Para esta ocasión el Museo Pedagógico Colombiano, de acuerdo con su compromiso histórico con la conservación, investigación y divulgación de la memoria escolar y el estudio sobre la infancia, eligió como pieza del mes “Mi Pequeña Batería de Cocina” de la colección de juegos y juguetes del Museo Pedagógico Colombiano. Se reseñará dicho objeto, reconociendo el panorama internacional y nacional que influyó para su producción masiva, y el significado tanto cultural como social en el marco de la creación y circulación de esta clase de juguetes en nuestro país.
La hojalata fue el material más utilizado para la fabricación de este tipo de juguetes, y su creación inició a finales del siglo XIX y se extendería hasta la segunda mitad del siglo XX. Al respecto, como referente en el caso español, las primeras industrias de juguetes de hojalata, comenzaron producción hacia 1890, ya que, en aquella época era más fácil el acceso a materiales como el hierro y el acero; por otra parte, la elaboración masiva de juguetes provocó precios más razonables y productos más asequibles, es decir, artículos de esa naturaleza fueron resultado de las transformaciones que suscitó La Revolución Industrial, sin embargo se reconoce que en los inicios, su manufactura en parte era artesanal.
El fabricante precursor de juguetes en territorio español, fue la empresa Payá Hermanos, S.A. (1905-1984), ubicada en la localidad de Ibi, la cual pasó de la instalación de canalizaciones para la circulación de agua, y la fabricación y venta de algunos artículos y moldes de hojalata, a la creación de los primeros juguetes desde finales del siglo XIX. Así fue la transición de una empresa conformada por artesanos ‘hojalateros’ que, sin tradición previa en ese tipo de productos, industrializó masivamente esta clase de pequeños artículos infantiles, los cuales conformaron los elementos de la “cultura material utilizada por los niños” (Cárdenas, 2012, p. 31).
En un principio, aquellos juguetes eran una copia a escala de los objetos y utensilios cotidianos o domésticos que se tenían en el hogar: vasijas, platos, cocinas, ollas, entre otros. Sin embargo, la producción además tenía como objetivo la invención de nuevos juguetes de fantasía que tuvieran mecanismos diferentes y novedosos; para tal fin, decidieron incursionar en la fabricación de juguetes de transportes modernos para la época, por consiguiente, no solo concibieron la creación de cocinitas de juguete sino también de objetos o herramientas que llamaran la atención de los niños como consumidores directos, y por supuesto de sus padres, en tanto son quienes remuneraban a la compañía por la obtención de un juguete. Así, ante el éxito comercial, la fabricación de juguetes fue requiriendo una dedicación cada vez mayor hasta convertirse en el negocio fundamental de esta empresa.
En el contexto colombiano, la industria del juguete, comenzaría a consolidarse en Medellín gracias a la ‘Librería, Papelería y Comercializadora de juguetes Búffalo’ ubicada en Medellín, quienes iniciaron la comercialización de juguetes en el año 1929, e igualmente la importación de tales artículos; según Cuervo (2017) es para la década de 1940, debido a los efectos de la segunda Guerra Mundial, que las importaciones se hacen irrealizables, ante tal panorama, Francisco Ferrer y José Jesús Betancur, directivos en ese entonces, comienzan a fabricar sus propios juguetes, lo que en primer momento convocó a la creación de una Fábrica de Muñecas, y cerca de cinco años después, condujo al establecimiento de Industrias Búffalo, una de las empresas insignia de la producción juguetera nacional de mediados del siglo XX, fabricante de la batería de cocina de juguete que estamos reseñando.
Para Aristizábal (2015) la fabricación e industria en este rubro, involucra temas de género, oficio y roles, es decir, se buscaba entonces, una vez iniciada la infancia y crianza interesar, enfocar y enrolar a los niños y niñas por su vida adulta; en tal caso, a través de juguetes de aeronaves o automóviles, se generaba inclinación a labores como la aviación o conducción para los niños, y de conformidad con nuestra pieza del mes, el oficio de ama de casa para las niñas. Así, se “aprendía” jugando con las pequeñas cocinas o en su defecto, con las muñecas de trapo. Por lo tanto, la carga simbólica del juguete mantenía los roles sociales impuestos en el momento, y asimismo las representaciones de las formas de vida que los infantes debían interiorizar para llevarlas a la práctica durante su vida adulta.
En este sentido, los juguetes debían animar las buenas cualidades del hombre, y se empezaron a ver como “un objeto sobre todo instructivo, una especie de manual del trabajo hecho objeto. Era la vía para entrenarse en los oficios futuros” (Aristizábal, 2013, p. 27).
Ahora bien, teniendo en cuenta que la preocupación por la infancia y sus condiciones, según Aristizábal (2015), se dio de forma paralela con la comercialización del juguete, surgió también una nueva concepción científica de la mente infantil, amparada en los fundamentos teóricos de intelectuales como: Darwin, Preyer y Freud, quienes basados en la relación entre biología, medicina y pedagogía, enunciaron importantes postulados para comprender las etapas de desarrollo de estos ‘nuevos’ seres recientemente insertos en el mundo. Lo planteado durante la segunda mitad del siglo XIX, visibilizó que son seres inmaduros e incompletos, que necesitan desarrollo y aprendizaje y que, como seres integrales deben pensarse desde su corporalidad, y madurez cerebral y mental; en este sentido comenzaría la creación y distribución de ciertos objetos y productos acordes a esta nueva concepción o perspectiva infantil del niño y su vida.
Bajo una óptica económica, vale mencionar que aquellos hijos de padres más adinerados fueron los afortunados en poseer distintos tipos de juguetes, es decir, la gran mayoría de los niños de nuestro país, no siempre tuvieron acceso a dichos artículos, diseñados estratégica y fundamentalmente para ambientes infantiles. Sobre este asunto, es válido preguntarnos, por el impacto que buscaban, las ideas ya referenciadas sobre el desarrollo infantil en el siglo XX, dado que, probablemente sus efectos no se hicieron igualmente visibles en los adultos mayores (especialmente los de bajos recursos), o los nacidos en zonas rurales -que aún viven-; puesto que, un porcentaje alto de ese tipo de población, no tuvo la posibilidad de jugar con objetos de tal manufactura, o por el hecho de haber tenido que crearlos artesanalmente ellos mismos.
Dichas situaciones, hacen visible que, en relación con el diseño, fabricación, comercialización y mercado de los juguetes, se propongan además, de cuestiones como el ocio, la distracción lúdica, el cuidado y el desarrollo de distintas capacidades motrices y sociales del infante, razones de estatus social y prestigio por parte de los padres de familia, que en ocasiones reflejan, su capacidad adquisitiva; pero también, un compromiso por aportar al desarrollo integral de los más pequeños en la familia, que conduzca a prepararlos para la vida adulta; y, ¿por qué no?, una postura por el desenvolvimiento de sus hijos de acuerdo con aquellos roles estipulados por la sociedad.
Por último, ¿Ustedes con cuáles juguetes jugaron?, ¿Consideran que estos, definieron su identidad y su rol como futuros adultos?
Para conocer mi pequeña batería de cocina, la colección de otros juegos y juguetes de diferentes materiales y periodos históricos, otros objetos e implementos escolares de la historia, memoria escolar, y la práctica educativa y pedagógica, y los archivos pertenecientes a los fondos documentales y bibliográficos que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.
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Palabras Clave: Juguetes; Cocina; Juguetes Búffalo; Producción Industrial; Cultura Material; Mujer; Infancia; Género; Rol Social; Museo Pedagógico Colombiano.
Autoría: Yeimy Jimena Bejarano Baquero – Estudiante del Programa en Pedagogía.
Revisión y corrección de estilo: Museo Pedagógico Colombiano.
Referencias:
Aristizábal, D. (2015). Juguetes e infancia. La consolidación de una sensibilidad moderna sobre los niños en Colombia (1840-1950). Bogotá: Universidad de Los Andes. Bogotá, Colombia: Facultad de Ciencias Sociales.
Cuervo Calle, J. (2017). Historia del juguete en Medellín 1910–1940. El juguete como mediador en la transformación de los conceptos de infancia (Doctoral dissertation, Universidad EAFIT).
economia3.com (2017). De hojalatería a primer productor de juguetes: la historia de Hermanos Payá. Recuperado de: https://economia3.com/2017/02/08/97672-de-hojalateria-a-primer-productor-de-juguetes-la-historia-de-hermanos-paya/
Cárdenas, Y. (2012). Infancia, juegos y juguetes: contribuciones a un análisis histórico cultural de la educación en Colombia (1930–1960). Pedagogía y Saberes, (37), 25-36.
Jiménez, A. (2008). Historia de la infancia en Colombia: crianza, juego y socialización, 1968-1984. Anuario colombiano de historia social y de la cultura, (35), 155-188.