Pieza del mes de febrero de 2024: Guías para el Maestro, aportes de la Tercera Misión Pedagógica Alemana en Colombia

Como pieza del mes, haremos reconocimiento a los aportes de la Tercera Misión Pedagógica Alemana en Colombia, a partir de las Guías para el Maestro diseñadas para los diferentes grados de la educación primaria, Misión desarrollada durante las décadas de 1960 y 1970, donde un grupo de expertos alemanes asesoró al Gobierno Nacional en la implementación de reformas educativas con el propósito de dar cumplimiento a los Decretos 1710 y 1955 de 1963 mediante los cuales se adoptaron disposiciones y estrategias para el mejoramiento del sistema educativo en el nivel de básica primaria; y se organizó la educación normalista. En ese sentido, el 1710 fijó cinco grados de escolaridad para todas las escuelas, modificando el plan de estudios vigente desde 1950; mientras que, por medio del 1955, se acentuó la profesionalización de la Escuela Normal a través del estudio de las ciencias y las técnicas pedagógicas y psicológicas.

En el periodo de tiempo referenciado, el profesor Walter Kaessmann (Asesor del Ministerio de Educación Nacional –MEN– y posteriormente director de la Misión), adelantó un diagnóstico del estado de la educación primaria cuyos resultados fueron el marco de referencia para las propuestas y acciones de la Misión, puesto que, los análisis reflejaban la baja asimilación de conocimientos por parte de los estudiantes, altos índices de deserción y repitencia escolar, escasez de recursos técnicos, y carencia de los materiales mínimos de enseñanza en las escuelas.

Parte de la raíz de los problemas se centraba en la falta de preparación académica del magisterio. En consecuencia, de este panorama en 1965 inició la intervención de los expertos de la República Federal de Alemania para el “desarrollo de la enseñanza primaria en la República de Colombia, mediante medidas de reforma en los sectores del perfeccionamiento del profesorado, de la organización práctica de la enseñanza y de los medios de enseñanza” (De Ferro, 1982). El convenio se ejecutó por medio de la elaboración de guías para el desarrollo de nuevos planes de estudio; la elaboración de material didáctico para apoyar al maestro en su práctica de enseñanza; y la capacitación permanente en el uso de las guías y los materiales didácticos elaborados.

Es decir, la Misión llevó a cabo una transformación sustancial de la educación primaria acompañando los diferentes procesos de capacitación de los maestros colombianos y de una fuerte inversión para el desarrollo de soportes didácticos que facilitaron la acción del docente en el aula, en este sentido, se proporcionó al maestro de instrumentos didácticos y se diseñaron lineamientos metodológicos para orientar y guiar su labor.

Con ese propósito, los asesores alemanes junto con el Ministerio de Educación Nacional, iniciaron en 1969 la publicación de las primeras “Guías para el Maestro de 1o. a 3er. grado”, una colección de tres volúmenes denominados: “Parcelación, Desarrollo y Anexo”, el primero daba una visión secuencial y sintética de los temas correspondientes a la enseñanza global y a la enseñanza sistemática por áreas, a tratar semanalmente; el segundo presentaba las actividades para desarrollar los temas de la enseñanza global, de acuerdo con la parcelación; mientras que, los anexos ampliaban los contenidos, presentaban las indicaciones metodológicas, e incluían indicaciones didácticas para todas las áreas de estudio. Para los cursos 4o. y 5o. grado cada guía desarrollaba un área o asignatura en particular. El objetivo de las Guías fue dotar al maestro “de un instrumento que le permitiera desarrollar el programa del curso indicándole la metodología para su enseñanza y sugiriéndole actividades prácticas complementarias, con el fin de alcanzar la deseada mejora cualitativa del proceso enseñanza-aprendizaje” (De Ferro, 1982).

De acuerdo con Martínez Boom: “Las Guías introducen el mecanismo de la planificación de la enseñanza como la solución más adecuada para obviar la deficiente preparación del magisterio, planeando la enseñanza, es decir, parcelando los contenidos de acuerdo con unos temas generales, definiendo objetivos generales y específicos, determinando el conjunto de actividades y recursos necesarios para el desarrollo de los temas y el logro de los objetivos y por último, evaluando permanentemente, no solo se buscaba garantizar la uniformidad de los contenidos en todas las escuela del país (propósito primordial del Decreto 1710 del 63), sino que, y como punto fundamental, se ponía en funcionamiento un modelo uniforme para el desarrollo de tales contenidos” (Martínez, A., Noguera, C., Castro, J., 1982).

Con este modelo, apostar por la planificación de la enseñanza tendría importantes repercusiones para la labor del maestro en nuestro país. De tal manera, las prácticas escolares no se podrían pensar por fuera de los métodos de la planificación, que se constituyó como eje articulador. A partir de ese momento la definición de los planes y programas de estudio para la práctica del maestro la realizarían expertos; así, se introdujo la parcelación que estableció procedimientos uniformes para tecnificar el quehacer del maestro y los procedimientos de enseñanza. A través de dicha tecnificación, las guías se convirtieron en el manual del maestro, en ellas encontraría los elementos necesarios para la práctica pedagógica, de esta forma, se enlazó el saber del maestro a la guía.

Para tener en cuenta, con el esquema temas-objetivos-contenidos-actividades-recursos-evaluación se parceló la enseñanza y de acuerdo con las guías, sus objetivos, “deben estar encaminados a obtener en el alumno cambios de conducta, desarrollo de habilidades y destrezas, y adquisición de conocimientos” (MEN-MPA, 1975); en este sentido, las actividades de aprendizaje realizadas por el maestro estaban orientadas al logro de los objetivos operacionales propuestos, quién para alcanzarlos, también se apoyaría en los recursos y materiales didácticos; finalmente, con la evaluación se comprobaría el logro de los objetivos, ya que, “ofrece una manera de apreciación sistemática del rendimiento de los alumnos, teniendo en cuenta el conocimiento, la habilidad y la comprensión, con el mínimo de subjetividad y el máximo de seguridad” (MEN-MPA, 1975). Por último, nociones de las prácticas administrativas y productivas (objetividad, confiabilidad, efectividad y eficacia) se aplicaron en los discursos educativos. De este modo, las guías de la Misión pedagógica alemana, transformaron la educación y la enseñanza en las escuelas primarias, apropiando y adecuando un conjunto de prácticas novedosas que se articularon a las ‘viejas prácticas’.

Al respecto, para comprender el aporte de aquellos textos desarrollados por el Grupo de Programación e Inspección Nacional de la Enseñanza Elemental con la Asesoría de la Misión Alemana, en la introducción de la “Guía para el Maestro, primer grado de Enseñanza Primaria – Parcelación” editada en 1975, se enunciaba que: “Esta guía tiene por objeto mejorar la calidad de la enseñanza, ofreciendo a los maestros un recurso didáctico que les ayude a desarrollar en forma más funcional el programa del primer grado de enseñanza” (MEN-MPA, 1975). Igualmente, en la Guía de segundo grado, se manifestaba que, “Un buen maestro es el que orienta toda su labor atenido a una “Guía de Trabajo” bien concebida y adaptada […] La GUÍA muestra el camino de todas las materias en forma correlacionada, adecuada al grado respectivo” (MEN-MPA, 1970).

En conclusión, con la propuesta metodológica de las Guías y la planificación de la enseñanza, los expertos alemanes buscaban consolidar un modelo para estructurar y transformar la práctica de enseñanza del maestro. Acción que instauró la primera forma de dirección y control sistemático para la enseñanza de los maestros colombianos; por otra parte, fue claro el enfoque didáctico que tuvo la Misión, que, además, le concedió al maestro cierto papel significativo en el proceso, pues los materiales en sí mismos no tenían ningún sentido y que, para mejorar la enseñanza era fundamental “la compresión que el maestro tuviera del material y su uso efectivo en el aula de clases” (De Ferro, 1982). Entonces, la reforma y mejora cualitativa de la enseñanza primaria no hubiera sido posible sin la habilidad del maestro para utilizar el material didáctico, y por supuesto, sin la compresión y apropiación de las guías reseñadas.

A propósito de los alcances de las Guías, se destacan algunos apartados sobre las proyeccionnes que se tenían con ellas:

El Ministerio de Educación no ha vacilado en continuar ofreciendo a los maestros, recios soldados del progreso, estas GUÍAS como la mejor ayuda en su ponderosa tarea de formar, educar o instruir a las jóvenes generaciones que son la patria misma en flor de humanidad esperanzada” (MEN-MPA, 1970).

Ahora más que nunca, el éxito de este manual depende de la constante labor del maestro encargado de aplicarlo. El Gobierno Nacional confía en el buen suceso de esta tarea como en un valioso medio para la redistribución de las fuentes del conocimiento y, por ende, de las oportunidades de progreso en los órdenes social y económico” (MEN-MPA, 1972).

Como datos estadísticos relevantes de los esfuerzos conjuntos del MEN y de la Misión, un apartado especial para destacar fue la producción de materiales didácticos producidos entre 1970-1978. Según análisis elaborados por sus miembros, “lo más urgente y aquello en que se podía realizar una labor más eficaz en beneficio de la educación primaria, era la producción de materiales que ayudaran al maestro y al alumno en el mejoramiento del acto de enseñanza-aprendizaje” (De Ferro, 1982). Así pues, además de la edición de más de 280.000 ejemplares de las guías, se publicaron más de cuatro millones de cartillas para el área de matemáticas, cerca de dos millones y medio de cartillas de lectura, más de 150.000 textos para música, cerca de 78.000 textos para manualidades, alrededor de 175.000 para educación física, y 10.000 sobre geografía. Se distribuyeron más de 15.000 ficheros e innumerable cantidad de sellos, juegos didácticos, aparatos de gimnasia, mapas, instrumentos musicales, discos, láminas de biología, frisos de historia, globos terráqueos, etc., como también más de dieciséis millones de cuadernos y más de veintiún millones de lápices.

Para conocer y consultar la colección de Guías para el Maestro, otros documentos en relación con las misiones pedagógicas alemanas; textos, manuales escolares y de alfabetización y demás archivos pertenecientes a los fondos documentales; y también los objetos e implementos escolares de la historia, memoria y la práctica educativa y pedagógica que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m. en las instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

 

Palabras clave: Guías para el Maestro; Planificación de la Enseñanza; Parcelación; Ministerio de Educación Nacional; Educación Primaria; Enseñanza; Tercera Misión Pedagógica Alemana; Maestros; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias:

Martínez, A., Noguera, C. y Castro, J. (1988). Reformas de la enseñanza en Colombia: 1960–1980. Del énfasis didáctico al énfasis curricular. Educación y Cultura, (15), 12–21.

Páez Vanegas, L. (2016). El libro de texto escolar y la tercera misión pedagógica alemana. Aportes a los procesos de enseñanza desde el diseño editorial en Colombia. Tesis presentada como requisito para optar al título de Magister en Educación, Universidad Nacional de Colombia.

Cárdenas, A. P. (2011). Las contradicciones de los sistemas de gestión de calidad: entre la estandarización y la innovación pedagógica. Capítulo 5: Componente pedagógico. Bogotá: Universidad Santo Tomás. 

Rojas de Ferro, M. C. (1982). Análisis de una Experiencia: La Misión Pedagógica Alemana. Investigación, Universidad Pedagógica Nacional, Centro de Investigaciones, Bogotá.

MEN-MPA. (1970). Guía para el maestro, segundo grado de enseñanza primaria, Parcelación, 1a. Edición, Bogotá.

MEN-MPA. (1972). Guía para el maestro, tercer grado de enseñanza primaria, Parcelación, 1a. Edición, Bogotá.

MEN-MPA. (1975). Guía para el maestro, primer grado de enseñanza primaria, Anexo, 5ta. Edición, Bogotá.

Ramírez, D. (1978). La Misión Pedagógica Alemana ante el Ministerio de Educación de Colombia. Bogotá.

Libro Interactivo Paulo Freire: Maestro de Maestros

Como homenaje a la vida y obra del pedagogo y filósofo brasilero Paulo Reglus Neves Freire y en conmemoración de su natalicio número 100, la Universidad Pedagógica Nacional presenta la serie radioteatral y el libro multimedia titulados Paulo Freire, maestro de maestros.

Una producción realizada por la Pedagógica Radio, la Licenciatura en Artes Escénicas y el Fondo Editorial de la Universidad, con la participación de maestros, estudiantes e invitados especiales que contribuyeron con sus voces y experiencia a dar vida a las historias que hicieron de Paulo Freire un maestro de maestros.

Para visualizar el contenido seguir el siguiente enlace: Paulo Freire: Maestro de Maestros

Recepción de María Montessori en Colombia y América Latina

Estimados/as visitantes y lectores, en el marco de actividades académicas y culturales del Año María Montessori UPN, y la exposición temporal: «María Montessori: Infancia, ambiente, libertad, acción y vigencia. Conmemorando los 70 años de su fallecimiento desde el Museo Pedagógico Colombiano», difundimos y cordialmente los invitamos a escuchar el siguiente recurso de audio preparado por estudiantes practicantes del Museo Pedagógico Colombiano y el equipo de La Pedagógica Radio. El cual explora el proceso de recepción de las ideas y el método de María Montessori en diferentes escuelas establecidas en Latinoamérica y el territorio colombiano.

Pieza Audiovisual – Campaña de Donación de Objetos y Documentos 2022-I: «Tus recuerdos escolares en el Museo…»

Estimados/as colegas, lectores y visitantes, compartimos la pieza audiovisual realizada con apoyo de La Pedagógica Radio, para la difusión de la «Campaña de Donación de Objetos y Documentos – Tus recuerdos escolares en el Museo», la cual tiene el objetivo de ampliar la colección de materiales, objetos y fondos documentales, y asimismo consolidar la memoria material del Museo Pedagógico Colombiano, la cual tendrá una duración de tiempo entre el 2 de mayo y el 10 de Junio de 2022.

La recepción de los elementos se hará entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m., en las instalaciones del Museo Pedagógico Colombiano, ubicado en Calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) Centro Cultural ‘Paulo Freire’.

¡Esperamos sus Aportes!

Campaña de Donación de Objetos y Documentos 2022-I: «Tus recuerdos escolares en el Museo…»

Estimados/as colegas, lectores y visitantes, compartimos la información sobre el lanzamiento de la «Campaña de Donación de Objetos y Documentos – Tus recuerdos escolares en el Museo«, la cual se realizará con el objetivo de ampliar la colección de materiales, objetos y fondos documentales, y asimismo consolidar la memoria material del Museo Pedagógico Colombiano, la cual tendrá una duración de tiempo entre el 2 de mayo y el 10 de Junio de 2022.

Se recibirán: Manuales Escolares, Textos, Libros; Implementos antiguos de uso en la Enseñanza y Vida Escolar; Cuadernos; Material Científico; Juguetes; Material Didáctico; Fotografías antiguas; Documentos y Elementos relacionados con la Memoria e Historia del antiguo Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas y la Universidad Pedagógica Nacional, los cuales abarcaran un marco de tiempo a partir del siglo XIX y hasta 1965.

La recepción de los elementos se hará entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m., en las instalaciones del Museo Pedagógico Colombiano, ubicado en Calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) Centro Cultural ‘Paulo Freire’.

¡Esperamos sus Aportes!

Pieza del mes de febrero de 2022: Manual de Enseñanza Mutua

Antes de comenzar, te invitamos a escuchar nuestro Pódcast sobre el Manual de Enseñanza Mutua, realizado por estudiantes de Práctica del Museo Pedagógico Colombiano del programa en Pedagogía 2021-2 de la Universidad Pedagógica Nacional:

Como pieza del mes, hemos elegido el ‘Manual de Enseñanza Mutua para las Escuelas de Primeras Letras’, que hace parte de la colección de Cartillas y Manuales de Disciplinas Escolares que pertenecen al Fondo Documental Bibliográfico del Museo Pedagógico Colombiano, el cual fue comisionado especialmente por el Director General de Instrucción Pública de la República de la Nueva Granada en 1845, y redactado por José María Triana, prócer de la independencia y considerado uno de los primeros pedagogos de nuestro país en la época en que inició la conformación y definición de la República en el territorio nacional.

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Herencia directa de la pedagogía de la Escuela Lancasteriana, fue el primer método oficial para la enseñanza utilizado en el territorio colombiano, el cual adoptó las prácticas del Sistema de Enseñanza Mutua, ideado e implementado por el pedagogo inglés Joseph Lancaster a finales del siglo XVIII, en el contexto y sociedad marcado por la Revolución Industrial (1760–1840) periodo en que la humanidad vivió el mayor conjunto de profundas transformaciones económicas, tecnológicas, culturales y sociales de la historia.

El proceso de génesis y legitimación de nuestro Estado–Nación, como la ordenación y consolidación de la República, tuvo entre otros fines la formación de la población que habitaba el territorio, como un mecanismo para instruir al pueblo y lograr la conformación de una sociedad más justa y buscar mejor calidad de la existencia humana, para dicho propósito los habitantes debían ser instruidos en el aprendizaje de un conjunto de saberes básicos (lectura y escritura en un principio) y conocimientos a través de las primeras escuelas públicas como concepto y espacio de sociabilidad fundamental, que los llevarían a alcanzar el estatus ciudadanos desde una noción de patriotismo, moralidad y el entendimiento de los derechos y deberes que caracterizan el buen funcionamiento de una sociedad:

[…] lo que necesitaba el Estado eran buenos ciudadanos y estos no brotaban por naturaleza, sino que se formaban por la buena educación que lograría desterrar la ignorancia generada en la Colonia […] (Sánchez, 2006, p. 85).

Por lo cual, para dicha tarea, se tuvo en cuenta la creación de las Escuelas de Primeras Letras que existieron en el país desde 1822, en ese orden de ideas, se decretaron las siguientes leyes relacionadas:

La ley 8 del 2 de agosto de 1821 establece en Colombia la instrucción pública obligatoria para los niños entre 6 y 12 años de edad, y otros decretos que pretenden la uniformidad de métodos, y de contenidos, agregando el conocimiento de los derechos y deberes del hombre en sociedad y formación de maestros para la difusión del método lancasteriano” (Gutiérrez, 2014, p. 129).

La ley del 6 de agosto de 1821 establece la creación de escuelas para niñas en los conventos de religiosas, y en lugares con más de 100 habitantes, toda provincia debía tener por lo menos un colegio con fondos locales y si los gastos de la guerra lo permitían con fondos del tesoro nacional, escuelas normales con el método lancasteriano o enseñanza mutua” (Ibíd).

De esta forma, adoptar los principios y prácticas pedagógicas del Sistema de Enseñanza Mutua, implicó pensar por primera vez en la concepción del sistema educativo colombiano, al menos en la época en que nuestro país era conocido como ‘La Gran Colombia’ (1819–1831).

Respecto al Manual, cuando este llegó a La Gran Colombia, tuvo dos traducciones, la primera en 1822 y la que es objeto de nuestro interés hasta 1845, realizada por Don José María Triana (1792-1855) nacido en Zipaquirá, considerado el institutor y pedagogo más antiguo de la República colombiana, quién por pedido directo del General Francisco de Paula Santander, fue encargado de regentar en Bogotá la primera escuela fundada por el sistema de Lancaster, de esta manera, fundó el 1ro. de julio de 1827 el primer colegio de enseñanza privada en Colombia, donde se puso en marcha el sistema de enseñanza mutua hasta entonces desconocido en el país.

Más adelante, a consecuencia de sus preocupaciones y desvelos por la enseñanza, en 1845 la Dirección General de Instrucción Pública le confió la redacción de algunos manuales para los métodos de enseñanza primaria, que posteriormente se publicarían; y también, el Gobernador de la provincia de Bogotá, lo encargó de fundar la Escuela Normal y de dar clases en ella. Además de las actividades de índole pedagógico y disciplina escolar, también desempeñó varios cargos públicos, entre ellos el de la Dirección de la Escuela Normal, para el que fue nombrado en 1849, y donde se mantuvo hasta 1854 –pocos meses antes de su muerte–.

José María Triana (1910). [Retrato]. Fuente: https://biblioteca.academiahistoria.org.co/pmb/opac_css/doc_num.php?explnum_id=488

Respecto al legado de su producción literaria de orden pedagógico, cabe resaltar además del Manual de enseñanza mutua para las escuelas de primeras letras, los siguientes:

  • Manual del sistema de enseñanza mutua aplicada á las escuelas primarias de los niños de 1826.

  • Lecciones de Gramática Castellana arregladas al método de enseñanza mutua, aprobadas por la Dirección General de Instrucción Pública y mandadas enseñar en las escuelas de la Nueva Granada de 1846.
  • Manual que deben tener presente los profesores de las escuelas para la enseñanza de gramática castellana, según el método de Pestalozzi de 1846. 
  • Manual para los preceptores de enseñanza primaria ó instrucción moral y religiosa, adoptado por las escuelas de la provincia de Bogotá de 1851.


Para tener en cuenta, los Manuales escolares sirvieron como objeto de la enseñanza desde el siglo XVII, constituyéndose como la exposición de una disciplina escolar de manera ordenada y secuencial, estos estaban dirigidos exclusivamente a los maestros, pues una de sus funciones se fundaba en regular las prácticas de enseñanza y los saberes que circulaban por la escuela, pero también cumplían la tarea de:

simplificar las escrituras y los lenguajes que existían […]. Este modo de simplificación era concebido como un arte, dado su carácter de reducción de la proliferación de signos y significaciones. El manual debía decir en forma simple lo que era complejo y que los tratados o estudios eruditos no hacían, pues eran dirigidos a un público especializado” (Quiceno, 2001, p. 53).

Para comprender el concepto de Enseñanza Mutua, herencia del ‘Lancasterianismo’, debemos comentar algunas de sus particularidades, desde las cuales se entiende la importancia misma de nuestra pieza del mes, así, los principios del método, lo definían como un sistema de fácil y rápida disciplina escolar, donde primaban el absoluto silencio y el orden exigente, para alcanzar con éxito y en tiempo breve el aprendizaje de los niños y la labor del maestro sin ningún tipo de distractores. Igualmente, en la Escuela Lancasteriana, los estudiantes, dirigidos por el maestro, seguían un curso de instrucción o aprendizaje mutuo, es decir, que la enseñanza se daba de manera compartida, de ese modo, los estudiantes más avanzados o con mayor progreso en el aprendizaje de la lectura, escritura, aritmética, compartían sus conocimientos con los estudiantes menos aventajados colaborando con el maestro en los procesos de aprendizaje, de esta manera, se convertían en monitores dentro del espacio del aula escolar. Entonces, por la dinámica propia de este modelo, también podía enseñar alguien que estaba en proceso de aprender, y gracias a los estudiantes monitores, el maestro tenía la capacidad de atender entre 500 y 1000 niños en una sola Escuela, siendo, además un modelo eficiente y económico de escuela para las masas.

Visión general del aula de clase según el sistema lancasteriano o mutuo. Los niños están sentados en sus bancos; los monitores permanecen de pie en el lado izquierdo; el monitor general se ubica en el centro del aula, subido a un taburete; el maestro, a la derecha, dirige la clase; unos padres con sus dos hijos contemplan la escena junto a la entrada, en la izquierda de la imagen. (1823). El grabado permite ver el funcionamiento modélico de un aula de clase según el sistema de enseñanza mutua en un momento en el que varios monitores, en la mitad izquierda de la clase, disponen la tarea de sus respectivos grupos de alumnos. El monitor general, subido a un taburete, parece indicar la tarea a la otra mitad de la clase, el maestro ejerce como director que coordina la marcha general de la clase y una familia contempla la escena. [Grabado] Fuente: https://www.um.es/muvhe/espacios-edificios/aula-o-clase-con-alumnos-monitores-maestro-y-familia-lancaster-traduccion-al-portugues-10200/

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para finalizar, exponemos algunos aspectos interesantes de los propósitos pedagógicos del Manual escritos por el autor. Así, en la introducción describía:

Manual de Enseñanza Mutua, p. 3 (1845). [Imagen]. Fuente: http://www.idep.edu.co/wp_centrovirtual/wp-content/uploads/2015/12/1845%20-%20Manual%20de%20Ensenanza%20Mutua%20para%20las%20Escuelas%20de%20primeras%20letras.pdf

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sobre, los monitores y la mutualidad como base para la enseñanza según este método, Triana precisaba:

Manual de Enseñanza Mutua, p. 35 (1845). [Imagen]. Fuente: http://www.idep.edu.co/wp_centrovirtual/wp-content/uploads/2015/12/1845%20-%20Manual%20de%20Ensenanza%20Mutua%20para%20las%20Escuelas%20de%20primeras%20letras.pdf

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para concluir, en las observaciones finales del Manual, el autor a modo de hacía una plegaria a modo de anhelo para los objetivos del “proyecto pedagógico” nacional de la época:

Manual de Enseñanza Mutua, p. 59 (1845). [Imagen]. Fuente: http://www.idep.edu.co/wp_centrovirtual/wp-content/uploads/2015/12/1845%20-%20Manual%20de%20Ensenanza%20Mutua%20para%20las%20Escuelas%20de%20primeras%20letras.pdf

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Así, resaltamos el legado histórico del Manual de Enseñanza Mutua, por su impacto histórico en el desarrollo de las actividades de instrucción realizadas en las primeras escuelas públicas de enseñanza fundadas en la nación después del periodo colonial, y su aporte en la evolución de los modelos pedagógicos y las primeras reformas educativas que se implantaron en el país dentro del naciente “sistema escolar colombiano” del siglo XIX, donde una incipiente idea de Estado “moderno” y educador, se planteó un proyecto para generalizar los conocimientos más indispensables en provecho de la formación y construcción de ciudadanos para legitimarse como República.

Para conocer y consultar el Manual de Enseñanza Mutua para las Escuelas de Primeras Letras, otros textos, manuales de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos e implementos escolares de la historia y la práctica pedagógica que salvaguardamos y exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 5:00 p.m.  en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/ y a explorar nuestra página web http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Manual de Enseñanza Mutua; José María Triana; Joseph Lancaster; Manuales Escolares; Educación; Enseñanza Mutua; Monitores; Maestro; Proyecto de Nación; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

Catálogo general del Museo Pedagógico Colombiano. (2017). Sin publicar

Triana, J. M. (1845). Manual de enseñanza mutua para las escuelas de primeras letras. Impreso por J.A. Cualla. Bogotá. Recuperado de: http://www.idep.edu.co/wp_centrovirtual/wp-content/uploads/2015/12/1845%20-%20Manual%20de%20Ensenanza%20Mutua%20para%20las%20Escuelas%20de%20primeras%20letras.pdf

Quiceno, H. (2001). «El Manual Escolar: Pedagogía y Formas Narrativas». En: Revista Educación y Pedagogía. Medellín: Facultad de Educación. Vol. XIII, No. 29-30, (enero-septiembre), pp. 53–67. Recuperado de: https://www.academia.edu/11799932/EL_MANUAL_ESCOLAR_PEDAGOGÍA_Y

Gutiérrez, L. H. (2014). A modo de historiografía de la educación colombiana en los primeros años de independencia. PRA, 14(15), 125–140. https://doi.org/10.26620/uniminuto.praxis.14.15.2014.125-140. Recuperado de: https://revistas.uniminuto.edu/index.php/praxis/article/view/997/937

García Sánchez, B. Y. (2006). Proyecto pedagógico de la Gran Colombia: una ruptura frente a los ideales republicanos. Revista Científica, (9), 69–113. https://doi.org/10.14483/23448350.353. Recuperado de: https://revistas.udistrital.edu.co/index.php/revcie/article/view/353/532  

Orjuela, L. (1910). José María Triana: Prócer de la Independencia y pedagogo el más antiguo de la República. Biografía tomada «del número extraordinario de la Revista de Instrucción Pública, editado con motivo del Centenario de la Independencia Nacional«. Bogotá, Imprenta Nacional. Recuperado de: https://biblioteca.academiahistoria.org.co/pmb/opac_css/doc_num.php?explnum_id=488

Genealogía de la figura del Maestro

Comenius, J. A. (2017). XCVII La Escuela. [Ilustración]. Fuente: Orbis Sensualium Pictus – ‘El Mundo en Imágenes’, p. 113.

Ciertas condiciones propias de la cultura le asignaron al maestro un conjunto de responsabilidades que lo hicieron apóstol, pedagogo y funcionario.

Se había creado la necesidad de la instrucción de la juventud para construir la patria civilizada y próspera que el mundo reclamaba para las naciones, pero este requerimiento social, había que asignárselo a aquellas personas que reunieran las condiciones necesarias.

Se trataba pues de un encargo de la sociedad; todos los retos a los que se enfrentaba la nación estaban hablando de los deberes que tenía aquel sujeto. No fue solamente un mandato divino, también fue un encargo de los hombres. Al principio no había que definir reglamentariamente sus funciones pues era el espíritu de la época el que reclamaba un hombre con cualidades de apóstol y pedagogo, cualidades que por demás dejaban ver los valores vigentes de aquel siglo.

Pero la vocación no bastaba. No bastaba la buena voluntad y la intachable conducta, no bastaba la paciencia, la tolerancia y la fortaleza de carácter, era necesaria además del cúmulo de conocimientos, una destreza y una capacitación especial en el arte de enseñar.

En cuanto encargo, debía entender su labor como un destino, pues el camino estaría trazado y no habría lugar a desviaciones. Él mismo era parte de ese destino, su vida debía “reglarse” de acuerdo con las pautas de conducta que se le impusieron. Además de ser un hombre capaz y de madura edad, debía ser de muy arreglada conducta y honrados procederes: paciente, constante, perseverante y de buena familia. Su vida: ejemplar y virtuosa, hombre recto, buen súbdito y excelente padre de familia. Su abnegación y absoluta consagración a la patria eran imprescindibles. Se recomendaba que fuera casado y mayor de 18 años y no podía padecer enfermedad crónica o contagiosa.

Con todo, éste debía ser un oficio para ejercer por vocación. Quien no le tuviera amor a la profesión debía abandonar su puesto. Evidentemente se reconocía que era una ardua labor. De allí que se necesitaran apóstoles, hombres que con singular y decidido empeño emprendieran tan ingrata y difícil misión.

El Director de la Escuela, por la importancia de las funciones que ejerce, es uno de los primeros funcionarios del Distrito y tiene el deber de arreglar su conducta de manera que en su vida pública y privada sirva de tipo a todos los ciudadanos […] debe estar sostenido y animado por un profundo sentimiento de la importancia moral de sus funciones y fundar su principal recompensa en la satisfacción de servir a los demás hombres, y de contribuir al bien público […]. Se hará amar y respetar, no solo de sus discípulos, sino de toda la sociedad en que viva; será pundoroso y leal en sus relaciones, benévolo y afable en su trato, cumplido en sus maneras; pero deberá mostrar en todas ocasiones firmeza de carácter, para hacerse obedecer y respetar […] las faltas graves contra la moral, así en su vida pública, como en su vida privada, serán castigadas en un Maestro de Escuela con la destitución del empleo […] le está severamenmte prohibido el roce con personas reputadas como de mala conducta en el lugar, y la entrada a tabernas y casas de juego […]. Las autoridades dispensarán a los Directores de escuela una consideración especial una deferencia respetuosa, en atención al augusto ministerio que desempeña […] no podrá, sin el permiso de la Inspección local, aumentar sus medios de subsistencia con el ejercicio de funciones accesorias, o de una profesión u oficio cualquiera y este permiso se rehusará siempre que el oficio o profesión comprometa la dignidad o moralidad del Institutor, o lo distraiga de sus funciones principales […]”

Señores maestros, la suerte de la Patria ha quedado depositada en vuestras manos […]” 

Obviamente no podía ser menos que ingrata aquella misión y solamente apta para quienes estuvieran dispuestos a sacrificar su vida en servicio a los demás: Un apóstol. A él y al cura -mentores de la moral- se les había confiado el sagrado propósito de velar por el bien.

Pero la vocación no bastaba. No bastaba la buena voluntad y la intachable conducta, no bastaba la paciencia, la tolerancia y la fortaleza de carácter, era necesaria además del cúmulo de conocimientos, una destreza y una capacitación especial en el arte de enseñar.

Al principio era poco lo que se exigía a este nivel:

[…] pericia en leer y escribir, tintura de aritmética y capacidad para imbuir a los jóvenes máximas sanas de moral cristiana y política”.

Pero poco a poco los requerimientos fueron mayores; entonces se hizo necesario atender la cuestión a través del método. Este sería un procedimiento fácil de aprender por el cual la enseñanza se haría efectiva y útil. No era más, ciertamente, pero había que estudiarlo: con el método lancasteriano se ensayó la Escuela Mutua, aquélla donde el maestro perito, a través de monitores, enseñaba el procedimiento a seguir en cada caso.

Algunas de estas escuelas se constituyeron en las primeras Normales cuando expidieron certificados que acreditaban haberse instruido en el método, tener buena conducta en lo político y moral y desempeñarse en su destino, de una forma exacta y cabal.

Referencias:

Decreto Número 595 de 1886, por el cual se organiza la Instrucción Pública Primaria. El Boyacense. Tunja, Diciembre 21de 1886, No. 11, pág. 83.

Decreto del Inspector General. El Boyacense. Tunja, Octubre 5 de 1888, No. 145, pág. 1159.65

Título tomado del libro: Y la escuela se hizo necesario. En busca del sentido actual de la escuela.  Autor: Alejandro Álvarez Gallego. pp. 62-65

 

Tomado de la web de la Editorial Magisterio para visitar el contenido haga click en el siguiente enlace Genealogía de la figura del maestro

Pieza del mes de julio de 2021: ‘‘Cartilla Charry’’

Como pieza del mes, hemos seleccionado el texto “Enseñanza Simultánea de Lectura y Escritura”, más conocida como ‘Cartilla Charry’ de la colección de Manuales Escolares que pertenece al Fondo Documental del Museo Pedagógico Colombiano. La cual, además de ser un importante texto escolar para la historia de la enseñanza y los procesos de escolarización de nuestro país, fue una herramienta cuyo objetivo fue avanzar respecto a los métodos tradicionales utilizados en la época, convirtiéndose en otro símbolo nacional de trascendencia para la historia de la educación del país que utilizó las palabras comunes como base de conocimiento. Desde finales de la década de 1910, fue el texto de lectura y aprendizaje de buena escritura con la que aprendieron a leer y escribir más de tres generaciones de colombianos en todas las escuelas del país.

Para recordar, desde el siglo XIX las primeras escuelas públicas y las ramas que orientaban las mismas, habían institucionalizado, –a partir de temas católicos y morales, que lentamente incluyeron temas científicos como parte del reconocimiento de la realidad del estudiante–, los ejercicios de la lectura y la escritura, como dos procesos básicos y esenciales para la instrucción académica y la formación del carácter de cualquier ciudadano. Se establecía entonces, que educar era civilizar, y el correcto desarrollo de competenticas en estas habilidades, era muestra de la organización mental y la actitud social para el cumplimiento de los deberes que la sociedad exigía. En tal sentido, la esencia enunciada por la Cartilla Charry estaba en la aspiración de instruir, enseñar, reglar, normalizar y elevar las condiciones de los sujetos enseñados; por lo tanto, en el saber de la lectura y la escritura como materia de enseñanza, también estaban las “bases necesarias para la vida”.

Aunque ambos procesos, han estado presentes en diferentes periodos y contextos históricos y culturales de la humanidad; solo es entre la segunda mitad del siglo XIX y el XX, cuando gradualmente estos saberes y distintos procesos de formación, se volvieron accesibles para un mayor grupo de personas en nuestro país, y por ejemplo, la creación de materiales como manuales, textos escolares y cartillas de primeras letras, silabarios y catón, como la Cartilla Charry, influyeron en el proceso de consolidación de la lectura y la escritura como conocimientos de alcance colectivo.

Justo Víctor Charry [Fotografía]. Tomada de: http://www.journals.academiahuilensedehistoria.org/index.php/rahh/article/view/90/89

Su autor Justo Víctor Charry Charry, nacido en 1863 en el municipio de Villavieja (Huila), fue un destacado docente y director de escuela con formación pedagógica en La Normal Estatal de Institutores del Tolima con sede en Neiva –fundada por la primer Misión Pedagógica Alemana (1872–1878)–, quien, gracias a su inquietud por innovar los métodos de enseñanza de las primeras letras en las escuelas, obtuvo en 1917 el primer premio nacional por su cartilla, en una exposición organizada por la Academia Colombiana de Historia; y posteriormente la obra, ocupó el primer puesto en un proceso de selección –propuesto en 1917 por el Primer Congreso Pedagógico Nacional– para la elección de una cartilla de lectura y escritura de uso masivo en todo el país, el cual se realizó en 1918 por el Ministerio de Instrucción Pública –hoy Ministerio de Educación Nacional–.

Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 2°. (ca. 1940). [Imagen]. Tomada de: https://www.banrepcultural.org/noticias/100-anos-de-la-cartilla-charry
Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 2°. (ca. 1940). [Imagen]. Tomada de: https://www.banrepcultural.org/noticias/100-anos-de-la-cartilla-charry


Tal como consta en la contraportada, la cartilla y la formación de Justo V. Charry, seguía el sistema Pestalozziano, que se aplicó en un momento de la historia del país conocido como el “Olimpo Radical”, que en materia educativa tuvo el propósito de cambiar la enseñanza de modelo ‘memorístico tradicional’ por uno donde los pensamientos, el entendimiento del mundo y la observación y exploración del contexto estuvieran por encima de la memoria, lo cual favorecía el método intuitivo y sensorial propuesto por el pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, que se adoptó en nuestro país en aquella época, según este último:

“La vida es la que educa; (…) La fuente de toda nuestra enseñanza se halla en la observación”. (Piaton, 1989, p. 5).

 

 

 

 

Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 1°. (ca. 1918). [Imagen]. Tomada de: https://fernandovasquezrodriguez.com/wp-content/uploads/2012/09/portafolio-cinco1.pdf

En relación con su contenido y valor educativo, su autor quiso poner en práctica, la enseñanza a partir una palabra normal, es decir una palabra común y corriente, por lo tanto, la aplicación de este método en nuestro país significó toda una “vanguardia” pedagógica en la enseñanza simultanea de la lectura y la escritura a través de las ‘palabras normales’, que fueron la principal característica de la obra. Para la presentación de las letras, a partir del uso de estas palabras, la cartilla, tomó como punto de partida las vocales y luego, cada una de las consonantes acompañadas de una palabra y su ilustración gráfica, destacando visualmente con colores llamativos la letra objeto del aprendizaje.
En este sentido, la cartilla tuvo una intencionalidad estética por el número de grabados por cada lección (que superaba a cartillas anteriores), la cual marcó una nueva época en términos de imagen para la infancia, que, además, visibilizó a niños y niñas desde nuevos roles según los entornos educativos y también mostrando una sociedad en acción; los diseños de las ilustraciones de la cartilla establecían relaciones más complejas que evidenciaban una correspondencia frente al conocimiento con escenas de salones de clase, para el caso, muchas de estas hacían hincapié en los contextos más que en las lecciones mismas, para así familiarizar al niño con su alrededor.

Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 1°. (ca. 1918). [Imagen]. Tomada de: https://fernandovasquezrodriguez.com/wp-content/uploads/2012/09/portafolio-cinco1.pdf

De acuerdo con investigadores de la historia de la educación en Colombia como Javier Sáenz, Óscar Saldarriaga y Armado Ospina, posteriormente se presentaba la combinación de la letra con cada una de las vocales y luego palabras en las que se usaba la letra de la lección específica, y finalmente otras palabras de uso común que incluyeran las consonantes de la primera palabra. El procedimiento indicado en la cartilla se realizaba combinando la pronunciación y la escritura, y los ejercicios de lectura y escritura estaban determinados por la complejidad de las sílabas que componían las palabras.

Según el análisis anterior, la cartilla retomó parte del método silábico, sin embargo, junto con las ilustraciones se conjugaban palabras, frases, e ideas que comenzaban a inferir relaciones con el papel y el deber de los infantes, y su cotidianidad.

En este marco el texto, propuso un método innovador, que dio un salto de la tradicional lectura silábica hacía uno que reunió varios elementos, como, el sistema ecléctico –de aprendizaje más rápido– basado en la comprensión integral de historias (representadas con su respectiva imagen), que usaban un lenguaje cuidadoso, y se apoyaban visualmente en ilustraciones que tenían fines didácticos para ejemplificar los párrafos y cuentos cortos, y en el uso de la tradicional letra manuscrita en cursiva (según el método Palmer de caligrafía) utilizada en las escuelas de la época. Lo que permitía a los estudiantes progresar en sus procesos de comprensión y escritura.

Cartilla Charry, Enseñanza simultánea de Lectura y escritura, Libro – 2°. (ca. 1940). Pág. 1–12 (2021). [Imagen]. Tomado de: http://www.idep.edu.co/wp_centrovirtual/wp-content/uploads/2015/12/1918%20-%20Cartilla%20Charry%20Libro%202.pdf

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Respecto a la realidad política, a inicios del siglo XX, el comienzo de la ‘Hegemonía Conservadora’ y su proyecto educativo centrado en las normas morales para formar buenos ciudadanos en derechos y patriotas, a través de la búsqueda de una identidad nacional, tuvo como intención unificar y moralizar; y  con la introducción de las ciencias naturales y experimentales, se planteó también el debate sobre el método de enseñanza de la lectura; polémica pedagógica centrada por el contraste entre el método del deletreo, el método fónico y el método silábico, frente a este panorama surgió en 1917 la cartilla del profesor Charry, como un texto que posibilitó superar las limitaciones de los métodos considerados “tradicionales”, y que por su método innovador y extensa vigencia en la memoria educativa del país se constituyó como modelo para las cartillas de enseñanza de la lectura y escritura hasta nuestros días.

A pesar del impacto de la cartilla, su distribución se realizó de manera muy precaria, entonces, su autor cedió los derechos de reproducción al Estado para imprimir 35 mil ejemplares en 1919, que dos años después lograría una distribución mayor, esta vez por 800 mil ejemplares en todas las escuelas del país. Antes de fallecer en 1946, a la edad de 85 años, le hizo prometer a su hija Cecilia Charry Lara que continuara trabajando por la difusión de la obra. Ella también se dedicó profesionalmente a la docencia y su formación la recibió en el Instituto Pedagógico Nacional para Señoritas –IPN–, donde además aprendió ortografía con el método de memoria visual de la mano de Franzisca Radke (pedagoga alemana que lideró la segunda Misión Pedagógica de este país en Colombia, y también primera directora del IPN).

Fiel a su promesa, la cartilla fue actualizada, y como el concepto de la enseñanza había cambiado fue necesario renovar el sistema de sílabas separadas (silabeo), y hacer que los estudiantes repitieran las palabras completas para facilitar la lectura de corrido. Además de actualizar algunas palabras del texto original, tuvo que reformar los textos de la cartilla, conservando su estructura pedagógica esencial. Finalmente se editaron tres tomos, el primero en 1918 para aprender a leer y escribir con ejercicios para la escritura y la buena letra; el segundo aproximadamente en los años cuarenta, para aprender lectura comprensiva; y el tercero, en los años setenta, como una reedición del segundo tomo, reformada y actualizada bajo el título de “Nueva Cartilla Charry”, suscrita al método ideo-visual o global. Cecilia Charry mantuvo vigente la popular cartilla de su padre hasta 1982, cuando dejó de ser editada.

Este año, se cumplen 103 años de haberse expedido la resolución 190 del 10 de julio de 1918 del Ministerio de Instrucción Pública, que adoptó como texto de lectura y escritura simultáneo para todas las escuelas del país, la Cartilla Charry, de autoría del huilense Justo V. Charry, obra de carrera extensa y una de las publicaciones más usadas para la enseñanza de la lectura, que en sus páginas brindó la evolución del proceso de lectura y escritura desde las reglas básicas para dirigir por parte del maestro las ideas más elementales como objetos, animales y frases sencillas, hasta narraciones cada vez más extensas y complejas. Por tal razón, dentro de los libros infaltables en la escuela de la segunda década del siglo XX, se encontraba la Cartilla Charry, en compañía de otros, como el Catecismo del padre Astete, la Historia Sagrada, la Historia Patria, la Alegría de Leer y el periódico El Campesino.

Tan importante fue la cartilla, que colegas, referentes y estudiosos de la pedagogía, la han destacado de diferentes formas, por ejemplo, el Doctor en Educación y Sociedad, Fernando Vásquez Rodríguez, narraba lo siguiente:

“Guardo, como una joya, mi cartilla “Charry”. Si está así de maltratada es porque me ha acompañado por más de 50 años. En este texto mi padre y mi madre me enseñaron a leer, allá, en la casa de “La Laguna”. Lo hacían por las tardes. Mi papá era el maestro severo que me enseñaba y me tomaba las lecciones, y mi mamá la tutora de esas primeras tareas. Recuerdo que me gustaban las imágenes, especialmente el indio, la iglesia, el águila, el mico tití, la zorra y el león. Tal vez por lo cercano al ambiente de la vereda donde me crie me aprendí rápido aquella frase de “la mula va al molino”. Y se me quedó grabada para siempre otra frase: “quiero que me diga, el gato come queso?”
(Vásquez, 2012).

Además, su método de enseñanza fue tan efectivo, que, en 1928, cuando su autor tenía 65 años, demostró que en 39 horas un grupo de adultos podía aprender a leer y escribir. Experiencia que quedó consignada en un Acta del 10 de marzo de 1938, firmada por el alcalde de Bogotá de aquel entonces, Gustavo Santos.

Destacamos el legado de este emblema de la literatura educativa colombiana, no solo como un instrumento para la transmisión de saberes y la enseñanza elemental durante tres décadas del siglo XX, y un medio para la formación de valores, a través del amor a la escuela, a la religión, a la patria y a las buenas costumbres; sino también como un testimonio de recordación para la memoria colectiva de nuestro país, ya que muchos colombianos mayores de 40 años recuerdan con nostalgia las primeras letras que leyeron y escribieron en su Cartilla Charry.

Para conocer y consultar la Cartilla Charry, otros textos, manuales escolares, cartillas de alfabetización y demás archivos pertenecientes al fondo documental; y también los objetos de la historia y la práctica pedagógica que exhibimos en el Museo Pedagógico Colombiano, convocamos a la comunidad de la Universidad Pedagógica Nacional, estudiantes, egresados, investigadores, docentes, administrativos y miembros externos de la comunidad académica, colectivos pedagógicos y a todas las personas interesadas en conocernos, apoyarnos y difundir nuestras labores, a visitarnos de lunes a viernes entre 8:00 a.m. y 4:00 p.m. en las nuevas instalaciones del Museo ubicadas en Bogotá en la calle 72 N.º 11 – 86 (Edificio ‘E’) en el Centro Cultural ‘Paulo Freire’ de la Universidad Pedagógica Nacional.

Igualmente los invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales https://www.facebook.com/museopedagogicocolombiano/ y a explorar nuestra página web http://museopedagogico.pedagogica.edu.co/ para visualizar y compartir nuestros contenidos.

 

Palabras clave: Cartilla Charry; Lectura; Escritura; Textos Escolares; Manual Escolar; Pedagogía; Historia de la Educación; Maestros; Museo Pedagógico Colombiano.

 

Referencias

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Umaña, A. (2017). La Formación en Derechos a través del texto en la Escuela Colombiana 19171930: caso la Cartilla de Lectura Charry. Fecha de consulta: 13 Jul. 2021. Desde: https://repository.udistrital.edu.co/bitstream/handle/11349/7424/UmañaGómezAndreaEstefania2017.pdf?sequence=1&isAllowed=y

García Vera, N., & Rojas Prieto, S. (2015). La enseñanza de la lectura en Colombia: Enfoques pedagógicos, métodos, políticas y textos escolares en las tres últimas décadas del siglo XXPedagogía Y Saberes1(70), 43-60. Fecha de consulta: 14 Jul. 2021. Desde: https://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/PYS/article/view/3685/3304

Ramírez Bahamón, J. (2018). Justo Víctor Charry Charry: cien años de una cartilla inolvidable. Fecha de consulta: 9 Jul. 2021. Desde: http://www.journals.academiahuilensedehistoria.org/index.php/rahh/article/view/90/89

fernandovasquezrodriguez.com. (2012). Portafolio cinco: “Mi cartilla Charry”. Fecha de consulta: 12 Jul. 2021. Desde: https://fernandovasquezrodriguez.com/wp-content/uploads/2012/09/portafolio-cinco1.pdf

pensandolaescuela.wordpress.com. (2015). Coquito, Paco, Nacho y Charry – los eternos maestros de la lectura y escritura, que brindan una alegría de leer. Fecha de consulta: 13 Jul. 2021. Desde: https://pensandolaescuela.wordpress.com/2015/09/20/coquito-paco-nacho-y-charry-los-eternos-maestros-de-la-lectura-y-escritura-que-brindan-una-alegria-de-leer/

Sáenz, J., Saldarriaga, O. y Ospina, A. (1997). Mirar la infancia. pedagogía, moral y modernidad en Colombia, 1903–1946. Medellín: Ediciones Foro Nacional por Colombia, Ediciones Uniandes, Editorial Universidad de Antioquia.

1940, Cartilla Charry, Libro – 2o. (2020). Fecha de consulta: 9 Jul. 2021. Desde: https://issuu.com/aniquilo/docs/1918_-_cartilla_charry_libro_2

archivobogota.secretariageneral.gov.co. (2021). Cuatro cartillas, que por generaciones, motivaron y enseñaron a leer en el siglo XX | Archivo de Bogotá. Fecha de consulta: 9 Jul. 2021. Desde: http://archivobogota.secretariageneral.gov.co/noticias/cuatro-cartillas-generaciones-motivaron-y-enseñaron-leer-siglo-xx

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eltiempo.com. (2000). Mi Mamá Me… Fecha de consulta: 12 Jul. 2021. Desde: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1288347

Revista Historia y Memoria de la Educación (HME) – 50 años de la Ley General de Educación (LGE) de 1970 – Número 14 [2021]

Estimados/as visitantes:

Es un placer comunicarles que se acaba de publicar el número 14 de Historia y Memoria de la Educación, revista de la Sociedad Española de Historia de la Educación (SEDHE), con un monográfico sobre los 50 años de la Ley General de Educación (LGE) de 1970. 

En el siguiente enlace pueden consultar la tabla de contenidos y cada uno de los artículos:  50 años de la Ley General de Educación.