el nombre de Indias, i a los habitantes el de indios. Sinembargo, sea como fuere, la gloria del descubrimiento de la América pertenece a Colon, por la intrepidez i la constancia heróicas con que se empeñó en llevar a cabo el proyecto que al fin dió por resultado el hallazgo de este nuevo continente
” (Pinzón, 1864. p. 13).


’P. ¿Cuál de los gobernantes en tiempo de la colonia merece un recuerdo especial?
R. El virei, mariscal de campo, don Sebastian de Eslaba, por el valor i pericia con que en 1741 hizo la defensa de Cartajena, atacada por los ingleses, i el virei don José de Espeleta, que fundó el periodismo, inició la educación primaria i se dedicó hacer caminos’
’ (Pinzón, 1864. p. 14).

También enunciaba un capítulo sobre el contexto histórico de la denominada ‘Antigua República de Colombia’, donde el autor, recordaba cuando fue creada la misma y las regiones que conformó dicho territorio; y reconocía a los primeros ciudadanos que fueron presidentes en aquel momento: el General Simón Bolívar, militar y político venezolano al que se le atribuye ser fundador de la Gran Colombia; y después el distinguido orador y escritor público Joaquín Mosquera, quien perteneció a diversas corporaciones científicas y literarias, siendo un entusiasta de la instrucción popular. También nombraba a los vicepresidentes del mismo periodo: Francisco Antonio Zea, científico y diplomático influyente en la Independencia; Antonio Nariño, precursor del pensamiento de ideas, que destacó por realizar la primera traducción y publicación de los Derechos del Hombre, que precedió al movimiento de Independencia; Francisco de Paula Santander, militar y político colombiano, célebre por su participación en el proceso de independencia luchando junto a Bolívar; y, por último, Domingo Caicedo y Sanz, militar y político colombiano, también reconocido por participar en la guerra de independencia.

Como ya lo hemos mencionado, la obra se inspiró en el reconocimiento de la Patria, por lo que es necesario plantear, que se entendía como patria en el contexto de mediados del siglo XIX, según los siguientes referentes: el “Compendio de la Historia de la Nueva Granada” escrito por José Antonio Plaza en 1850, el “Catecismo Republicano” del ya referenciado Cerbeleón Pinzón de 1865; y los libros: “Historia de Colombia contada a los Niños” escrito por José Joaquín Borda en 1870; y el “Compendio de la Historia Patria” escrito por José María Quijano Otero en 1883. En este orden de ideas, la Patria se reconocía como un pueblo libre y soberano distinto de otros, en el cual había que luchar no solo desde una concepción militarizada, sino asumiendo como habitantes los deberes que la existencia en sí ya requería para dar el compromiso de un ‘’todo’’ por la nación. En este sentido ubicamos la noción de patria, desde una perspectiva histórica, como:

el resultado de la conciencia histórica colectiva que se entiende como única, distinta y en pie de defensa permanente contra los agresores (externos) que pueden mancillar su pasado y poner en riesgo su porvenir” (Cardona, 2015, p. 27).


La historia patria no es un discurso en abstracto, ni una desviación del saber histórico; es una manera particular de narrar el pasado del país concordante con el ideal de convertir a cada ciudadano en defensor de los valores y principios políticos que sustentan la república”. (Cardona, 2015, p. 30).

Por este motivo, la historia patria, se diferencia de la historia nacional, ya que esta última, se encamina al análisis y reflexión consciente de la realidad que nos apremia, ofreciendo una visión crítica de los hechos que tienen por objetivo narrar procesos históricos desde una función formativa en términos de reconocimiento y respeto por las diferencias culturales y políticas. En contraposición, la historia patria se presenta como un saber ‘estipulado y acordado’ que se repite sin variación, constituyendo un enfoque del ‘conocimiento propio’ en el que poco lugar tienen las voces disidentes, ‘los otros’ y las culturas en disputa. Y en vista de que las tensiones político-ideológicas para la definición del ‘modelo más apropiado de país’, tenían en vilo la institucionalidad y las propias dinámicas sociales durante el siglo XIX, los sucesos y personajes en función del ‘deber ser’ de los términos de la historia patria, se presentaban y estudiaban, en forma que no generaran divisiones, sino que se convirtieran colectivamente en puntos de encuentro e identificación cívica y moral para los ciudadanos del territorio.

Así, en el marco de la construcción de la República de Colombia y la formación de ciudadanía en el devenir de la instrucción pública durante el siglo XIX, resaltamos el legado histórico del Catecismo Republicano para la Instrucción Popular, y reconocemos en esta obra, una de las iniciativas políticas en favor de la libertad y la dignidad del pueblo colombiano, a la luz de los mecanismos utilizados para instruir desde la escuela y educar a los habitantes en general.

Para conocer y consultar el Catecismo Republicano, otros catecismos, textos, manuales escolares y de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

 

Palabras clave: Catecismo Republicano; Cerbeleón Pinzón; Catecismos Políticos; República; Proyecto de Nación; Formación de Ciudadanía; Historia Patria; Instrucción Política del Pueblo; Método Pregunta y Respuesta; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

Pinzón, C. (1865). Catecismo Republicano para Instrucción Popular, segunda edición. Imprenta de “El Mosaico”. Bogotá. Recuperado de: http://www.idep.edu.co/wp_centrovirtual/wp-content/uploads/2015/12/1865%20-%20Catecismo%20Republicano%20para%20Instruccion%20Popular%20por%20Cerbeleón%20Pinzón,%20Segunda%20Edición.pdf

Cardona Zuluaga, A. P. (2016). Memoria, palabra y acción: La historia patria, un saber para el sentimiento. Anuario De Historia Regional Y De Las Fronteras, 21(2), pp. 19–45. Recuperado de: https://revistas.uis.edu.co/index.php/anuariohistoria/article/view/5540/5737

Cardona Z., Patricia, & Céspedes, Carolina. (2017). Cerbeleón Pinzón y la Paz Pública. Co-herencia, 14(26), pp. 13-22. Recuperado de: http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1794-58872017000100013#B15

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